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Londres

Tres días era el tiempo que Amber llevaba en Londres, ese día era domingo en la noche, todo el fin de semana había nevado, lo que hacía casi imposible salir, al menos a pie. Por lo que el sábado y ese día, domingo, Amber y Cassie decidieron quedarse en casa, ver películas y dormir. Aunque Amber tenía que haberse comunicado con su familia y Jammie, su novio, desde el día que llegó, no tenía muchas ganas de hacerlo, quería pasarse esos días sólo descansando. Y tampoco la había llamado Margareth, Amber se preguntaba por qué no lo había hecho, aunque claro, había dicho que las llamaría sólo para invitarlas a la próxima fiesta... Todos sus pensamientos se volcaron al viernes por la noche, el día en que la conoció, hasta que el sonido del teléfono la devolvió a la realidad.

- ¿Hola...? -dijo Amber.

-Hola, hermosa, ¡soy yo, Jammie! -le dijo Jammie muy emocionado, del otro lado de la línea.

-Jammie... ah, hola... -respondió Amber, tratando de mostrarse más alegre de lo que realmente estaba por recibir aquella llamada.

-Pensé que me llamarías el viernes, pero supuse que estarías agotada por el viaje. ¿Qué tal va todo por allá? -preguntó con mucho interés

-Es que llegué muy cansada... Y va muy bien todo, Londres es una ciudad realmente hermosa, ¡me encanta!

-Me da mucho gusto Amy, pero no puedo evitar estar triste, te extraño... Va a ser mucho tiempo...

Amber no sentía que lo extrañara, se le hacía algo ridículo, apenas llevaba unos días lejos de New York, y tampoco sentía que lo iba a extrañar en todo ese tiempo, como él tantas veces le había dicho.

Jammie era su novio hacía casi un año, lo había conocido en la universidad, aunque él se encontraba en otra facultad, la de leyes, tenían amigos en común y por ellos se conocieron. Él se enamoró rápidamente de ella, y ella... aún no sabía si estaba enamorada de él, pero lo quería, eso era cierto. Jammie era un chico muy agradable, de 22 años, muy formal para su edad, tal vez era que su carrera se lo exigía, pero la mayoría del tiempo vestía con traje, su actitud iba en concordancia con su vestimenta; era muy serio, tranquilo, educado, trabajador, en fin, el chico que cualquier padre y madre quisieran para su hija. Amber lo sabía, y tal vez por esta razón había accedido a salir con él, claro que le gustaba, pero había algo que le hacía falta, y esto lo sabía y lo había comprobado desde la vez que lo había engañado con otro, aunque claramente Jammie no lo sabía.

-Se nos pasará rápido el tiempo Jammie, cuando menos lo esperes, estaré de vuelta -le dijo Amber, tratando de parecer convincente.

-Eso espero hermosa. Hablé con tus padres, me dijeron que tampoco les llamaste... Y bueno, te mandan saludos todos... Te quiero...

-Sí, yo también... muchas gracias, pensaba llamar a mamá, mañana. Le avisas por favor.

Amber se llevaba muy bien con su familia, tenía un hermano más grande que ella, con el que tenía una buena relación, aunque no se veían todos los días, pues Tom ya estaba casado. Con sus padres, Rita y Rudolph, la relación era excelente, la única vez que había habido un fuerte conflicto, fue cuando Amber les dijo que quería estudiar arte, a ellos les parecía que no era una buena carrera, pero al final apoyaron a su hija, como siempre lo habían hecho, hasta ese momento.

Algunas palabras más de despedida y colgó el teléfono. Regresó a recostarse, Cassie estaba dormida en la cama de al lado. Amber no podía dejar de pensar en la mujer de esa noche, Margareth, ¿por qué aún no la había llamado?...

< ¿Por qué estoy pensando tanto en ella? > Se recriminó Amber y prefirió volver a dormir para dejar de pensar.

Al día siguiente ya todo estaba más despejado, la nevada se había tornado en pequeñas gotas de lluvia que ya estaban cesando. Cassie había amanecido enferma, tenía temperatura y tenía que quedarse en la cama por varios días, habían quedado que en cuanto el clima lo permitiera saldrían a recorrer la ciudad, pero con Cassie enferma, Amber no quería quedarse encerrada más días y decidió salir un rato, en lo que Cassie despertaba, al parecer la medicina la mantendría dormida por un buen rato. Salió a dar una vuelta por aquellas calles, no tenía mucha idea de que haría, pues Cassie era quién ya conocía más la ciudad, así que optó por caminar y encontrar algún museo o algún otro lugar que le llamara la atención. Estuvo caminando un buen rato y no se percató que ya se encontraba bastante lejos de su apartamento, pues se había dejado hipnotizar por todos los museos que se encontraban por ahí... El próximo al que entró fue al National Portrait Gallery, famoso por exhibir retratos de personajes importantes de la historia, salió después de un corto tiempo, pues aunque sí era interesante, no era lo que estaba buscando. No sabía si seguir caminando y recorriendo o tal vez, lo mejor era regresar, pues se dio cuenta que no sabía dónde se encontraba...

- ¡Hola! -le dijo una voz dentro de un carro, el cual iba muy lento a su lado.

-Hola -contestó sonriendo, cuando se dio cuenta que la persona que la saludaba, era Margareth.

- ¡Ven sube! -le dijo, mientras se estacionaba. Amber subió y Margareth la saludó muy afectuosamente, dándole un beso en la mejilla- ¿A dónde vas? Te vi al cruzar la calle, yo vivo a unas calles de aquí.

- ¿En serio? -Le contestó Amber,- yo... bueno nosotras, Cassie y yo... vivimos en la calle Oxford y pues... Estaba dando una vuelta, conociendo un poco.

-Es cierto, que eres extranjera -contestó Margareth con una sonrisa y agregó- se me acaba de ocurrir algo, ¿qué tal si sirvo como tu guía turística?

-Mmm... yo creo que es una excelente idea, porque la verdad no tengo idea a dónde ir -respondió Amber con expresión preocupada.

- ¿No me digas que te perdiste? -preguntó Margareth aun con su sonrisa, que fácilmente podría confundirse con una sonrisa seductora.

-Mmm, creo que sí, bueno, no sé, empecé a caminar y vi un museo, luego otro... Y ahora ya no sé dónde estoy, mmm... ¡qué torpe soy! -respondió Amber, haciendo una mueca con los labios.

-Ja, ja, ja, no te preocupes, es normal, es una ciudad desconocida para ti. Pero debes tener cuidado... yo podría secuestrarte -le dijo Margareth viendo fijamente la boca de Amber, que aún tenía esa mueca tan particular.

-Ja, ja, ja -rio Amber, desviando la mirada al notar que Margareth la observaba- espero no lo hagas.

-Sólo bromeaba -respondió riendo y arrancando su carro, dijo- Vamos, te enseñaré algunos lugares muy bonitos, justo para ti.

Algunos minutos después, llegaron al museo National Gallery. Amber estaba impresionada por ese museo, estaba enorme y era justo el museo que ella quería ver; de arte, los anteriores habían sido de ciencia, esculturas e historia y aunque estaban bonitos, no se asemejaban en nada a ese museo.

- ¿Te gusta? -le preguntó Margareth- quise traerte justo aquí porque recordé que eres pintora, dicen que cualquier pintor de todo el mundo debe conocer este museo.

- ¿Qué si me gusta? ¡Esta increíble! ¡Dios!... Mira esta es una obra de Velázquez, la Venus del espejo, ¡en vivo se ve realmente hermosa! -decía Amber con mucha emoción...

-Mmm... No tengo idea quién es -respondió Margareth riendo.

- ¿No? Es un pintor barroco, que nació en Madrid, es famosísimo, es uno de mis ídolos, ¡en verdad me encanta toda su obra! -decía Amber aún con gran emoción.

-Bar... ¿qué? -preguntó Margareth, que no tenía idea de lo que hablaba Amber, pero le gustaba ver como se emocionaba.

-Ja, ja, ja, barroco, mmm, es un tipo de pintura... se caracteriza por los colores intensos, ve esta parte de la pintura -le dijo, señalando la pintura- tiene luces sumamente intensas, ¿las ves? -le preguntó- y es muy realista, parece una figura en 3D, pero estamos hablando que surgió alrededor del siglo XVII, o sea en el renacimiento, era arte muy adelantado a la época, este tipo de arte me fascina, ellos... los pintores barrocos, le daban mucho énfasis a la pasión y a la emoción en sus pinturas, ¡me encanta!

- ¡Oh! -dijo Margareth visiblemente cautivada por la pasión con la que Amber hablaba- no tenía la menor idea, en realidad no conozco mucho de arte, pero suena interesante.

