Pasión
Las clases por fin habían comenzado, Amber asistía tres días de la semana a la escuela; cuando le dieron la lista de materias que llevaría, se sintió muy feliz, tenía muchas ganas de volver a concentrarse en la facultad, de dedicarle tiempo a eso que amaba hacer. Cassie y ella tenían algunas clases juntas. Y en otras estaba con completos desconocidos. La facultad le pareció muy bonita, desde la primera vez que la vio, y ahora tres semanas después, seguía pareciéndole un sueño estar estudiando en aquel lugar...
Margareth había tenido mucho trabajo los últimos días y esas semanas había salido nuevamente de viaje, después de la primera noche que habían pasado juntas no habían vuelto a verse como hubieran querido, en realidad sólo habían hablado pocas veces por teléfono... Amber tenía mucho miedo, aún no podía hacerse a la idea de todo lo que estaba sintiendo, no podía asimilarlo, todo le estaba ocurriendo tan rápido... Pero la verdad era que, sentía algo muy grande por esa mujer, aún había muchas cosas que no sabía de Margareth, que no lograba entender, pero lo cierto era que estaba enamorada, realmente enamorada de ella, aunque seguía negándoselo, tratando de convencerse que para Margareth ella sería una más...
Acabaron las clases del día y Amber se encontraba afuera de la facultad platicando con un compañero, cuando vio que el carro de Margareth se estacionaba justo enfrente, había ido por ella, Amber no pudo disimular la alegría que le causaba volver a verla, no se imaginaba que iría por ella, en realidad, no sabía cuándo volvería a verla. Margareth se acercó y observó detenidamente al chico con el que estaba Amber. La saludó en la mejilla y le dio un abrazo muy afectuoso...
—Mar —dijo Amber abrazándola también...
Se dio cuenta que Margareth no le quitaba los ojos de encima al chico que estaba con ella.
—Él es Troy, va conmigo en la clase de dibujo...
—Yo te he visto —dijo Troy, sonriendo ampliamente— eres Margareth, la modelo... ¿verdad?
Margareth lo ignoró y no respondió.
—Si es ella —respondió Amber extrañada y observó que Margareth se había quedado muy seria. — Bueno... Troy, tenemos que irnos —agregó, despidiéndose.
Ambas se fueron caminando hacia el carro y Margareth intentó agarrar la mano de Amber, pero ella la soltó y volteó, quería asegurarse que nadie las estaba viendo... Margareth no había cambiado la cara de seriedad que tenía... Llegaron a donde estaba el auto y entraron...
— ¿Quién es él? —fue lo primero que Margareth preguntó antes de arrancar el auto.
—Ya te lo dije Margareth, es un compañero de clases...
Ya había arrancado y se dirigían hacia la autopista.
-¿Y por eso no quieres que vea que te tomo de la mano?
— Margareth... No es eso... Tú sabes que yo... yo no he salido antes con una mujer, no puedo simplemente decirlo y actuar así como tú.
Margareth suspiró...
—Lo sé Amy... sólo que estoy muy cansada y te he extrañado mucho... —dijo Margareth más tranquila y sonriendo agregó— estas dos semanas sin ti se me hicieron eternas.
Amber también sonrió de una manera boba, casi enamorada y acarició la pierna de Margareth.
—Yo también Mar, te extrañé mucho.
Llegaron a un semáforo y se besaron tiernamente.
***
— ¡Estoy muerta! —dijo Margareth, se encontraba acostada con la cabeza recargada en las piernas de Amber. Amber acariciaba su cabello suavemente.
— ¿Tuviste mucho trabajo? —preguntó Amber.
—Muchísimo, estamos atrasados en la campaña y tuve que trabajar en la madrugada también... Casi no he dormido, ya te imaginarás...-respondió Margareth, agarró la mano de Amber y la besó en varias ocasiones... —Y no hubo ni un solo segundo en el que no pensara en ti Amy...
Amber sonrió y se llevó la mano de Margareth a la boca, la mordió tiernamente.
Margareth rio...
— ¿Ahora comes manos? —preguntó divertida.
Amber rio también.
—Sólo la tuya... y fue mi manera de decirte que también pensé mucho en ti, todo el tiempo...
Margareth se levantó y se colocó a lado de Amber, comenzó a tocar su rostro con suavidad...
