
Capítulo 9
Las audiciones.
Luego de varias de semanas de ensayos y preparación en aquel lugar que me solicitó el amigo de Esteban, llegó el día de las audiciones. Mi corazón latía deprisa y sentía que me faltaba el aliento, en el buen sentido, claro. Era miércoles, segunda y última semana de las audiciones, a mí me tocó en el grupo de la mañana. En cada grupo habían al menos quince personas, lo cual me tranquiliza a un poco porque podría administrar mejor el espacio que cuando hay trescientos aspirantes sobre las tablas. De cada grupo escogerían solamente a una persona para formar parte del grupo avanzado.
Terminé de ponerme el body y las polainas, até mis zapatillas y fui a calentar junto a otras dos chicas, luego se incorporaron dos chicos más.
—Muy bien, jóvenes, empecemos —Adella hizo un ademán indicándonos que nos pusiéramos de pie—. Mi nombre es Adella Ferreri y éstos son mis compañeros y el productor del ballet que presentaremos este año. La audición no será solo baile, deben conocer también la teoría.
Adella nos dió una mirada extraña, de esas que la gente letrada le dirige a la gente ignorante.
»Señorita Conde —Se acercó—, ¿Cuántas posiciones de los pies hay en el ballet clásico?
—Cinco —Respondí sin dudarlo.
—Dígame una característica de ellas.
—Las puntas de los pies siempre están torneadas hacia afuera.
—Háganlas todos.
Todos los aspirantes íbamos haciendo las posiciones a medida que Adella decía «primera, segunda, tercera...»
»Todos pónganse en punta y con los brazos en preparatoria, por favor. Quiero ver qué tanta resistencia tienen.
Hicimos lo que ella pidió al pie de la letra.
»Señor Fontana, ¿Quién fue el primer bailarín en recibir el título de «estrella»?
—De hecho fueron dos, Lycette Darsonval y Solange Shwartz, después fue Serge Peretti.
—¿Sabe en qué años?
El chico negó.
»¿Alguien lo sabe?
—1940 y 1941 —Contesté al ver que nadie lo hacía.
—Vaya, la asistonta no es tan tonta.
Luego de eso Adella no hizo más preguntas, se dedicó a analizarnos, a ver nuestros pies en punta, verificar si nuestras piernas estaban estiradas o sí nuestra postura era correcta, mientras que esperaba que el último de nosostros se cansara y volviera a posarse sobre sus talones. La primera en cansarse fue la chica a mi lado, luego un chico que estaba enfrente; poco a poco cada uno de los aspirantes fueron bajando sus talones, quedando solamente el chico de apellido Fontana y yo.
—No puedo más —Dijo luego de varios minutos.
Adella me indicó que podía volver a mi posición inicial y yo le obedecí.
—Extiendan su pierna lo más alto que puedan.
Nos evaluó uno por uno junto con todos los profesores, Rita iba a su lado anotando todo lo que ella decía.
»Vayan a la barra.
Hicimos lo que ella indicó, una vez que llegamos a la barra Adella comenzó a hacer varias secuencias de brazos y piernas que nosotros debíamos seguir yendo al compás de la música, cada secuencia era más compleja y larga que la anterior. Luego se puso a evaluar nuestras piruetas y saltos.
»Bien, ahora quiero ver lo que pueden hacer —Adella cambió la música de su reproductor por una mucho más suave y lenta.
Luego nos fue llamando a cada uno para que bailáramos enmedio del salón. Nos estaba pidiendo que improvisáramos.
»Conde, su turno.
Tomé aire profundamente.
Bien, Laura. Este es el momento para el que te has estado preparando desde que descubriste que el ballet es lo tuyo. Es todo aquello por lo que has trabajado. Esta es una pequeña, pero gran parte de lo que representa tu sueño.
Por primera vez en las tablas: ¡Laura Conde!
Pude visualizarme en el escenario, con todas las personas aplaudiendo eufóricos ante mi baile. Me desplacé por el lugar sobre las puntas de mis pies, dando giros y saltos, haciendo piruetas... Bailé como si fuera el último día.
—Muy bien, Conde, muchas gracias.
Hice una reverencia y dejé pasar al siguiente, todos eran muy buenos, tenían mucho talento y solamente escogerían a una persona, esa persona quería ser yo, desde lo más profundo de mi alma anhelaba ser yo.
»Ha sido todo por, pueden retirarse, los resultados serán publicados el viernes por la página de la academia, también pueden venir a verlos en la cartelera de anuncios, de todos modos se les llamará para notificarles.
Hicimos una reverencia final y caminamos hacia nuestros respectivos vestidores para cambiarnos. Terminé de ponerme mi ropa normal y salí.
—Laura, no creas que me has impresionado —Dijo Adella petulantemente—. Se necesita mucho más para impresionar a Adella Ferreri.
—Eso ya lo veremos, Adella. Te veo luego —Me despedí y salí.
Decidí ir al apartamento de Esteban, tenía un regalo un para él: una nueva cámara. Así dejaría de sufrir con la suya a la hora de ajustar el lente —Que se pasaba una eternidad haciéndolo—.
Llegué a su edificio y subí a su apartamento. Toqué la puerta y esperé a que abriera.
—Hola, Soñadora.
—Hola —Respondí pasando—. Te traje un regalo.
—¿Ah sí? ¿Qué es?
Metí mi mano en mi bolso buscando la caja donde estaba guardado, cuando la encontré, la saqué y se la di.
—¿Qué es esto?
—¿Acaso no es obvio? Es tu regalo. Ábrelo.
Esteban destapó la caja y sus ojos se abrieron con sorpresa al ver su contenido.
—¡Oh, santo Dios!
—Claudette me contó que tu cámara está presentando problemas con la lente, así que te compré esta.
—¡Gracias, Soñadora! —Me abrazó por la cintura levántandome del suelo.
Después sacó su celular de su bolsillo y marcó un número.
—Hola, Alejandra, soy Esteban. ¿Puedes apartarme ese vestido vinotinto que tienes en la vitrina? —Hizo una pausa esperando que la aludida respondiera—. Por supuesto que no es para mí —Rio—. De acuerdo, gracias.
—¿Qué sucede? —Pregunté enarcando una ceja.
—Vamos a la boutique.
—¿La que está aquí al lado?
—Sí.
Él bajó a zancadas y yo trataba de seguirle el paso.
Desventajas de caminar con gente alta cuando eres un pitufo.
Frenó cuando llegamos al frente de la boutique.
—¿Ves ese hermoso vestido?
Señaló un vestido vinotinto, con escote en corazón, la falda era corta adelante, pero conservaba el largo por la parte de atrás.
—Ajá —Respondí.
—Ahora es tuyo.
Una chica —Que supuse que era Alejandra— le entregó el vestido en un gancho y cubierto por una bolsa de plástico. Esteban y yo entramos en la tienda para que pagara.
—Muchas gracias por comprar —Dijo Alejandra y luego me dió el vestido.
—Eres imposible —Dije entornando los ojos cuando salimos de la tienda—. Ahora, para ponernos a la par, yo te brindaré el almuerzo. Vayamos a comer comida italiana.
—De acuerdo —Asintió en mitad de una carcajada.
Sólo tenía que esperar al viernes para ver los resultados.
Muy bien, mantén la mente positiva si te caes, te levantas y si no quedas, lo intentas de nuevo el próximo año, no hay problema.
El próximo año se veía muy lejos
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