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Magia

Faltaba cada vez menos para que iniciaran las clases en la facultad. Cassie y Amber aprovechaban el tiempo para salir a conocer el espléndido país en el que se encontraban. Decidieron ir a una plaza cercana al apartamento, ya que querían comprar algunas cosas para cuando iniciaran las clases. Aparte de comprar cuadernos, pinceles, lienzos y diferentes pinturas, compraron también, algunas cosas para el apartamento, algunas plantas pequeñas para decorarlo y comida que ya se estaba terminando. Se sentaron en una de las terrazas de la plaza para comer algo, y en ese momento llegaron Ger y Loud, esto tomó por sorpresa a Amber, pero se dio cuenta que a Cassie no, que había planeado aquel encuentro "casual"...

—Hola chicas —dijo Ger mientras saludaba primero a Cassie y luego a Amber... Loud repitió el acto. Ambos tomaron asiento, Ger a lado de Cassie y Loud a lado de Amber.

— ¿Cómo están? —preguntó Cassie sonriendo.

Amber se sentía un poco incómoda, Cassie por alguna razón pensaba que ella estaba saliendo con Loud y al observarla, notó que había planeado ese encuentro.

—Muy bien, estábamos pensando en invitarlas al cine o algo así- preguntó Loud amistosamente, observando a Amber.

—Pues hoy tenemos que hacer unas cosas... —respondió Amber haciendo una mueca con la cara.

—¡Claro que vamos! —interrumpió Cassie. Amber la observó fijamente, fulminándola con la mirada. — Amy, lo de la casa puede esperar... —le dijo al observar su reacción.

Estuvieron un rato en aquella terraza, terminando de comer. Ger y Cassie estaban en un plan bastante romántico, ella besaba su mejilla, él la tomaba de la mano, se abrazaban, en fin, se veía que se la estaban pasando muy bien.

Por otro lado, Loud y Amber sólo estuvieron conversando, Loud le contó de las diferentes presentaciones que su banda iba a tener por la ciudad, cada vez los contrataban en más lugares y se estaban haciendo famosos. Le contó que a él también le gustaba pintar, y a veces solía escribir, al platicar con él, Amber notó que tenían bastantes cosas en común y le pareció un chico atractivo. Loud era muy alto, con la piel y el cabello claro, su cabello que era mediano, no tan largo ni tan corto, lo peinaba de lado, tenía ojos verdes, que podían confundirse a veces con un color miel. Era delgado, pero tenía el cuerpo un poco marcado por el ejercicio que practicaba, vestía al igual que Ger como rockero, podía observarse fácilmente, a distancia, por su vestimenta, que eran músicos. A Loud desde la primera vez que observó a Amber en aquel bar, le pareció una mujer muy guapa, aunque no había dicho nada, pues sabía que a Margareth también le gustaba mucho, ella la había visto primero al entrar aquella noche al bar y también sabía que cuando a Margareth le interesaba algo, hacía todo por tenerlo y siempre lo conseguía. Ellos, Ger, Andrew, Loud y Margareth, eran amigos desde hace algunos años, por eso cuando Margareth vio a Amber y les dijo que le gustaba, Ger se encargó de acercarse a ellas, a Amber y Cassie, para que pudieran conversar. Aunque, Loud estaba seguro que Margareth no tendría suerte con Amber, algo le decía que a ella no le gustaban las mujeres, estaba seguro que él, esta vez, sí tendría alguna oportunidad con ella.

Decidieron ir a ver una película en el cine que estaba en esa plaza, durante el tiempo que duró la película, Loud abrazó a Amber, ella no reaccionó, pero tampoco le quitó el brazo o se alejó. Por su parte, Cassie y Ger se besaron casi toda la película, Amber los observaba de repente, aunque, ella no tenía el mínimo interés en hacer lo mismo con Loud. Sí le parecía muy atractivo y ese día al platicar con él se dio cuenta que eran muy parecidos en las cosas que habían conversado, pero todos los pensamientos de Amber los ocupaba otra persona...

