Narra Silver:

Recuerdo cuando una tarde me di cuenta de cuanto hay que amar a las mujeres.
En un paso de peatones subterráneo ayudé a una eriza rosada, casi anciana. Le pregunté cómo se llamaba y me dijo que su nombre era Amy. La ayudé a cargar sus bolsas; ella me agradeció y le dije que la acompañaría a llevar esas bolsas hasta la entrada de su casa.

Me di cuenta que realmente necesitaba mi ayuda para que ella llegara temprano a su casa, ya que ella me dijo que su esposo la esperaba en el portal de su casa. Al llegar me di cuenta de que era un erizo azul, casi ciego; salió con su bastón, me recibió las bolsas y me dijo que se llamaba Sonic.

Vi cómo el erizo le dio un beso a la eriza y ambos entraron a su casa. Supe que ese erizo valoraba a su esposa. Inmediatamente me vino a la cabeza que cada vez negaba mi ayuda a mi novia, ya que ella siempre me pedía que pasara por ella o que la ayudara a llevar sus compras solo porque tenía flojera.

Ahora la valoro, la ayudo con las bolsas o si no, voy a recogerla cada vez que me lo pida, ya que las mujeres son únicas y merecen que las valoremos...