Confesión
Casi al mediodía del día siguiente, ambas se fueron a clases, Amber no pudo concentrarse en ninguna de las tres clases que tuvo. Ese día salía temprano, antes que Cassie, y pensó que lo mejor era volver a casa y recostarse un rato, tenía que aclarar sus pensamientos.
Al llegar a su apartamento, observó quien estaba ahí afuera, esperándola, era Margareth...Se encontraba sentada en el pequeño escalón justo delante de la puerta. Amber la observó, tenía puestos unos lentes de sol, aunque no hacía nada de sol en ese momento. Como los últimos días, ese día estaba muy nublado, a punto de soltarse una enorme tormenta.
Margareth iba vestida como solía hacerlo cuando no iba a trabajar, cuando no tenía nada qué hacer, muy cómodamente, con unos jeans y una sudadera, que tapaba en gran medida su cuerpo. Aunque Amber, siempre pensaba, al verla, que no había otra persona que luciera una sudadera de esa manera tan sofisticada como lo hacía ella. Su cabello estaba recogido en una coleta. Tenía un cigarrillo al que le acababa de dar una fumada, era una de las pocas veces en las que Amber veía fumando a Margareth, generalmente lo hacía cuando estaba alterada y al parecer en ese momento lo estaba. En su cara, aunque estaba tapada en gran medida por los enormes lentes, se podía distinguir una expresión diferente a la que comúnmente se observaba en ella, siempre alegre y jovial, podría decirse que en ese momento, tenía una expresión perdida, casi extraviada.
—Amy —dijo Margareth, levantándose del escalón cuando observó a Amber, tiró el cigarrillo en el suelo, y lo aplastó con uno de sus pies.
—Margareth —respondió Amber con seriedad, acercándose a ella.
Margareth sabía que Amber ese día salía temprano, solían verse cuando Margareth no tenía trabajo o aunque tuviera, Amber la acompañaba y pasaban el día juntas. Había pensado en ir a recogerla a la facultad, pero acordándose que Cassie salía horas después que Amber, decidió esperarla afuera del apartamento, necesitaba hablar con ella, explicarle o al menos tratar de hacerlo.
Amber se acercó a la puerta del apartamento, haciendo que Margareth se hiciera a un lado, sacó la llave y abrió, invitando a Margareth a pasar. Ambas pasaron y Margareth se sentó en el sofá.
— ¿Quieres beber algo? —preguntó Amber, que aún seguía de pie.
—Sólo agua, por favor...
Amber fue a la cocina por el vaso de agua y se lo llevó a Margareth. Se sentó a lado de ella en el sofá, únicamente había un sofá en el apartamento, pues siendo un apartamento pequeño no había mucho espacio en él... Margareth bebió un sorbo del agua y después de algunos segundos en silencio volteó, quedando enfrente de Amber, se quitó los lentes y por fin habló.
—Vine a darte una explicación...
—No tienes por qué hacerlo —interrumpió Amber, por fin podía ver los ojos de Margareth, esta vez el azul en ellos, reflejaba tristeza. Sus ojos estaban envueltos en un rojizo extraño, claramente Margareth había llorado en gran medida. Ambas estaban viéndose de frente— no tienes que darme explicaciones.
—Pero quiero hacerlo —dijo Margareth rápidamente— sólo te pido que me escuches y si... si después de hacerlo ya no quieres volver a verme, lo voy a entender, pero antes escúchame, por favor —agregó, de manera suplicante.
Amber un poco confundida la observaba e hizo una señal con la cabeza indicándole a Margareth que continuara.
—Lo que viste ayer... yo... yo consumo cocaína desde hace un tiempo —comenzó a decir, con la voz llena de vergüenza— casi desde que entré a modelar.
Amber frunció un poco el ceño, eso era hace mucho, recordó cuando Margareth le contó cómo había entrado a modelar, cuantos años tenía, en fin, eso ya tenía bastante tiempo. Margareth estaba a punto de cumplir 29 años y había entrado a modelar a los 21.
—Un año después —siguió diciendo Margareth— tenía casi 22 años... Aún vivía con mis padres. —Era la segunda vez que hablaban de los padres de Margareth, nunca había querido tocar ese tema, cuando Amber lo había mencionado, siempre cambiaba el tema— ellos se dieron cuenta, porque llegaba en la madrugada a casa, llegaba ebria y a veces... drogada. Ellos obviamente, no me querían ver así y me dijeron que tenía que salir de eso, del modelaje, yo... yo no quería, aunque no entré en eso porque fuera mi sueño o algo así, no quería dejarlo porque estaba empezando a ganar mucho dinero...—Margareth tenía la cabeza agachada, parecía que le daba mucha vergüenza contar aquello, su voz sonaba sumamente apagada— Cuando entré a esto, fue desde abajo, todos entramos desde abajo...o sea, no ganaba mucho, tuve que ascender y bueno... conocí a alguien, a una mujer, dentro de esto y me dijo que había una manera muy fácil para ascender rápidamente, para empezar en las pasarelas, con las campañas y todo eso, donde se ganaba muy bien.
Amber observaba detenidamente a Margareth, la veía jugar con sus manos en señal de nerviosismo. Margareth no había visto a la cara a Amber, aún.
—Ella era como la jefa de campañas, la que se encargaba de enlazar con las marcas y hacernos una imagen... ella me dijo que podía ascender rápidamente si empezaba a servir como acompañante de personas famosas... de políticos, cantantes, actores, actrices también, hombres y mujeres... Algo así como su dama de compañía. Eran personas que tenían mucho dinero y poder y nos relacionaban con más gente, tú sabes, con contactos. De ahí nos empezaban a llamar para las cosas grandes, las pasarelas, fotografías, campañas... pero...pero no era sólo servir como compañía, tenía... tenía que hacer otras cosas...—Margareth tragó saliva y alzó un poco la mirada para encontrarse con la mirada confusa de Amber, volvió a bajar la mirada, tomó el vaso que había dejado en la mesa de enfrente, bebió un sorbo y después de dejarlo de nuevo en la mesa, continuó— tenía que acostarme con ellas... y ellos... —dijo esto en un tono casi inaudible— y yo... yo no podía hacerlo en mis cinco sentidos, era por lo general gente más grande, mucho más grande —Margareth comenzó a hablar con la voz entrecortada— me daba mucho asco sólo pensarlo... y otro chico que ya estaba dentro de eso, me dijo que él solía meterse cocaína para poder hacerlo, que la cocaína te ponía dispuesto y no sabías lo que estabas haciendo —Margareth comenzó a sollozar.
Amber sentía un nudo en la garganta, quería llorar también, se acercó un poco a Margareth.
—Y... y la primera vez que me acosté con un tipo, lo hice, antes de ir con ese asqueroso, me drogué, fue la primera vez que probé la cocaína...y también fue cuando solía llegar a mi casa muy mal... mis padres me exigieron que me saliera del modelaje y regresara a la escuela, pero no les hice caso y me fui de la casa— Margareth tenía la voz quebrada y se limpiaba las lágrimas que caían por sus mejillas— Generalmente sólo me drogaba cuando lo hacía con hombres, tú sabes que no me gustan para nada los hombres —sonrió tristemente— cuando alguna mujer quería acostarse conmigo, no era tan difícil, lo podía hacer sin necesidad de estar drogada. Pero con tipos era... era horrible, Amy —por segunda ocasión, volteó unos segundos la vista hacia Amber, que la observaba estupefacta tratando de contener el llanto, escuchaba y veía a Margareth y solo quería abrazarla fuertemente, hacerla sentir mejor— y el chico tenía razón, si me drogaba no sabía lo que estaba pasando y todo era más fácil... Haciendo eso... ganaba muy bien, ya me había ido de mi casa y necesitaba dinero... Comencé a hacerlo más frecuentemente, era una especie de prostituta cara...—volvió a intentar sonreír con ironía— pero también empecé a consumir más y más... ya no consumía sólo cuando me acostaba con algún tipo, lo hacía también, cuando me tocaba pasarela, cuando tenía que filmar un comercial, hasta cuando no tenía que hacer absolutamente nada... Mi dinero aumentó, ya era muy rica y pude dejar de acostarme con gente, no tengo idea como tuve tanta suerte y no me pasó nada más, ¿sabes?... muchos de los que hicieron lo mismo, ahorita están con alguna enfermedad, o las chicas se embarazaron o están muertos o cosas horribles, en verdad horribles... a mí no me pasó nada de eso... Pero estaba tan vacía, tan sola, me fui de mi casa y mis padres me buscaron, pero junto con mi representante pusimos una denuncia, una estúpida denuncia diciendo que no se podían acercar a mí. Cuando mi adicción avanzó, peleé con Fray también, lo alejé, también con Dael, fue por lo que habíamos estado lejos esos años. Porque ellos querían ayudarme y yo, yo no quería, yo los alejé, alejé a todos.
—Antes de conocerte —Margareth detrás de esas lágrimas, observó a Amber, con mucha ternura— me drogaba todos los días... lo que te dije es cierto, antes de ayer, no lo había hecho desde que te conocí, pero volví a sentir la necesidad de hacerlo. Cuando estoy contigo, me siento diferente, ¿sabes? —Amber que ya estaba más cerca de Margareth no dejaba de observarla, Margareth agarró su mano, con fuerza tratando de aferrarse a ella, Amber no la soltó, por el contrario, la apretó más— me haces ver que hay otras cosas más allá de las que yo conocía, cosas bonitas, cosas buenas, cosas puras, cosas así como tú —Margareth sonrió dulcemente— pero cuando peleamos siento que todo se derrumba y necesito, necesito sentirme bien otra vez. Cuando voy a trabajar, tú sabes cómo nos tratan, siento ganas de volver a consumir para escapar de todo, me doy cuenta que no puedo con esto... Tú, tú Amy, eres demasiado buena para mí... demasiado pura. Antes de conocerte yo sólo quería dejarme morir, drogarme hasta que muriera por sobredosis- Ambas se estaban observando la una a la otra, sus ojos delataban todo el amor que sentían a pesar de todo lo que se había dicho en ese momento...- pero cuando te conocí todo cambió... la primera vez que te hice el amor- siguió diciendo Margareth, esta vez su voz sonaba diferente, sonaba llena de ternura- sentí algo que nunca en mi vida había sentido... me di cuenta lo que era realmente hacer el amor... —Amber tenía su mirada fija en ella, reflexionaba sus palabras, ella también había sentido algo que nunca antes había experimentado la primera vez que estuvo con Margareth— y las demás veces, cuando estoy contigo, cuando te beso, te abrazo, te toco, todo tiene sentido, soy tan feliz como pensé que nunca lo iba a ser, me olvido de todas las cosas horribles que viví... pero, no... no te merezco Amy.
Margareth comenzó a sollozar y Amber la abrazó con fuerza. Margareth se aferró a su cuello, clavando su cabeza en él, sentía el cabello de Amber, su olor y eso, sólo eso, la llenaba de paz.
Amber no pudo evitar que algunas lágrimas recorrieran sus mejillas también, quería tanto a esa mujer y realmente le dolía escuchar todo lo que había pasado, le acarició con mucha dulzura el cabello, tratando de calmar todo el dolor que Margareth había sentido, tratando de que todo aquello se borrara para siempre de ella.
Después de algunos minutos, ambas se despegaron quedando con las manos unidas. En seguida, Amber llevó sus dedos a las mejillas de Margareth limpiándole las lágrimas que aún estaba derramando.
— ¿Por qué no buscas a tus padres? —preguntó Amber, tenía la voz entrecortada.
Margareth cerró unos segundos los ojos, sintiendo los dedos de Amber en su cara, sólo eso le era suficiente para sentirse mejor. Después de que Amber quitó la mano, Margareth negó con la cabeza.
—Me siento muy avergonzada... no puedo ni verlos a los ojos.
—Son tus padres, Mar. Van a apoyarte... todos cometemos errores, tomamos malas decisiones... —sentenció Amber con ternura.
—Ellos intentaron alejarme de todo eso y yo —respondió Margareth muy dolida, apretando aún más la mano de Amber que tenía entre la suya— Yo los demandé... Jim me dijo que era lo mejor para que dejaran de molestarme.
—Pero ¿por qué te dijo eso?, ¿no se supone que los representantes quieren lo mejor para la persona que representan? —preguntó Amber molesta.
Margareth suspiró y volvió a negar con la cabeza.
—La mayoría solo quieren dinero, hacerse de dinero a través de nosotros... Te hacen esconder lo que creen no puede ser bueno para tu "imagen". Como Jim quiere que esconda lo que soy. Como a Tom se lo han hecho esconder, te hacen firmar contratos, en esos contratos casi les das toda tu vida para que la manejen a su antojo, te hacen hacer lo que ellos creen es mejor para tu carrera... Alejarme de todo era lo mejor para que siguiera en esto, para que Jim se hiciera rico. Ahora lo es, yo soy famosa —dijo Margareth tristemente— y él es rico.
Amber frunció el ceño.
—Entiendo si después de saber esto no quieres verme, no soy alguien que quieras tener en tu vida —volvió a decir Margareth agachando la cabeza...
Amber tragó saliva y suspiró.
—Yo... yo te quiero —fue lo que pudo responder. Haciendo que Margareth levantara el rostro y sonriera como no lo había hecho en esos minutos— ¿Por qué no lo dejas? —preguntó Amber.
Margareth confundida la observó.
—Sí, ¿por qué no dejas el modelaje? —volvió a decir Amber.
—No puedo Amy —dijo Margareth negando con la cabeza— tengo un contrato, si lo dejo, estaría incumpliéndolo y podrían demandarme o peor... podrían meterme a la cárcel.
—Pero... podrías afrontar esa demanda, decir la verdad de lo que pasa adentro de eso, claramente, no eres la única que ha tenido que soportar todo aquello, creo, creo que ganarías una demanda de ese tipo —respondió Amber con mucha seguridad, aun con la mano de Margareth en la suya.
Margareth la soltó y negó una vez más con la cabeza.
—No tienes idea como son, Amber. Tienen mucho poder, no ganaría. Y trabajando en eso gano muchísimo dinero, tengo poder, fama... me gusta vivir bien, poder comprarme lo que quiero y con ese trabajo lo puedo hacer todo.
Una vez más salía la Margareth superficial, que pone lo material por encima de todo, Amber suspiró y se levantó del sofá...
—Entonces, sólo por tener mucho dinero, ¿estás dispuesta a todo?, está tu salud, está tu felicidad...—comentó Amber muy seria, casi molesta— yo te he visto Margareth —agregó más tranquila, volviendo a sentarse junto a ella en el sofá— cuando cocinas o tomas fotografías, he visto lo feliz que eres haciendo eso — Amber sonrió tiernamente- eso sólo lo he visto cuando estás haciendo esas dos cosas.
—Y cuando estoy contigo —agregó Margareth, sonriendo también.
—No te he visto así de feliz cuando estas en lo otro; modelando o algo de eso, ahí tu expresión es otra, ahí estás triste...
— ¿Y tú crees que voy a tener la vida que tengo ahora dedicándome a la cocina o a la fotografía? — preguntó seriamente Margareth— claro que no, Amber.
—Tal vez no todo lo que tienes ahorita, pero claro que puedes vivir de eso, eres, eres la mejor cocinera —respondió Amber sonriendo nuevamente— tus fotos, son increíbles... puedes vivir de eso, tal vez sí, tengas razón y no vas a tener lo que tienes ahorita, pero vas a hacer lo que en verdad amas, Mar, eso, eso vale más que tener todo el dinero del mundo.
—Tú eres artista, Amber —interrumpió Margareth, aún seria— mi padre solía decir que los artistas son soñadores por naturaleza, que creen que haciendo lo que amas se puede sobrevivir y que eso es suficiente... ¿te has puesto a pensar que puede no ser así?- preguntó- ¿qué pasaría si cuando termines tu carrera te das cuenta que no vas a poder vivir de eso? —volvió a preguntar— Amber, el mundo es mucho más difícil, lo que sueñas casi nunca es lo que pasa en verdad —concluyó tajantemente.
Amber la observó aturdida, tal vez las palabras de Margareth eran ciertas, ella misma muchas veces se había preguntado qué pasaría si no encontraba trabajo, si no podía dedicarse a pintar, pero también sabía que lo más importante era hacer lo que amabas, aún con todo lo que eso pudiera traer consigo. Amber tal vez era muy sencilla y para ella era más importante hacer lo que realmente le apasionaba hacer, que tener millones de pesos.
Pasaron algunos minutos antes de que alguna de las dos dijera alguna palabra, Margareth se levantó del sofá y viendo el reloj, por fin articuló.
—Es hora de irme, ya es tarde.
Amber afirmó con la cabeza y antes de que Margareth se fuera, se lanzó a su cuello abrazándola con fuerza, sorprendiéndose a sí misma y a Margareth... Los ojos de Margareth volvieron a llenarse de lágrimas. Estuvieron así, algunos segundos, sin separarse ni un milímetro. Amber sentía el olor de Margareth, sentía su cabello, sentía los brazos de esta, aferrados a su espalda, presionando su cuerpo con el suyo. Sólo quería quedarse así, sin saber nada más. Sólo quería que esa mujer dejara de sentir tanto dolor, sólo quería hacerle sentir que todo iba a estar bien.
Por fin se separaron quedando tomadas de una mano y Margareth susurró con una sonrisa discreta.
—Creo que tienes mucho que pensar.
Amber le regresó esa sonrisa.
—Y tú también —le respondió.
—Sólo tienes que saber que eres lo mejor que me ha pasado y que... que te amo como nunca voy a amar a nadie más —dijo Margareth con la voz entrecortada, beso tiernamente la mano de Amber, se volvió a colocar los lentes y sin esperar respuesta, Margareth salió del apartamento.
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