XXXI
—¡Adiós! ¡Tengan mucho cuidado en su viaje!
—¡Adiós!
Gwen se despedía de ambos con su mano, mientras que la pequeña que estaba a su lado lo hacía de igual manera. Sonríe de igual forma despidiéndose mientras ingresaban junto a su amada en el avión privado, tomaron asiento para abrocharse el cinturón y despegar.
—Se me arrugo el corazón al ver a nuestra pequeña queriendo llorar...
—Tranquila, amor, está en buenas manos, sabes bien que Gwen la cuidara muy bien.
—Lo sé, pero sabes que igual es como si fuese mi hija, que hubiese salido de mí y no me deja estar tan tranquila que digamos, aunque sé que está en buenas manos, es mi instinto maternal.
—Tranquila, ahora nos toca disfrutar un poco a los dos, no te alteres por eso, más bien disfrutemos esta semana los dos.
En un momento inesperado por ella, toma sus mejillas para poder juntar sus labios en un beso lleno de ternura. Tendrían una semana de luna de miel en una cabaña cerca el bosque y el mar. Un lugar privado solo para los dos, sin el bullicio intenso de la ciudad que siempre les rodea.
Salieron en las horas de la mañana hacia las residencias Kow, este lugar quedaba a cuatro horas vía avión. Fue un trayecto en el que la rubia estaba pensativa, por lo que al descender su esposo decidió llevarla inmediatamente al auto para ir a la cabaña y descansar. Esta no habría ningún plan, más allá de consentir a su mujer.
—Me siento algo mareada, como que a Dae no le gusto ese viaje en avión.
—Ya está cada vez más pronto a nacer, por eso es que mande a preparar esto para nosotros.
Abre la puerta de la cabaña enseñándole que tenían un almuerzo listo para los dos servidos en la mesa. Un almuerzo romántico.
—Cada día tienes una sorpresa distinta, ¿sabes cuanto amo eso? Eres único y romántico.
Sus labios carnosos impactaron contra los contrarios como respuesta ante la sorpresa dada. Después del almuerzo, un baño con agua de rosas la esperaba en la habitación, asimismo como una cama llena de pétalos en forma de corazón. Estaba siendo bastante romántico, que al notar su semblante de alegría por cada sorpresa dada le daba una paz de tranquilidad al saber que su chica estaba cómoda.
—Soy la mujer más afortunada, tengo al hombre más hermoso y romántico del planeta.
—Es por qué te amo.
Fue lo único que logro decir antes de ver como de un tirón su vestido termino en el suelo, ver su cuerpo era algo espléndido. A pesar de estar con casi ocho meses de embarazo, Eliette tenía una movilidad inigualable. Quería tocarla, pero no deseaba ser inoportuno, puesto que le había prometido darle su regalo de bodas después de dar a luz, por lo que tenía que ser paciente. No se casó con ella por sexo, lo hizo por amor.
Su ropa también terminó en el suelo de la habitación, ambos terminaron juntos dándose una tanda de besos que demostraban la ternura y amor que sentían. La bañera era algo amplia, por lo que estaban cómodos los dos. Las caricias no faltaron en ese encuentro romántico, e inclusive los recuerdos más hermosos de su relación salieron a flote, a lo que varias sonrisas inundaron el baño.
Tras salir las suaves sábanas de seda, recibieron aquellos cuerpos semidesnudos por la poca ropa de pijama que ambos portaban, cubiertos por una misma cobija y envueltos en un abrazo, compartiendo el calor que emanaba de cada uno. El sonido natural de la noche generaba una armonía a la pareja. ¿Esto ha sido un cuento de hadas? A lo mejor, un sueño en que nadie quisiera despertar al sentirse amado y correspondido.
Sus vidas traerían nuevas cosas, pasarían por momentos donde podían discutir o algo parecido, pero estaba seguro de que lo solucionarían. Ella era su diosa encantada del bosque, la mujer que marco un antes y un después de la vida de este chico, y fue ella quien le enseño a amar.
Klaus, siendo el chico rebelde de las historias, Eliette siendo la dama encantada que le hizo cambiar; una historia algo cliché, pero así es el amor, ¿no? A fin de cuentas, todo está ya contado, solo queda saber vivir de las nuevas experiencias como se deban. Ama y déjate amar, que después de la tormenta siempre llegara la calma.
Este es el fin, pero el inicio de una nueva historia. Klaus y Eliette, fuera.
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