Comenzando a Reñir.
Para desgracia de varios, los problemas tuvieron que llegar, así sin avisar, como siempre lo hacen y siempre lo harán.
La relación entre Balto y Jenna, se había vuelto de lo más tensa, y aunque en realidad no lo era, Balto de pronto había comenzado a pensar que todo era su culpa. Jenna nunca quería admitirlo, al menos cuando ella sabía que no tenía razón para estarlo, pero la mayoría de las veces, si Balto se atrevía a preguntarle si acaso ella estaba enojada con él, Jenna siempre lo negaría. Aún cuando los dos sabían claramente, que aquello no era más que una mentira, una mentira genuinamente piadosa, por parte de Jenna. Ni ella misma se explicaba por qué se sentía tan molesta en primer lugar, amaba a Balto, con todo su corazón y creía y confiaba en él, por lo que ni ella misma podría encontrar una explicación lógica a su rencor. De todas maneras, siempre que ella misma intentaba luchar contra si, en un intento por cambiar eso, lo único que conseguía era todo lo contrario, convencerse a sí misma de que tenía todo el derecho de sentirse molesta. Incluso cuando sus argumentos no eran válidos en realidad.
Ella, desde lo profundo de su corazón, sabía que Balto, nunca le podría ser infiel, ella creía y confiaba en él, como ya había dicho hace un momento, sabía que nunca intentaría hacer algo para traicionarla. Pero el caso, era que su gran problema, se centraba en que simplemente no podía por más que lo intentaba, no podía dejar de tener miedo de que eso pudiera llegar a ser posible algún día.
El en serio significaba tanto para ella. No estaba dispuesta a perderlo, y otro gran miedo que tenía raíz de todo aquello, era justamente que ella se volviera la única culpable de que su relación pudiese terminar, pues Balto no era el único que se sentía culpable, ella también había comenzado a sentir remordimiento, por creer que algún día sus celos tan obsesivos, terminarían de hartar a Balto. Casi de la misma forma que ahora él sentía miedo, que un día ella lo acusara de que él la engañó y le pusiera fín a lo que juntos habían estado tratando de construir.
Esa mañana, aquel inicio de semana. Balto iba con toda la intención del mundo, a realizar su trabajo como perro guía de la mejor manera que pudiera, siendo como único deseo y petición para el cielo y el universo, que lograra terminar la semana sin ningún pleito, desacuerdo o malentendido entre ellos dos. Esto porque el mismo sabía que las cosas simplemente no habían dejado de complicarse más y más desde que todo empezó, y tan mal se habían puesto que incluso habían llegado al punto, de que sí bien no todos, si había ya una cantidad considerable de personas, entre ellos, amigos, familiares y conocidos suyos, que se habían dado cuenta de lo ya muy disfuncional que se había vuelto su relación. Ellos no estaban enojados al uno con el otro, pero siempre tenía que haber algo o pasar algo, que hiciera estallar una discusión entre los dos. Más sin embargo, aún con todo aquello, no parecía que ninguno de los dos quisiera terminar ya, sino que en realidad, sí que se veía lo mucho que aún se seguían amando entre sí, único que necesitaban, era una forma de saber cómo arreglar su problema.
Balto ya ni siquiera fue capaz de decirle adios o de darle un beso a su amada Jenna, porque sabía que tan pronto como la despertara, la Husky pelirroja iba a hacerle todo tipo de advertencias e incluso amenazas, así como cuestiones y ponerle todo tipo de indicaciones, mientras él estuviera afuera, y solo se pondría peor una vez que él regresara. No podía más con eso, estuvo dispuesto a huir, no para siempre, pero sí se iba a salir sin necesidad de explicarle nada, ni de tener que estar escuchándola durante varios minutos.
Balto, confiaba en que podía sentirse tranquilo, que podía y debía sentirse tranquilo. Bien dice el dicho, " que el que nada debe, nada teme" Balto realmente no tenía nada que ocultarle a Jenna, no tenía nada que esconder de ella. Balto en verdad que no estaba mirando de soslayo a nadie más, y justamente sentía, que esa era su solución, sólo esperar. El día en que ella comprendiera eso, que no había ninguna otra chica en su vida más que ella, sería entonces que los problemas por fin se acabarían. Balto se aferraba plenamente a esa creencia.
Poco se imaginaba él, que su amor por Jenna, y su fidelidad hacia ella, sí que iban a ser puestos a prueba en realidad. Y se averiguaría, qué tanto estaba dispuesto él, qué tanto sería capaz de soportar el perro lobo, Para no caer en ningún tipo de tentación, y meterse con alguien que no fuera su pareja.
Ni siquiera la propia Jenny, se habría imaginado, que tras su amado mestizo, sí que había más de una, perrita que también lo querían para sí mismas. Y que cuando querían a alguien, eran de ese tipo de chicas, que su nivel de determinación, para conseguir lo que querían, simplemente no debía de ser puesto en duda. Puesto que Balto, tan solo necesitaba poder entrar en la vida de la gente civilizada, para que todos pudieran ver ahora, lo muy atractivo que él era realmente. Lo único cierto, es que incluso cuando él supuestamente era el marginado del pueblo, ya había quienes lo miraban de reojo, pues no todos habían creído siempre, que él fuera una paria o un monstruo, simplemente era que ninguno de los dos, ni Balto ni Jenna, hubiesen creído que la Husky pelirroja no era la única que había mostrado intereses de un principio en él, ahora qué Balto había escalado más allá de los peldaños en los que alguna vez encontró, y estaba casi en la cima, por fin sería desde ahora, que aquellas que no lo habían hecho antes, ahora sí que aprovecharían su oportunidad para acercarse.
De entre tantos factores que solo aumentaban más el miedo de Jenna, estaba el hecho de que los recorridos en trineo por parte de Balto, siempre implicaban por simple lógica, tener que hacer distintas paradas en diferentes pueblos, mismos a los que por supuesto, la fama del perro lobo también habría logrado llegar. Y por tanto, en esos lugares, siempre habría hembras que estuvieran esperándolo, y preguntándole si acaso él les daría una oportunidad. Y al pobre Balto, en serio quedaría siempre impresionado, por la gran necedad de ellas, dándoles cuántas veces él les dijera que ya tenía pareja. Las cosas siempre eran las mismas, con ellas diciendo si ni un solo dejo de vergüenza, que ella no tendría por qué enterarse, y otras incluso, sugiriéndole con todo el descaro del mundo, que ya la dejará de una buena vez, porque de pronto ahora decían conocerla, y que según ellas, no se les hacía lo suficientemente buena para él.
Balto ya tan solo podía agradecer, qué solo fueran las mismas de siempre, cosa que realmente no arreglaba nada, porque a pesar de ser las mismas de todos los días, también eran varias, Balto ya las conocía a ellas, a todas, sus nombres y formas de ser, pero más que solo sentirse molesto, se sentía incómodo y hasta intimidado, porque nunca antes había recibido tanta atención, sobre todo de parte del público femenino. Como se acaba de decir, ya las conocía de memoria, y por tanto, él siempre podía ver venir cuando iban a empezar con lo mismo. Y también sabía quienes serían las que vendrán con eso, el ya las conocía bien, por desgracia.
Continuará...
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro