Capítulo #9
Narrador omnisciente:
Aún aquellas palabras daban vueltas en la mente de cada uno. El rapado no podía creer aquello que escucho de los labios de la peli negra.
— ¿Cómo es posible? —susurro preocupado Josh.
— Deberían estar emocionados, siempre quisieron que Megan recordara sus raíces y ahora simplemente tienen una cara de funeral que es incomparable.
— No lo entiendes Richard, cariño. Queremos que Megan acepte su destino, pero tratamos de introducirla poco a poco... no de esta manera. —habló Magdalena sin dejar de jugar con sus dedos.
— Si Megan comenzó a recordar... entonces alguien la está ayudando. Alguien quiere que Megan recuerde quien fue en un pasado y eso no está bien porque no están tomando en cuenta lo que ella opine al respecto. —El rapado daba vueltas por todo el salón, hasta parecía que abriría un agujero con sus pies— Él sabe ella está aquí, vendrá a buscarla y no podemos dejarle. Debemos regresar con ella a España.
Mientras tanto, arriba, Megan intentaba salir del trance en el que se encontraba debido al ataque de ansiedad que le causó nuevamente un insondable sueño. Ese sueño tan profundo no le permitía abrir los ojos pese a grandes intentos de hacerlo.
Desde la hora en punto que expulsó a los tres mayores, desde ese momento se percató que algo no iba bien. Sentía que la estaban observando y que un rugido fuerte martillaba sus entrañas.
¿Qué había sido aquello? ¿Qué fue lo que dijo? No comprendía con exactitud qué significaban esas palabras pero algo le decía que las había utilizado antes.
— ¿Qui... Quién es? —susurró adormilada.
Alguien la llamaba en la lejanía, ya no era tan solo en su mente sino también en la realidad. Algo se avecinaba pero no sabía qué. Podía sentir que la incitaban a que saliera de la cama y se reincorporase esta vez de pie pero ella tenía miedo.
— Vamos, ven.
Damon estaba cansado de los jueguitos mentales y ahora intentaba despertarla utilizando como factor inicial su miedo, eso lo alimentaba cada vez más. Pero aún así ella no cedía, era una chica muy difícil y no facilitaba su venganza.
Intentaba meterse en su sueño y sacarla de allí. Debía convencerla para poder atraerla hasta él, pero no era nada fácil entrar en su cabeza. Esta chica parecía una muralla impenetrable.
Sacó fuerzas de la maldita debilidad que tenía por lo acontecido anteriormente e intentó levantar los párpados que permanecían muy pesados. Imágenes borrosas y colores mezclados de su habitación empezaron a aparecer ante ella como sombras fantasmales de una película de terror.
Empezó a ser consciente del sonido de la lluvia. Esa noche también estaba lloviendo, de seguro se prolongó el mal tiempo. El viento le acariciaba su suave y delicado rostro provocando que la piel de esta zona se erizase como si fuera una gallinita.
— Espera ¿por qué sopla el viento dentro de mí habitación?
Intentó abrir más los ojos, cosa que se le hacía cada vez más difícil y dirigió su mirada algo perdida a la ventana. Estaba abierta de par en par y las cortinas sobre volaban a gran altura por las fuertes ráfagas de viento.
Intentó aclarar su vista y un sudor frío se concentró en sus manos así como también en su frente.
— ¿Qué hace la ventana abierta si antes de dormir estaba cerrada? Yo la había cerrado... eso creo.
Se sentía algo aturdida por encontrarse en tal situación.
Hacía años que no se despertaba a mitad de la noche, normalmente sus crisis de sueños “sin sentido”, persecuciones y voces delirantes duraba desde que se acostaba hasta que sonaba el despertador o tal vez hasta que Aldo apareciera y la despertara.
Nunca se había desvelado antes porque aquellas razones no se lo permitían. Se incorporó y tocó la alfombra aterciopelada de la habitación con los pies. La palpó un poco buscando sus lindas pantuflas de gatitos, miró su reloj con la vista aún difusa.
— ¡Joder! —se reprendió así misma.
Habían pasado ya 10 horas y media desde que había caído rendida en la cama cuando recibió la visita de tales crisis. Estuvo 10 horas escuchando aquella voz y sus gruñidos. Abrió los ojos esta vez ya despierta del todo.
Se levantó de la cama con la simple intención de volver a llamar a los tres mayores y pedir explicaciones con respecto a lo sucedido esta vez con sus crisis, pero entonces al girarse en dirección de la ventana para cerrarla vio algo que la dejó petrificada por completo.
— A... ay madre...
No podía ser posible, eso se repetía internamente la azabache para ver si conseguía despertar de lo que parecería una pesadilla peor que la anterior.
Lo que asustaba a la joven era el simple hecho de que había un hombre de porte salvaje oculto en las sombras de aquella inmensa habitación.
Un hombre que inicialmente estaba sentado como si de un perro se tratase pero luego pegó un salto causando así que el tacón de sus botas resonara por todo el lugar y la hiciera estremecer.
— No, no puede estar pasando. Esto... simplemente no puede estar pasando.
Esta vez con las piernas y los brazos bien abiertos vigilaba cada movimiento de la peli negra como un animal que va en busca de su presa, como si la pequeña chica fuese una amenaza para él. Y a sus pies, unos lobos.
— ¡Oh por dios! ¡Son lobos reales!
Se obligó mentalmente a serenarse para no perder la calma, de seguro esto era otra crisis pero aún más fuerte. Al menos eso pensó.
Esos lobos inmensos estaban tumbados en el suelo chorreando por la lluvia y de espaldas con las patas ubicadas bajo sus regazos, durmiendo quizás.
Asustada por lo que veía volvió a mirar al hombre. Ese tipo chorreaba de pies a cabeza al igual que aquellos animales que tenía a su lado. El corazón de Megan palpitaba
alocadamente en su pecho a tal punto que pensó que se le iba a escapar y su respiración se descompasó gravemente.
Aquel hombre dio un paso hacia la luz tenue que se colaba por las ventanas provenientes del jardín, estás lo alumbraron enteramente.
Ya todo la preocupaba, el chico, las crisis, los lobos, la esencia del lugar que recorría su piel como corriente eléctrica desatada y aquel lenguaje tan extraño que habló hace un rato.
¿Será que todo estaba relacionado?
Sacudió ligeramente la cabeza esperando con un poco de esperanza que la imagen viril de aquel chico desapareciese de enfrente de sus narices, esperando en vano que fuese un sueño o tal vez otra crisis.
Sin embargo, hacía años que ella tenía que lidiar con esas crisis y nunca antes sucedió nada parecido.
Él era sumamente enorme, su cuerpo lo ocupaba todo, o al menos un buen espacio de aquella habitación.
Asustada todavía decidió mirarle a la cara a aquel intruso y por el amor de Dios, era lo más hermoso que había visto en su vida. Nunca antes tuvo tanta belleza enfrente acumulada en un solo cuerpo.
— Definitivamente estoy soñando... —susurró.
Él tenía el pelo largo… bastante largo, de un color azabache así como el suyo, ligeramente ondulado y le caía sobre su rostro mientras atrás estaba recogido en una coleta. Los mechones goteaban agua y resbalaban por su cara siguiendo cada uno de sus tan elegantes rasgos.
Debió llevar mucho tiempo bajo la incesante llovizna.
Una persona que escondía una dulce pero salvaje expresión en su perfecto rostro, aunque ella nunca imaginó que los adjetivos dulce y salvaje pudiesen estar juntos en una misma oración sin crear un jodido desastre.
Sus ojos verdes eran los más increíbles de todo el mundo, la nariz perfecta, los labios tan gruesos y un lindo, no, hermoso lunar cerca del ojo izquierdo.
Muy similar al de ella, solo que el de él era mucho más pronunciado y el de ella se encontraba en el derecho.
Un calor inesperado empezó a recorrer su estómago mientras se dispersaba por cada milímetro de su cuerpo.
Tragó saliva fuertemente aún asustada.
Damon la miró de arriba abajo conteniendo una risa que se desataba internamente en su ser. Ella había respondido a él, respondió a su llamado de posesión.
La tenía enfrente totalmente desprotegida, con su tez ligeramente bronceada, los pequeños mechones de su negro pelo caían sobre su cara y se situaban por detrás de su cuello.
Su pecho a cada segundo que pasaba se alzaba agitadamente como si
hubiese despertado de una mala pesadilla, pero en realidad su pesadilla iniciaba justamente en esos momentos.
Su delicioso pecho, de piel suave y brillante pero firme. Mmm… Qué ganas tenía de morderlo y succionarlo, de dejarla marcada hasta en sus lindos sueños de algodón de azúcar.
La miró fijamente a los ojos notando su miedo.
Se veía muy dulce y aunque le doliera admitirlo, la jodida princesita era preciosa. Con excitación miró su boca que se encontraba un poco abierta debido a que trataba en vano de serenarse.
Pobre niña, pensó él sarcásticamente, arpía.
Megan se humedeció los labios en un principio sin ser consciente de que este la observaba pero al notar esa mirada lasciva sobre su boca, sabiéndose que él estaba mirándole continuó como si fuese una auto terapia.
¿Qué estaba haciendo?
¿Acaso estaba loca?
¿Por qué no salía corriendo de la habitación y gritaba para que la ayudaran?
¿Por qué no le salía la voz?
Había un hombre enfrente suyo, un hombre que parecía un jodido dios griego de la belleza pero aún así no dejaba de ser un intruso. Él estaba a solas con ella en su dormitorio.
¿Por qué no podía moverse y llamar a Aldo?
— ¿Qué me pasa? Megan reacciona —se dijo a sí misma.
La azabache intentó dar órdenes a las extremidades de su cuerpo pero estas no la obedecían en lo absoluto.
Damon siguió cada pequeño y tímido movimientos de la lengua de la azabache al relamerse los labios y rugió por dentro haciéndole brincar.
Ella era muy dulce, sí. Y sumamente sensual también.
— Ven, álainn. —le dijo Damon con la mirada fija en su boca deseando lanzarse sobre ella.
Megan se quedó estática en su lugar, dudosa de lo que podría pasar.
¿Qué pasaría si se movía?
Tenía la ligera sensación de que ese extraño intruso de atractivo salvaje y demoledor podría hacer lo que quisiera con ella pues algo la impulsaba a él, como si estuviesen conectados el uno al otro.
¡¿Sería un violador?! Se alarmó aún más al pensar aquello.
El peli negro volvió a darle un empujón mental haber si la chica despertaba de esa ensoñación que traía.
¿Por qué no respondía a su llamado?
Eso lo irritaba aún más. Seguramente habían sido el los Madadh allaidh. Ellos la habían enseñado a protegerse de su especie… fue lo primero que cruzó la mente del aesir.
La han instruido para crear esas malditas barreras mentales, para que las ondas psíquicas no pudieran llegar hasta ella.
Mientras pensaba eso, un músculo se tensó en su barbilla y comenzó a apretar fuertemente su mandíbula, todo eso le hacía perder la paciencia.
Megan logró dar un paso atrás por primera vez desde que él entró a la habitación. Empezaba a temblar como si tuviese mucho frío.
— Ven, álainn. No te resistas. —repitió él mirándola intensamente.
Su voz era tan melosa y cautivadora que podría cegar a cualquiera y hacer que pierdan el norte, sur e incluso olviden su propio nombre pero no podía ir.
Él era un extraño del cual no conocía sus intenciones, y aunque hasta un ciego podría ser capaz de percibir la excitación en sus increíbles ojos. Esa excitación causada por ella, aunque ella estaba muy consciente también de su propia excitación por esas miradas tan lascivas entre ambos.