Casi al caer la noche, Ger y Loud, las llevaron a su apartamento, Loud le preguntó a Amber si podían verse otro día y ella le dijo que estaría ocupada, Loud insistió, y al fin Amber accedió.

— ¡Muero por Ger! —dijo Cassie suspirando mientras se acostaba en el sofá.

—Ya lo noté, creo que todos lo notamos —respondió Amber sonriendo a la vez que se sentaba también en el sofá, poniendo las piernas de Cassie, en las suyas.

—Y Loud se muere por ti Amy, es muy guapo —dijo Cassie sonriendo ampliamente.

—Sí, lo es... —respondió Amber sin emoción alguna en su voz.

— ¿Qué pasa? ¿No te gusta? —preguntó Cassie y en seguida, agregó— ah ya sé, Jammie...

—Jammie... —repitió Amber, aunque en el fondo no era en él en quien pensaba.

—Amy yo sé que tú no amas a Jammie y estás en Londres rodeada de músicos guapos... ¿Quién puede culparte? —dijo Cassie sonriendo.

Amber sonrió también y movió la cabeza en negativa.

—Qué loca estás Cass... Ya vamos a dormir.

—Así me quieres... —dijo Cassie riendo. Y ambas fueron hacia la habitación.

Pasaron dos días antes de que Amber volviera a ver a Margareth, y a Amber le parecieron eternos, trataba de concentrarse haciendo otras cosas, pero nada la distraía de los pensamientos fijos en esa mujer. ¿Qué estaba pasándole?... pensó que pintando podía dejar de pensar en ella, pero pronto se dio cuenta que empezó a dibujar los ojos de Margareth, su rostro, su cabello y decidió dejar de hacerlo.

Por fin llegó el día en el que vería a Margareth, fueron a su casa y después de un gran rato de estar conversando en la sala como solían hacerlo, Margareth le sugirió que subieran al tercer piso, ahí tenía alberca y terraza, y aunque el clima no era favorable para nadar, podrían tomar una limonada mientras platicaban.

—Y tú, me dijiste que tienes novio, ¿cuánto llevas con él? —preguntó Margareth con interés.

—Mmm...—Amber se quedó pensativa— cerca de 1 año...

—Oh... Pensé que menos... y en serio, ¿no lo extrañas?

—No... Apenas llevo unas semanas lejos, no creo que sea para tanto.

—Yo creo que no lo quieres...

—Lo quiero, claro que si... —interrumpió Amber, aunque sus palabras sonaban forzadas.

—Tal vez no lo dije bien —dijo Margareth— yo creo que no estás enamorada... quieres a tus amigos no tan cercanos, quieres a tu familia lejana que casi no ves... quieres esas nuevas botas que acaban de salir, pero... sólo te enamoras, sólo amas a alguien que te estremece, ¿me explico? Yo creo que ese no es el caso de tu novio.

—Mmm... Tal vez tienes razón, no siento eso que dicen se siente cuando estás enamorada, pero... tampoco creo en eso... ¿sabes? — decía Amber pensativa— tengo un serio problema con este tema, el amor... no lo entiendo... me parece una prisión, tengo un problema con la fidelidad también —agregó sonriendo— no sé, todo este tema me genera un enorme conflicto.

—O sea qué, ¿has engañado a tu novio? —preguntó Margareth quien cada vez estaba más interesada en las palabras de Amber.

—Mmm... sí, digamos que una vez... La verdad he engañado de cierta manera a todos mis novios... pero es que no entiendo porque debe existir ese acuerdo implícito en el que los dos no deben estar con nadie más, me parece agobiante la exclusividad... pero también, hace unos años intenté tener una relación abierta y tampoco funcionó... creo que el amor, en cualquiera de sus tipos no es para mí- respondió Amber sonriendo, le sorprendía estar teniendo esas pláticas con ella, era como si... como si se conocieran de más tiempo y pudieran hablar de todo.

Margareth a la par, sonrió...

—Yo creo que... no has conocido a alguien que te haga sentir eso, amor... que el sólo hecho de que pronuncie tu nombre te haga feliz, que cuando te vea y te toque, tu piel vibre... ese amor que te atrape por completo- decía Margareth y se notaba conmovida.

Amber la observaba con mucha atención.

—Creo... no, no creo, estoy muy segura que un amor así llega de repente, es inexplicable... y de lo que hablas, la exclusividad que yo entiendo como preferencia, va de cierta forma ligada al amor —Margareth volteó a ver a Amber quién sonreía incrédula y Margareth agregó— te pongo un ejemplo que tal vez te parecerá fuera de lugar, pero no... tienes una comida favorita, supongo, una que prefieres por encima de todas las comidas, ¿no?...

—Mmm si —contestó Amber intrigada.

— ¿Cuál es? —preguntó de nuevo Margareth.

—La italiana, sobre todo la pasta.

—Entonces, la pasta es tu comida favorita, la prefieres por encima de otras, amas esa comida más que a cualquier otra... eso no quiere decir que no haya otras que no te gusten... pero esa comida tiene algo en particular que otras comidas no tienen... en música, ¿cuál es tu grupo favorito?

—Pues —Amber reflexionaba las palabras de Margareth... —The Smiths, ¡amo a The Smiths!

—Y prefieres a The Smiths por encima de cualquier otro grupo, aunque haya otros que también te gustan, no tienen lo que ese grupo The Smiths tiene... por cierto no los conozco... —dijo Margareth riendo.

— ¿No los conoces? —contestó Amber visiblemente sorprendida— son de aquí, británicos... ¡tienes que conocerlos!

—Ja, ja, ja, no conozco mis raíces —dijo Margareth aun riendo— ¡tienes que enseñármelos!... entonces... regresando a lo que trataba de decirte... así en todo, tienes una película o sí, tal vez más, que son tus favoritas, pero estoy segura que hay una en particular que la prefieres... en los pintores que te gustan, escritores, actores, razas de perros... en fin... yo creo que eso pasa cuando conoces a una persona y... primero, te gusta porque tiene algo que nadie más tiene, después la conoces, te enamoras, la amas y esto va ligado a la preferencia y exclusividad, prefieres a esa persona por encima de cualquier otra, porque ves en ella cosas que absolutamente nadie más tiene ni tendrá, esa persona es única para ti, la amas porque te hace sentir algo que nadie más podría hacerte sentir, la prefieres por encima de todas las personas... no sé, así es para mí —concluyó Margareth.

— ¿Y si tienes muchas cosas en una sola categoría que son tus favoritas? O a veces en ciertas temporadas lo que era tu favorito cambia... —preguntó Amber sonriendo.

—Yo creo que, siempre hay algo que prefieres por encima de lo demás, que amas más que lo otro en cualquier momento. Yo por ejemplo, podría escuchar siempre a Johnny Cash, en todo momento.

Amber sonrió. Y Margareth la observaba fijamente con mucha atención, Amber se quedó pensativa...

— ¿Qué piensas?

—Nunca lo había visto así... —respondió Amber viendo a Margareth.

— ¿Me compras la idea? —preguntó Margareth riendo.

—Ja, ja, ja, tal vez... —respondió Amber quién también reía... —pero tú, sales con muchas, muchísimas mujeres —mencionó Amber, recordando las palabras que Margareth le había dicho— ¿cómo encaja eso en la idea que acabas de presentarme? —preguntó, entrecerrando un poco los ojos.

—¿Tienes que analizarlo todo, Amy? —preguntó riendo divertida, haciendo que Amber riera y negara con la cabeza. — Encaja porque no he encontrado a la mujer por la que decida dejar a todas las otras, no he encontrado a la que prefiera por encima de todas —rio. Amber no pudo evitar reír también, volviendo a negar con la cabeza.

—Eres muy cínica —respondió Amber.

Margareth seguía riendo.

