Capítulo #10
Narrador omnisciente:
¿Slave?
¿Slave dice?
¿Qué carajos es una slave?
—¿Has matado a mis amigos? —preguntó ella ahogando un sollozo.
— Tus amigos metiches están allá abajo controlados. —Inhaló su perfume a flores silvestres y rocío de madrugada de nuevo, rozando con su
nariz la vena subcutánea que corría bajo la piel de su cuello.
Él estaba siendo consciente del gran pánico que sufría la pelo negra en cada una de las partes de su esbelto cuerpo debido a tal proximidad.
¿Por qué no podía parar de mirarle?
¿Por qué se apiada todavía de la vulnerabilidad de la chica?
Sintió como su pene se ponía más duro que una roca al tener a Megan tan pegada a su cuerpo y con tan pocas prendas. Presionó su ingle a la de ella tratando de apaciguar ese dolor que subía desde su entrepierna.
— ¿Quién eres? ¿Qué quieres de mí? —Lo miró pero está vez de manera desafiante, mientras intentaba apartar ese roce íntimo de ella y de su cuerpo.
Quería alejarse del infierno humano que parecía ser el cuerpo de aquel hombre, un infierno de deseo y mucha lujuria sin autocontrol o frenos para detenerlo.
¡Joder! La nena tenía agallas, pensó Damon y eso lo ponía aún más caliente, pero había que bajarle un poco los humos a la chiquilla.
— ¿Qué quiero de ti, álainn? Déjame pensar... ¿Sabes? Me ofende mucho esa pregunta cuando tú ya conoces la respuesta. —Con la mano libre le acarició la garganta suavemente haciéndola estremecer, la clavícula y el lindo caminito que guiaba a sus perfectos pechos.
Megan apretó los labios con fuerza y sintió como los ojos se le humedecían por las lágrimas que contenía, no eran tan solo de dolor sino también de rabia. Apartó la cara cuanto antes para tomar un poco de aire e impedir que esa bestia la viera llorar.
¿Cómo podía pasarle eso a ella? ¿Qué había hecho para merecerlo?
El karma debía ser de lo peor para estarle cobrando algo luego de todo lo que ella a sufrido.
El aesir se sintió victorioso ante la vulnerabilidad de la joven.
— Vaya... —Con el mayor atrevimiento del mundo la tomó de la camiseta y se la desgarró hasta dejar sus lindos senos desnudos a la vista— Álainn esta ropa no te pega en lo absoluto, como tú eres mi slave no me apetece que la lleves sino te favorece. —Tiró de la tela rosado pastel con una sonrisa cínica adornando su rostro.
— Mira maldito chucho yo no soy una puta así que deja de tratarme como si lo fuese, imbécil.
Megan intentó forcejear con el joven de cuerpo voluptuoso pero no fue posible. Quería liberar sus muñecas de las garras de ese rufián pero la agarraba tan fuerte que no dudaba que en cualquier momento iba a romperle uno por uno los huesos, o como mínimo a dejarle unos grandes hematomas.
El azabache la observó guiando su vista en un recorrido de arriba abajo por todo el cuerpo de la chica y sonrió con cierta malicia. Era increíble que incluso semidesnuda tuviera atrevimiento y orgullo para enfrentarse a él.
— Oh mi querida Megan, esos no son modales para una dama. Ay, espera se me olvidó que no eras una dama, zorra. Pero no te preocupes, slave, yo te enseñaré un poquito de educación mientras seas mi sumisa.
La peli negra palideció al escucharle decir su nombre con tanta naturalidad.
— ¿Cómo sabes quién soy? ¿Qué quieres de mí? ¿Y a quién has llamado zorra? La única zorra que hay aquí la tengo en frente, estúpido.
— Se muchas cosas de ti, álainn, muchas. —le dijo él al oído— Para responder a tu pregunta, no quiero nada de ti, Blacke.
Entonces fue ahí cuando lo comprendió, la respuesta se iluminó ante ella como si tuviesen bombilla de colores. Todo aquello ya había sido premeditado y de seguro tenía que ver con James. Su padre era un hombre millonario y poderoso, podía ser víctima de algo tan horrible como
aquello. Secuestro, extorsión, manipulación, robo... violación y ello sería triste para él.
«¿A quién engaña?» pensó Megan entendiéndolo todo. No era más que un plan de James Blacke para deshacerse de ella y recuperar su empresa.
— ¿Y Al... Aldo? —preguntó esta vez sin poder detener las lágrimas.
— Lo tenemos abajo, álainn. No llores —dijo este fingiendo que le afectaba verle así— Pobrecita la pequeña...
Volvió a embestirla con la ingle. Un calor fulminante recorría todas las zonas de su cuerpo, y él devoró con la mirada el de ella, de la punta de la cabeza hasta la de los pies.
Megan sintió que su mirada la devoraba. Se sentía acorralada entre aquellas cuatro paredes inmensas, estaba aterrada, asustada... Pero esos ojos que la evaluaban dejaban una marca de fuego sobre su piel tres veces peor que la del infierno.
¿Qué le estaba haciendo?
¿Acaso la manipulaba con esos bellos ojos?
Ella forcejeó pero al ver que no traía resultados recordó una rutina que le enseñó Joshi para protegerse, era autodefensa y fingió darse por vencida colocando así una pierna entre las de él para luego ascender la rodilla en un golpe seco y duro que lo hizo gemir.
El aesir aulló y cayó de rodillas poniendo las dos manos sobre su entrepierna.
Ella corrió en cuatro patas hacia la puerta pues el dolor no la dejaba erguirse para socorrer a sus amigos mientras las lágrimas caían por sus mejillas sin ningún control. De tanto silencio parecía que tanto Aldo como los demás estaban muerto, bajó las escaleras asustada y los encontró en el suelo, le preocupaba que no se despertasen.
— Joshi, vamos tonto despierta. —le susurró abrazándolo contra su pecho.— Por favor despierten...
Lloró esta vez tratando de levantar al rapado pero ni señales de que lo consiguiera. Necesitaba el cálido abrazo de su amigo para sentirse fuerte.
— Vamos Aldo, abre los ojos para mí por favor. Son lo único que tengo, no me dejen...
Damon pareció ya haberse recuperado y se alzó detrás de ella y la vio mecerse para delante y para atrás con la mitad del cuerpo de aquel rapado entre sus brazos y algo comenzó a carcomerlo desde adentro.
Megan podría haber huido, pero prefirió socorrer a aquellos madadh allaidh. El aesir trató de eliminar cualquier pensamientos de su mente referente a que un arma tan letal y peligrosa como ella podría demostrar lealtad y sumisión a un simple grupo de madadh allaidh.
El peli negro rugió como un animal salvaje y dejó que los colmillos tomaran su forma depredadora, ya se estaba hartando de tanto jueguecito.
— Megan Blacke.
Ella dejó de mecerse asustada al sentir que aquel hombre ya se había recuperado del golpe. Tenía miedo, mucho miedo por lo que le pudiera hacerle ahora que estaba tan enojado.
No entendía nada. No sabía si era uno de los secuaces de James Blacke o algún enemigo que llevaba espiándolos durante mucho tiempo para preparar un golpe.
¿Y si era simplemente un psicópata violador?
Ya lo había pensado desde antes pero no podía ser tan solo eso, debía haber algo más puesto que él la miraba con odio y cierto resentimiento, como si ella le hubiera hecho algo horrible y buscara venganza. Pero eso era imposible. Nunca se había llevado mal con nadie por el simple hecho de que nunca se encariñó con nadie para así no causar daño y tampoco desviarse de su plan contra James.
Sintió como de repente una mano fuerte se cernía sobre su cabeza y cerraba el puño sobre su abundante cabellera. Volvió a tirar de ella hasta alzarla y despegar sus pies del suelo.
Ella intentó clavarle las uñas en las muñecas, en el brazo... tal vez alcanzar su rostro, pero el monstruo aquel no respondía al dolor en lo absoluto.
La lanzó de nuevo contra la pared que quedaba cerca de las otras escaleras, esta vez con más fuerza. Ella se quedó sin respiración por el impacto y luchaba por conseguir que una bocanada de aire entrara a sus pulmones. Lo más seguro es que no los ha perdido por milagro.
El aesir ya bestializado miró como sus pechos se movían al compás de su respiración, arriba y hacia abajo. La tomó de la barbilla antes de dejarla caer al suelo como si fuese un saco, y la obligó a que lo mirase, aunque ella luchaba con uñas y dientes para evitarlo. Si le miraba perdería.
— Mírame álainn. —le exigió con aquella voz seductora ahora cerca de su oído.
Ella sintió un calor súbito que la invitaba a obedecer a esa bestia. Aquella voz era sexy, melosa y seductora. De seguro que si le hablaba así por un megáfono a un grupo de chicas y les pidiera que se lanzaran frente a un grupo de autos ellas lo harían sin chistar. Eso debía de ser algún tipo de magia negra.
