Veintiocho: El Libro Rojo
YoonGi POV.
JiHyun ha dejado el apartamento hace dos noches, tomando parte de sus cosas para irse a refugiar a casa de sus padres. Nadie me ha reclamado nada, tampoco a JiMin así que asumo que el omega aún no cuenta nada de lo que vio. No dejo de tener malos presentimientos y ya no puedo pensar con claridad, el camino que tomaron las cosas es demasiado complicado y me asusta todo lo que se nos vendrá encima a JiMin y a mi. Necesito una solución y también necesito respuestas de una buena vez. Por eso voy directo a la casona de Shim HyeJin. Me importa un carajo si no tiene espacios libres para recibirme, cuando esté allí la obligare a hacerse un tiempo para mi.
No está muy lejos del área residencial, apenas a diez minutos de las afueras de la ciudad. El camino junto al bosque me lleva directo al edificio blanco donde la mujer vive. Estaciono mi auto y camino hasta la puerta. Una pequeña omega de tal vez quince años me recibe. Me pregunta si tengo cita, le digo que no así que obviamente me dice que no me pueden atender sin una cita.
— No me voy de aquí sin ver a Shim. — Digo esto y me abro paso al vestíbulo.
La chica se queja junto a la puerta, no deja de decir que debo irme. En el lugar hay una pequeña sala de espera junto a las escaleras, donde tres personas me miran desde sus asientos. Un beta y dos omegas. Les saludo con una reverencia y pregunto por la vieja Shim.
— Está en una consulta justo ahora. — Me responde la chiquilla tirando de mi brazo para sacarme, con mínimo esfuerzo me la quito de encima.
Veo una puerta al fondo e intuyo que allí debe de estar ella. Voy con intención de abrir pero me detengo en seco cuando la mujer sale para encararme.
— Señor Min, está haciendo un escándalo. — Ella me mira con dureza y sus brazos cruzados. — Demasiado descortés de su parte.
— No me venga con eso. — Respondo. — Usted sabe que intente hacerlo como se debe pero no dejaba de decirle a mi secretaria que no tenía horarios disponibles.
— Por qué no los tengo.
— Bueno, pues que lastima porque no me voy a ir de aquí hasta que me reciba.
— Váyase señor Min. — Suelta en tono amenazante pero eso no funciona conmigo.
— No lo haré, no hasta que hable conmigo así que más vale que le diga a sus clientes que vuelvan mañana o me deshare personalmente de ellos con el mando. Nadie quiere eso.
La mujer aspira entre dientes y frunce la cara de pura molestia, mirándome a los ojos. Yo me mantengo firme y sabe que no estoy bromeando, que voy muy en serio. Todo en ella me dice que es una beta de rango inferior, tampoco tiene nada que pueda detenerme, con dificultad acepta la derrota y termina por pedirles a esos tres que la disculpen, también a la mujer que estaba con ella en la oficina. Los cuatro se ven molestos contra mi, como si con mirarme feo fuera yo a irme, me dan risa. Al final todos ellos se van, incluida la muchacha de la puerta, a quien la señora Shim manda por té y panecillos.
De mala gana la mujer me hace pasar al lugar de donde salió hace poco, es una pequeña oficina que detrás de ella tiene un par de puertas corredizas. Ella abre estas y me guía a la habitación conjunta que resulta ser una biblioteca relativamente modesta. Allí al centro hay una sala y una mesa de té. Ella se sienta y me indica el lugar frente a ella para que tome asiento.
— ¿Qué quiere señor Min?
— Hablar con usted. — Le digo. — De aquella noche en mi cumpleaños.
— De usted y el otro alfa, el joven Park. — Dice lo obvio sin pena. — ¿Que hay con eso?
— Usted lo sabía.
— Yo lo se todo.
Un escalofrío me recorre la espalda y pego un brinco cuando la chica que entra por otra puerta me toma por sorpresa. Con ella trae una bandeja y en ésta galletas, platos, tazas y una tetera humeante. Me da una mala mirada pero se mantiene impávida en tanto nos sirve los bocadillos. Mientras la observo no puedo evitar notar el parecido que tiene con la vieja, así que me imagino que, seguramente, son familiares, tal vez su nieta, muy probablemente también otra bruja. La chica sale y Shim menea el té de su pequeña taza.
— ¿Cómo supo que él y yo… — Digo siendo interrumpido.
— Puedo distinguir a dos destinados aunque no los tenga enfrente, señor Min.
Creo que lo senil le está haciendo confundirse.
— No estoy hablando de JiHyun.
— Y yo tampoco. — Ella se endereza y me mira. — Ambos hablamos de JiMin.
Lo que dice me toma por sorpresa pero de cierta forma también es lo que yo anhelaba escuchar y eso me hace desconfiar. Tal vez me está diciendo lo que sabe que deseo y no necesariamente la verdad. Y tiene lógica si pienso en que ella fue la que señaló a JiHyun como mi destinado.
— Es absurdo, usted le dijo a mi madre que JiHyun era mi destinado.
— Yo dije que uno de los Park era tu destinado, jamás mencione el nombre de JiHyun, fueron tu madre y padre quienes asumieron que el omega era tu pareja.
— ¿Y por qué no dijo nada?
— Dios, YoonGi. — Dice sorprendida y riéndose con desgana. — ¿Sabes lo que hubieran hecho si les decía que su hijo alfa estaba destinado para otro alfa? Te contaré una pequeña historia familiar. Provengo de una línea de brujos de buen renombre, todos mis ancestros practicaron esta disciplina en el pasado. Mi bisabuela y su hermana no eran la excepción, dos niñas de trece años que además eran las mejores del gremio. Un día se les pidió a ellas una lectura de suerte para el clan Min. Hicieron nota de todo lo que veían pero la hermana de mi madre encontró algo más, algo que nadie le pidió saber pero que aún así cometió el error de decir. El señor Min, tu tatarabuelo, ese que se casó con una hermosa omega pelinegra y que figura en las pinturas de tu hogar, ese hombre tenía un amor destinado, un Park, un enemigo que además de todo era un alfa como él. Mi madre perdió a su hermana la noche que ella decidió decir lo que había visto. La mataron porque nadie iba a aceptar una blasfemia como esa. Adivina quién más terminó muerto unas semanas después, así es, el tatarabuelo de JiMin. No iba a arriesgarme tanto por nada. Tengo dos nietos a los que cuidar y enseñar, el que ustedes realizaran su amor no era de mi incumbencia. Lo deje pasar, les deje creer lo que querían, supuse que sólo seguirían con sus vidas. Me equivoqué pues ahora veo que la vida es más caprichosa que nada y se ha encargado de juntaros después de todo.
Es demasiado, tanto que me abruma.
— ¿Por eso tengo pesadillas? — Digo sólo por continuar hablando aunque también esperando que ella pueda responder.
— ¿Que clase de pesadillas?
— Sueños agresivos donde veo a JiMin, bueno no precisamente a JiMin… sus ojos, veo sus ojos todo el tiempo en mi cabeza.
Hago una pausa y suspiro. Frotó mi rostro intentando procesar esto. Es que todo suena tan perfecto. JiMin mi verdadero destinado. Se que dije que no creía en eso pero la felicidad que me da saberme de él y saberlo mío es inmensa, tan conveniente que debe ser una cruel mentira.
— No está diciendo la verdad. — Le digo a Shim. — Los destinados solo pueden ser omega y alfa, así es siempre.
— Y como todo en este mundo siempre hay una excepción. — Responde. — ¿Qué gano yo con mentirle?
— Venganza por lo que le hicimos a su familia. — Le digo sin dudar, pensando que es algo que incluso yo haría.
— YoonGi, cuando se llega a mi edad nos damos cuenta que la venganza no aporta nada en nuestra vida, solo quita.
Un largo, muy largo silencio sigue a eso. Me quedo pensando. Un debate sin sentido en mi cabeza. Estoy intentando creer, realmente trato porque nada podría hacerme más feliz que esto.
— Dices que sueñas con el. — Shim interrumpe la quietud de la habitación. — Los ojos son la única representación material del alma.
No entiendo lo que dice.
— ¿Que significa eso? — Le pregunto, algo impaciente.
Ella me observa y jala aire suavemente, como decidiendose por lo que va a hacer. Se levanta y va hasta una mesa de fotografías que hay en el fondo y debajo de esta un baúl con cubierta de piel. Se arrodilla para abrir la caja, remueve un poco el contenido y cuando se levanta da la vuelta, trayendo en brazos un libro de color rojo que por lo viejo luce casi marrón.
— No debería mostrarle esto pero… una excepción más no hará daño a nadie.
Abandono la casa de Shim con el corazón saliéndose de mi pecho. Abro el móvil para ver el nuevo mensaje con el deseo de que sea de quien yo espero. Y lo es. JiMin me dice que su hermano pidió verlo, así que va camino a casa de sus padres. Leo eso y no puedo sentirme más conforme con la situación, es perfecto, es el momento para terminar con todo esto. No le contesto porque temo arruinar la gran noticia, es mejor que lleve esto que ahora se hasta ellos. No espero que lo acepten solo quiero que el mundo sepa el porqué. Que sepan que sí, que estoy enamorado de un Park, enamorado de un alfa y que ya no me importa nada, que incluso si nadie puede entenderlo está bien, porque me voy a ir bien lejos con él. No tengo miedo. Solo quiero amarlo y que él me ame.
Con todo esos pensamientos en mi cabeza me subo al auto y arranco el motor, la casa de los Park queda del otro lado de Seúl y no tengo tiempo que perder. No más secretos, no más mentiras.
🌷🌱 C-3 🌱🌷
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