Capítulo #21
Narrador omnisciente:
— Porque estoy muy dispuesto a dártela. Llevo mucho tiempo sin sentirme bien por tu culpa. —La tomó con crueldad de los cabellos— ¿Crees que podías reírte de mí y de todos los que han confiado en ti, sin sufrir luego las consecuencias? —Movió el brazo a la parte baja de la cama y sacó unas largas, fuertes y pesadas cadenas de plata.
¿Cadenas? ¡¿Para qué?! Megan abrió los ojos muy asustada, empezó a temblar sin control y los ojos se le llenaron de lágrimas. ¿Qué iba a hacer él con eso? Aquella escena le recordaba cosas que ella hubiera deseado olvidar de por vida. Cosas que la llevaron a estar donde está ahora.
Cosas que sucedieron en Gales justamente hace más de una semana y media. ¿Es que Damon quería revivir todas aquellas pesadillas, o él era el causante de ellas?
— No, no… —sollozó intentando apartarse de él.
— Dime, ¿por qué lo hiciste? ¿Por qué hacerle daño a una niña que no tenía nada que ver con lo que sucedía? Alice debió haber visto algo, es lo único que me cabe en la cabeza. —Hizo oídos sordos a sus súplicas.
— Te he dicho que no lo hice. Me… me estás haciendo daño y yo no he sido. No me ates, no me…
Intentó detener sus manos cogiéndole como pudo de las muñecas, pero eran grandes y gruesas y ella no podía detenerlo. Odiaba ser débil y estar en esa situación. No le gustaban las ataduras, no desde aquel día.
— ¿Quién te mandó a matarle y por qué?
Le pasó la cadena por los tobillos y se los inmovilizó sin prestar mínima atención a los espasmos de su cuerpo.
— Y no hagas que pierda la paciencia de nuevo con tu teatrito de "yo soy una niña buena he inocente". ¡Eso es mentira!
— ¡Para ti todo lo que yo diga es mentira!
Se incorporó de golpe y cayó abatida sobre el colchón polvoriento y sucio. Estaba tan confundida y asustada a la vez.
— No te importa lo que yo diga… —hundió el rostro en la sábana y empezó a llorar.
¿Cómo iba a explicarle a él lo que ya le había dicho cientos de veces? No sabía que más hacer. Ella no mentía, le estaba diciendo la verdad. Quería poder decir algo que hiciera que la soltara de una vez, más no tenía nada nuevo que aportar... solo lo que ya él sabía, pero temía que si no le decía o le explicaba alguna cosa convincente, él la acusara de algo mucho peor.
Fuera lo que fuera, el aesir no le creería que ella no iba a hacer algo malo, o que no estaba involucrada con la muerte de nadie. Recordó entonces lo que le dijo Magdalena, eso tampoco podría decirlo porque solo Dios sabe lo que ese animal se inventaria.
Fue entonces cuando comenzó a sentir unas pequeñas palpitaciones en la cabeza. A medida que pasaba el tiempo se hacían más y más fuertes, venían conjunto a un pitido que la dejaba aturdida. ¿Qué era eso?
— ¡No llores! —le gritó sacudiéndola por los hombros y sacándole de cualquier trance en el que se encontrara— No me vas a ablandar con tus falsas lágrimas de cocodrilo. Solo dime lo que quiero saber, o lo tomaré yo a la fuerza.
Aquello le molestó mucho.
— ¿Qué crees que voy a hacer, imbécil? ¡Dímelo! —Se observó el cuerpo magullado y atado fuertemente. Lo miró y sonrió con desprecio— ¿Matarte a ti también como dices que maté a tu hermana?
— Estoy maldito por tu culpa, así que eso sería lo de menos.
— ¡Ojalá pudiera! ¡No creas que no me apetece! ¡Me apetece colgarte de los huevos, echarles azúcar y soltar ratas sobre ellos mientras estás atado y no puedes hacer nada!
Entre todo el calor de la pelea y las fuertes declaraciones dichas, Damon observó el cuerpo de la joven y, a su pesar, notó como su entrepierna
se endurecía. Megan era realmente un manjar de los dioses. El short se le había subido aún más de la cuenta, tenía el pelo alborotado y algunos rasguños en el rostro y en el cuerpo, pero aún así estaba… espléndida. Y a su merced, todita para él.
De momento un sentimiento de posesión se apoderó de todo él, provocando que no pensara bien las cosas.
— ¿Qué te ha pasado? ¿Ahora estás más valiente? ¿Hace cuánto no te dan un buen polvo, perra?
— No te importa, maldito chucho sarnoso —miró hacia otro lado ignorando su comentario con intenciones de lastimarla.
El alfa sonrió y se pasó la lengua por uno de sus colmillos que ahora comenzaba a desarrollarse. Megan pareció hipnotizada observando cómo su lengua resbalaba por sus perfectos y filosos dientes.
— ¿Te apetece darme otro mordisco, verdad bestia?
No sabía por qué pero quería provocarlo y eso no le convenía, pero no iba a permitirle a ese imbécil, a ese animal prepotente que aparte de humillarla e insultarla, la estuviera mirando de aquel modo tan lascivo y sin respeto.
— Quieres tirarte encima de mí como mismo perdiste tu tiempo en la casa y en el auto. Por ello te dieron el regaño y la humillación bien merecida en frente de tu clan. Sé que quieres volver a hacerlo. Lo veo en tus ojos y en lo dura que se te ha puesto. ¿Cómo puede gustarte la "asesina" de tu hermana? —preguntó riéndose de él, provocándolo y haciendo comillas en la palabra asesina.
Damon, estaba que echaba humo, quedó inmóvil, cerró las manos formando dos puños. Sí, desde que vio a Megan se percató de que está le ponía a mil por segundo, y eso le hacía alterarse más de la cuenta porque ella era una maldita asesina y no cualquiera, sino la asesina de su hermana.
— ¿Te gustaría que te mordiera otra vez el trasero, perra? —preguntó él acercándose más— Seguro que te gustaría. Eres justamente el tipo de chica que sirve para follar y despejar un rato, elegiste bien tu profesión perrita. Eres una puta perfecta para el clan. Te tiene que gustar mucho que te lo hagan duro y rápido porque hasta gratis lo haces.
Megan no podía creerse que ese hombre le hablara de ese modo. Si quiso joderlo, resulta ahora que la jodida es ella.
— Y a ti te gusta maltratar a las mujeres, que estén indefensas... eres un hijo de puta. Te pone caliente ser tan imbécil porque no se te pone dura de ningún otro modo. ¿Sabes? Existen pastillas para que se te ponga dura sin necesidad de joderle la vida a ninguna mujer.
— Estas graciosa, Megan. Eso no me hace falta, para algo te he atado. —Levantó una ceja burlón.
— Que te follen.
— Oh, sí. Ahora mismo cumplirás con tu deber. —Sus palabras la dejaron estupefacta y vio el brillo carmesí en sus ojos.
La tomó de la cintura sin ella esperarlo y le dio la vuelta. Megan gritó y se movió tratando de huir, queriéndose escapar de él. Tiró de ella y de su cabello nuevamente hasta colocar sus caderas al final del colchón y hacer que sus rodillas quedaran en el borde de la cama, con el trasero levantado.
El bersercker le estiró los brazos sin ningún cuidado por encima de la cabeza y la obligó a apoyar el rostro sobre la sábana rota y mugrienta. Megan estaba roja de luchar, cansada, con el cuerpo herido, pero sobretodo… asustada.
— Haber, perra.
Se arrodilló justo detrás de ella y puso las piernas a cada lado de las suyas mientras con las manos la ponía en posición. Luego juntó su pelvis a las nalgas de la azabache.
— ¿Recuerdas cuando me hiciste pasar esa gran vergüenza diciendo que la tengo pequeña? Oh nena, yo sí lo recuerdo muy bien y no se me ha olvidado. Te demostraré cuanto te has equivocado ¿Te gusta que te peguen? Hay mujeres a las que les gustan los azotes.
Le pasó la mano caliente por los tonificados muslos. Megan notaba las manos ardientes del alfa sobre su piel. Tenía unas manos inmensas. La postura, el trato, las palabras, todo era indignante. Aunque en su cabeza comenzaba a latir aún más fuerte sentía aquel pitido, mientras que su cuerpo se sensibilizaba de golpe ante el tacto de ese animal. ¿Cómo podía ser posible?
— Tienes que parar… Damon, para.
Le ordenó mientras se le deslizaban las lágrimas por la comisura de los párpados al estar consciente de que lo que no sucedió en el auto pasaría realmente allí y no podría evitarlo.
«Por dios, que alguien me ayude.»
— ¿Por qué debería? —susurró en su oído, apoyando todo su torso en la espalda de la azabache— Esto es lo tuyo. A ti te gusta esto, te gusta el sexo duro.
— No me conoces para hablar tanta mierda. —Negó con la cabeza. Estaba pálida y se le había secado la boca de golpe, así como se le disparó el corazón— No sabes nada de mí, maldito chucho.
— ¿Lo pasaste bien con Ken y los suyos? Los chicos hablan divinidades de tus servicios. De lo caliente y complaciente que eres en la cama… todo un volcán a punto se hacer erupción. —Mordió el lóbulo de su oreja, deseoso de ser él quien se mesa dentro de ella.
No tenía ni la menor idea de quien era ese chico que el aesir mencionaba de manera tan venenosa. Ya estaba tan cansada de explicarle las cosas que parecía que iba a desfallecer en cualquier momento y lo deseaba con muchas ansias.
Todos los vellos de su cuerpo reaccionaron ante el suave y sensual mordisco del alfa, pero luego notó la inmensa erección de animal que se traía ese hombre y esta vez sí quiso apartarse asustada, huir despavorida cuanto antes.
— Ni hablar, álainn.
Damon ya no era él mismo. Estaba impregnado del olor que emanaba de la joven que tenía acorralada. Excitado por completo, hasta llegar al punto del dolor.
— No te irás a ningún lado, perra. Te quedarás tranquilita.
— Esto me da miedo, tú me das miedo. —murmuró ella tratando de despegar el rostro de las sábanas y obligándose a respirar más pausadamente— ¿Es lo que quieres conseguir?
Le temblaba la voz y le sudaban las manos, al igual que la cabeza y aquel zumbido la traían mal.
— Lo has conseguido, pero ahora suéltame. Por favor.
El bersercker inhaló el aroma de su esbelto cuello, retirando con la nariz el pelo largo que lo cubría. Estaba hipnotizado por aquel perfume que destila a el cuerpo de la azabache. Él no razonaba en lo más mínimo sus acciones, solo su erección parecía estar ocupando el lugar de su cabeza.
— No me has contestado, ¿quieres que te muestre lo equivocada que estabas? —Embistió otra vez contra ella, esta vez más duramente.
Tras esa embestida Damon provocó que el cuerpo de Megan se impulsara hacia delante, pero él la tenía bien sujeta de las caderas así que no se le iba a escapar. Aquello era un castigo realmente. El karma estaba siendo un asco con ella, ¿tan mala había sido?
Una vez escuchó a su madre decir que el mal que haces en la vida regresa a ti en las otras siguientes y debes saber cómo solucionarlo, es tu decisión si cambiar o seguir cometiendo el mismo error. Si era así, algo muy malo había hecho ella en vidas anteriores para sufrir ese calvario en aquel lugar y con aquel hombre.
— Eres un gilipollas, Damon.
Se atragantó con sus propias lágrimas a la hora de maldecir nuevamente su nombre. El alfa clavó los dedos en su tierna piel y le gruñó en su oído como un perro celoso y posesivo.
— Todavía no te he hecho nada, álainn. —Su voz sonó ronca y delató ese deseo que lo traía loco.
— Me lo estás haciendo todo desde que apareciste en mi habitación, imbécil. Ya te he dicho que no se de quien me hablas, no conozco a ese tal Ken —La voz de Megan sonaba estrangulada por el dolor— No me he acostado con ninguno de los que piensas, nunca. ¡Así que suéltame!
Damon no le creía, se incorporó un poco dejando de lado las caricias y miró su trasero. Le pasó las manos por las caderas y sin pensarlo dos veces desgarró aquel short blanco. Se quedó lívido. Su cerebro sufrió un colapso momentáneo. Tiró con tanta fuerza que accidentalmente le rompió igual las bragas.
— ¡No, no! ¡Damon!
Ya él no podía reaccionar, Damon solo podía contemplar aquella belleza totalmente desnuda para él. Sus ojos se oscurecieron pasando del ambar claro a un carmesí casi negro, todo al ver también la marca de sus dientes en su nalga. Le había marcado con mucha fuerza, olía a él. Era suya.
— Damon, detente. Por favor.
Esta vez ya lloraba a lágrimas vivas, intentando por todos los medios ahogar los sollozos y que ese animal entrara en razón, cosa que era imposible.
— No me hagas esto. No.
— ¿Me has llamado perro y chucho en muchas ocasiones? Pues sí, ahora te lo voy a hacer justo como lo hacen los perros. En definitivas, eso es lo que soy ¿cierto, álainn?
Acarició con gentileza su pálida piel que contrastaba con la suya ligeramente más bronceada, y delineó la marca que sus dientes habían dejado. Ella sintió nuevamente el zumbido en la cabeza y él seguía distraído con aquella mordida.
— Te queda tan bien. —añadió fascinado ante tal marca de posesión.
— ¡No me toques, chucho! —gritó desesperada.
— Megan, dile a Damon que lo estoy viendo. Dile que no estoy muerta.
El zumbido desapareció para abrir paso a una voz dulce y un delicado aroma a violetas. Megan abrió los ojos sorprendida, allí no habían flores. Agitó la cabeza para quitarse los pelos de la cara y miró hacia adelante. En la orilla de la cama, más hacia arriba cerca del cabezal, había una extraña claridad. La voz venía de allí.
— Megan, soy Alice... confía en mí. Díselo, o de lo contrario no se detendrá. Vamos, nonne.
— ¿Sabes que Alice te está viendo?
Las caricias que torturaban su piel cesaron de golpe. Damon se levantó desorientado al escuchar ese nombre otra vez. Oh Alice. Se había atrevido a nombrar a su hermanita otra vez, ¡la muy perra!
— Alice… Alice no está muerta.
Eso dejó aún más desubicado al aesir. «¿De qué habla? Yo la vi muerta» pensó irritado.
— Alice está viendo todo lo que me haces y... se ve que es tú hermana. Ustedes y su puñetera manía de meterse en mi cabeza.
— Megan, céntrate. Dile que nada es lo que parece y que no me imaginé que él pudiera actuar así nunca. Ese no es el código de un verdadero aesir. Dile que se avecinan tiempos difíciles para la manada, pero principalmente... no estoy muerta.
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Significado de palabras en negritas:
Aesir o berseckers: Guerreros de Odín, conocidos también como lobos originales. Al igual que los vanirios al caer bajo el hechizo de Loki se vuelven nosferátums o lobos defectuosos.
Nonne: apelativo cariñoso noruego que significa hermanita.
Álainn: en gaélico antiguo significa bella.
¡¡¡¡Holaaaa!!!!! 👋👋👋👋
¿Qué les pareció este capítulo?
¿Quieren saber qué pasará?
Dicho esto, espero que hayan disfrutado de la lectura y ahora le den a la estrellita que sale al final de este capítulo, no se preocupen que por ello no les dará un calambre en su lindo dedito ;-)
Déjenme saber sus teorías en los comentarios que yo las leeré 😊🥰
No sean fantasmitas por fiss
Continúen leyendo😊😊😊❤️❤️❤️
GRACIAS POR TODO SU APOYO 🥰😘
Adiós, y nos vemos en otro capítulo. Cuídense mucho y besos💋💕
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