Capítulo#1
Narra Megan:
La fuerte llovizna caía de forma precipitada sobre las vacías y silenciosas calles de Seattle, definitivamente en un día como este era poco recomendable salir. El corazón me late muy deprisa. Doy un traspié, pero por suerte no me caigo de bruces contra la negrura del asfalto. Levanto la cara y agradezco entre sarcásticas maldiciones a la lluvia.
Cierro los ojos y respiro hondo, dejo que el aire me purifique luego de un largo y tendido camino a altas velocidades. Muevo ligeramente la cabeza. Mi corazón recupera su ritmo habitual y puedo volver a respirar. Me dirijo a la carretera de enfrente.
Muevo la cabeza intentando regresar a la realidad y bajar de las nubes. El corazón me aporrea el pecho a un ritmo frenético y por alguna razón me arden las mejillas... tal vez el simple hecho de llevar más de una hora bajo la incesante tormenta.
«Respira, Blacke, respira.»
Mis pulmones absorben una rápida bocanada de aire precipitadamente. Escucho algo a lo lejos. Salgo disparada hacia uno de los muros de un estacionamiento, comienzo a subir por los ladrillos de este sin hacer caso de los llamados y las maldiciones que profieren esa banda de imbéciles.
Me adentro en la calle y trato de correr cuanto puedo, mi tobillo comienza a doler un poco.
«Joder Meg, corre por tu vida, ¡ya!»
«Que dramática eres» me espeta mi subconsciente.
«Sí, puede que un poco.»
Mis fuerzas se iban acabando poco a poco. Era como si me fuese a desmayar o se me acabase la batería. Ya no alcanzaba la velocidad del inicio, arrastraba los pies y me costaba el moverme. Eso era muy frustrante. Pero aún así me faltaba para llegar.
De seguro los trajeados iban a por mí, así pasó cuando bajé del avión. Ya no podía correr más, mis pies palpitaban de tanto dolor. Sentía que estaban hinchados justo igual que aquel día.
— Dios, en este mundo ya no se puede tener privacidad alguna. —suspiro de forma pesada.
Me di media vuelta para ver si me seguían la pista pero me percaté que no, y continúe la carrera costosamente en dirección al edificio.
— Si la reunión ya ha comenzado estaré en problemas.
Estaba sosteniendo una carpeta con unos papeles importantes dentro. No debían mojarse, la verdad es que no debía sucederles nada. De lo contrario me matarían por habérmelos llevado sin permiso y encima de todo regresarlo dañados.
Aplicaba presión continua y fuertemente contra mi pecho, aferrándome a aquel material impermeable que cubría las carpetas de colores que refugiaba en mi grueso y húmedo abrigo para que de esta forma no sufrieran daño.
— ¡Mierda! —grito cansada de lo que estaba sucediendo.
Giré rápidamente en una esquina para mi derecha y descansé por unos cortos minutos mi espalda contra la pared de ladrillos rojos de lo que podría ser un pequeño local para tomar un café. El olor que emanaba de aquel lugar me inundaba las fosas nasales y me traía nuevamente un poco de la serenidad perdida en aquella carrera.
La lluvia torrencial caía sobre la ciudad. La mañana estaba oscura y el cielo se iluminaba por los
relámpagos. Mis dientes tiritaban del frío, aunque agradecía la sensación de frescor del agua porque me desbloqueaba por completo. Aún así prefería tres mil veces el clima de España.
Se me eriza el vello y todos los folículos pilosos de mi cuerpo entran en estado de alerta. No quería pensar mucho en lo sucedido. Me dolía mucho la cabeza, tal vez debido a que estaba pasando demasiado tiempo bajo aquel torrencial y me sentía un poco débil pero tenía que resistir.
— No más llegue a mi destino final me tomaré unas cuantas pastillas, con suerte será una simple fiebre. —Recupero por fin mis funciones cognitivas y vuelvo a conectar con el resto de mi cuerpo.
Estaba empapada y a punto de llegar tarde o peor aún, ser descubierta por aquellas personas.
No tenía mucha noción del tiempo que llevaba corriendo desde que me abordaron al salir de casa, pero estaba convencida de que eran más de dos horas. Al menos toda la carrera que he hecho serviría para despistar a los trajeados por un largo período.
— ¡Maldición! —me dije en voz baja echando mi cabeza hacia atrás.
No tenía mucho tiempo, unas fuertes pisadas podían ser escuchadas desde donde me encontraba recobrando la calma. Esto quería decir que eran a cada minuto más y más cercanas.
Me faltaba el aire, tenía que salir de ahí como fuese posible. Correr y escapar momentáneamente de esos hombres. No debían atraparme, no podía dejar que eso sucediese o me retrasaría mucho más.
— Señorita Blacke. —Una voz rasposa, en cierto grado ronca pronunció mi nombre, como si estuviese llamando a un cachorro perdido, asustado y descarriado.
Ellos estaban cerca, más cerca de lo que pensaba y eso me trajo a empujones a la realidad e hizo que me preocupase levemente. Tenía que ser extremadamente cuidadosa para no delatar mi ubicación ahora mismo.
— ¿Está por aquí? Solo queremos hacerle unas cuantas preguntas acerca de sus investigaciones. Señorita Blacke. —El hombre cuya voz me sacaba de mis cabales mencionó aquello en un tono alto y yo rodé mis ojos casi a punto de ponerlos en blanco.
Él era realmente disgustante.
Abrí estos de nuevo lentamente y miré con sumo cuidado a mi alrededor para notar que la lluvia aún no había cesado y que la multitud de voces seguía acercándose.
Ellos sabían que yo estaba cerca, tenía que volver a escapar de sus jodidas cámaras y micrófonos lo más rápido posible... me enfermaban. No podría esconderme para siempre, pero al menos tendría unos días más de privacidad. Esa es la desventaja de tener tu cara en todos los telediarios.
— ¿Dónde estará ella? —le preguntó el hombre más joven, podría jurarlo por el pitido que encierra su voz, está ciertamente molesto con la situación en la que los he metido.
— Debe estar por aquí. Date cuenta que lidiamos con una profesional, Nicolás —respondió el mayor acercándose a la esquina, podía sentirlo. Debía irme cuanto antes.
«¡Corre Megan!» Escuché la voz dentro de mi alocada y poco cuerda cabeza haciendo que lentamente empiece a dar leves pasos aún pegada a aquella pared para luego doblar y dirigirme a otra calle.
El corazón se me sube de golpe a la boca. Tengo que alejarme de ellos, es que no sé si no se han dado cuenta pero le tengo pánico a las cámaras y las multitudes. La gravedad tiraba de mí con una crueldad horrible.
Miré hacia atrás para asegurarme de que nadie me estaba siguiendo y sonreí como una loca cuando vi que el sendero se encontraba vacío.
— Lo logré, sí. —Al fin estaba fuera de peligro.
Realmente todos los días debo ingeniármelas para escapar de ellos y lo molestos que se vuelven. Observé mi reloj ahogando un pequeño y frustrado grito.
— Es tarde, es demasiado tarde para mi gusto.
El corazón me late muy deprisa. Siento un sonido fuerte y perturbador de algún claxon resonar por la abandonada calle al mismo tiempo en que mi cuerpo es detenido por una cubierta fría y de un rojo carmesí humedecido por las gotas de la lluvia que contrasta perfectamente con mi labial.
Me dedico a levantarme del suelo debido a lo resbaladizas que se encontraban las zonas irregulares de la oscura gravilla.
— Aush, que daño me he echo. ¡Imbécil! ¿Qué acaso no ves mientras manejas? ¿Estás ciego o qué?
Respiro hondo y me digno a girar mi atención del todo al enorme edificio de unas posibles veinte e incluso más plantas que tengo frente a mis narices. Lo sé, es un magnífico sueño arquitectónico más que ejemplar.
Todo él es de vidrio y acero reluciente e implacable, con el nombre de la empresa en un discreto tono color platino en las divinas y enormes puertas de entrada. Es como un caramelo para un niño pequeño, un caramelo relleno en ácido y toxinas.
Doy un pequeño traspié para nada disimulado frente a la acristalada zona que te indica el paso a adentrarse en aquel infierno devora personas disfrazado de cielo.
Me adentro en el inmenso –y terroríficamente intimidante– vestíbulo del mismo material que predomina en casi todo el edificio: vidrio.
Desde el otro lado de un solitario y sombrío mostrador que contrasta con el suelo me sonríe amablemente una chica de cabellos teñidos, adornados por unos resaltantes rulos que caían alborotados en un moño sobre sus esbeltos hombros.
Era sumamente atractiva, con un ligero tono grisáceo entre manchas verde pálido en sus bonitos ojos atestados de rímel y con espesas pestañas que podría decirse no eran suyas realmente.
— Discúlpeme un momento joven... pero la señora está reunida y... —Me indica alzando las cejas luego de dar una corta revisión al cuerpo que tiene enfrente, a lo cual respiro hondo nuevamente dedicándome a sacar mi identificación.
— No se preocupe. Me vale poco que la señora esté en junta, reunida con el obispo o como si ha ido a China, voy a entrar. —añadí de una forma exasperada pero tratando de mantener la calma debido a que la pobre muchacha no tiene la culpa de nada— Ah y manda a que me busquen inmediatamente ropa nueva, si continuo con esto posiblemente me de un resfrío.
— Sí, se... señorita Blacke...
Pude notar que por facción de segundos ella se sintió muy apenada y deseaba no estar en aquel lugar. Me dolió un poco su expresión, yo juré que no sería nunca el tipo de persona que maltrata a los demás que están bajo su cargo... como lo hace mi hermana y mi padre.
— Espera, ¿cómo te llamas? —Me volteo en dirección a esta tratando de arreglar mi error.
Ella traga saliva presurosamente y con ese gesto el nudo que se le había formado en la garganta también parece bajar, trataba de responder lo más firme posible a mi interrogante.
— Katherina, señorita...
— Kate, cielo, dime Megan y disculpa la forma en que te hablé hace un rato ¿sí? Estoy un poco estresada y la verdad el día no ha resultado como yo quería. Solo pídeme la ropa, por favor. Estaré en los tocadores. —Esta solo asintió con una ligera sonrisa, mientras yo me alejaba de su campo visual.
«Ahora sí, Megan Blacke está de vuelta y van a tener mucho de mí para rato. Así que... veamos quién juega mejor, hermanita.»
Hola, holaaaaaa a todossss/assss...
¿Cómo están?
Ya deben de tener una idea de que se trata la historia... Así que antes de que comiencen las partes jugosas e intensas🙆 vamos a conocer un poquito a nuestra agitada protagonista.
Por fisss no quiero lectores fantasma, si lees la historia hazme saber que te gusta dándome tu apoyo regalándome tu fantástico voto🌟 y un comentario. Con ello me ayudaras a entender que te ha gustado y quieres que continúe. Así que (no votos=no capítulos)
Pasenla súper lindo y cuidándose mucho en casa. Besosss y un gran abrazote virtual🙋😊😘👋
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro