Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capítulo #15

Narrador omnisciente:

Damon friccionó con más fuerza su entrepierna. Se frotaba sin compasión contra ella. Quería apagar ese fuego que lo consumía pero por mucho que se esforzara no lo conseguía.

Mientras no cesaba en sus movimientos, acercó su boca a la herida de la mejilla y la lamió, entornando los ojos del placer sabroso de su sangre aunque no fuese vanir ambas especies pueden diferenciar a las personas por su sangre... por el olor o sabor de esta.

No podía leer nada de ella, porque la sangre se había mezclado con el agua de la lluvia, el polvo y el lodo de la carretera, además, no era posible para su especie beber en cantidades, como lo debería hacer un vanir para conseguir sus propósitos. Él podía degustarla debido a que su espíritu guardián era de un vanir.

Aunque sin poder saber nada de ella por ese líquido carmesí que escapaba de su mejilla algo había que admitir, era sabrosa hasta límites que nunca podría haberse imaginado.

Megan sintió una quemazón un poco fuerte en la cara. ¿La estaba lamiendo? ¿Pero este chucho quién se cree, acaso no tiene límites?

— La saliva es curativa y cicatrizante. —le dijo él rozando su sien con sus
labios.

No entendía porqué pero quería cuidar de ella, besarla, clamar por su cuerpo y sanar sus heridas. Todo era tan confuso para Damon en ese sentido.

A continuación, él deslizó sus labios hasta la mano que tenía apoyada en la boca de ella. Con la mirada le advirtió de lo que pasaría si volvía a hablar. A la azabache se le empezó a nublar la vista. Su cuerpo estaba en tensión y sentía que incluso su propia piel quemaba.

El alfa no dejaba de moverse, de apretarla y friccionarse con ella, y ella… ella empezaba a sentir que iba a volverse loca. Un placer palpitante, un cosquilleo, los músculos de su entrepierna empezaban a moverse… estaba sufriendo espasmos.

No, qué vergüenza… No podía correrse con él. No, con él no, no así. No, pero su cuerpo ya no le obedecía. Damon se adueñó de él desde la hora en punto que su voz cruzó por su mente.

Sonrió al ver la lucha interna de la chica en sus ojos, en el modo de apretar la mandíbula, desesperada. Estaba a punto de correrse y no quería que fuese con él.

Apartó la mano de su boca y deslizó la lengua por la comisura de sus labios,
lamiéndola como si fuera un gato. Un gato salvaje. Lamió el labio inferior y
luego el superior. Ella ya casi no tenía fuerzas para seguir frunciendo los labios.

Un pequeño gemido escapó de estos y él sonrió victorioso ante tal sonido que se quedó impregnado en sus sentidos.

Ella no iba a permitir que él la besara. Necesitaba tomar aire, bocanadas de aire. Entre abrió la boca y empezó a respirar sin ritmo como si se le fuera la vida en ello. Damon gruñó de placer y volvió a deslizar las manos por su cintura, pasando por las caderas, hasta coger las nalgas con brutalidad. Eso era él, un bruto sin remedio.

Las alzó contra él, y empezó a moverse más duro y rápido que antes. A la arqueóloga se le escapó nuevamente otro sonido gutural.

«No, por Dios. No, por favor.»

Damon tenía la boca abierta y los colmillos desarrollados, quería hincárselos y marcar a su hembra mientras ella llegaba al orgasmo.

Tenía los ojos fijos en su boca, y ella apartó la cabeza y la ocultó en uno de sus propios brazos, ofreciéndole inconscientemente el cuello. Seguía con las manos sobre la parte de arriba del asiento.

El alfa rugió como todo un perro salvaje al sentir cómo la piel palpitaba en esa zona, en su feminidad, y la
abrió más con sus piernas para apretarla y friccionarse de arriba abajo contra ella. Más rápido, más fuerte, más… en todos los sentidos.

Megan cerró los ojos con fuerza. No, no podía estar pasando. De repente, un estallido de placer se hizo presente. Fuegos artificiales, muchas estrellas, espasmos corporales, una sensación líquida entre sus piernas y el mundo que se acababa.

Se estaba corriendo con él y él lo sabía. Se estremecía violentamente en sus brazos. En los brazos del monstruo, de su secuestrador. Esto definitivamente era Síndrome de Estocolmo.

No había podido controlar su inexperto cuerpo. Lo había intentado pero aquel hombre salió vencedor. La había provocado, estimulándola hasta el clímax.

Él soltó sus nalgas a regañadientes luego de ver lo que había ocasionado y colocó las manos sobre el asiento, a cada lado de su cara. Murmuró algo indescifrable posiblemente para ambos.

Ambos respiraban entrecortadamente. Él todavía tenía los caninos largos, pero el color de los ojos no le había cambiado a rojo como los de Jackson, los de él seguían turquesa.

Cuando ella lo miró, pudo ver lo orgulloso que se sentía de avergonzarla de esa manera.

— Así me gusta —La miró con determinación y algo más que ella no supo descifrar... ¿Posesión, quizás?— Que obedezcas a tu amo en todo, slave.

¿Era orgullo? ¿Estaba orgulloso de ella? No, no podía ser. Oh, por favor. Solo faltaba eso para acabar de enterrar los restos de su pobre orgullo.

El alfa echó un vistazo a sus
pechos, su cuello y sus mejillas. Estaban teñidas de rojo, rojo pasión o rojo vergüenza. No sabía distinguir pero si se sentía orgulloso de ser él el causante de tal reacción.

— Si te pudieras ver… ahora sí que pareces una perra de verdad.

La azabache le prometió con la mirada que lo mataría si pudiese o cuando tuviese oportunidad. Volvió a esconder la cara en su brazo y se echó a llorar como una niña pequeña. Damon intentó comprender la situación en la que se encontraba la joven.

Obviamente, tenía que sentirse
derrotada. Se lo merecía, pero aún así él no debía alardear tanto de lo sucedido entre ellos. Bajó la mirada para verse aplastado contra su sexo. Todavía estaba duro como una roca, él no había tenido ninguna liberación y no podría tenerla... si lo hubiese hecho ella no hubiera sobrevivido.

Se levantó un poco apoyándose sobre sus brazos y vio como el vello púbico del mismo color que su cabello se transparentaba a través del short rosa pastel mojado.

Agarró el short y tiró de él. No podía aguantar más, tenía que hundirse en ella y calmar el dolor de su entrepierna, aunque ella no lo resistiría.

— No, te lo ruego... Damon, por favor. —gritó Megan cogiéndole la muñeca con la mano que aún le respondía.

El peli negro tensaba el short con sus dedos. Ambos sabían que si le daba un tirón más, se desgarraría y la dejaría desnuda... tal como él quería verla.

— ¿No, qué? Megan. —Levantó una ceja divertido.

Aunque en realidad no había nada de divertido en lo que estaba pasando dentro de aquel auto. Megan no creyó jamás que pudiera odiar a alguien como odiaba al aesir en ese momento, ni siquiera por James Blacke sentía tanto odio y eso que él era el culpable de todo su sufrimiento desde niña.

Él no esperaba oír las palabras que la azabache se dignó a pronunciar. Bien, ella tragó saliva y sintió el sabor de la terrible derrota y la vergüenza sin remedio. Amargo. Muy, muy amargo...  como si se hubiera dado un trago de vinagre.

— No, por favor… amo. —Solo aquellas palabras evitarían que esa bestia hiciera lo que tenía planeado.

Damon levantó la barbilla, tomó aire por la nariz, levantando el pecho con el movimiento, y cogió a su vez la barbilla de ella para alzarla hacia él. No podía creer lo que ella había dicho pero le fascinaba y le exitaba mucho la sola idea de que la joven le llamase “amo”.

