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XXX

El día tan anhelado por fin llego. Klaus se encontraba muy ansioso, el bosque estaba totalmente decorado, las flores naturales le hacían juego a las mesas y sillas blancas. Un camino de pétalos le separaban de la carpa donde su futura esposa se encontraba terminándose de arreglar.

Este se encontraba en pie junto al pequeño altar improvisado donde jurarían su amor de forma eterna, los invitados y algunos fotógrafos ya se encontraban en el lugar, la boda del momento empezaría pronto. Portar aquel traje de tres piezas negro le hacían sentir como un pingüino, pero la ocasión lo ameritaba, su hermana se acercó a acomodarle el ramillete de flores que tenía el saco, dándole las últimas palabras de aliento, además de limpiar su sudor; ¿este chico estaba nervioso? Seguro que sí.

La música empezó a sonar por lo que ve entrar a Eliette de brazos de su padre, no era el más cercano con la familia de su pareja, pero siempre fue bien recibido por parte de ellos, por lo que era importante estuvieran acompañando a su hija, ojalá la madre de este chico también pudiera estar, observando todo lo que ha logrado.

Tras juntar sus manos con la de la hermosa dama, sonríe por lo espléndida que se veía con aquel vestido de novia que estaba hecho a su medida por el vientre donde llevaba a su bebe.

—Wao, amor estas... Wao.

—¿En... En serio?

—Muy en serio, eres toda una diosa.

Sonríe notando como todos se acomodaban en sus respectivos asientos. Ambos se ubicaron frente a frente, de sus miradas se desbordaba aquel amor, sus manos temblaban y su corazón estaban que corría un maratón por sí solo. La voz del cura que los casaría los saco de aquel trance, la ceremonia empezaría.

—Buenas tardes a todos. Hoy venimos a reunirnos para presenciar la unión de Klaus y Eliette; quienes, a la presencia de todos, hoy sellarán su verdadero amor esta tarde. Primero quiero dar paso una pequeña pregunta: Novia y Novio, ¿venís a contraer matrimonio sin ser coaccionados, libre y voluntariamente?

Este miro a su esposa con una gran sonrisa para juntos asentir al tiempo y responder en unísono su pregunta.

—Sí, señor.

— ¿Estáis decididos a amaros y respetaros mutuamente, siguiendo el modo de vida propio del matrimonio, durante toda la vida?

—Claro. —responde Klaus siendo seguido por su novia.

—¡Por supuesto!

— Ya que queréis contraer santo matrimonio, unid vuestras manos, y manifestad vuestro consentimiento ante todos nosotros. Klaus Lovsatt, repite mis palabras: "Te quiero a ti Eliette, como mi esposa, y me entrego a ti, y prometo serte fiel en la prosperidad y en la adversidad, en la salud y en la enfermedad, y así amarte y respetarte todos los días de mi vida."

Klaus sonríe entrelazando sus manos con la chica levemente para acariciar el dorso de su contraria con su pulgar con la intención de que esté tranquila.

—Te quiero a ti Eliette, como mi esposa, y me entrego a ti, y prometo serte fiel en la prosperidad y en la adversidad, en la salud y en la enfermedad, y así amarte y respetarte todos los días de mi vida. —sonríe grandemente.

—Por favor, Eliette Astaroth, repite después de mí: "Te quiero a ti Klaus, como mi esposo, y me entrego a ti, y prometo serte fiel en la prosperidad y en la adversidad, en la salud y en la enfermedad, y así amarte y respetarte todos los días de mi vida."

El sonrojo y nerviosismo de la rubia estaba presente, después de suspirar un poco fue que sonrío.

—Te elijo a ti, Klu, Klu, como mi esposo y me entrego a ti, prometo serte fiel en la prosperidad y en la adversidad, en la salud y en la enfermedad, y así amarte y respetarte todos los días de mi vida.

—Por favor podéis agarrar su mano derecha de cada uno, y aplicaos los anillos. Tenéis la decisión de decir palabras libres, o si quieren ayuda mía, es decisión de los dos, cuando pongan sus anillos, digan las palabras que desean.

La pequeña Kalley se acercaba a ellos extendiendo la caja donde estaban los anillos, por lo que toma el primero que era para su esposa, el cual tenía un gran diamante como piedra preciosa para así ponerlo en su dedo anular.

—Bueno, aquí vamos... Eliette, con este anillo sello nuestra unión, prometo como dije amarte y respetarte en cualquier momento de nuestra vida, prometo estar contigo cuando lo necesites, que sea mi hombro al que recurras cuando te sientas triste, ser el poeta que te dedica escritos, poemas, párrafos de todo el amor que logre sentir por ti, quiero que sepas que siempre te voy a amar por el resto de nuestras vidas, que nuestros pequeños logren vivir en un ambiente de paz y armonía, porque el amor que nos tenemos rompe cualquier barrera; contarás siempre conmigo y seré fiel a tu lado porque te amo.

Mira a su amada y nota como de sus ojos empezaban a salir pequeñas lágrimas de alegría, las seca rápidamente para evitar arruinar el maquillaje, la rubia toma el anillo con cierto nerviosismo para colocarlo en el dedo anular de su contrario.

—Con este anillo, sello nuestra promesa de amor, aquella que nos hicimos desde que sentimos aquella atracción que inició todo, no puedo prometerte que no habrá problemas porque la vida es así... Pero si puedo jurar que pondré todo de mi parte para que nunca te falte nada, ni amor, ni comprensión, ni cariño, nunca más volverás a sentirte solo, porque mi alma estará contigo, aunque mi cuerpo no lo esté, formaremos la familia más hermosa que el mundo haya visto... Lo prometo mi amor.

—Te amo... —le susurra para juntos volver a mirar al cura.

—Ya que habéis jurado su amor y futuro juntos, les pido responder esta mínima pregunta. Klaus, ¿quieres recibir a Eliette como esposa? Prometes serle fiel en la prosperidad y en la adversidad, en la salud y en la enfermedad, y, así, amarla y respetarla todos los días de tu vida.

—Claro que sí, sin duda alguna acepto.

—Eliette, ¿quieres recibir a Klaus como tu esposo? Prometes serle fiel en la prosperidad y en la adversidad, en la salud y en la enfermedad, y, así, amarlo y respetarlo todos los días de tu vida.

—¡Acepto, acepto! ¡Si quiero!

—Pues nada más que decir, los declaro marido y mujer, deseándoles un futuro juntos y con felicidad prospera. Klaus, puedes besar a la novia

Sonríe haciendo una pequeña reverencia de agradecimiento antes de girarse nuevamente a su ahora esposa juntando sus labios en un sonoro beso. Los gritos de felicitaciones se sentían en su espalda, por fin puede decirse que Klaus Lovsatt y Eliette Astaroth son esposos.

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