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Capítulo #7


Narra Megan:

Mañana siguiente: Miércoles, 11.30am.

Entorno un poco los ojos sabiendo que con la pereza que traigo encima tardaré unos largos minutos en abrirlos, justo momento en que alguien abre bruscamente las cortinas y deja pasar con toda intensidad la luz a mi dormitorio haciéndome soltar uno que otro quejido.

— ¿Qué rayos pasa? —susurré.

Aún medio dormida, frunzo el ceño y me pregunto quién demonios quiere que me dé una insolación. Me apoyo en los codos y la busco por la habitación. Busco la causa por la cual los rayos del sol ahora caen de forma incidente sobre la maraña de pelo azabache que no consigo controlar.

— Ay Dios, al menos hay sol hoy y no llueve. Pero ¿por qué debe caer en mi cara?

Empiezo a despegar mínimamente mis párpados uno del otro y me encuentro con una silueta borrosa cerca de las inmensas ventanas. Cuando se me aclara la vista me doy cuenta de que no se trata de alguien conocido; es una mujer de aspecto severo, ¿la he visto alguna vez?

Aah sí, ayer. Era una de las sirvientas. Se llama Louisa, y pertenece a la vieja escuela según tengo entendido, por dios nada más hay que ver su cara de momia sacada de Egipto.

— Son las once y media, señorita Blacke. —dice con voz ronca, deja una bandeja en el tocador y se pone a sacudir los cojines de los muebles de la habitación.

— ¿Qué está haciendo aquí?

La sigo con la vista mientras recorre la estancia, alisando y ahuecando todo lo que encuentra a su paso.

«Oh dios mío, una maniática del orden. Apuesto que si tomo la tasa de té y la dejo fuera de su plato ella no tardará ni tres segundos en limpiar el cristal de la mesa y colocarla en su respectivo lugar.»

— ¿Dónde está Magdalena, Aldo, Josh o la señora Claire?

— La señora Magdalena y el señor Aldo salieron de urgencia con el tercer nombrado y mi señora creo que la mandaron a buscar cosas nuevas para la cocina, señorita Blacke.

— ¡¿Qué?! —El enfado me ha despertado de golpe— ¿Qué quiere decir con que han salido de urgencia? ¿Cómo van a marcharse después de haberme enredado la existencia anoche? ¿Cómo me van a dejar aquí sola?

Entonces decidí relajarme, si se fueron quiere decir que... lo de anoche fue todo un maldito sueño.

«Dios, voy a perder la poca estabilidad mental que me queda.»

De momento una idea espantosa se abre camino en mi mente, James Blacke.

— Mierda, Aldo con que está sea otra de tus jugadas te mato. —susurro entre dientes.

Salto de la cama aterrorizada, sin hacer caso de la mirada asombrada e incluso poco disimulada de Louisa mientras cruzo la habitación cubierta tan solo por las finas telas de una blusa y un short de seda rosado pastel.

Si Magdalena y Aldo se llevaron con ellos a Josh, ¿se habrán llevado también a los demás guardaespaldas? ¿Y mi salida de hoy? Se supone que hoy me vea nuevamente con James Blacke.

Abro la puerta, salgo de la suite y recorro el enorme pasillo con tonos intercalados en un rosado y violeta pálido. Me inclino sobre la barandilla de la escalera una vez consigo acercarme a esta, rezando de que no se hayan ido todos.

— ¡¿Richard?! —grito, lo que hace que varios miembros del personal femenino salgan de las habitaciones, preguntándose a qué se debe el escándalo— ¡¿RICHARD?! —le grito nuevamente antes de preguntarle a una joven de rulos castaños con aspecto receloso y las manos llenas de ropa de cama limpia— Disculpa ¿has visto a un joven mulato, alto, trageado y con una mecha rubia en su cabello?

— No, señorita. No lo he visto.

— Mierda.

Bajo la escalera como una loca, sin que me preocupe ir por media mansión en tan solo mi pijama.

— ¡Richard!

Llego a la puerta principal y la abro buscando su coche, pero no lo veo. Mi rabia aumenta sin parar.

«¿¡Dónde diablos están todos!?»