— Vas aprendiendo, slave. Nos llevaremos bien si sigues así de obediente.

Colocó bien su asiento y de un salto se encaramó a la zona del piloto. Megan
que seguía temblando, lo miró de reojo queriendo acabar con aquella sonrisa de imbécil que traía en su rostro el alfa pero ella iba a vengarse en algún momento.

Al menos con lo dicho ya no lo tenía encima. No estaba segura de relajarse todavía. ¿Relajarse? Nunca más podría hacerlo en su vida, porque ya no tenía en quién confiar... Damon se lo demostró.

En su mundo, no puedes confiar en nadie porque hasta una mosca puede traicionarte. ¿Irónico, no?

— Damon, acabamos de pasarte por el lado —Se escuchó la voz de Logan que resonó por todo el coche.

Venía al parecer de el comunicador de última generación que había instalado en el Mercedes.

— ¿No has podido esperar, eh, alfa? Te la has tenido que tirar, ¿verdad? —Esta vez la voz que se escuchaba era la de Owen.

Damon miró de reojo a Megan que había vuelto a ocultar su cara entre sus brazos y se había tomado las piernas como si fuese una pequeñita dándole la espalda. Una espalda que se movía temblorosa por el frío.

— Lo que hagamos o dejemos de hacer ella y yo no te concierne, Owen así que no metas las narices donde no se te llama.

— Al menos él no es tan cobarde como todos ustedes… pero tienen algo más fuerte en común… —gritó la azabache enrojecida y furiosa— Abusones de mierda… la tienen chiquita, cabrones... —dijo esta vez con un hilo de voz y atragantándose.

Abrió la puerta del coche por tercera vez, se deslizó por el asiento, cayó a cuatro patas en el asfalto y empezó a vomitar de tanto asco que le producía lo que sucedía. Tuvo que dejar de apoyar las muñecas rotas, así que se quedó solo con las dos rodillas contra el suelo mojado mientras tenía que oír como a través del manos libres después de un silencio algo incómodo... Owen y Jackson rompían a carcajadas.

Damon la miró muy seriamente, no soportaba esa situación. Un músculo de la mandíbula le temblaba sin control alguno. Nadie lo avergonzaba así.

«¿¡Cómo es eso que la tengo chiquita!?»

«¡Ay Megan, verás cuanto te equivocaste!»

— Así que la tienes pequeña, eh primo… —añadió Owen ahogando la risa.

Él seguía sin contestar. Estaba impasible. No apartaba la mirada de ella.

— Muy bien, ya dejen la payasada. ¿Qué hay del cuerpo de los guardaespaldas y la dueña del lugar?

— Están ocultos en el bosque, desintegrados por completo. Todo controlado, primo. Ahora solo queda saber si eres capaz de controlar a esa tigresa que va contigo. No va bien para tu reputación de guerrero empoderado que una perra ande diciendo por ahí que la tienes chiquita, ja, ja.

— Tranquilo. Solo está conmocionada por lo que le he hecho. No decía tantas estupideces cuando la tenía gimiendo.

Volvieron a sonar las carcajadas.

— Nos vemos después.

Apagó el comunicador y salió del coche con determinación y una mirada muy peligrosa. Parecía mentira que la joven tuviera tantas agallas estando como estaba.

La azabache había dejado de vomitar, pero seguía apoyada sobre las rodillas. Respiraba agitadamente, pálida y abatida. El alfa la agarró del cabello de nuevo y la levantó. Megan pensó que si seguía haciéndole eso, se lo arrancaría de raíz.

Abrió la puerta del copiloto y la metió dentro de un empujón. Megan siguió con los ojos al aesir hasta que él también entró en el Mercedes.

— Cuando lleguemos a Gales y te presente a la manada, te demostraré lo pequeña que la tengo de todas las maneras posibles e imposibles, perra ramera —susurró entre dientes mientras ponía la primera marcha para arrancar.

Megan no supo qué responder ante aquellas palabras. Solo sabía que estaba muy cansada y que le dolía todo el cuerpo de tanta pelea. El mundo desapareció de su vista, y esperó a que llegara la oscuridad.

• • •

El viaje hasta Gales fue menos problemático de lo que en un principio parecía que iba a ser. Cuando llegaron al jet privado de don «yo soy tu amo» Megan tuvo que hacer un esfuerzo para caminar hasta las escaleras de abordaje.

Lo consiguió gracias a los empujones
que recibía del mencionado anteriormente. Miró a su alrededor. No sabía ni dónde estaba ni si todavía
seguía en Seattle.

Ya en el confortable avión, Damon le hizo sentar a su lado alejada de los otros tres, más aún de los que le echaban miradas lascivas y furtivas. Ella se cubría el torso como podía, pero el brazo lisiado le dolía tanto que apenas podía levantarlo. Además el haberse lanzado del auto lo empeoró mucho más.

No podía dormirse. Lo intentaba, pero no podía. ¿Y si lo hacía y se
encontraba con que la habían desnudado y algo más? No, eso no. Fingiría que dormía, por si acaso. Era mejor cerrar los ojos que verles las caras de imbéciles que traían las 24 horas.

Todavía esperaba que esos seres demostraran algo de compasión así como en las películas. Si luchaban por los suyos, y vengaban a los que habían matado, eso significaba que tenían corazón dentro de esos pechos, ¿verdad? Y si tenían corazón, todavía había esperanza para ella. O tal vez no.

Cuando llegaron a Gales... el solo identificar el ambiente le ponía los pelos de punta, dos audis les esperaban en el aeropuerto. Entraron en los coches y se dirigieron a algún lugar en particular que ella desconocía.

Intentando averiguar dónde se encontraban, Megan pudo leer un cartel que ponía. Newport, luego otro que indicaba Cardiff y el último que pudo leer, Vale of Glamorgan.

Si fueron más lejos de allí ya no lo supo, porque dio una cabezada. Los ojos empezaban a cerrársele, ignorando sus esfuerzos por mantenerlos abiertos.

El audi paró en seco sorprendiendola ya que casi se va contra el asiento de adelante. Ella miró hacia atrás y vio las luces del otro auto que se apagaban, al igual que ambos motores. Dios mío. Ya habían llegado. Quiso parecer serena y para nada asustada, pero no pudo... todo le temblaba.

Cuando Damon la sacó del coche, sus rodillas parecían gelatina y no podía andar. Tiritaba sin control y seguramente tendría muy mal aspecto y mal olor debido al haber vomitado, pero eso era lo de menos... habían llegado al matadero.

Él la miró de arriba abajo, despreciando cada centímetro de su cuerpo.

— Vamos.

La tomó del codo bruscamente y empezaron a andar. Los alrededores eran tan oscuros… Sin embargo, sabía que donde estaban había mucha vegetación. Lo sabía porque olía igual que el jardín de la casa de vacaciones donde habían campos de vid, cuando estaban húmedos después de regarlos.

Se acongojó al recordar esa casa. ¿Y aquel lobito? ¿Estaría bien? Alguien tenía que cuidarlo. Se entristeció al imaginar que no estuviese vivo después de aquel incidente.

La llevaron por unas escaleras que descendían a unos túneles subterráneos, debían pasar por allí para llegar al otro lado sin ser vistos.

Megan no podía ver nada debido a que todas las luces del otro lado estaban apagadas, pero ellos sin embargo parecían tener visión nocturna o a lo mejor se dejaban guiar por el sonido como si las lechuzas fuesen su mapa.