- ¡Es increíblemente interesante! -respondió Amber, volteando a ver todo con los brazos extendidos- ja, ja, ja, disculpa mi emoción, pero tú sabes soy pintora, tengo una debilidad por todo esto, me apasiona... -concluyó un poco apenada por haberse dejado llevar por aquello que tanto le gustaba.

-Ja, ja, ja, lo sé, y no tienes por qué pedir disculpas, al contrario... me contagias... tu pasión... -le respondió como solía hacerlo, con un doble sentido en sus palabras.

Se les fue todo el día recorriendo ese museo, Amber encontraba siempre algo que le llamaba la atención y Margareth le preguntaba a qué se refería la pintura, quién la pintó, qué tipo de arte era...

-¿Cómo dijiste que se llama...? -dijo, frunciendo el ceño.

-Ja, ja, ja...Joseph Mallord William Turner, es de aquí, nació en Chelsea, y pintaba así, paisajes, me parece que fue de los pioneros, el que les dio el prestigio que ahora tienen. Ve esta pintura, está hermosa, es sobre lienzo, se llama Lluvia, vapor y velocidad... -respondió Amber que, mientras le daba aquella explicación a Margareth, no dejaba de ver la pintura.

-Sí, está realmente bonita -respondió Margareth, aunque, lo que ella observaba en realidad, era a Amber...

Por fin salieron del museo y ya había oscurecido, la tarde se les había pasado increíblemente rápido. Subieron al carro de Margareth.

- ¡Muero de hambre!, ¿quieres que vayamos a mi casa? -le preguntó Margareth, mientras empezaba a manejar- o aquí a la vuelta hay un bar dónde podemos comer algo... En mi casa tengo pizza, la hice yo... ¿Qué prefieres?

- ¡¿Cocinas?! -le preguntó Amber muy sorprendida.

-Ja, ja, ja, ¿por qué te sorprende? -preguntó divertida.

-Mmm no me parecías del tipo de mujer que cocina...

-Y entonces, ¿qué tipo de mujer te parezco Amber? -le dijo Margareth, volteando a verla.

-Mmm no sé, digo... Eres modelo... Estas muy ocupada, pensé que... No sé, en realidad-respondió Amber trabándose un poco con las palabras.

-Ja, ja, ja, pues si, cocino, y no es por presumir, pero lo hago excelente.

-Pues me gustaría comprobarlo.

- ¡Perfecto! -respondió Margareth y se encaminó hacia su casa.

Llegaron a la casa de Margareth, Amber la observó, estaba realmente grande, era normal que su casa sería así, siendo ella una modelo famosa. En todo el trayecto, Amber había observado mínimo dos anuncios donde salía Margareth, y empezaba a darse cuenta que en verdad era famosa, lo cual pudo comprobar al llegar a su enorme casa, ubicada en Belsize Park, al parecer, una de las áreas preferidas de los famosos. Y al parecer también, de las zonas más costosas del país. La casa era blanca de tres pisos, los alrededores y el patio estaban llenos de diferentes plantas y árboles. Entraron a la casa, Amber pudo observar algunas fotografías de Margareth, en pasarelas, otras con famosos; famosos que a la mayoría conocía. Le gustaba como había decorado la casa, en la sala que era enorme, había una gran chimenea y casi para llegar a la cocina que estaba en el fondo, un pequeño bar con una barra llena de diferentes bebidas, las escaleras que trasladaban a los dos pisos de arriba tenían una forma de espiral, era una casa muy bonita en verdad.

-Siéntate Amber, voy a poner a calentar la pizza -dijo Margareth indicándole el sofá, mientras ella caminaba hacia la cocina.

- ¿Quieres que te ayude? -le preguntó Amber desde la sala.

-No, para nada, ya está hecha, solo la tengo que calentar y servir, ¿quieres vino?

-Sí, gracias.

Margareth llevó el vino y la pizza servida en un plato, después ella fue por su plato y se sentó a su lado. Comieron, y estuvieron un rato en silencio, un silencio muy cómodo en realidad.

-Y... ¿Te gustó? ¿Pase la prueba? -preguntó por fin Margareth sonriendo.

- ¡Está excelente! Tenías razón.

-Me alegro que te haya gustado.

Terminaron de comer y Margareth fue por su cámara, quería enseñarle a Amber las fotos que le acaban de tomar hace unos días.

-Mira -dijo mientras se sentaba muy pegada a Amber- estoy haciendo una campaña para un perfume, que pretende lanzarme a lo grande en Estados Unidos. Me percaté que tú no tienes idea quien soy... -agregó con una sonrisa.

-Mmm..., la verdad no tenía idea, pero de camino hasta aquí, pude ver algunos anuncios donde sales...

-Bueno, esta campaña pretende que mi nombre empiece a sonar en el otro lado del mundo, en tu país, específicamente en Hollywood, mira -dijo sonriendo, mientras se acercaba aún más a Amber y empezaba a enseñarle las fotos- me las tomó un fotógrafo de renombre, esta es mi favorita -le enseño la foto en la cual posaba con un vestido rojo sumamente elegante y con el perfume en la mano.

-Te ves muy bien -le contestó Amber sinceramente.

- ¿Si te parece? -le dijo mientras volteaba a verla, quedando casi pegada a su rostro.

-Si... -dijo Amber sonriendo nerviosamente, estaban tan cerca que parecía iban a besarse.

-Este fotógrafo que te digo, se llama Gio, también me está enseñando un poco de fotografía... Tengo una idea... -comentó a la vez que se levantaba y se ponía enfrente de Amber -te tomaré unas fotos, así también practico.

- ¡No! -contestó Amber, tapándose la cara con una mano- no creo ser buena para que me tomes fotos...

-Ja, ja, ja, ¿de qué hablas? -le dijo Margareth tomando el lente de la cámara- ¡eres bellísima! Anda déjame tomarte unas fotos, por favor -suplicó con sus dos manos y la cámara entre ellas.

-Mmm... ¿Pero qué hago?, ¿sonrío?... No tengo idea -respondió Amber haciendo una mueca, tan característica en ella.

-Así quédate, me gusta esa cara que sueles hacer... -le contestó mientras tomaba su cámara y la colocaba en sus ojos, se acercó más a Amber- tienes unos ojos bellísimos -le dijo- te voy a sacar una enfocada en ellos.

- ¿Me sigo quedando así? -preguntaba Amber confundida y muy nerviosa por lo que Margareth le decía y especialmente por su cercanía, la cual en ocasiones aumentaba y en otras disminuía, dependiendo en qué enfocaba la cámara.

-Sí, justo así, veme fijamente... -le decía mientras se acercaba más a ella- ahora sonríe...

-Mmm -Amber sonrió aún confundida, le parecía estar mostrando su sonrisa más falsa...

- ¡Divino!, -dijo Margareth- te lo dije la primera vez que hablamos y lo repito, ¡tu sonrisa es hermosa!... ¿No has pensado en ser modelo? -preguntó, terminando su sesión improvisada y sentándose a su lado.

-Ja, ja, ja, no, en realidad no, no creo que sea algo para mí... -respondió Amber sonriendo.

-Yo afirmo que sí, eres bellísima, mira y fueron fotos improvisadas -contestó, mientras le enseñaba las fotos.

-Gracias, pero no... No es lo mío.

Margareth la observó fijamente algunos segundos y sonriendo agregó...

-Me gustas... No... Es decir, me gustan, tus fotos, me gustaron muchísimo -dijo con la voz dubitativa.

Amber visiblemente nerviosa, tomó su copa de vino y bebió un poco. Margareth al observar el nerviosismo de Amber, cambió el tema preguntándole sobre su carrera y su estancia en el país. Después de algunos minutos más de charla, Amber decidió que era momento de marcharse.

***

Por fin Amber estaba ya en su apartamento, era bastante tarde, y Cassie dormía profundamente, al parecer las medicinas si eran muy fuertes. Trató de hacer el menor ruido posible y se metió a la cama sigilosamente. Al día siguiente se despertó y Cassie que ya estaba despierta, aún se veía enferma.

- ¿Cómo sigues Cass? -le preguntó Amber mientras se levantaba de su cama.

-Fatal -decía Cassie, recostándose de nuevo.

- ¿Quieres que te prepare un té? -le preguntó.

-Por favor, Amy... Ayer me quede perdidamente dormida, pero desperté un rato y no estabas, supuse que fuiste a dar una vuelta, mi tonta enfermedad arruinó los planes -dijo Cass con la cara afligida.

-No te preocupes Cass, lo primero es que estés bien -contestó Amber desde la cocina donde preparaba el té- Y sí, salí a dar una vuelta...