—Soy sincera, sí, tal vez, cínica y arrogante, pero sincera —mordió uno de sus labios y Amber desvió la mirada —hablando en serio, yo —siguió diciendo Margareth- en lo particular, no entiendo a las relaciones abiertas, donde compartes a tu pareja y todo eso. Sé que hay gente a la que le funciona, pero estoy segura que a mí no. Estoy segura que si tengo una pareja estable, a la que ame, a mí nunca podría funcionarme algo así, siempre he pensado que cuando estas con alguien, es porque tiene eso que nadie más, porque te hace sentir eso que nadie más puede, porque sólo quieres estar con ella...

—Mmm... ¿Y si encuentras a varias personas que tengan algo que te guste? —preguntó Amber.

—Siempre van a existir otras personas que te gusten también, pero siento que estás con la que tiene algo más, algo que todas esas personas no... Estoy segura que esa "libertad" que presumen tener esas relaciones abiertas, no se compara a la que puedes experimentar estando con una sola persona, conociéndola a profundidad, descubriéndola, a esa intimidad que experimentas al entregarte por completo al otro y que el otro se entregue a ti...

Amber no había dejado de observar a Margareth y de escuchar atentamente cada una de las palabras que decía.

—Eres... No sé... No pensé que tuvieras esta idea sobre el amor... —dijo Amber haciendo una cara de duda.

—Ja, ja, ja... La gente cree que salgo con muchas personas, que sólo me encanta la fiesta y no mentiré, ya lo sabes, sí, la verdad me encanta la fiesta —rio Margareth— pero en el fondo, soy... Soy muy cursi... Creo en encontrar a alguien que te haga sentir ese amor que no acaba, que no aburre, que quieras estar siempre con ella, que te estremece.

Margareth observaba fijamente a Amber.

—Yo... Yo no sé qué creer, que esperar... ¿Crees que encontrarás a alguien así, no sé, algún día? —preguntó Amber dubitativamente, desviando la mirada, aún no podía acostumbrarse a los ojos azules de Margareth fijos en ella.

—Ahora más que nunca lo creo... —agregó Margareth extrañamente. Y se quedó callada, ambas se quedaron calladas.

Minutos después, Margareth se levantó y bajó a la cocina, rápidamente regresó con más limonada.

Amber se encontraba a lado de la alberca, tocando el agua.

—Mira, ven... hay algo aquí— le dijo a Margareth, con una voz muy seria.

Margareth hizo una cara extraña y le preguntó que era, puso la limonada en la mesa y se acercó a Amber, en seguida Amber volvió a meter la mano en el agua y salpicó a Margareth, quien primero hizo una cara de sorpresa, abriendo los ojos y la boca enormemente al sentir como la mojaba el agua...

— ¡Eres una tramposa! —dijo Margareth con una cara divertida. Empezó a reírse al observar que Amber no dejaba de hacerlo y también salpicó a Amber de agua, ella se echó a correr, pero el agua la alcanzó, regresó al otro lado de la alberca y trato de salpicar nuevamente a Margareth. Ambas estuvieron un gran rato jugando ahí hasta que terminaron completamente empapadas.

—Ahora por tu culpa tendré que poner a secar mi ropa —dijo Amber riéndose.

—Ja, ja, ja, ¿ahora es mi culpa? ¡Tú empezaste! —contestó Margareth, también reía. Ambas estaban en la habitación.

—Te quería enseñar el pequeño animal que había en el agua, bueno quería que lo sintieras... —rio Amber.

— ¡Qué chistosita! —respondió Margareth sonriendo.

Margareth se quitó la blusa y saco otra para ponérsela, Amber estaba enfrente de ella, y la observó un momento, estaba sólo con el sostén. No pudo evitar observarla más de la cuenta, observando el lunar que tenía muy cerca del ombligo, hasta que desvió la mirada. Se había recargado en el sofá que se encontraba en la habitación.

—Tienes que quitarte esa ropa o te enfermarás —dijo Margareth, mientras se ponía una blusa seca.

