Capítulo #43
Narrador omnisciente:
El bersercker estaba ardiendo, se activaba con sus besos. Su cuerpo desprendía mucho calor, pero no el
suficiente como para deshacer un poco la nevada que tenía la joven en su interior. Se dijeron palabras muy lindas, pero... Megan no entregaría su cuerpo así porque sí.
Damon la pegó más a su pecho encajándola a él de un modo protector. Empezó a caminar en silencio por la habitación con la azabache encima, inclinando un poco la cabeza hacia abajo para oler su cuello. Necesitaba que ella se relajara, luego de aquella conversación.
— Sé que me estás besando, pero aún te sientes confundida.
— No busques una aceptación instantánea, katt. Yo, al igual que tú necesito tiempo.
Él sabía que lo correcto sería esperar a que la azabache se sintiera mejor, sin embargo no podía resistir. Sintió que le hormigueaban los colmillos y que su sangre rugía a toda velocidad por sus venas. El corazón le martilleaba con la intención de salirse
de su pecho, y las rodillas le temblaban.
Cuando le habían colocado aquel líquido, el de él no tenía afrodisíaco, pero el de ella sí y podía sentir la necesidad de su mate desde esa madrugada, necesitaba calmarla y que expulsara aquello. Su cuerpo reaccionaba físicamente al de la morena. Él sabía que sus hormonas estaban disparándose. Reaccionaba así porque ya la reconocían como suya, su mujer.
Ya no lo podía negar, Megan le gustaba. Antes renegaba de ella porque no quería sentir nada por una traidora y una asesina, y lo enloquecía que lo hiciera sentir de aquel modo. Se sentía sucio y
depravado por tener pensamientos sobre él y ella en la intimidad más salvaje, como animales pasionales sin una milésima de cordura.
La joven le había salvado la vida y él aún no entendía de dónde salía tanto poder. Megan le había salvado, apuntando con aquellos relámpagos y disparando a sus enemigos con una precisión digna de un mito. La chica había peleado y protegido a sus hermanos como toda una guerrera, ya entendía porque su madre le decía valkyria.
Damon tenía, aparte de todo una súbita necesidad de marcarla solo para él. Eso lo llevó a morderle el trasero, aunque nunca imaginó que su marca quedaría impresa. Era leve el aroma suyo en el cuerpo de la chica, pero le pertenecía y debía volver a marcarla para confirmar la posesión.
— Da... Damon no m... me mires así...
— ¿Có... Cómo te estoy mirando?
— Como si quisieras comerme.
Fuego, en los ojos del alfa había un fuego abrazador. Megan sintió que se ahogaba y que entraba en combustión espontánea. El cuerpo se le despertaba porque ya había pasado todo el miedo y la pelea que tuvieron, esta vez otro tipo de adrenalina la recorría. Era extraño y repentino reaccionar así a él, pero era natural, porque aunque Damon era un auténtico posesivo también tenía sentimientos y seguía despertando sus instintos más salvajes y sensuales.
Siempre lo había hecho, o al menos desde que se volvieron a ver. Él sí que era su tipo. Ella quiso aprender a odiarlo, pero si antes no sabía hacerlo aún teniendo motivos para ello, ahora no lo haría porque fue capaz de mostrarse frágil ante ella. Para ella
era imposible ser indiferente a sus múltiples cualidades físicas. A sus ojos, a su boca, a su cuerpo tan... tan bueno, pero le tenía un poco de miedo a su intensidad con respecto a las relaciones.
— Tengo calor contigo tan cerca, Damon separate un poco —susurró con voz lujuriosa apretándose. ligeramente contra él.
No estaba segura si lo quería lejos, o lo quería dentro, pero la cuestión es que estaba que ardía. El alfa se detuvo en seco.
«Fantástico, ella tiene calor y yo me derrito en mi propio volcán privado por su culpa, joder que imán tiene esta mujer para hacerme enloquecer. ¿Es una broma, cierto? ¿Cómo cojones se le ocurrió a Jack ponerle una inyección afrodisíaca?»
— Damon...
Megan alzó los brazos y rodeó el cuello del peli negro con sus manos. No era malo, ¿no? Quería alejarlo porque tenía calor, pero cuando lo hacía extrañaba su piel y su aroma. Inhaló profundamente.
«Dios mío, me encanta como huele.» pensó ensimismada.
— ¿Por qué hueles tan bien? No es justo. —arrugó un poco el entrecejo e hizo un puchero.
— Álainn...
— ¿Qué pasa? Uy, me he acordado de algo je, je… —sonrió ella copiando ese gesto lobuno del alfa, dejándole atontado y frotó su cadera contra su
entrepierna— ¿Recuerdas aquella vez que me dijiste que no era tu tipo y que solo me creía mucho por haberte calentado un poco en ese momento?
— Joder Meg, ¿a dónde quieres llegar con eso? —Su cuerpo reaccionaba y deseaba empalarla allí mismo, de pie.
— Tu amiguito haya abajo está contento porque estoy aquí, parece que quiere decirme algo. Entonces Damon, ¿qué crees que me querrá decir?
