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Capítulo 12

Un regalo.

Estaba en la terraza del edificio Las Flores acomodando todo lo que iba a ser necesario para esta noche, Claudette y Marcus —Hijo del dueño del edificio— me ayudaron a hacer una especie de carpa por si llovía, por supuesto. Aunque el día estaba soleado y el cielo despejado.

Después de terminar todo, decidí irme, ya iban a ser las cuatro y quedé en verme con Esteban para ir a ver el apartamento. Tomé un taxi hasta la cafetería donde me vería con Esteban. Le pagué al taxista y me bajé del carro.

—Veámoslo rápido, tenemos un compromiso esta noche —Dije halándolo del brazo para que caminara.

—Un «hola, amor, ¿Cómo estás?» me gustaría mucho más.

—Por cierto —Me detuve y rodeé su cuello con mis brazos—, feliz cumpleaños.

Dejé un lento beso sobre sus labios.

»Tengo una sorpresa para ti.

—¿Tiene que ver con el compromiso que tenemos esta noche?

—No lo sé. Vamos, llegaremos tarde.

Estuvimos viendo el apartamento que era algo pequeño, pero al fin y al cabo solo iba a vivir yo. Esteban se ofreció a ayudarme con cosas básicas como la cama y algunos electrodomésticos.

Después me hallaba arreglándome para ir a la fiesta de Esteban. Me puse el vestido que me compró y estaba terminando de maquillarme. Mi cabello estaba liso con unas ondas sutiles en las puntas y amarrado en una media cola.

—Por esta razón no acostumbro a usar corbatas.

Esteban entró en el cuarto tratando de hacerse el nudo de la corbata.

—Ven —Terminé de aplicarme el rímel y lo ayudé a hacer el nudo—. ¿Listo para sorprenderte?

—Nací listo, Soñadora.

Luego de charlar un rato, nos fuimos al lugar que Claudette me indicó. Cuando llegamos, vendé los ojos de Esteban y lo tomé de la mano para guíarlo.

—Uno, dos... Tres.

—¡Sorpresa! —Gritaron todos los presentes frente a la puerta del salón.

—¿Me hiciste una fiesta sorpresa?

—No, te la hizo tu hermana, mi sorpresa está arriba.

—¡Hijo! —Esteban volteó a su lado izquierdo.

—¡Mamá, papá! ¡Hola! —Los saludó abrazándolos efusivamente— Ella es Laura, mi soñadora.

—¿Seguro de que no es una cazafortunas? —Dijo la mujer bromeando.

—No lo es, madre.

—Ve con tu padre, yo quiero hablar con ella.

La mujer movió su dedo índice pidiendo que la siguiera.

—¿Cómo conociste a mi hijo?

—Soy mejor amigo de Claudette desde hace unos tres años, pero no comenzamos hablar hasta hace unos meses, me tropecé con él en la academia.

—¡Oh, ya te recuerdo! Mi hija me hablaba mucho de ti. ¿Eres bailarina?

—Se puede decir que sí.

—¿Cómo sabes que te gusta mi hijo?

Porque hace que mi corazón lata tan rápido como las alas de un colibrí, me hace sentir en la nubes y además me quiere y me apoya tanto como yo a él. No lo sé, usted dígame.

—Lo siento aquí —Me limité a contestar mientras señalaba el lado izquierdo de mi pecho.

—Suenas sincera.

—Lo estoy siendo.

—Me llamo Rocío —Dijo extendiendo su mano.

Yo la tomé y sonreí.

»Por ahora estás a salvo, pero si haces sufrir a mi hijo, te arrepentirás de haberme conocido.

—Eso es justo —Acepté ríendo—. Disculpe, debo ir a darle mi regalo a Esteban.

Me acerqué a donde estaban Esteban y su padre, abracé al primero por la cintura.

—Lamento interrumpirlos, pero quiero darle mi regalo a Esteban.

—Hablamos luego, papá.

Esteban me tomó de la mano y yo lo guié hasta la terraza.

—Siéntate —Le pedí señalando la silla que había puesto en la mañana.

Serví algo de vino en una copa que había en la mesa que coloqué al lado de la silla. Se la ofrecí y él la aceptó. Me quité los tacones y me puse mis zapatillas de ballet.

—¿Qué es todo esto, Soñadora?

—Una función privada, solo para ti.

Fui hasta el reproductor y puse la canción que había preparado. Dancing with a stranger comenzó a sonar y al mismo tiempo yo me movía haciendo la coreografía que con tanto esmero hice la tarde anterior, la cual estuve practicando todo el tiempo sobrante. Entré en crisis un millón de veces al no saber que canción bailar, al final me decidí por Dancing with a stranger porque me pareció que era la indicada.

El último coro de la canción empezó a escucharse y yo me acerqué a él en una sutil invitación a bailar. Él se levantó sin entender los que yo quería.

—Soñadora, ¿Qué es lo que quieres?

—Quiero que bailes conmigo.

—Deja que yo te guíe.

Esteban de a poco agarró el ritmo de la música, sin embargo terminamos bailando algo parecido a un vals que no iba para nada con la música, pero no importaba, nos estábamos divirtiendo.

La música terminó, él puso una mano en mi espalda y la otra en la parte de atrás de mis rodillas y me alzó al estilo princesa mientras me daba un beso.

—Para no saber hacerlo, lo haces muy bien —Dije enmedio del beso.

—Es el efecto soñadora.

—¿Te gustó mi regalo?

—Es el mejor de todos.

—Aunque también te compré un reloj, pero deberás esperar para abrirlo.

Esteban volvió a ponerme sobre mis pies y ambos seguimos bailando un rato más para luego volver a la fiesta con todos los demás.

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