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Capítulo#3

Narra Megan:

Su rostro cambió gradualmente cuando dije aquellas palabras.

Oh, por favor, con todo lo sucedido me la estaba pasando en grande. Hacía mucho no sentía la adrenalina cruzar por mi torrente sanguíneo de esta forma.

- Si fuera por mí, te estarías pudriendo tras las rejas pero a hijos de puta, enfermos y con dinero como tú se les permite hacer lo que se les pegue en gana. -Todos nos miraban como si estuviesen en el cine.

Por primera vez tendría la suficiente fuerza para encararlo, sentía que tenía la sartén justo por el mango y que controlaba la situación.

Carla iba justo detrás de mi padre, junto con el resto de ejecutivos que siguieron con la mirada cada uno de los gestos que escapaba del cuerpo de nosotros, adentrándose cada uno en la guerra de leones que jamás habían presenciado.

Me hierve la sangre y le miro fijamente recordando todo lo acumulado en estos años, el odio me gana por completo.

La ira es muy buena en ciertas ocasiones.

James parece ligeramente interesado en aquella actitud mía y mis palabras, pero sobre todo mucho más interesado en lo que podía estar tramando mi cabecita.

«¿Qué se creían? ¿Acaso pensaban qué vivirían su vida entera a costillas de mis investigaciones? No jodan.»

«Oh James, ¿realmente pensaste que algún día yo no cobraría venganza por todo lo que me has hecho? Maldito enfermo.»

Lo más seguro es que cree que no se lo que estoy haciendo, pues que se preparé para cogerse el trasero con la puerta.

- ¿Quiere hacerme el inmenso favor de sentarse, Señor Blacke? -le pregunto sarcástica- Donde más guste usted, por lo visto tiene muchos lugares donde colocarse para no caerse.

Eso último lo susurro de tal manera que él abre sus ojos de forma notable.

Me dedico a mover mi mano hacia la izquierda para sacar del bolso mi boleto de regreso a la venganza. Mi dulce y ansiada venganza.

A Carla en especial parece darle cierta gracia lo que estoy haciendo. Está burlándose de mí, como siempre. Al darme cuenta de ello me arden las mejillas de la rabia, rabia que llevo acumulando desde hace tiempo.

Rabia, reconcor, todo de lo cual me desquitaré con suma diversión.

- Oh Meg, mi niña. Es increíble lo hermosa que te has vuelto desde que te marchaste de casa. Ya eres toda una mujercita exitosa y no quieres ni mirar a tu padre.

Se me cerró ese espacio que tenemos en la garganta para pronunciar palabra alguna y los pulmones también se encontraban igual. No podía tomar aire.

«¡Será idiota! ¡Dios mío!»

Narrador omnisciente:

Megan intentó parecer indiferente ante su insulto, pero no lo logró. ¿Por qué se empeñaban en seguir haciéndole daño? Se agarró al borde bien decorado de la mesa cristalina y se inclinó hacia delante, roja de la ira y ofendida hasta las cejas.

Los nudillos blancos de tanto apretar para contener el súbito impulso de querer irse encima de aquel imbécil y partirle la cara.

- No sé por qué te molesta tanto mi éxito. Ah ya sé. -se quedó observando sus reacciones- Te molesta el simple hecho de que yo... tu hija menos querida, a la que ocultaste tantos años a la prensa salga ahora adelante sin una mísera ayuda económica tuya.

Le miró con desprecio.

- No como la estúpida que tienes detrás que a alimentado esta empresa con los bienes que han traído mis investigaciones, solo son unas moscas que no tienen donde caerse muertas. Además, mi belleza no es de tu incumbencia. Eres un monstruo, estás enfermo de la cabeza James. -Su lengua viperina se desató sin los mínimos deseos de controlarse.

- Parece que olvidas todo lo que he hecho por ti, niña. Es triste ver que una hija reniega de su padre, con la ayuda de Dios regresarás a tu camino y soltaras la mano de Lucifer. -Se calla un instante y me clava su mirada fría y arrogante.

- No seas hipócrita, con ayuda de Dios me alejé de ti y de tus fechorías. James, hablas mucho de Dios pero yo me pregunto si él está de acuerdo con toda la mierda que me hiciste de niña. ¿Eso también forma parte de las palabras del Señor? No seas imbécil y deja de ocultar tus malos actos tras la religión.

- Esa que habla no eres tú, es el demonio.

- No existe un demonio peor que tú, James. Le harías un favor enorme a este mundo si dejases de respirar. Las personas que tienen cosas en común contigo están tras las rejas, yo me pregunto ¿cuándo te tocará a ti?

Se había inclinando para enfrente de su rostro con las manos sobre aquellos papeles que estaban colocados a cada lado de las personas.

Ahora estaban cara a cara y rojos de rabia.

Megan tragó saliva y se cogió la muñeca derecha, costumbre suya desde niña. Aldo observó su movimiento y le hizo relajar el rostro tomándola de la mano. No quería que ella le tuviese miedo a aquella bestia que la hizo sufrir tantos años de su vida.