—Eres la mujer más bella, la más bella que he visto en mi vida.
Amber se ruborizó completamente.
—Me gusta que te sonrojes —volvió a decir Margareth sonriendo— me encantas, en verdad me encantas Amy. Nadie me hace sentir lo que tú...
Inmediatamente Margareth besó a Amber, la apretó fuertemente, Amber comenzó a acariciarla, ambas se besaban con dulzura, con intensidad, dejando que sus bocas y sus cuerpos hablaran por sí mismos... Se fueron recostando poco a poco, Margareth se colocó arriba de Amber y comenzó a besar su cuello, a morderlo, Amber la tocaba, pasaba sus manos por el cuerpo de Margareth. Hasta que ya no sintió ni la boca ni las manos de Margareth y escuchó su respiración; Margareth se había quedado dormida arriba de ella. Amber trató de hacerla a un lado, pero la tenía abrazada con fuerza. Sonrió para sí, ya no podía negárselo, estaba tan enamorada de esa mujer, nunca había sentido todo eso que sentía por ella. Le gustaba mucho, la deseaba tanto, la quería, realmente la quería... Besó dulcemente su frente y la abrazó... Amber poco a poco se quedó dormida también.
***
Las clases seguían su curso y Amber cada vez se familiarizaba con aquella facultad y con aquel país. Su tiempo se repartía entre ir a clases, los días en los que tenía que asistir, salir con Cassie, pasar tiempo con Margareth y acompañarla a su trabajo. Habían iniciado una relación secreta, nadie sabía que ambas estaban saliendo. Amber tenía muchas dudas de todo aquello, pero cuando estaba con Margareth era como sí todo lo demás desapareciera, como sí sólo fueran ellas dos, cada que la besaba, cada que la abrazaba, cada que la tocaba, todas sus dudas desaparecían. Pero cuando no estaba con ella otra vez todo surgía, el miedo se apoderaba de ella, no quería que nadie se enterara que salía con otra mujer, no quería que la gente le pusiera esa etiqueta, ni siquiera podía decir la palabra sin sentirse incomoda, ella no era así, no era lesbiana, no era como Margareth... Seguía viendo a Loud, quién le había pedido que fuera su novia y aunque lo cierto era que Amber estaba con Margareth, aceptó. No estaba enamorada de Loud, pero le tenía un cariño especial, no se la pasaba mal estando con él, se divertía mucho, podían platicar de muchas cosas, pero la verdad era que estaba con él para convencerse a sí misma que lo de Margareth iba a pasar pronto, que sólo sería por un tiempo. Era algo que Amber no solía hacer, no solía ser egoísta y utilizar a otros para su beneficio propio, pero esta vez con Loud lo estaba haciendo. Había aceptado también para no levantar sospechas, no quería que nadie se enterara de lo de ella y Margareth. Cuando Margareth supo que Amber le había dicho que sí a Loud, hubo una gran pelea entre ambas...
— ¿Qué pasa Amy?, ¿qué es eso tan importante que me tienes que decir? — preguntó Margareth sonriendo, recostándose en el sofá y haciéndole la seña para que Amber se recostara también. Pero Amber se sentó en el otro sofá, el sofá para una sola persona. Margareth se sentó y se puso seria.
—Ayer vi a Loud —respondió Amber, jugando un poco con sus manos en señal de nerviosismo, sin ver a los ojos a Margareth. Margareth sí la observaba fijamente. — me pidió que saliéramos... —continuó Amber.
—Ya salen —respondió Margareth interrumpiendo, aún seria, sabía que se veían de vez en cuando, y le molestaba mucho tocar ese tema. Hasta antes de Amber, Margareth y Loud solían ser muy amigos, y desde que vio el interés de Loud en Amber, cuando los vio besándose, Margareth se alejó de él. Y cuando Loud le confesó que estaba enamorado de Amber, sin saber que Margareth también lo estaba, ya casi ni podía verlo...
—Me pidió que saliéramos, pero... como novios... —respondió Amber tragando saliva.
Margareth frunció el ceño.
—Y acepté —concluyó Amber dubitativamente.
— ¿Qué...? —fue lo que alcanzó a responder Margareth, que ya estaba muy molesta.- ¿ahora eres la novia de Loud? —preguntó irónicamente...
—Margareth... —Amber habló, tratando de suavizar las cosas.
—Me estás diciendo que ahora serás la novia de Loud, que te acostarás con él... sí no es que ya lo hiciste —dijo Margareth en un tono cada vez más molesto.
— ¡No me he acostado con él! —respondió Amber, alzando la voz.
—Pero serás su novia, ¿Sabes lo que hacen los novios, no Amber? ¡Tienen sexo! —dijo Margareth que a estas alturas ya había perdido la compostura.
Amber suspiró...
—Yo no quiero tener sexo con él —dijo más tranquilamente, tratando de calmar todo— no lo tendremos, Mar, Loud es muy comprensivo...
— ¡Porque está enamorado de ti! —Margareth seguía muy molesta— y no es el único idiota que lo está —dijo casi para ella misma, aunque Amber la escuchó...
—Sí yo salgo con Loud nadie sospechara de lo nuestro —murmuró Amber, reflexionando sus últimas palabras <lo nuestro>... ¿qué era eso que tenían ella y Margareth?...
Margareth se levantó del sofá y empezó a caminar de un lado a otro.
—Primero acepté que mantuviéramos lo nuestro —respondió haciendo énfasis en las palabras que Amber había mencionado— en secreto, porque no estas lista para que todos lo sepan...
—También es por tu carrera, sí se sabe podría perjudicarte... —interrumpió Amber.
— ¡Mi carrera me vale un carajo! —dijo Margareth alterándose— yo podría mañana mismo declarar públicamente que estoy contigo... lo de mantenerlo en secreto sólo es por ti Amber, porque no puedes afrontar el hecho de que estas con una mujer...
Amber se levantó también del sofá y se llevó una mano a la frente en señal de desesperación, no dijo nada, sabía que Margareth tenía la razón.
—Y ahora tengo que aceptar que seas novia de Loud, tengo que aceptar verlos juntos... —continuó diciendo Margareth.
Ambas se quedaron unos minutos en silencio, hasta que Amber habló...
—Tienes razón Margareth, no tienes por qué aceptar nada —Margareth confundida, la observaba— creo que esto llegó más lejos de lo que tenía que llegar... —Amber aún no había visto a los ojos a Margareth— hay que dejarlo aquí.
— ¿Qué quieres decir? —preguntó Margareth acercándose a Amber— ¿estás terminando? —volvió a preguntar inseguramente, mientras la tomaba del brazo.
—Sí, esto nunca debió pasar... yo... yo no soy así... —respondió Amber tartamudeando, esta vez viendo a los ojos a Margareth, que aun la sostenía del brazo.
— ¿Estás segura? —preguntó de nuevo Margareth acercándose más a Amber. De pronto, en un movimiento rápido, la recostó en el sofá grande, Margareth quedó arriba de ella.
—No Margareth... —susurró Amber mientras sentía la lengua de Margareth recorrer su cuello, sentía como su cuerpo se estremecía con aquel contactó, su respiración se agitaba, las palabras que había dicho claramente no estaban en concordancia con lo que su cuerpo estaba sintiendo. Margareth utilizaba sus manos para acariciar todo el cuerpo de Amber y besaba su cuello, aún no había besado su boca, a pesar de que moría de ganas... estaba provocándola, estaba haciendo que se retractara de sus palabras...
—Dime que me detenga —susurró Margareth sensualmente en el oído de Amber, con una voz ronca— dime que me detenga, que deje de tocarte y lo haré. Dime que nunca más haga esto... —volvió a susurrarle en el oído para después morderlo sutilmente. Amber no pudo contener el gemido que lanzó. Sentía el cuerpo de Margareth arriba de ella, lo que sus manos estaban haciendo, lo que su lengua tocaba, tenía que decirle que se detuviera y salir corriendo de ahí para nunca más volver a verla, pero no podía, no quería hacerlo...
— ¿Me detengo, Amber? —susurró una vez más Margareth en su oído, después se despegó un poco de ella, la observó fijamente, mordió su propio labio reflejando lo que quería hacer en el labio de Amber, reflejando todo el deseo que Amber le provocaba.
Amber negó con la cabeza y la besó intensamente, mordió el labio de Margareth con fuerza, haciendo que ésta sonriera llena de pasión, ahí estaba la respuesta, Amber la deseaba tanto como ella.
***
—Tienes razón Mar, no puedo pedirte que también aceptes que salga con Loud — dijo Amber mientras acariciaba la espalda desnuda de Margareth. Habían terminado ambas recostadas en el sofá, sus cuerpos parecían en perfecta sincronía, uno arriba del otro.
—Hazlo Amber —respondió Margareth que tenía recargada la cabeza en el pecho de Amber- sal con Loud, yo sé que para ti es muy difícil esto, pero yo quiero estar contigo, te quiero Amy- Margareth levantó la cabeza y observó a Amber con ternura— si tengo que soportar que finjas una relación con él para poder estar contigo, lo haré...Sólo, sólo te pido que delante de mí trates de no besarlo... al menos no tanto.
Amber la observaba también, hizo una mueca con un gesto que fácilmente podría confundirse con amor...
—Te quiero Mar —respondió con ternura.
Era la primera vez que Amber le decía esto a Margareth y no era algo que decía sólo por decir, siempre había pensado que algunas palabras tenían que ser dichas cuando se sintieran completamente, cuando cada parte del ser, las sintiera en totalidad, cuando ese sentimiento estremeciera el alma. Y ella lo podía sentir, quería a Margareth, la quería. Margareth besó con mucha dulzura a Amber, ya no podían hacer nada, estaban perdidamente enamoradas la una de la otra.
***
—Siempre me he preguntado cuál es ese libro que lees todo el tiempo —dijo Margareth, llevándose la taza de café que tenía en las manos, a la boca para darle un sorbo. Se encontraba sentada en el sofá, Amber estaba recostada con las piernas recargadas en las de Margareth.
Amber hizo a un lado el libro que estaba leyendo y la observó sonriendo.
—Leo diferentes, pero este en particular es mi favorito —respondió. Margareth la observaba encantada, siempre que la veía leyendo o pintando le fascinaba, le parecía que Amber se transformaba en algo mágico, aún más mágica de lo que ya le parecía.
— ¿Cuál es? —preguntó con interés.
—Cartas a Chepita de Jaime Sabines. Jaime Sabines es mi escritor favorito —comenzó a decir Amber— y este libro, es hermoso, es poesía pura.
Margareth frunció un poco el ceño, lo cierto era que ella tenía muy poco conocimiento de todo ese mundo que Amber le enseñaba, no conocía a muchos escritores, o pintores, o libros y cuando Amber le contaba todo aquello se sentía maravillada. Así como cuando Amber conocía de su mundo, del que desconocía todo.
— ¿Por qué es tu favorito? —preguntó sonriendo sutilmente interesándose más en aquella plática.
Amber a la par sonrío, le gustaba mucho la manera en la que Margareth se interesaba por sus gustos, por lo que ella hacía, le gustaba que con Margareth podía hablar de absolutamente todo, de todo con lo que nadie más podía hablar comúnmente. Le extendió el libro a Margareth, indicándole que leyera la reseña.
—Y la cursi soy yo —dijo Margareth segundos después de haberla leído, haciendo que ambas rieran un poco. — te gusta porque habla de amor...—siguió diciendo Margareth.
—Tal vez —respondió riendo Amber, era verdad que le gustaba por eso, pero hablar de amor con Margareth la hacía temblar, se sentía vulnerable, insegura hablando de aquello con ella, por lo que siempre prefería bromear al respecto— es el mejor escritor, para mí —continúo Amber— sus palabras, son intensas, son hermosas, expresan tanto... Mira...—dijo, pidiéndole de nuevo el libro a Margareth, cuando ésta se lo regresó, lo hojeó un poco, buscando aquellas palabras que no se atrevía a decirle, las iba a decir a través de aquel libro, a través de las palabras de otro iba a decirle sus verdaderos sentimientos. Diría todo, través de las palabras de su autor favorito...
"Te digo que te quiero
te repito que estás en mí como yo mismo
te confieso otra vez que estoy enfermo de ti
que me eres necesaria como un vicio tremendo
imprescindible, exacta, insoportable.
Y eres mi salud, mi fortaleza, mi canto puro, mi alma
intacta.
Devengo ser en ti. Soy cosa, cielo, infierno, tabú,
divinidad. Soy en ti lo contradictorio y lo simple. La
última esencia, el uno, la realidad."
Jaime Sabines, Cartas a Chepita (junio 4, 1948)
Margareth escuchaba atentamente cada una de las palabras que Amber decía, notaba la emoción con la que Amber hablaba, esa emoción que la inundaba a ella completamente. Nunca, ningunas palabras como esas, la habían traspasado así, le parecía que Amber era poeta, la mejor de las poetas y que esa poeta, le estaba recitando a ella, sólo a ella. Margareth sonrío y un deseo inmediato se apoderó de ella, de su cuerpo y de su alma, un deseo que tenía el nombre de la mujer que estaba a su lado, hablando con esa voz que la tocaba en el alma.
—Eso... eso que acabas de decir —dijo Margareth trabándose con las palabras y colocando la taza de café, que ya estaba vacía, en la pequeña mesa que se encontraba a lado del sofá. — ¿por qué justo eso? —preguntó con curiosidad.
Amber tragó saliva y la observó fijamente, sus ojos le expresaron lo que no podía decirle con sus propias palabras.
—Al azar... fue... lo encontré al hojear el libro, al azar... —respondió dubitativamente, con una sonrisa nerviosa, sabiendo que aquello era mentira.
Había leído infinidad de veces aquel libro y sabía a la perfección, donde se encontraba cada cosa, cada palabra, cada frase. Había elegido justo esas palabras para decírselas a Margareth, porque era lo que sentía en realidad, cada palabra que había pronunciado la sentía inmensamente. Margareth sonrío y no dijo nada, sólo se acercó a Amber y sin dejarla pronunciar una palabra más, la besó. La besó tan ferozmente como podía hacerlo, la besó demostrándole que ella también sentía cada una de las palabras dichas por Amber, la besó una y otra vez, cada vez con mayor intensidad, con mayor arrebato, tratando de que sus bocas fueran una, de que sus lenguas y su saliva se mezclaran a la perfección, tratando de que el amor y la pasión que sentía, pudiera sentirse en cada beso.
***
Transcurrieron los días siguientes y Amber empezó lo que podría llamarse una relación con Loud, había ocasiones en las que tenía que salir con él y con su banda y casi siempre en las mismas reuniones estaba Margareth, era una situación realmente incómoda para ambas. Cuando Loud besaba a Amber sin que ésta pudiera evitarlo, Margareth trataba de no verlos, y de no ser tan obvia para que no descubrieran los celos que estaba sintiendo. Margareth y Amber tenían una relación muy cariñosa, solían agarrarse de las manos de vez en cuando, abrazarse muy efusivamente o darse besos en las mejillas todo el tiempo, y todos lo atribuían a que se habían vuelto muy amigas.
En una ocasión, hubo una fiesta en el trabajo de Margareth, era para celebrar una campaña que algunos modelos, incluida ella, estaban realizando. Y fue cuando Amber conoció a Fray y Dael, los mejores amigos de Margareth. Habían estado distanciados por cuestiones que Amber aún desconocía, pero desde que empezaron a salir, Amber le sugirió a Margareth que los buscara, notaba cuánto los extrañaba, pues siempre hablaba de ellos, recordando todo lo que habían vivido, especialmente hablaba de Fray.
Fray era el único que sabía sobre su relación, Margareth le contaba todo a él y aunque al principio a Amber le había molestado esto, sabía que Margareth necesitaba hablar de su relación con alguien y Fray era el indicado, pues Margareth lo consideraba como su hermano. Fray también era homosexual y en ese momento tenía novio, Ryan. Fray acababa de cumplir 27 años, dos años menos que Margareth, y era un chico sumamente atractivo, no sólo por su físico, también su personalidad ayudaban a esto. Era muy alto, Amber y Margareth le llegaban al hombro, y era delgado, aunque con complexión atlética. Tenía el cabello un poco largo y café claro, con un flequillo que le cubría un poco el ojo derecho. Tenía barba que lo hacía verse aún más atractivo y un poco más grande.
Su personalidad era muy parecida a la de Amber; interesado por el arte, era diseñador, solía interesarse también por la naturaleza y los libros. Y también era muy divertido y simpático, bromeaba constantemente. Por estas similitudes entre sus personalidades, inmediatamente, Fray y Amber se llevaron muy bien, parecía que eran viejos amigos, pues la confianza entre ambos se dio al minuto de conocerse...
—Así que esta es la famosísima Amber —dijo Fray sonriendo y saludando afectuosamente a Amber.
Amber sonrió alegre y también lo saludó.
— ¿Verdad que es guapísima? —comentó Margareth amorosamente, haciendo que Amber se sonrojara completamente...
Fray sonrió con complicidad.
—Lleva meses diciéndome lo perfecta que eres. —comentó divertido, dirigiéndose a Amber...
Amber rio y volteó a ver a Margareth, colocó un brazo, por su cintura, atrayéndola tiernamente hacia ella.
—Tenía muchas ganas de conocerte —le dijo a Fray— ella lleva meses hablándome de ti...
—Espero que cosas buenas —agregó Fray, haciendo que los tres rieran divertidos...
Después de aquella noche, habían vuelto a salir con Fray en varias ocasiones, a veces salían en parejas, Fray iba con su novio y Amber con Margareth y en otras ocasiones salían con los demás chicos, incluyendo a Dael. Dael era la mejor amiga de Margareth, la había conocido después de Fray, era fotógrafa y por el trabajo, habían coincidido un par de veces haciéndose muy buenas amigas. Dael era rubia, con el cabello sumamente lacio y largo, tenía un flequillo que le caía en la frente, sus ojos eran pequeños de un color esmeralda, era delgada y de estatura baja. Tenía la edad de Margareth y podría decirse que una personalidad muy diferente a ella, tal y como Fray, Dael también solía interesarse por cuestiones lejanas a lo material. El arte estaba muy presente en su vida, y más, en ese momento, que acababa de comprometerse con un pintor. Parecía que las personas con las que Margareth desarrollaba lazos importantes, eran sumamente diferentes a ella, notándose mayormente las diferencias con la personalidad de Amber. Al ser parecidos en algunas cuestiones, Amber desarrolló una muy buena relación con Dael y Fray, aunque, rápidamente, Amber y Fray se volvieron casi mejores amigos.
Con las clases en facultad, Amber estaba bastante ocupada, aunque no iba todos los días y no tenía tantas materias, las pocas materias que tenía robaban toda su atención. Aparte, aprovechaba para salir con Cassie a diferentes lugares de Londres, muchos ya los había conocido con Margareth, pero había muchísimos más por conocer. De vez en cuando, se reunían todos; Amber con Loud y Cassie con Ger y los chicos las llevaban a diferentes lugares. En otras ocasiones, Margareth iba con ellos, aunque tenía que ir con algún chico que fingiera ser su pareja en ese momento, y ese chico era Tom, ya que se estaba haciendo común que a Margareth le tomaran fotos los medios. Y cuando la veían con Tom hacia que las fotografías fueran en mayor cantidad, todos los medios rumoraban sobre su supuesta relación.
Y a su vez, Margareth estaba trabajando muy arduamente, lo que hacía que fuera aún más complicado poder verse con Amber, pero solían encontrar algún pretexto para poder pasar tiempo a solas sin que nadie sospechara nada. La campaña de Margareth estaba siendo todo un éxito y su nombre empezaba a ser cada vez más conocido, en América aún no se sabía mucho de ella, ya que el primer paso había sido lanzar la campaña por toda Europa y Asia y esto había sido de grandes resultados. Constantemente, Margareth tenía que salir a diferentes lugares a promocionar la campaña, o a diferentes sesiones fotográficas, la invitaban a participar en comerciales y en algunos programas, se estaba volviendo en alguien muy conocida.
Cuando su trabajo se lo permitía, Margareth iba por Amber a la escuela y pasaban todo el día juntas, Amber inventaba que tenía que hacer algunas cosas para sus clases, en las que no estaba con Cassie, que tenía que tomar fotos o pintar algo y que le pediría ayuda a Margareth, pues ella conocía toda la ciudad y la podía llevar a sacar fotografías o pintar paisajes. Esto hacia que esas ocasiones para verse y estar solas, fueran muy a menudo.
—Tengo que dibujar a alguien para mi clase de expresión y pensé... ¿Quién podría ser más bella que Margareth Ray para que la dibujara? —dijo sonriendo Amber.
Margareth le acarició el cabello con mucha calma. Ambas estaban en la sala de la casa de Margareth.
— ¿Me vas a dibujar? —respondió sonriendo complacida.
—Si... bueno... ¿quieres? —respondió Amber, ambas estaban acariciando sus manos...
—Por supuesto que sí... ¿cómo tiene que ser el dibujo?
Amber tragó saliva, ya había visto a Margareth así, pero esta vez sería diferente, la tendría enfrente, solo observándola, observándola detalladamente, trazando sus formas...
—Tiene que estar el cuerpo todo, completamente...-tragó saliva— ya sabes, desnudo... —agregó Amber sutilmente. No podía ocultar lo nerviosa que se ponía.
Margareth sonrió seductoramente... Le gustaba tanto que Amber fuera así; insegura, torpe, nerviosa, era una mezcla entre una persona tímida y atrevida e intensa, una mezcla entre una persona seria y divertida... Y esto, esta mezcla que Amber poseía, volvía loca a Margareth. Se levantó y empezó a quitarse lentamente la ropa enfrente de Amber, que no dejaba de observarla... Margareth después de algunos minutos, quedó completamente desnuda y Amber le pidió que se colocara en el sofá. Amber se puso enfrente de ella, en el otro sofá pequeño donde podía recargarse con su lienzo para comenzar a dibujarla.
— ¡Ya está! Dibújame como a una de tus chicas francesas —dijo Margareth con la voz divertida y empezó a reírse...
Amber a la par, empezó a reírse, esta frase dicha por Margareth sirvió para que sus nervios se fueran poco a poco y se sintiera más cómoda. La observaba, Margareth era en verdad una diosa. Observaba cada forma de su cuerpo, cada lunar, cada línea, cada vello, cada peca y Amber no podía creer que pudiera ser tan hermosa, observaba su cabello cayendo a sus costados, las ondas rojas que se formaban parecían fuego, fuego que no se apagaba. Observaba su rostro, y las pecas en sus mejillas, observaba sus ojos azules fijos en ella. Observaba su cuello y las clavículas que en sus hombros se marcaban. Observaba sus pechos perfectamente formados, observaba su vientre y el lunar grande que tenía cerca del ombligo. Observaba sus muslos, los que ya había besado y sentido veces anteriores. Observaba su sexo, recordaba lo suave que era, lo dulce que sabía. Observaba sus piernas, observaba sus pies, sus dedos, observaba hasta el más mínimo detalle... Al fin, después de algunas horas, terminó el dibujo. Margareth le pidió que se lo enseñara y Amber se acercó al sofá. Se sentó a su lado y le enseño el dibujo. Margareth que aún estaba recostada quedó fascinada con él...
— ¡Oh! Amy, está... ¡Está fantástico!, es como verme a mí misma, pero a través de alguien más, es hermoso... Ja, ja, ja, mi lunar, está exacto —rio Margareth— tienes que regalármelo, esta increíble, expresa tanto, es tan, tan intenso, tan pasional. Amy, eres una artista, una verdadera artista.
Amber sonrió.
—Te lo regalaré Mar, pero primero tienen que calificarme...
— ¿Me van a ver desnuda en tu clase? —preguntó Margareth con una sonrisa.
—Sí... Imagínate, todos se van a morir de envidia al saber que la modelo Margareth Ray posó desnuda sólo para mí —respondió Amber sonriendo divertidamente— Pero si no quieres... —continuó diciendo...
—No hay problema Amy... —interrumpió Margareth sonriendo.
Tomó la mano de Amber, poco a poco la guió con su propia mano, la llevó hacia su cuerpo, la colocó en su cuello primero, fue bajando y llegó a su pecho. Amber cerró los ojos y sintió el pecho de Margareth, sentía los latidos de su corazón, sentía su mano temblando, sentía la mano de Margareth encima de la de ella. Margareth comenzó a quitarle apresuradamente la ropa a Amber y empezó a tocarla, a besar con mucha pasión cada pedazo de piel. Ambas se deseaban tanto, estaban locas la una por la otra, era como si sus cuerpos se llamaran todo el tiempo, como si no pudieran apartarse. Como si cada parte de cada una estuviera hecha para la otra, para que la otra la tocara, la besara, la sintiera. Como si sus almas desearan fundirse a cada instante.
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