Temblando obedeció a sus palabras y deseó al instante no haberlo hecho nunca en su vida.
Su rostro no había cambiado mucho de lo que ella recordaba haber visto en la habitación pero a su boca ahora le adornaban unos colmillos que le habían salido... más puntiagudos y largos que los de aquellos lobos que le acompañaban, y su mirada, había dejado de ser seductora y vengativa, para convertirse en una mueca llena de oscuridad y pecado.
Era la boca de un jodido depredador. Pero aún así no dejaba de parecerle el hombre más hermoso que había visto nunca antes.
¿Qué demonios estaba pasando?
¿Qué era él?
¿Por qué tenía esos colmillos?
Mierda Megan, relájate. Los vampiros no existen, los vampiros no existen... o al menos eso nos vienen diciendo desde que tenemos uso de razón. Ese era el mantra que recitaba mientras trataba de no perder la calma.
— Ya sabes lo que soy, álainn. ¿No lo recuerdas? —contestó él casi leyéndole la mente— Tú también perteneces a este mundo álainn. Me perteneces a mí pero me desobedeciste álainn, me traicionaste. Maldita perra.
Megan no podía cerrar los ojos. Tenía que ver aquel espectáculo para cerciorarse de que fuera real y no una de sus crisis agudizándose.
— No sé de qué me estás hablando chucho. —susurró ella con los ojos anegados de lágrimas. Ya no podía más.
— ¿Así que no solo eres una traidora y cómplice de intento de asesinato, sino que también eres una perra mentirosa?
— No sé de qué me estás hablando maldito imbécil. Si quieres que entienda algo deja de comportarte como una bestia y explícame. —volvió a gritarle a un suspiro de su cara.
Observó bien sus dientes y sus ojos ahora de un ámbar muy brillante.
— He visto muchas cosas pero aún así yo... yo no creo en los va... vampiros. Y seas lo que seas, psicópata asqueroso de mierda, no sé qué quieres de mí. Y si quisieras al... algo,
no obtendrías nada tratán... tratándome así de es... está manera.
¿Se estaba encarando con él? Pues sí, Megan trataba de mostrarse firme ante aquel aesir.
Damon volvió a cogerle las muñecas y a sostenerlas contra la pared, sobre su cabeza.
— Me da igual cuanto te resistas, álainn. Al final voy a ser tu peor pesadilla, tu tortura empieza a partir de ahora. Seré tan malo contigo que serás tú quien pidas clemencia y suplique como la perra que eres. Te daré tu castigo. —Su voz cortaba como si de una daga se tratase.
— Has matado a las únicas personas que han estado conmigo desde que era una niña, los únicos que me han comprendido, imbécil. ¿Crees que hay un castigo peor que ese? No sé de que mierdas me hablas, yo a ti no te conozco y tampoco soy un trofeo ni un inmueble para ser propiedad de nadie.
— Oh nena, ya te he dicho que no los he matado y claro que sabes de que te hablo. Atentaste contra mi jodida vida, por tu culpa nunca he sido digno y traerás desgracias a mi clan, a mi gente. Por ello debo de acabar contigo o los lobos danzaran sobre una ruleta en dirección a los brazos de Loki.
— Creo que te... te confundes de persona. ¿Loki? ¿Los lobos danzaran en una ruleta? ¿Tu clan? ¿De qué demonios me hablas chucho? —Las rodillas se le doblaban, los dientes le tiritaban de tanto frío y estaba a punto de desmayarse— Mira, porque mejor no te vas y hacemos co... como si nada de esto hubiese pasado... po... por favor.
— Puta cobarde, te niegas a cumplir con tu destino. No permitiré que esa profecía se haga realidad. —le dijo con asco— Te diré lo que voy a hacer contigo. Primero lo primero, vamos a subirte al coche que hay abajo esperando. Te llevaremos en un avión privado a Gales. Ahí te llevaré a mi sótano... —echó un vistazo a sus dulces pechos y a sus oscuros pezones que se encontraban erguidos por el frío del lugar.
Dios, sí que estaba bien deliciosa la condenada. Sin poder evitarlo y perdiendo un poco de su respectivo autocontrol le abrió las piernas con las suyas y se colocó entre ellas.
Presionó su gran erección sobre el sexo de la chica levantándola un
centímetro del suelo por el pequeño brinco que dio esta mientras que con la mano libre acogió con dureza uno de sus senos. Que comience el juego.
Este se ajustaba perfectamente a su mano y era tan suave y sedoso que sintió deseos de lamérselo allí mismo. Total, nadie le vería.