Aldo era muy protector y paternal, lo más cercano que Meg tuvo a un padre y James Blacke era posesivo y amenazador en todos los sentidos, manipulador, aparte de mandón, arrogante y abusón.

- ¿Es él tu perro faldero ahora, mocosa? -preguntó tan solo para hacerla irritar- Rectifico lo dicho hace tantos años. Sí que tienes algo de tu madre... -dijo él con toda la mala intención de la que fue capaz- Eres una ramera.

Ella ensombreció la mirada recordando las palabras que tanto la rubia como su padre habían tenido dirigidas en más de una vez hacia ella. Inspiró hondo pero no logró controlarse enteramente.

- ¡Más nunca en tu maldita vida vuelvas a sentirte con el derecho de llamarme mocosa! ¡No quiero que te atrevas siquiera a pronunciar mi nombre! ¡No te necesito, nunca te necesité así que esta vez no será la excepción! ¡Solo te quiero lejos de mí, pedazo de desperdicio! Aldo a hecho por mí lo que tú nunca hiciste. Al menos él a conseguido sus logros y méritos por si solo.

Narra Megan:

Me muerdo el labio inferior robando incontables suspiros en un intento de contener el súbito ataque de rabia que amenaza con apoderarse de mí.

- Detesto a los hombres de tu tipo. ¿Sabes? Tan imbéciles que sus neuronas no dan para más, bastante que te bañas y no te comes el jabón... posiblemente te llenes con el estuche. Definitivamente eres un cero a la izquierda que alardea tan solo por haber dispuesto de pura suerte como dices y mucho dinero. Se me olvidaba... además de mis conocimientos. Ve a arrastrarte como lo que eres, una lombriz de tierra.

Él me escuchaba inerte como una piedra, hasta tal punto que no sé ¿en qué estará pensando el gran hijo de perra? Quiero saber qué opina de lo que digo, del simple hecho de que le humille enfrente de todos estos directivos empresarios. ¿Cómo se sentirá en estos momentos?

Nunca antes lo vi así, perdió la serenidad de su rostro en fracciones de segundos.

El mayor se puso recto y apartó las manos de la mesa. Aldo nos observaba con detenimiento. Me hacía la idea de que ni Carla, ni los demás estuvieran ahí.

Quería llorar, llorar silenciosamente como siempre hago cada vez que le veo y los recuerdos regresan a mí. Pero no le daría el lujo de ver una mísera lágrima cruzar por mis mejillas y empañar mis esfuerzos por serle indiferente.

Narrador omnisciente:

Realmente Megan era capaz con sus palabras de hacer sentir mal al mismísimo diablo en persona.

Puede que los demás no lo notaran, porque él siempre fue muy buen actor cuando necesitaba parecer la víctima, pero ella pudo ver que en sus ojos de un azul grisáceo tan claro que parecía relámpagos, no había ni una pizca de remordimiento o algo que se pareciera a la pena.

Carla cogió el brazo de su padre y tiró de él para que despertara de su ensoñación dramática.

- Vamos, padre. -le dijo pero él no se movió. Seguía mirándola con los ojos ensombrecidos y el rictus afligido.

- ¿Nos vamos? -preguntó Aldo pidiendo permiso a Megan.

Ella se había convertido por derecho y mérito propio en una gran líder. Megan tenía poder y se hacía respetar.

Aldo le agradecía a James muy en sus foros internos el haber guiado a la azabache hasta ellos, hasta su mundo.
Donde ella debía estar, a donde ella pertenecía desde que abrió los ojos pero se le fue arrebatado. Ellos la ocultaron, ahora Megan estaba en casa, aún no lo sabía pero estaba en su hogar y debía cumplir su destino.

Aldo miró a James Blacke y le indicó con la cabeza que se apartara.

- Nos vemos mañana, ya te enviaré un mensaje para que sepas donde nos reuniremos. Aquí tendrás toda la información, léelo y si tienes alguna duda me dices. -rió ella de manera inmediata y sarcástica.

Trató de parecer firme, y resultó bastante convincente. Esta conversación no estaba cogiendo por donde ella esperaba y no se fía lo más mínimo de él.

James se apartó ligeramente de su alcance. Megan siguió mirándolo cuando él arrancó aquel papel de sus manos finas y pasó de largo. Quería evitar ver su cara.

Es difícil hacer que las heridas del pasado sanen y más cuando no hay un remordimiento de por medio, todo porque James Blacke se cree el puto amo de todo y nadie está a su nivel.

- Pero eso acabaría hoy, eso acabó hace unos minutos. -murmuré a sabiendas de que estaba dejando a mis espaldas aquella habitación con una irremediable confusión de sentimientos.

Mi investigación, mi juego, mis reglas y mi maldición.

Hola a todas y todos.
😊👋👋

Espero que les gusten.

Haber que les pareció este capítulo.

¿Qué creen de Megan?

¿Qué opinan de la situación con su padre?

¿Ya quieren saber de qué tratará esa misteriosa investigación?

Denle un poquito de amor a la historia🥰😍

Espero sus lindos votos💖 y opiniones💓

RECUERDEN:

NO VOTOS = NO CAPÍTULOS

Nos vemos en el próximo capítulo.

😊🙃⭐👋👋

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