El alfa gruñó y siguió moviéndose por toda la habitación, estaba intranquilo y quería meterse dentro de ella. Caminaba con una mujer en brazos, una a la que le apetecía saborear de arriba abajo, con una erección dura como una piedra, y además ambos estimulados, ella por el afrodisíaco que aún estaba en su cuerpo y él por cuentas de ella.
— Megan, no juegues con fuego. Mis hermanos y primos siguen aquí en casa, incluso tu otro guardaespaldas también.
Lo único que quería la azabache en ese momento era chuparlo de arriba abajo como a un caramelo y le valía madres quien estuviese en casa.
— Damon, a mí tus hermanos no me interesan y tus primos tampoco. De todas formas soy grandecita ya para decidir con quien quiero follar y si me escuchan problema de ellos —los ojos de Megan estaban vidriosos del placer.
Toda ella se estremecía ante el mínimo roce de la entrepierna del lobo. Ella apretó los muslos con desesperación al sentir que un líquido cálido se abría paso sin su permiso, cerró los ojos con fuerza y gimió lo más bajo que pudo, aún así, él la escuchó.
— Damon, deja de caminar. Te quiero ahora y no del verbo querer con cariñito, sino del verbo follame ahora...
— ¡Joder! —exclamó el aesir apretando los dientes— ¡A la cama como usted manda!
— La cama queda lejos, hazlo ahora...
Le ardía el bajo vientre, le hormigueaba la entrepierna y le escocían los pezones. Todo su cuerpo se estaba preparando para algo, para algo caliente. Se preparaba para que el bersercker la acariciara, la sometiera en la cama y sin duda eso no tendría comparación.
Estar en esa situación, sentirse así, era inquietante, y a la vez, salvajemente
sensual. Tenía miedo porque luego de haber recibido un trato poco agradable y que deseó olvidar, pensó que nunca se sentiría tan exitada con un hombre, pero él le hacía sentir bien y la animaba suavemente a entregarse.
Nunca había deseado tanto a nada ni a nadie como lo deseaba a él y eso le preocupaba un poco. Se incorporó en la cama, al final llegó sumamente rápido allí. Megan tenía el cabello suelto y le caía brilloso por los
hombros. Las sábanas de satén rojo resbalaron por su torso y dejaron a la vista sus pechos desnudos. Esa caricia en su piel tan hipersensible hizo que cerrara los muslos con fuerza, sentía que quería correrse.
Megan miró hacia abajo buscando cubrirse nuevamente con las sábanas y se percató que sus pezones estaban duros. ¿Estaba desnuda? Levantó aquellas telas rojas y la sorpresa vistió su rostro. ¡Estaba realmente desnuda!
— ¿Damon...?
Miró al frente buscando el origen de ese perfume que la hechizaba y la hacía desear abrirse de piernas como nunca, ese hombre era el pecado en persona y ahora no sabía dónde rayos estaba metido. Las ventanas estaban abiertas, y a través de ellas, entraba el viento que acariciaba y refrescaba el lugar.
Siguió inspeccionando hasta que sus ojos azules encontraron lo que buscaba y le dedicó una mirada lasciva al bárbaro que robó su corazón, al que la torturaba esa noche. Al causante de su humillación, ese hombre tan fuerte y sensible al mismo tiempo.
Se humedeció los labios con la lengua en un movimiento lento. Había sido muy consciente del modo en que él la había masajeado y la había acariciado hasta llegar a la cama. Ese bersercker enorme ni siquiera había tratado de disimular que la deseaba. Le había susurrado todo tipo de palabras lindas, e incluso románticas.
¿Quién lo diría? Damon podía ser muy dulce si le daba la gana y a lo mejor ella le hubiera creído todas esas cosas bellas si no tuviera una erección como la que le había hecho sentir con tanto descaro. Aún así fue tierno. El alfa tenía un cuerpo que la hacía enloquecer. Muchos músculos, era alto y elegante, con hombros fuertes y pronunciados, y un abdomen que mejor no pensar mucho en eso.
Tenía dos tatuajes en el pecho y uno en la espalda. Dos serpientes que se miraban entre sí y atrás, por encima de la espina dorsal, dos dragones. Ay, Dios mío… ahí estaba él, oculto entre las sombras de la habitación, como mismo hizo la noche en que la secuestró. Solo se le veían los ojos rojos y brillantes que la miraban como un animal observa a su presa.
Damon era suyo. Mañana sería otro día en el que seguramente bajaría la cabeza avergonzada por todo lo que sucedería en ese momento, cuando regresara su respectiva cordura le iba a chocar. Ella le amaba pero aún se resistía un poco a las relaciones tan turbulentas de los berserckers.
El aesir estaba al borde de la locura, notaba lo caliente que estaba su hembra y aunque trató de persuadirla para no llegar a ese punto la azabache estaba decidida, al menos en ese momento. Megan era lo más seductor que había visto en la vida, y la hora que habían pasado ambos en la ducha había sido la mejor de todas.
Él sabía que ella se iba a arrepentir mañana, pero no tenía suficiente autocontrol para negarselo. Trató de no llegar tan rápido a la cama, sin embargo Megan gemía mucho y se apretaba contra él, así que decidió meterla en la ducha para refrescar su cuerpo. Aunque no sirvió de nada, su instinto animal se apoderó de la situación.
Cuando se dio cuenta la había desnudado con lentitud y había revisado y lavado todas las zonas que fue capaz. La morena estaba tan confundida respecto a lo que estaba sintiendo, que no sabía dónde
poner las manos. Había intentado cubrirse, y Damon respetó su sentir. Aún así el deseo arremetió una vez más y se abrió nuevamente a él.
La había enjabonado y mimado como si ella fuera lo más preciado que tenía, y para él lo era. Lo supo desde la primera vez que la vio cuando era una niña y luego ya siendo una adulta. En la ducha cuando le quitó las bragas casi perdió la noción del tiempo, su entrepierna brillaba por el agua.
Hubiera querido hundir su boca y sus dedos ahí mismo, en ese preciso momento, pero no lo había hecho porque ante todo necesitaba tener su permiso. Megan iba a causarle problemas a su salud mental, aquella chica con esos ojos rasgados azules como zafiros, esos labios gruesos y ese cuerpo tan... tan... joder quería comérsela.
Sonrió al recordar cómo la morena gemía cuando él la estaba acariciando. Quería limpiarla, lamer todas sus heridas y hacer que se sintiera bien. Algunas veces la había acariciado haciendo resbalar sus manos por la curva perfecta de su espalda y depositándolas, para no ir más lejos, en sus caderas.
No quería sobrepasarse, ni tampoco hacerle daño. Intentaba tocarla con
suavidad. Ella se había apartado, temerosa de su propia reacción. Luchaba contra las sensaciones que sabía que no eran del todo voluntarias. Estaba confundida por lo que su propio cuerpo sentía así que bajaba los ojos por timidez.
— Álainn...
— Damon ¿qué haces ahí? ¿Vas a raptarme otra vez?
Ahora lo miraba con indecisión, incorporada en la cama y con sus pechos desnudos apuntando hacia él. Eran preciosos. No eran grandes pero sí perfectos para él. La cara de la morena era tan expresiva que se reflejaban en ella todos sus pensamientos, eso lo confirmó aquella vez en el bosque.
— Te dije que dejaras de pensar cochinadas, Megan.
— ¿Qué harás para evitar que piense cochinadas? ¿Vendrás y las harás conmigo? —preguntó ella ronroneando y acariciandose uno de sus pezones.
— ¿Quieres que lo haga? —contestó él con voz aterciopelada, cuando por dentro rugía un animal pidiendo ser liberado.
Se apartó de la pared y caminó hacia ella. Megan ladeó la cabeza, lo miró de arriba abajo y asintió.
— De seguro no soy suficiente para ti, mo duine.
Damon apretó los puños, eso no era cierto. Nunca había estado tan excitado. Oír esas palabra en su idioma de los labios de aquella chica era fascinante y su significado lo hacía volar de emoción.
— ¿Lo harás? —preguntó ella.
— ¿El qué?
— Lo que sea que te pida.
— Si me prometes que no te arrepentirás después.
— ¿De qué me arrepentiría?
— De hacer el amor conmigo.
— Nunca me he considerado el tipo de persona que se arrepiente de algo, como igual no te imaginas todo lo que me apetece hacer contigo… y lo más curioso de todo es que temo entregarme a ti, pero también lo deseo con todas mis fuerzas.
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Significado de palabras en cursiva:
*Bersercker o aesir: son guerreros creados por Odín, forman parte de la definición de hombres lobo para los nórdicos.
*Vanirios o vanir: son guerreros de gran belleza, son los originarios creados por los dioses del mismo nombre "Vanir" y cuando son corrompidos por Loki se convierten en nosferátums perdiendo por completo su encanto y fortaleza única.
*Álainn: en gaélico antiguo significa bella.
*Kone: en noruego significa pareja.
*Katt: en noruego significa gato.
*Mo duine: en gaélico antiguo significa mi hombre.
Pd: La cursiva se utilizará para los diálogos mentales que entablara Alice con Megan y también para las palabras en gaélico antiguo y noruego para que conozcan su significado.
¡¡¡¡Holaaaa!!!!! 👋👋👋👋
¿Qué les pareció este capítulo?
¿Quieren saber qué pasará?
Dicho esto, espero que hayan disfrutado de la lectura y ahora le den a la estrellita que sale al final de este capítulo, no se preocupen que por ello no les dará un calambre en su lindo dedito ;-)
Déjenme saber sus teorías en los comentarios que yo las leeré 😊🥰
No sean fantasmitas por fiss
Continúen leyendo😊😊😊❤️❤️❤️
GRACIAS POR TODO SU APOYO 🥰😘
Adiós, y nos vemos en otro capítulo. Cuídense mucho y besos💋💕
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