- ¿Con quién? -preguntó Cassie con la voz coqueta, y enseguida empezó a toser.

-Mmm -Amber se puso nerviosa, no sabía a qué se debía y tampoco sabía por qué no podía decirle que había salido con Margareth. - Con nadie Cass...

-Pensé que te habías ligado a alguien... -seguía insistiendo Cassie muy divertida.

-No, bueno... sólo salí con un guía turístico, ya sabes, no tengo mucha idea de a dónde ir -dijo Amber nerviosamente, mientras le daba el té y se sentaba en su cama que estaba al lado de la de Cassie.

- ¿Y está guapo? -preguntó con interés y después le dio un sorbo a su té.

-No... O sea, es más grande... mayor, ya sabes -contestó Amber trabándose un poco con las palabras- Cass, es solo un guía turístico... Tú sólo piensas en eso.

Cassie la observaba fijamente y bebía de su té, después agregó

-Te hubieras conseguido mínimo uno guapo y joven-sonrío.

-Eres imposible Cass -puntualizó Amber- ahora me voy a duchar, porque tengo que salir ya -agregó dirigiéndose al baño. Se había quedado de ver con Margareth para que le siguiera enseñando la ciudad, pero no sabía porque razón no podía decírselo a Cassie, si a final de cuentas no era nada malo.

-Me saludas al guía turístico misterioso -le gritó Cassie, mientras se acomodaba en su cama.

En un café que estaba cerca del apartamento, Margareth ya la estaba esperando. Le había dicho que ese día, conocerían muchos de los lugares turísticos del país y así fue, en su carro recorrieron gran parte de la ciudad, fueron a la torre de Londres. Amber observó impresionada las joyas de la corona, el edificio central; la Torre blanca, estaba fascinada con la infraestructura de este lugar. Observó a los cuervos que estaban dentro del lugar, nunca le habían gustado mucho estos animales, le causaban un temor extraño, pero al observarlos ahí, no supo que sentir. Según la leyenda que Margareth le contó, se creía que si los cuervos desaparecían del lugar, la torre se desplomaría, por lo que uno de los guardias que cuidaba de los cuervos, se encargaba de cortarles los extremos de una de las alas para que no escapasen, saber esto y ver a los cuervos, le causó mucha tristeza a Amber...

Después fueron al London Eye, una infraestructura de 130 pies de altura, que se encontraba sobre el río Támesis, desde ahí, se podía observar gran parte de la ciudad. A Amber le pareció magnífico este lugar, el hecho de ver a la ciudad desde las alturas y desde esa estructura que giraba, fue algo que nunca había experimentado... Asistieron a más lugares, entre ellos el famoso Big Ben, el Tower Bridge; el puente más famoso de Londres, la Plaza de Trafalgar, y finalmente, cayendo la noche, fueron al Covert Garden, primero, al Royal Opera House, dónde observaron una magnífica puesta de teatro y después, en una de las terrazas que se encontraban cerca, tomaron un café. Margareth quiso pagar casi todas las entradas de los lugares a los que asistieron, no dejaba que Amber lo hiciera, aunque ella se negaba a que Margareth pagara todo, Margareth no le hacía caso y pagaba por ambas...

-Y entonces... ¿Te gusta Londres? -preguntó Margareth.

- ¿Bromeas? ¡Es tan increíble! No me lo creo aún, estar aquí... Es todo tan hermoso -contestó Amber con cierto cansancio reflejado en su voz, pero éste no opacaba la gran emoción que experimentaba.

- ¡Estoy muerta! Y en realidad hemos visto muy pocos lugares... Faltan muchos museos y galerías que estoy segura te gustarán... ¿Me vas a dejar enseñártelas?

-Sí, claro -respondió Amber con gusto y luego pensó en Cassie, estaba enferma, pero pronto dejaría de estarlo y ambas habían quedado de recorrer la ciudad... Amber por alguna razón no quería que Cassie supiera quién estaba fungiendo como su guía turística...

-Cassie... ¿No se enojará porque recorras la ciudad conmigo? -preguntó Margareth como si adivinara su pensamiento.

Margareth quería decir que ella llevaba a ambas a recorrer la ciudad, pero la realidad era que sólo quería estar con Amber, cada vez le gustaba más su compañía.

-No, no tendría por qué enojarse... -contestó Amber sonriendo y pensando en que esto era mentira.

Margareth sonrió.

- ¿No crees que esta es la verdadera felicidad? -dijo, quedándose pensativa.

- ¿Cuál? -preguntó Amber sin tener mucha idea a qué se refería.

-Esta... Poder hacer lo que te plazca, cuando quieras, tener el dinero para hacerlo, para comprar lo que quieras, para ir a dónde quieras... El dinero, las cosas.

- ¿Esa crees que es la felicidad?

- ¡Claro! El dinero... Las cosas, lo que puedas comprar con él -dijo Margareth sonriendo victoriosa- puedes comprar lo que sea, lo que te haga falta y ya; solución a todo. Por ejemplo: las personas feas, si tienen dinero, se operan y ya está. Y las pobres y feas, bueno, creo que no hay peor castigo que ese. Ja, ja, ja- se rio divertida.

Amber no pudo evitar reírse también, pero no compartía en lo más mínimo esta opinión. No dijo nada.

- ¿Qué opinas Amber? -preguntó Margareth al notar el silencio de Amber.

-Mmm... ¿La verdad?

-Ja, ja, ja, claro...

-No opino lo mismo, no creo que el dinero, el tener cosas, comprarlas y todo eso, sea la verdadera felicidad, lo de afuera, ser bello físicamente, no creo que sea lo importante...

-Pero la belleza manda, lo importante es ser una persona bella, rica, poderosa...Todo eso que dicen que lo importante es el interior y bla, bla, bla, son tonterías. Lo importante es tu físico, por eso existen carreras como la mía...-dijo Margareth con una media sonrisa.

Amber frunció el ceño, lo que escuchaba no podía estar más alejado de lo que ella creía. Innumerables veces, había tenido discusiones por esta cuestión y lo cierto era que le molestaba en gran medida la gente que era así de superficial, y trataba de no tener una relación tan profunda con personas así. Pero extrañamente con Margareth, no se sentía molesta, quería escucharla, quería saber que pensaba.

-Yo creo que eso es lo que quieren hacernos creer y por eso la gente está y vive en constante inconformidad, ¿qué es la belleza, para empezar? Es tan subjetiva... Lo que es bello para ti, puede no serlo para mí.

-Yo creo que lo bello para mí, lo es para muchos, para la mayoría... Tengo muy buen gusto...-respondió Margareth arrogantemente, observando fijamente a Amber, le decía estas palabras en un doble sentido.

Amber sonrió y bebió de su taza de café, como era común, no entendió el doble sentido de las palabras que Margareth acababa de decir.

-Hay cierto patrón o prototipo, esos estándares de belleza que se empeñan en establecer, pero la verdad es que no a todos les gustan... y en todo es así, en el arte, los diferentes tipos de arte para cada gusto, la literatura, diferente tipo de literatura, los diferentes géneros de película... creo que eso es lo interesante, que haya cosas diferentes.

-Yo creo que soy muy superficial y siempre me fijaré en el "empaque" -respondió Margareth sonriendo triunfal.

Amber se rio un poco y le preguntó...

- ¿Entonces, eres superficial Margareth?

-Sí, muchísimo, me gusta lo bello, lo que me haga sentir bien... Que mis ojos admiren eso que está enfrente de ellos...

-Complacer a tus sentidos -completó Amber.

-Exacto.

- ¿Y no crees que eso es momentáneo? Complaces a tus sentidos... ¿Y luego?... Y bueno, entramos otra vez a lo que te decía, la subjetividad, complaces a tus sentidos desde lo que a ti te hace sentir bien, lo que es bello para ti, el sabor de lo que te gusta comer, el ruido de la música que te gusta escuchar... Pero... ¿Y luego?... Yo creo que se trata de sentir más allá de los sentidos, porque a final de cuentas nuestra percepción es limitada... Y de eso se trata, creo -Amber se concentraba mucho en sus palabras- de descubrir, de sentir más allá de lo superficial. Como dijo Aldous Huxley: "si las puertas de la percepción se purificaran todo se le aparecería al hombre como es, infinito...". Y creo que de eso se trata de ver todo más allá, dejar que todo te "empape" por completo, no sólo quedarse con la percepción superficial.

Margareth la observaba fascinada, repetía lo que Amber acababa de mencionar en su cabeza sin poder entenderlo del todo.

-Aunque bueno sobre lo que menciona Huxley, no comparto su perspectiva y método de purificación...-siguió diciendo Amber, más para sí misma, como solía hacerlo a menudo. Solía comenzar a hablar de algo que le gustaba y no frenar, aunque muchas veces hablara sólo para ella misma.

Margareth no tenía idea sobre quién estaba hablando Amber, pero no dejaba de observarla con mucho interés, casi tiernamente y no dejaba de poner atención a cada una de sus palabras.

- ¿Quién es él?... ¿Y cuál era su método? -preguntó.

-Un escritor... Escribió un ensayo, "las puertas de la percepción" y ahí colocó frase de otro autor, creo... El probó ciertas drogas y decía que ese era el método para apreciar todo tal como es; más allá de los sentidos... sin limitación, bueno, al menos eso entendí yo... -respondió sonriendo.

- ¿Y tú no crees que las drogas sea el método?

-Creo que no se tiene que buscar afuera lo que ya está adentro.

Margareth la observaba fijamente, ese tema relacionado a las drogas, le causaba cierta incomodidad.

-Y para ti... ¿Cuál crees que es la verdadera felicidad, Amber?

-Mmm... Podría decir que es diferente a cada persona, tal vez para ti es esa, tener dinero para hacer lo que quieras en cualquier sentido; desde lo físico hasta cualquier otro. Pero yo creo que si nos vamos al "fondo" de cada uno, de cada persona, dejando de lado ese exterior que se empeñan en hacernos creer y que ya hemos creído que es la felicidad, nos daremos cuenta que la verdadera felicidad que todos deseamos, no es tan diferente... Coincido contigo en qué hacer lo que quieres te hace feliz, pero no siento que esto tenga que ir de la mano con tener dinero... Simplemente hacer lo que quieres, lo que en verdad te gusta, lo que te apasiona...

-Pues... a la gente que yo he conocido le apasiona el dinero -respondió Margareth sonriendo.

-Y es respetable...-Amber sonrió también- Pero cuando mueras nada de ese dinero se irá contigo... Nada, ninguna cosa que hayas comprado se irá contigo, y yo, yo prefiero quedarme con otras cosas... Es obvio que necesitamos el dinero para todo, estamos en una sociedad que se rige así. Pero por ese "amor" al dinero, a las cosas, creo que el mundo es, a mí parecer, no sé, algo muy banal, una constante competencia, un querer ser siempre el más poderoso, un no valorar ni amar al otro, un "yo soy más que tú". No, lo dije mal, el mundo no, el mundo es hermoso, más bien las personas que lo habitamos, somos así, buscamos el poder para ser "felices", constantemente, creemos que la felicidad está afuera... Pero bueno, yo no creo que el dinero sea algo que apasione... Algo que haga feliz.

- ¿Qué te hace feliz a ti? -preguntó Margareth observándola, lo que decía la atrapaba totalmente, aunque fuera tan contrario a su punto de vista.

-Pintar, dibujar, la lluvia, la noche, las estrellas, la naturaleza, los perros, escribir, conocer y descubrir cosas. Mi familia, yo misma; saber que he aprendido algo nuevo, que soy diferente y mejor a como era hace un año. Ayudar a otros en todo lo que pueda, ver una buena película, escuchar una canción que toque mis sentimientos más profundos, leer una historia que me traspase, o un poema que me haga vibrar...

Margareth movió un poco la cabeza, sonrió sutilmente y se quedó pensativa unos segundos...

- ¿Acaso eres poeta? - dijo riendo y agregó- No, en serio... Había preguntado a otras personas que los hacía felices y las respuestas habían sido casi siempre las mismas; un carro, una casa, un viaje a París, salir en una revista... Así, ese tipo de respuestas, todo el tiempo... Y tu... Tu respuesta me gustó, realmente me gustó...

-Bueno, creo que yo soy muy simple -respondió Amber sonriendo ampliamente e inmediatamente bebió de su café.

-Para nada... Al contrario... Eres muy... Muy profunda -dijo Margareth sonriendo de una manera dulce- Creo que yo soy muy superficial, la gente en general lo es...-Se quedó pensativa...

Amber la observaba y escuchaba el tono en el que decía sus palabras, era diferente al que siempre solía tener.

-No suelo conocer a gente que piense así, comotú... Y me agrada...En verdad me agrada como piensas y lo que dices... -dijonuevamente Margareth sonriendo de una manera extraña para Amber

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