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Capítulo #56

Narra Megan:

— Cállate zorra...

Pegó todo su cuerpo al mío y con una sola mano me tomó de las muñecas y las colocó por encima de mi cabeza.

— ¿Tienes miedo maldita puta? —preguntó mirándome fijamente a los ojos.

Con la mano libre me acarició la garganta, la clavícula y el canalillo de los pechos que se dejaba ver debido a que me habían despojado de las prendas, al menos de las caderas para arriba. Aparté la cara para tomar algo de aire, he aquí una de las razones por las cuales me costaba tanto el respirar, ciertamente tenía unas náuseas horribles por todo lo sucedido.

— Mira lo buena que te has puesto. —Con descaro me agarró los senos, incluso imprimiendo violencia en cada gesto y yo deseaba matarlo, o al menos poder defenderme— Ese perro sarnoso no merece tenerte ahí para él...

— Ese perro es mucho más hombre que tú. No, eso es poco, él sí es un hombre... tú solo eres el espermatozoide defectuoso que no pudo llegar y se quedó de último en la cola del pan. —Le escupí en la cara mientras intentaba forcejear con él.

Quería liberar mis muñecas pero me las agarraba tan fuerte que no dudaba que podría llegar a triturar mis huesos, o como mínimo a dejar muy buenos moretones.

James me miró de arriba abajo y sonrió con malicia, una sonrisa en cierto grado encerrando una buena cantidad de desorden mental. Hasta semidesnuda y casi muerta podía notarse que tenía mi jodido orgullo.

— Alguien debe enseñarte modales, zorra. Se ve que eso es mal de familia porque la zorra de tu madre también es así... —añadió y ella sabía que se refería a Serena.

— ¿Cómo te atreves a dirigirte así hacia ella? ¡Aquí la única plasta de mierda que hay eres tú!

— Ssh —me dijo él al oído— No te permitiré que me hables así, perra. —Se acercó nuevamente a mí— Pobrecita... me das hasta pena... —Entonces empezó a embestirme con la ingle.

Un calor fulminante recorría todo su cuerpo, podía sentirlo y él devoró con la mirada todo el mío, desde la cabeza hasta la punta de los pies.

Coloqué una pierna entre las de él para luego ascender la rodilla en un golpe seco y duro. El muy cabrón gritó y cayó de rodillas poniendo las dos manos sobre su entrepierna.

«¡Toma ya! ¡Chupate esa!»

Haría una fiesta si no fuera porque tengo una herida abierta y sangrante en el lado derecho del pecho. Cuando estaba tratando de recuperar el aire me volvió a lanzar esta vez contra un árbol.

Dejo escapar un grito silencioso por el sufrimiento y el terror. Después él se acerca a mí y me da una patada rápida y rabiosa en las costillas que me deja sin oxígeno en los pulmones por la fuerza del impacto. Cierro los ojos para evitar las náuseas y el dolor.

— ¡Esto es por la patada que me has dado, zorra! —grita James.

Levanto las piernas para hacerme una bolita miniatura, anticipando que vendría el siguiente golpe.

Sentí como una mano fuerte se cernía sobre mi cabeza y cerraba el puño sobre todo el cabello de esa zona. Volvió a tirar de mí hasta alzarme en peso. Intenté clavarle las uñas en las muñecas, pero el monstruo sin escrúpulos que traía delante no respondía a remordimiento alguno.

Me lanzó de nuevo contra lo primero que tuvo enfrente, esta vez sin medirse. Sentí que me quedaba sin respiración alguna por el otro impacto tan rápido y luchaba por conseguir que una bocanada de aire entrara a mis pulmones, solo que mis costillas no lo permitían.

El canoso miró como mis pechos se movían. Me tomó del mentón antes de que cayese golpeando el suelo y me obligó a que lo mirase, aunque luchaba para evitarlo.

— Mírame hija. —exigió con aquella voz dominante, pero aún así no lo miré— Puta cobarde. —dijo con asco— Te diré lo que voy a hacer contigo. Primero, voy a seguir lanzándote porque me da la gana y luego te mataré y como dice Ryan, ofreceré tu cuerpo a Loki. Aunque primero debo disfrutar más de ti —Echó un vistazo a mis senos y a sus achocolatados pezones.

Sin poder evitarlo me abrió las piernas con las suyas y se colocó descaradamente entre ellas sonriéndose como todo un psicópata.

Presionó su erección contra mi sexo, levantándome unos centímetros del suelo para colocarme contra la pared mientras que con la mano izquierda que era la que tenía libre, cogió con dureza un seno.

— No... por... por favor... para... James detente... —sollozo intentando cerrar con fuerza mis piernas.

— Siento el calor de tu entrepierna deseosa de que te folle. Quiero desgarrarte los vaqueros y hacer con tu cuerpo cosas que ni siquiera el idiota del cachorro ese te ha hecho.

Estaba muerta de miedo, las mejillas las tenía húmedas y rojas de tanto llorar y un leve sudor mezclado con sangre cubría la zona de mi cuello. Frunció el entrecejo y apretó más mis muñecas hasta un crujido proveniente de allí.

Incliné la cabeza hacia atrás y chillé hasta que se me acabó el aire que había conseguido recuperar. Juraría que me había roto también algo allí. Los hombros se me sacudían en espasmos terroríficos. Intento no llorar fuertemente, no quiero darle el gusto.

No quería complacerle viéndome arrastrarme, ya bastante lo había hecho. Se mordió el labio al ver como yo apretaba de esa misma forma mis ojos para intentar olvidar el dolor de la muñeca izquierda que todavía tenía sujeta junto con la derecha sobre la cabeza.

— ¿Cuánto crees que estoy disfrutando jugar contigo, niña? Me divertire mucho y luego acabare con ese perro. ¿Me oyes? —espetó zarandeandome.

De un tirón me apartó del tronco del árbol y me instó a que caminase delante de él. Me tropecé irremediablemente con algunas ramas, hierba e incluso piedrecitas y con la mano izquierda me apoyé para no golpear de forma directa el suelo. Un dolor atravesó todo mi cuerpo desde la punta de los dedos de los pies hasta el hombro, los últimos mechones del cuero cabelludo y mi frente se llenó de diamantes de sudor.

Nunca antes había sudado tanto en mis veintiún años de vida. La debilidad me llegó a las piernas y luego la tierra parecía haberse movido. Apreté el puño de la mano derecha para darme algo de fuerza ya que la izquierda empezaba a hinchárseme y había adquirido un color morado rozando al negro.

Estaba realmente bloqueada, casi en shock. Me tapaba los pechos con las manos, colocando las telas picadas de la blusa que encontré en el suelo. Intentando abrazarme a mí misma mientras los temblores, el sudor frío y la sangre me sacudían.

— Vamos a jugar más, Meg. —La mirada depravada de James repasó cada centímetro de mi cuerpo, de pies a cabeza— Fíjate, lo linda que te ves bañada en rojo.

Me agarró de la muñeca rota adrede. Estuve a punto de perder el conocimiento del repentino latigazo que recorrió con espasmos repetidos y constantes mi cuerpo. Me dejó contra el suelo y me lanzó una bofetada sonora nuevamente en la cara.

Lo vi todo rojo, gris y luego medio negro. Sentí un sabor a hierro en la boca y un dolor frío en la mejilla. Las manos violentas de la bestia de James me arrojaron de cara a las piedras una vez más, pegó mis muñecas a la cabeza y me separó las piernas. Cogió la muñeca derecha que sabía era esa la que no me había dañado y me echó para atrás, dejándome totalmente estirada en el suelo... cerca de las estacas. Se desabrochó el cinturón de los pantalones y de un paso rápido se colocó encima mío.

Me soltó el pelo que comenzó a sostenerme y puso una mano a cada lado de la cabeza. Me miró detenidamente. Estaba acorralada, asustada, sangrante, herida por él, Ryan y los suyos. No conseguí reprimir las arcadas y debuté con vómitos incesantes antes de que este empezara a hacer dios sabe qué.

Había dejado de vomitar, pero seguía apoyada sobre las rodillas y mi mano derecha. Respiraba agitadamente, pálida. James me agarró del pelo de nuevo y me levantó, miré hacia abajo. Los pies seguían descalzos y con rasguños ya que las botas volaron rápidamente. Puede que me cortase con alguna piedra, o cristal que se me pudo haber clavado en la planta de los pies.

Ahora aprieta mi cuello al mismo tiempo en que me obliga a levantarme ya que caí nuevamente. Entonces comienza a reiterar las mismas operaciones de antes, dejar una bofetada en mi rostro para tratar de espabilarme pero no con los resultados de la primera, segunda, e incluso tercera. Lanzarme, volverme a pegar y así... seguía generando un patrón tras otro.

Se frotó los cabellos grises por las canas mientras tiraba de mi pelo... y continuaba sucesivamente, todo acciones dolorosas tan solo para querer mantenerme consciente y torturada pero la verdad no me quedaba mucho tiempo observando esa triste escena en que mi vida debía terminar.

— ¡Preparate puta porque aunque te estés muriendo no tendré piedad contigo, voy a follarte y después haremos todo lo otro! —Me abrió las piernas y fue con intenciones de apartar mi ropa interior.

Se me erizó el vello y todos los folículos pilosos de mi cuerpo entraron en estado de alerta, el mundo se estaba derrumbando bajo mis pies y dejando ante mí un inmenso abismo al que precipitarme.

Oigo sus zapatos de tacón acercarse a mí.

«Oh, no... ya está a mi lado.»

Deja su mano sobre mis vaqueros y yo me doy media vuelta para alejarme de él, quería huir pero estaba perdiendo mucha sangre... casi no conseguía moverme.

— Tranquila idiota —dice y yo quiero apartarme de él. Irme a la otra punta del bosque, quizás lanzarme por el acantilado y caer al río que hay debajo.

— Te prometo que acabaremos con esto cuanto antes, tan solo sería más fácil si te dejarás de resistir. —susurra impregnándose cada palabra en mi piel.

— ¡Pu... Pu... pudrete! —Fue lo único que mis palabras alcanzaban a decir, casi no podía con mi vida.

— ¡A mí nadie me habla de esa manera, me escuchas perra!

— ¡L... Lo sien... siento... pero la... única perr... perra que... yo ve... veo aquí... la ten... tengo enfren... enfrente mío...! —le espeto.

— ¡Maldita estúpida! —dijo mientras me tomaba fuertemente de los cabellos tirando de estos.

«A este paso me quedaré sin pelo.»

El animal que tengo enfrente cierra los ojos, frustrado, ríe de la nada y me pega en el estómago. Lloro desconsoladamente ante la idea de que no puedo mantenerme firme, en este momento soy patética.

— Grita todo lo que quieras, nadie te escuchará. Hoy es nuestro día nene.

Me tomó nuevamente de los cabellos y me colocó contra unos restos de lo que antes debió ser un tronco y que ahora estaba agujereado, le pegue para alejarme pero volvió a tomarme con más fuerza que la vez anterior, evitando que pudiera moverme y me puso la cabeza contra la tierra húmeda del suelo... así no escaparía.

Trataba de respirar pero me costaba demasiado, notaba las fuertes y grandes manos del viejo verde ese sobre mi piel. El muy abusador ahora quería quitar la ropa restante en mi cuerpo. Así lo hizo, dejándome tan solo en las bragas. Los vaqueros más o menos estaban deslizados por las rodillas.

— ¡No! —suplique una vez escuche la cremallera de los pantalones abrirse — ¡He dicho que no!

Narrador omnisciente:

La azabache aún con pocas fuerzas alzó la pierna nuevamente de forma contundente y la llevó a colapsar en el miembro del enemigo. James se estremeció y con los ojos inyectados en rabia se dirigió a una maleta donde abundaban innumerables artilugios de tortura: cruces, cristales, plata, estacas, etc.

Tomó unas largas y gruesas cuerdas, las untó con un extraño líquido amarillo. Podría jurar que fuera verbena, o quizás Ryan robó las herramientas empleadas en el castigo público de Damon. Colocó también fragmentos desiguales de vidrio en aquellas cuerdas, las cogió y caminó en dirección a ella.

— Veremos si continúas haciéndote la fuerte.

La morena las miró aterrorizada ya que conocía los daños que generaba, aún así no cambio su postura ni sus frías palabras que podían cortar el aire con un simple suspiro.

— No harás que cambie mi opinión, eres una mierda y no quiero que vuelvas a tocarme nunca más. Prefiero estar muerta a tener tus sucias manos encima de mí.

La arqueóloga por su parte, no dejó de mirar a James Blacke en ninguno de los tantos latigazos luego de aquellas palabras... él la estaba complaciendo, antes muerta. Tenía la carne abierta. Los músculos de la espalda desgarrados, posiblemente también quemados debido a la verbena.

La hierba del lugar estaba inundada de sangre justo alrededor de donde se encontraba ese cuerpo pequeño y femenino, chorreaba formando un charco largo y profundo en la tierra. No se sabría exactamente cuanto tiempo le quedaba despierta, porque su piel tan maltratada rozaba la muerte misma.

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Significado de palabras en cursiva:

*Bersercker o aesir: son guerreros creados por Odín, forman parte de la definición de hombres lobo para los nórdicos.

Pd: La cursiva se utilizará para los diálogos mentales que entablara Alice con Megan y también para las palabras en gaélico antiguo y noruego para que conozcan su significado.

¡¡¡¡Holaaaa!!!!! 👋👋👋👋

¿Qué les pareció este capítulo?

¿Quieren saber qué pasará? 

Dicho esto, espero que hayan disfrutado de la lectura y ahora le den a la estrellita que sale al final de este capítulo, no se preocupen que por ello no les dará un calambre en su lindo dedito ;-)

Déjenme saber sus teorías en los comentarios que yo las leeré 😊🥰

No sean fantasmitas por fiss

Continúen leyendo😊😊😊❤️❤️❤️

GRACIAS POR TODO SU APOYO 🥰😘

Adiós, y nos vemos en otro capítulo. Cuídense mucho y besos💋💕

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