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Quince: Resolución

YoonGi POV.

El ático* es bastante silencioso cuando los empleados se han ido ya y lo es mucho más ahora que JiHyun no está. Que haya decidido pasar la noche con sus padres no pudo haberme sentado mejor. Estoy sentado frente al piano, descalzo y con la camisa de fuera mientras me bebo un vaso de vodka, el mejor licor que existe. Con cada sorbo que doy me siento un poco menos tenso pero realmente no me basta. Aún intentó bloquear lo de hace tres semanas, el hecho de que mi padre hoy me haya llamado la atención no me tiene nada tranquilo. Al final mi comportamiento no ha pasado desapercibido ni por mis empleados ni por nadie cercano a la empresa, incluyendo los demás socios quienes siempre me han querido fuera del juego. Debería ser capaz de superar esto y continuar con mi vida tan naturalmente como sea posible, por mi bien y por mi propia familia a quien he jurado ser el mejor en todo. Suficiente he hecho ya como para fallarles en mi papel del líder de la empresa.

Otro trago amargo me pasa por la garganta en el instante que llaman al intercomunicador. Me parece extraño tener visitas a estas horas y tampoco he ordenado nada. De mala gana me levanto y voy hasta la pequeña pantalla en la pared de la sala. La enciendo haciendo que se me paré el corazón por un microsegundo. Del otro lado está el rostro de JiMin, que con sus ojos verdes mira directamente a la cámara. ¿Pero que mierda hace el aquí? Esto está mal, muy mal. Suspiro en busca de tranquilizarme, tratando de estar lo mas calmado posible para responder. No puedo tardarme demasiado, menos ahora que ha vuelto a presionar el botón haciendo sonar el timbre. Dios.

— JiHyun no está. — Digo apenas encender el micrófono, esperando con angustia a que no diga nada y se vaya.

Eso no sucede, de hecho es peor.

— Ya lo sé, vine a verte a ti.

Juro que olvido como respirar, me paralizo intentando responder a eso pero mi cerebro parece haberse apagado.

— ¿Sigues ahí? — Pregunta sin emoción en su voz, hablando con firmeza. — ¿No vas a abrirme?

Mantengo pulsado el botón el tiempo suficiente para que la puerta se destrabe y el pase. Respiro un par de veces y voy hasta la entrada. Me detengo apenas lo miro. Él está ahí parado, sin decir nada, en un elegante traje de color azul, mi color favorito. Tiene ambas manos metidas en los bolsillos de su pantalón mientras me observa fijamente. Lo estudió un momento y distingo claramente su respirar acelerado junto a ese suave temblor en sus pupilas. Es como ese día. Pienso en eso y el rostro me arde. No puedo bajar la cara por mero orgullo así que me doy la vuelta y voy directo a donde están las bebidas.

— Necesito un trago. — Susurro, más que nada para mí pero sé que él me escucha porque sus pisadas van detrás de las mías.

Me sirvo más de lo que se acostumbra en el vaso, de ser posible me bebería la botella completa en este preciso instante. Quisiera desmayarme y ya no saber nada. Siento caliente el pecho y el estómago con cada sorbo pero el escalofrío que me produce la sola presencia de JiMin es mucho más fuerte de combatir. No tengo más opción que darle la cara.

— ¿Te sirvo? — Le pregunto antes de voltear.

El me dice que sí a secas, no necesito que me diga nada más, por mera inercia terminó inclinando la botella de Vodka para servirle. Con decisión camino en su dirección pero no le entregó el vaso en sus manos sino que lo colocó en una pequeña mesita que está cerca de nosotros. Cada uno, en su lugar y en silencio toma el alcohol, esperando quien sabe que cosa. JiMin se termina el Vodka y deja el vaso de vuelta en la mesa, recarga su peso en una pierna y respira profundo.

— ¿Por qué lo hiciste? — Dice de pronto, descolocandome como nunca nadie lo ha hecho.

Siento un bochorno enfermizo por todo mi cuerpo, es molestia, humillación, orgullo y un montón de cosas mezcladas. Me siento de alguna manera ofendido.

— ¿A qué viene eso? — Le respondo a la defensiva. — ¿Me vas a reclamar? ¿Que no recuerdas que tu también estabas?

— YoonGi deja de hacer el tonto. — JiMin me mira sin apartar por un segundo sus ojos de los míos, se que le está costando hacer esto, tanto como a mí me cuesta mantenerme firme frente a él; extraña y graciosamente verlo de esta manera, tan incómodo como yo lo estoy, me da cierto alivio, algo que no había sentido hasta este momento. — Dejemos de hacernos los tontos. Yo se perfectamente porque lo hice y ambos sabemos que en el fondo tú también lo sabes. Solo quiero que me lo digas.

Saber. ¿Realmente lo sé? Es cierto, es posible que yo sea consciente de mis propios impulsos pero negarlo es más fácil que aceptarlo. Es decir, soy un alfa, esto bajo ningún sentido puede estar permitido. ¿Dónde queda pues todo lo que me han enseñado, todo en lo que siempre he creído y todo lo que me define? Sigo sosteniendo su mirada mientras lo analizo, no a él sino a lo que siento justo ahora. Me disgusta recordar lo irritante e inmaduro que parecía JiMin el día que lo conocí, me molesta porque ahora el parece mucho mayor que yo, viniendo hasta aquí para enfrentar las cosas, para encararme y no flaquear en su voluntad ni por un instante.

— ¿Por qué necesitas saber? — Digo al fin, llevándome el corazón a una mano.

— Para no arrepentirme. — JiMin se mantiene serio pero los nervios le traicionan.

Hay un temblor en sus labios cuando se pasa la lengua y los remoja suavemente en un gesto por intentar guardar la calma. Carajo, mi corazón sigue latiendo tan rápido que muy posiblemente al final si termine desmayandome tal como deseo.

— ¿De lo que hicimos? — Le hago una pregunta estúpida nada más por decir algo pero él no me contesta con la respuesta que yo espero.

— No precisamente.

La respiración me abandona sin más cuando la garganta se me cierra. Por mero orgullo debería pedirle que se vaya, que me deje en paz y actúe como si nada hubiese pasado. Quiero decirle que se olvide de todo, justo como yo me lo he repetido tantas veces que he perdido la cuenta, sin embargo mientras pienso en hacerlo peor es la sensación en mi pecho. Estoy por abrir la boca pero mi maldito alfa me detiene. Sorprendido me concentro en el lobo dentro de mi y es impactante lo que encuentro. Una bestia de grandes colmillos que se recuesta dejando vulnerables vientre y cuello, un animal que gira con ansiedad intentando retener mis acciones desesperadamente. Porque no parece estar de acuerdo a pesar de que en un principio él tampoco podía aceptar lo que habíamos hecho. JiMin está esperando que responda e inconscientemente destila un cúmulo de olores distintos. Aspiro e identificó el miedo en el pero tambien hay algo más que me hace dudar aún más de mis decisiones, maldita sea. Esto es horrible y  no puedo ignorarlo, porque justo ahí, en un hilo tenue de su aliento distingo la expectativa, esa pequeña esperanza de obtener lo que desea y entonces se que no puedo hacerlo. No puedo decirle lo que quiero, lo único que me queda es obtener lo que realmente necesito, que no es otra cosa más que el.

Así, sin pensarlo y sólo actuando, me armo de todo el maldito coraje del que soy capaz, me paro frente a él y lo tomó de la cintura. Me inclino y lo beso.

— Porque me gustas. — Respondo al fin, con la respiración agitada y saboreando sus carnosos labios, aceptando la verdad que tanto me afané en ocultar.

Y se que a partir de este punto ya no hay retorno, de hecho creo que nunca lo hubo, pero ya no importa pues en lo único que logro pensar es en el y yo, en este momento, en este lugar y de esta forma. Así pues, con esta decisión tomada dejo que las cosas fluyan por su propio curso, quedando colgado de la boca de JiMin tanto como este me lo permite. El pone sus manos en mi, una en la cadera y otra en la nuca, tira con fuerza y nos apretamos uno contra el otro. Su sexo está duro sobre el mío y puedo sentir esa emoción una vez más al respirar. Dios, no puedo creerlo, he dicho que me gusta Park JiMin y todo lo que siento es emoción por estar con él ya mismo. Estoy nervioso, como un adolescente virgen a punto de hacerlo por primera vez. Que sensación de viveza más magnífica. Me separo de él y empiezo a caminar por el apartamento, llevándolo conmigo agarrado de la mano. Sus ojos sobre mi me entorpecen pero no me puedo detener por ningún motivo. Vamos hasta a mi habitación pero cuando intento entrar el tira y me hace voltear, me mira seriamente con el rostro acalorado.

— Ahí no. — Dice haciéndome entender.

— De acuerdo. — Respondo mientras avanzo otra vez.

La habitación de huéspedes nos recibe, cierro la puerta tras de mí y me abalanzo una vez más sobre esa deliciosa boca. Hundo mis dedos en sus cabellos disfrutando tanto él como se sienten, fuertes y sedosos. Sin aviso JiMin me muerde el labio inferior, haciendo estragos en mi ser  y que me arranca un jadeo por el delicioso dolor.

— Lo siento. — Susurra contra mis labios con una amabilidad tan abrumadora que aun no puedo creer que realmente este JiMin sea el mismo engreído de un principio.

No respondo, solo lo sigo besando y me doy la libertad de morderle igual, sorprendiendolo. Abre sus ojos y me mira, cierra los párpados de nuevo y entonces sucede el evento más extraordinario del universo, él… me está sonriendo coquetamente. Carajo, es increíble , muchísimo porque ese gesto me hace imitarlo y sonreír también. JiMin me toma del cuello y boton por boton me libera de la camisa. Me fascina su iniciativa, es algo para lo que no tengo palabras, en realidad nada en JiMin lo tiene, él es simplemente un hermoso zorro de encantos ocultos. Encantos que estoy dispuesto a descubrir hasta el final.




*Ático=penthouse.

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