— No... Por favor... Para... Torturame de cualquier manera pero eso no, no por favor... —Sollozó intentando cerrar las piernas.
Damon la miró a la cara. Sentía el calor que provenía de su entrepierna como una invitación a pecar y su humedad tenía bloqueado cada uno de sus sentidos. Él estaba húmedo por causa de una bandida, de su enemiga.
Quería desgarrarle el short y probar con la peli negra todas y cada una de las posturas que decían en el kamasutra. Ella estaba sonrojada, las mejillas las tenía húmedas de tanto llorar, y un leve sudor cubría su cuello, frente y senos haciéndolos brillar. Lo cual le ponía más duro todavía.
Su mirada quitaba el aire, aún teniendo los ojos llenos de lágrimas, esos ojos azul marino que parecen urgar en lo más profundo de tu alma. Y aquella boca... debería estar prohibido tener una boca tan sensual.
El animal que llevaba dentro estaba a punto de saltar a devorarla en todos los aspectos posibles de la palabra, la haría gritar su nombre de tantas maneras distintas que perdería la cordura. Pero debía de esperar a llegar a Gales. Todavía no podía cumplir con su venganza.
Damon algo impaciente de tener que esperar decidió probar un poco del manjar que será solo suyo y con el dedo índice y el pulgar agarró un pezón y lo frotó esta vez mostrando la delicadeza que no mostró antes con la azabache.
Hacía un momento le había agarrado el pecho con violencia cuando quizo deshacerse de la tela que los cubría, y ahora estaba haciendo que se excitara con el enemigo.
— Mírate, álainn. —le susurró lamiendo el lóbulo de su oído para llamar más su atención.
Ella respiraba entrecortadamente.
¿Era eso una especie de caricia?
¿Por qué la acariciaba ahora sí lo que quería era matarla?
— Escúchame bien álainn. —prosiguió deseoso.
Mientras le acariciaba el pecho intentando calmar su ansia por desnudarla enteramente y poseerla ahí mismo sobre algún inmueble.
— Te encerraré conmigo en ese sótano donde nadie podrá escucharte. Por mucho que grites no vendrán a por ti, ¿me entiendes álainn? Te ataré a la cama, te desnudaré y jugaré contigo de las maneras más salvajes que hayas imaginado jamás hasta que me canse de ti. —sonrió de forma lobuna.
Luego ladeo la cabeza para volver a acercarse a su boca.
— Una vez me canse de ti, puede que deje que todo el clan te pruebe y hagan contigo lo que deseen en fin de cuentas eres mi slave, pero primero te correrás conmigo tantas veces como yo quiera y sentirás placer con alguien como yo. Algo que odias tanto Megan. Sentirás placer con el enemigo.
La azabache no podía creer lo que le decía. ¿De qué profecía hablaba? ¿La iba a follar? ¿La encerraría en un sótano? ¿Dejaría que otros hombres se acostaran con ella?
— Eres un monstruo jodido imbécil, tienes la mente podrida. —Lo miró a la cara sin amilanarse y con mucho asco de sus palabras— Mátame ahora. Mátame de una vez, por favor... —le suplicó acongojada.
Damon con cada segundo que pasaba observando a la chica más le llamaba la atención su carácter tan fuerte e indomable. Lejos de parecer una chica cobarde y asustada, Megan estaba demostrando mucho coraje en una situación tan riesgosa como esa.
Pero el aseir hizo negaciones con la
cabeza, la chica era hermosa, lo atraía pero ambos tenían un destino maldito y él no podía permitir que ocurriese lo que estaba predicho.
— No. —contestó evaluando el peso del seno oscuro de la joven con la mano— Tienes que pagar por todo el mal que has causado, álainn.
— Esto tiene que ser un error chucho... —dijo débilmente.
Esa mano le estaba mostrando las puertas del infierno y las llamas que la van a consumir una vez que entre en él.
— Deja de tocarme así estúpido. Te estás equivocando de persona. —gritó furiosa.
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Significado de palabras subrayadas:
Álainn: en gaélico antiguo significa bella.
Aesir: guerreros de Odín, conocidos como berseckers o lobos originales.
Slave: en noruego significa esclavo.
Madadh allaidh: en gaélico antiguo significa Bestias-lobo.
Loki: Dios nórdico de las mentiras y los engaños, hijo de Odín.
¡¡¡¡Holaaaa!!!!! 👋👋👋👋
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GRACIAS POR TODO SU APOYO 🥰😘
Adiós, y nos vemos en otro capítulo. Cuídense mucho y besos💋💕
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