Era una locura que ella se estuviera sintiendo excitada por un hombre que no conocía, con el cual nunca antes cruzó una palabra siquiera y que además parecía no tener muy buenas intenciones.
«¡Joder Megan que se ha colado en tu casa, en tu habitación para ser más exactas! ¡Qué diablos!» Le reprendió alterada la voz de su subconsciente haciéndola reaccionar ante la situación.
— No. —susurró la azabache cubriéndose inconscientemente el cuello con su cabello— ¿Quién eres? ¿Por qué me llamas así? Sal de mi habitación o…
De repente en lo que pareció fracciones de segundos en el reloj colgado de la pared de la habitación Damon se abalanzó sobre la azabache, la tomó de los hombros y la aprisionó contra la pared con cierta fuerza.
— Aagh...
El golpe fue duro e incluso demasiado brusco para la azabache, tanto que provocó que ella gimiera del dolor que adormecía su cuerpo.
—¿Qué es lo que quieres de mí? ¿Qué te he hecho? —preguntó ella con voz temblorosa.
Damon la sostuvo del cabello fuertemente y con un tirón violento la obligó a echar la cabeza hacia atrás desatando más el terrible temor de la chica.
Megan gritó sin pensarlo dos veces para pedir ayuda pero este la silenció con una de sus enormes manos.
Era un jodido salvaje, ya de dulce no tenía ni un pelo y ella estaba completamente a solas con él. ¿Quién podría salvarle?
— Ssh… álainn has silencio, no te escuchan. Ya me ocupé de ello. Te dije que vendría a por ti. ¿No me creíste? —susurró el hombre de cabellos oscuros a un centímetro de su boca sin soltarle el pelo.
Qué bonita era la muy condenada. Pero también qué mala y peligrosa.
Inclinó la cabeza hacia su cuello que lo traía tan loco como un niño pequeño al que se le regala una paleta. Inspiró hondo y su aroma se adentró y se apoderó de cada uno de sus sentidos mientras sentía las convulsiones y los temblores de Megan.
Sí, el aesir podía oler esa capa que formaba el miedo y el pánico de la pequeña Blacke.
Las pequeñas y finas manos de Megan intentaron empujarlo y golpearlo pero no había reacción alguna ante ello, como si fuese inmune.
— No me toques, álainn. Tú no tienes el mínimo derecho de tocarme con esas manos embarradas de sangre. —dijo él bajando la mirada a sus finas y delicadas manos para apartarlas de
un solo golpe.
Volvió a tirarle del pelo más fuerte que la vez anterior, pero por mucho que ella le golpeó el pecho con toda su fuerza él no parecía reaccionar nuevamente.
— ¡Suéltame, hijo de la gran puta! ¡Aldo, Josh, alguien! —gritó horrorizada esperando que sus amigos la socorriera.
Por fin reaccionaba ante los insultos de aquel salvaje. Sintió que las lágrimas se le acumulaban en la garganta y no podía gritar.
— Cállate, ya te dije que no te escucharán. Me he ocupado de ellos álainn. —Pegó todo su cuerpo al de ella y con una sola mano le tomó de las muñecas y las pegó a la pared por encima de su cabeza— ¿Tienes miedo de mí, álainn? —le preguntó mirándole fijamente a los ojos— No puedes gritar, no puedes pedir ayuda. Nadie vendrá a ayudarte, a partir de hoy serás mi slave, así que no pierdas el tiempo.
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Significado de palabras en cursiva:
Álainn: en gaélico antiguo significa bella.
Aesir: guerreros de Odín, conocidos como berseckers o lobos originales.
Madadh allaidh: en gaélico antiguo significa Bestias-lobo.
Slave: en noruego significa esclava.
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Adiós, y nos vemos en otro capítulo. Cuídense mucho y besos💋💕
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