— ¿Qué demonios está pasando aquí? —pregunta una voz que me resulta conocida, saliendo de la cocina con una java llena de compras se encontraba la señora Claire— ¡Dios mío! —Se tambalea al detenerse de repente con las bolsas y que estas se fueran hacia adelante.

— ¿Señorita Blacke?

— ¿Dónde está Richard?

— No lo sé señorita Bla...

— Dime Megan, por favor... no me gusta que me llamen por mi apellido.

La despido con cierta brusquedad la cual no es muy usual en mí utilizarla y en mi defensa tampoco fue de forma consciente. Me dirijo a mi habitación y al sentarme en la silla del tocador, veo mi reflejo en el espejo.

— Madre mía, bicho. Tú picas o muerdes. —me digo a mí misma presa del espanto.

No me extraña que todo el mundo me mirara como si fuera una cosa rara mientras corría como loca por todo el lugar buscando a Richard, es que estoy echa un desastre.

Me doy unos golpecitos en las mejillas haber si estas cobran un poquito de color, suspiro ante la chica que veo reflejada.

— Parezco Drácula anémico. Dios mío.

En fin gracias a todo lo que existe Richard apareció y no es el único que está aquí. Tengo varios hombres a mi servicio.

•    •    •

El ambiente se estaba volviendo agobiante a medida que avanzabamos para adentrarnos en la interestelar 5 de camino nuevamente al centro de Seattle. El mar de gente se extendía hasta donde alcanzaba la vista.

Siempre ha sido una ciudad muy agetreada, más aún en un día como hoy. Hoy amaneció soleado, por ello las personas tratarán de recuperar todo el tiempo perdido del día de ayer.

Le pido a Richard que me deje en un restaurante pequeño e íntimo que vi el día de ayer mientras corría despavorida evitando a los paparazzis.

El aire de un segundo a otro comenzó a cambiar, al menos yo lo sentía así. Los escalofríos recorrían toda la zona de mi espina dorsal poniéndome los pelos de punta. ¿Qué era lo que estaba pasando? Hace pocos minutos el sol desplegaba toda su furia sobre nosotros y ahora nuevamente se ve opacado por las esponjosas nuves.

— Este mundo está cada vez más loco.

Justo en el momento que mi vista da una detallada revisión de la zona, un aire sumamente frío e incluso me arriesgo a decir que estaba cargado de una energía extraña me acaricia cada milímetro del cuerpo alzando levemente mi vestido.

— Pero ¿qué diablos...?

Mi cabello se interpone en mis ojos y cuando trato de apartarlo entre los pequeños vacíos de los mechones diviso a lo lejos sobre una de las altas y acristaladas edificaciones la silueta de alguien o tal vez sea algo.

¿Un ave quizás? No, no creo. A su vez cuando aparto la gran masa de melena azabache de mi cara ya había desaparecido.

Algo aquí me resulta muy extraño. Trata de tranquilizarte Megan, son solo imaginaciones tuyas, estás paranoica.

— Habrá que conformarse con este sitio. —refunfuña Carla.

Al parecer se lo tomaron muy en serio porque llegaron incluso más temprano que yo.

— Tenemos poco tiempo. —Vuelve a añadir mientras comienzo a contemplar la sencillez de aquello que estoy observando.

A mí el local me parece bien, y muy acogedor. Sillas de madera con un tono ligeramente similar al whisky, manteles de lino y paredes del mismo color que mi cuarto allá en España. –rojo sangre intenso– con espejitos de un matizado en mostaza colocados arbitrariamente, velas doradas y jarroncitos con girasoles de diversos tamaños.

— No es mi problema si te gusta o no el local. —suelto con toda la indiferencia de la que soy capaz.

Levantó los ojos hacia la rubia clavando en ella de forma cortante mis azulados ojos llenos de odio, esperando ser lo suficientemente expresiva como para que esta lo note e interprete que no la soporto y si pudiese tenerla a mil años luz sería muy feliz.

— Carla. —Le resto importancia a su sola presencia y me adelantó a sentarme.

Me quito el abrigo y se los entrego a...

— ¿Katherina? —digo confundida al verla.

Ella me dirige una sonrisa tímida mientras se ocupa de mi abrigo y mis complementos con la misma eficacia de la vez anterior, aunque me quedo el sobre que traía dentro del bolso.

— ¿También estás aquí?

— Sí, señorita Megan. —Asiente con educación y se aleja antes de que pueda seguir haciéndole pregunta alguna.

Me vuelvo hacia James y le dirijo una mirada de desconfianza. Él, por supuesto, me está mirando sin expresión. Aunque cualquiera que lo conociera se daría cuenta que hierve en rabia pues no deja de apretar la mandíbula.

Estoy segura de que no le agrada la situación en la cual se encuentra su preciada empresa. De pronto me parece que las sucesivas pesadillas desde niña de todos estos años y lo que se despertó con mi estancia en Gales no ha sido nada comparado con lo que se avecina.

— ¿Por qué estamos aquí? —me pregunta este, alzando la barbilla en un gesto algo forzado.

— Toma asiento, a tu edad no te conviene estar mucho tiempo de pie. —rio, y le señalo una mesa.

— ¿Qué hacemos aquí? —replica Carla, está molesta en cierto grado por el simple hecho de que mi atención no está sobre ella pero mi indiferencia sí.

— Iré al grano porque por muy acogedora que sea la cafetería, la atmósfera entre nosotros tres es irrespirable.

Trago saliva apresuradamente y parece como si me obligara a mí misma a erguirme. De repente mi postura cambia de forma sutil y se convierte en autoritaria.

— Es evidente que yo sola me he labrado un camino laboral propio, no como esa vaga que tienes por única hija. Ustedes tienen como plan fundamental prometer un futuro lleno de reconocimiento, brillo esplendor y perlas a cuanto inmigrante ilegal entra al país, engañan a la gente y explotan a esas personas para que luego la empresa se quede con todos los créditos y así evitar el gran escándalo de la hija aprovechada y fraude de los Blacke.

James se levanta ofendido y se alisa el saco para luego acomodar su corbata.

— Por eso hija mía deseas la ayuda de tu padre, porque tus propios métodos no te han funcionando como esperabas.

Me atraganto con mi propia saliva y de paso exploto a carcajadas que, creo en sí que es lo más sano en estos momentos.

— ¿¡Qué!? Definitivamente están enfermos de la cabeza.

— Eso digo yo. —Interviene Carla— ¿Qué demonios te crees maldita mocosa?

— Lo lamento, pero yo no hablo con gente de tu especie. Solo comprendo el espécimen humano... —anuncio para luego observar a James. — Bueno y uno que otro alíen, por ende... mejor quédate callada.

— Me estás tomando el pelo, ¿no? —replica nuevamente la oxigenada, enfadada— Voy a tener que fingir que no he escuchado eso, padre acaso no piensas decirle nada a esta...

— Vamos cachorrita, ve a ladrarle a otra persona. Yo no estoy para tu inmadurez y ataques por falta de atención. Mete tu rabito entre las piernas y ve a orinar a otro lado porque estás pisando mi territorio y necesitarás mucho más que esos alaridos para poder alcanzarme.

Se vuelve hacia James ya a punto de un ataque.

— ¿A ti te parece bien que me trate así?

Él permanece en silencio; una vez más en el poco tiempo que dialogamos de ayer a hoy me vuelve a dejar estupefacta al no defender a su hija predilecta, por lo que decido continuar pero soy interrumpida por sus palabras.

— Obviamente no está bien, pero a ti nadie te mandó a meter las narices Carla. —prosigue James de forma neutra, sin hacer caso de las protestas de la rubia ni de mi cara de gran asombro ante su reacción— ... dada la situación en la que se encuentra la empresa y el fondo de tu investigación... ¿Qué deseas de nosotros?

— Con la situación de la empresa ¿te refieres a que los continuos fraudes y despilfarros de la Carlita los han llevado a verse en el penoso papel de asociar la empresa Blacke a otras para poder subsistir, debido a que de lo contrario quedarían en banca rota? —especifico claramente satisfecha de sus reacciones.

— Exactamente. —Este asiente y no parece perturbado en absoluto por mi sarcástico recordatorio de las malas artes de mi "hermana".

— Ni que decir, no tienen ni siquiera la posibilidad de recuperarse de una crisis económica como la que estaban afrontando... y la que se les venía encima después. Conseguir sobrepasar eso es algo meramente imposible para ustedes, es que aunque tuviesen a otro contador que llevase las finanzas e inversiones arqueológicas de la empresa, aún así no avanzarían en absoluto.

— Por lo tanto he de pensar que tienes algo en mente, de lo contrario no estarías aquí. Te lo pregunto nuevamente ¿qué quieres?

— Así es. Pero una vez más te equivocaste, no lo tengo en mente James... ya es un hecho firmado con tinta sobre el papel. Una parte de tu empresa me pertenece.

Se ha puesto blanco, es entonces cuando al mirarle no puedo evitar ver a una persona confundida, en cierto grado no me siento feliz con esto pero... tampoco me sentía feliz cuando tuve que pagar con tragos amargos y una infancia destrozada los ideales tan estúpidos de él y la opinión que podría tener la sociedad sobre mi "problema".

James se sienta atónito sin comprender lo que sucede y yo me echo a reír, porque todo esto es tan típico de mi familia que me rio porque no me queda de otra.

— ¿De qué diablos hablas niña?

— Hace año y medio un accionista compró una gran parte de tu empresa y gracias al despiste de tu querida hijita, la accionista era yo y ella firmó el contrato sin más. Me arriesgo incluso a decir que ni siquiera lo leyó. Tan solo se fijó en la suma de dinero que vendría con este una vez firmado. Debes enseñarla a leer las letras pequeñas de los contratos. Como propietaria puedo hacer uso de esta cuando me plazca, justo como quiero hacer ahora.

Sorprendo a mi padre mirándome con los ojos muy abiertos y la expresión aterrorizada antes de que recupere su estoicismo habitual.

Tomo el sobre qué traía en mis manos y lo acerco para deslizar hacia afuera un trozo de papel para que este lo confirme con sus propios ojos, James alterado me lo quitó de las manos sin leerlo y lo sostuvo en las suyas.

— ¿Qué es esto?

Su actitud cambia por completo en un nanosegundo. Se acabó la imagen de hombre devastado y confundido, tan solo muestra el poco autocontrol que tiene, me mira fijamente como si acabara de darle un bofetón.

— Esto, señor Blacke, es el contrato por el cual usted y su empresa se comprometen a participar de la investigación, pero...

Me vuelvo hacia este, que se haya apretando con fuerza los dientes mientras fulmina con la mirada a Carla, para luego dirigirse a mí.

— Participarán, pero... no se les hará merecedores de mérito alguno, básicamente serán invisibles.

— ¿Por qué mierdas haces esto?

Veo la ira brillar en sus ojos, apenas puede contenerla, estoy de igual manera como él al inicio, mordiéndome el labio como si estuviera reprimiendo el impulso de replicarlo. Simplemente permanezco callada hasta que mis palabras rompen el silencio entre los tres.

— Por cada mal rato que me hiciste pasar, por una niñez sufrida, por las humillaciones "padre", por robar mi trabajo y si continúo dándote las razones de aquí me sale escribirte una trilogía. —No pude evitar reír ante sus expresiones— Por mi pueden pudrirse en el séptimo círculo del infierno. ¡Boom!

— Se requiere de mi firma y no la daré.

Miro de nuevo a la aberración de ser humano que tengo enfrente y ladeando la cabeza, chasqueo con la lengua el cielo de la boca y sonrío.

— No se requiere de tu firma para nada, tan solo es un informe. Por ende no te queda de otra Blacke. Es una orden de tu superiora, o sea yo.

— Pero...

— Ni una palabra. No hay nada más que decir. —Lo amenazo con el dedo para luego ignorarlo como si no fuese nada, eso era él para mí. Un montón de basura en esta pobre planeta que necesitaba ser limpiada, que feliz fuera el día que la basura como él se limpiará sola.

Aquella pausa en mis palabras se extendió hasta convertirse en un vasto silencio, una exhalación que casi podría interpretarse como un suspiro quedo, es lo único que apenas escapaba de mis labios.

Doy un paso en dirección a las grandes puertas acristaladas y mis tacones resuenan por las baldosas tras un arrebatador silencio a mis espaldas.

Espero les haya gustado, y comenten siempre sus opiniones y críticas sobre el capítulo. Las/os adorooo.

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Pasenla súper lindo y cuidándose mucho en casa. Besosss y un gran abrazote virtual🙋😊😘👋

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