—No tengo otra ropa aquí —dijo Amber riendo, trataba de dirigir sus ojos hacia otro lado, se sentía un poco incómoda, aunque se repetía a si misma que no tenía por qué sentirse así.

—No has parado de reírte —contestó Margareth contagiada por la risa de Amber.

—Es que si hubieras visto la cara que pusiste cuando te salpique, estarías igual... parecía que tus ojos iban a salirse.

—Ja, ja, ja, qué chistosa —dijo Margareth imitando a Amber...mientras buscaba en el mueble donde tenía ropa— tenía mucho que no me divertía así —agregó sonriendo.

—Yo también —contestó Amber que ya estaba temblando por estar empapada.

—Eres muy divertida Amy —dijo Margareth con un tono divertido y extendiéndole una blusa y un short a Amber agregó— Ponte eso.

Amber le sonrió y se volteó para ponerse la blusa, Margareth observó detenidamente su espalda, se sentía casi hipnotizada por aquella parte del cuerpo de Amber. Notaba que su espalda estaba perfectamente marcada, la silueta de su cintura le pareció sumamente sensual...

—Dame tu blusa, para que ponga a secarlas juntas —dijo Margareth nerviosamente, antes de que Amber empezara a quitarse el pantalón, salió rápidamente a dejar las blusas para que se secaran y regresó por el pantalón, que Amber ya se había cambiado.

Cuando regresó al apartamento Cassie no estaba, había salido con Ger. Amber puso una película y se sentó en el sofá para verla, aunque lo cierto era que no estaba prestando atención a lo que ocurría en la pantalla, en su mente solo estaba la plática que había tenido con Margareth, lo bien que la habían pasado. De pronto su mente se invadió por la imagen de Margareth sin blusa sólo en ropa interior en frente de ella, y pudo sentir como en su cuerpo algo extraño pasaba... sonó el teléfono y esto la devolvió a la realidad...

—Hola Amber, habla Loud.

—Loud, hola...

—Tenía ganas de hablar contigo... Y... de verte...

Amber pensó que era una buena idea, así dejaría de estar pensando cosas que se decía no debía pensar...

—Yo... Yo también —mintió Amber, tratando de mostrar alegría.

—¿En serio? —dijo Loud visiblemente emocionado.

—Si Loud, en serio... ¿puedes mañana? —preguntó Amber.

—¿Mañana? —preguntó asombrado por la respuesta de Amber— Por-por supuesto...

Quedaron de verse al día siguiente en la tarde para ir a caminar y platicar un poco.

Llegó el día siguiente y Amber salió con Loud, su salida fue de menor tiempo del que Amber pensó aunque no la pasaba nada mal estando con él, en ese momento, su mente no dejaba de darle vueltas a un asunto y a una sola persona. Amber le mintió a Loud diciéndole que tenía que regresar temprano para hacer algunas cosas que tenía pendiente.

Loud se la había pasado muy bien con ella, cada vez le gustaba más su compañía. Amber notaba que cuando estaba con Margareth todo era diferente, el tiempo parecía que se pasaba muy rápido, siempre tenían algo de qué hablar, se divertían mucho estando juntas, y aunque con Loud no se aburría y podían hablar de sus gustos en común, no se la pasaba tan bien como con Margareth, sentía que no había esa magia que al parecer tenía con ella. Amber se repetía en innumerables ocasiones que Margareth sólo podía ser su amiga, se repetía que sólo tenía que ser su amiga, pero a la vez notaba que tampoco al estar con Cassie quien ya era su amiga desde hace mucho, se la pasaba como con Margareth, era diferente, con ella era muy diferente...

Amber llamó a Margareth para que se vieran nuevamente, no quería salir tan frecuentemente con ella, pero notaba que en verdad le gustaba el tiempo que pasaban juntas, hicieran lo que hicieran, aunque en ocasiones no hicieran nada más que conversar, se la pasaba muy bien.

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