Llegaron a una casa inmensa, abrieron una puerta y se hizo la luz, entonces ellos la guiaron a un lugar como si fuese el sótano. Ante ellos aparecieron un montón de pasadizos con las paredes de piedra y con símbolos grabados en ellas con una belleza inusual y mística, parecían jeroglífico solo que para su basto estudio ella no podía distinguir de que cultura eran.

El suelo era de mármol, un mármol claro y pulido, que hacía sonar los tacones de las botas antiguas, que solo ellos llevaban, con gran elegancia.

Megan miró hacia abajo. Sus pies seguían descalzos y con rasguños. Se adentraron por un pasillo más ancho y largo que los anteriores. Al final del
pasillo había una puerta de madera de roble con las empuñaduras de oro en forma de rombos verde esmeralda. Realmente eran esmeraldas.

Damon puso la mano sobre la empuñadura, no sin antes darle una última mirada de odio a la azabache.

Ella agachó la cabeza, no quería mirarlo. Damon abrió la puerta y apareció el lujo.

«Joder. ¡Está gente serán millonarios!»

«Ni mierda, por eso se creen tanto.»

Era un salón tan grande que de pie podrían caber hasta más de 4 equipos de fútbol. Algo impensable de encontrar en un sótano. Sin embargo, aquel lugar era bonito y elegante, aunque Megan pensaba que lo que sobraban eran los seres extraños que había en ella.

En el centro del salón, se encontraban tres sillas delanteras y tres un poco más atrás, las seis muy elegantes y grandes decoradas con motivos antiguos. En ellas estaban sentados dos hombres y una mujer que parecía devorarla con la vista... el resto estaban vacías.

Ellos estaban vestidos con ropa antigua, capuchas rojas... parecían las caperucitas salidas del libro y sotanas del mismo color, y alrededor una gran multitud de gente.

Megan advirtió que estaban molestos y mucho pero aún no comprendía porqué y qué tenía que ver ella con ellos. Los hombres que allí se encontraban eran grandes y robustos. Peligrosos y amenazadores. Fríos e… irresistiblemente hermosos, pensó que debían de haber salido de algún libro. Y todos, sin excepción, la miraban a ella con ojos hambrientos y lascivos.

«Haber, pero qué problema tienen con mi cuerpo.» pensó un poco asustada.

Las mujeres eran elegantes y de belleza etérea como el mismo cosmos. Parecían diosas nunca antes vistas en la tierra. Eran tan guapas que ni siquiera la cirugía estética haría tales maravillas… de igual modo la miraban a ella. Con curiosidad de qué pasaría más adelante, sí, pero con mucho odio también... El suficiente para dictar castigo a una traidora.

🌸🌸🌸🌸🌸🌸🌸🌸🌸🌸🌸🌸🌸🌸🌸🌸🌸🌸

Significado de palabras en negritas:

Aesir o berseckers: guerreros de Odín, conocidos también como lobos originales. Al igual que los vanirios al caer bajo el hechizo de Loki se vuelven nomferatum o lobos defectuosos.

Vanirios o vanir: son guerreros de gran belleza, son los originarios creados por las diosas del mismo nombre "Vanir" y cuando son corrompidos por Loki se convierten en vampiros perdiendo gran parte de su encanto y fortaleza única. 

Slave: en noruego significa esclavo/a.

¡¡¡¡Holaaaa!!!!! 👋👋👋👋

¿Qué les pareció este capítulo?

Espero que les haya gustado

¿Quieren saber qué pasará?

¿Qué opinan acerca de lo que dijo Megan de Damon?

¿Qué castigo creen que le dicten a la traidora?

¿No tienen dudas de por qué Logan no aprueba lo que sucede?

Déjenme saber sus teorías en los comentarios que yo las leeré 😊🥰

No sean fantasmitas por fiss

Continúen leyendo😊😊😊❤️❤️❤️

GRACIAS POR TODO SU APOYO 🥰😘

Adiós, y nos vemos en otro capítulo. Cuídense mucho y besos💋💕

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro