XXVII
—Klaus, Eliette, sean bienvenidos.
—¡Papá! Por fin volviste.
Dice la pequeña con tal emoción mientras le estiraba los brazos al mayor, quien simplemente sorprendido la elevo detallando sus facciones, era una copia de ellos en una versión pequeña, por eso solo la abrazo mirando a su novia.
Eliette, se miraba también sorprendida, pero al ver a la demacrada mujer que estaba apoyada en la puerta supo que algo pasaba a lo que tomo a la menor llevándosela a la que era su habitación, puesto que esta le pregunto inocentemente sobre su embarazo; por lo visto la menor tenía conocimiento de todo.
—Ven Klaus, te explicaré todo.
Suspira su expareja para hacerse a un lado y que entre el chico quien solo la miraba con una molestia. Ambos tomaron asiento en el sillón y ella empezó su relato, con voz algo entrecortada, puesto que su respiración fallaba.
—Kalley, realmente nunca la aborte como puedes ver, lo dije porque mi madre quería que lo hiciera o lo haría ella misma... Fue algo duro y te perdí por ello, pero tenía que salvarla de mi familia —suspira antes de verlo a los ojos —. Varias veces intente contactarte para decirte la verdad, pero nunca respondiste, así que a pesar de que estos años cuide de mi hija sola, siempre le hablaba del maravilloso padre que tiene.
—No entiendo por qué me ocultaste una verdad así, y la sueltas cuando me entero de que seré padre con la mujer que amo, por poco y me arruinas mi relación.
—Lo siento, solo que no puedo dejar a mi hija huérfana.
—¿Ahora de qué hablas? No te comprendo en lo absoluto.
—Klaus, tengo poco tiempo de vida, los médicos me detectaron hace unos meses cáncer de pulmón y está avanzado que está acabando con mi vida poco a poco, según mi rendimiento no mejoro con nada, por eso es que aparecí... Te ruego que te quedes con Kalley... Esa niña me ha dado el motivo de vivir después de esa ruptura, siempre te tuve presente al ser ella tu copia física... Pero, no sé cuándo vaya a morir y no quiero que se quede a cargo de mis padres, ellos la van a maltratar.
—Yo... Yo no sé qué decirte Sasha... Tendría que hablarlo con Eliette, ella es mi pareja actual, y tengo consultarlo, no puedo tomar decisiones que puedan afectarnos.
—¿Cómo un hijo afecta una relación? Si te ama como dice te aceptaría a Kalley, además es una niña bien portada, que no rompe ni un plato.
—Te recuerdo que tú ponías problema cuando te enteraste de la broma de Harper con su supuesto embarazo cuando estuvimos los dos, dijiste que nunca aceptarías que yo tuviera hijos con ella, ¿por qué Eliette sí? No veo la diferencia.
—Lo sé, pero era una niña y tenía miedo de que te quedaras con ella, al final Harper seguía contigo, y yo era plato de segunda mesa.
—Te acepto que me equivoque, y lo siento... Solo pensaba con las hormonas, pero ahora me doy cuenta de que, al tener una buena mujer a mi lado, no puedo cometer más errores; durante estos años que he estado con Eliette, jamás había pasado algo como esto o similar, es difícil para mí.
—Te entiendo... Se ve que estás enamorado de ella, pero por favor, no abandones a mi hija... A nuestra hija...
—No te prometo nada, hablaré con mi pareja y antes de devolverme a Corea, tendrás una respuesta.
Este se puso en pie para buscar en la habitación de la menor a Eli. Al verla sonreír y jugar con las ocurrencias de la pequeña sentía como su propio corazón se estrujaba, el problema era que no sabía si era de felicidad, miedo o tristeza. Luego de despedirse e irse directo al hotel, este le comenzó a contar a su pareja todo lo que había ocurrido. Con razón Sasha ya no era esa mujer espléndida que conoció en un pasado, en su lugar estaba totalmente demacrada.
—No puedes dejar a esa niña sola, es tu hija, sin siquiera hacerle la prueba de paternidad, se nota que es tu hija.
—Me siento muy confundido, enterarme de la nada, es raro.
—Klu, piensa en Kalley, acepta lo que te dijo Sasha. No es que este muy de acuerdo en su actuar, yo te fuese buscado por todos lados para que tuvieras a tu hija cerca, no esconderme como ella lo hizo, pero tienes la oportunidad de estar con ella y de estar con este pequeño al tiempo, seguro estará feliz de tener una hermana mayor.
—¿Eso crees? ¿No me vas a dejar por eso?
—¿Cómo crees que te voy a dejar? Eres el amor de mi vida, y Kalley no tiene la culpa de sus errores, merece ser una niña feliz y si es estando contigo, créeme que yo seré feliz.
Este se despegó del balcón de la habitación del hotel para acercarse a la chica que estaba en la banca, mirándolo para tomarla de las mejillas, juntando sus labios con los contrarios en un beso lleno sentimientos enjaulados. Algunas lágrimas lograron escaparse de sus mejillas, los temores de perderla se sentían demasiado cerca, pero esto demostraba que su amor era más fuerte que cualquier cosa.
Así ocurrió, se llevaron a Kalley a Corea después de realizar todo el papeleo correspondiente. Al llegar la ingresaron en una escuela bilingüe, pero a la vez este le había colocado un profesor para que aprendiera bien el coreano.
Fue a los dos meses que llego el recado que Sasha había fallecido. En parte, si le dolió a Klaus enterarse, pero quizás si nunca fuese hablado, no hubiera tenido a esta pequeña en sus brazos. Ahora estaba siendo bien cuidada y le daban una mejor vida, Eliette siendo su madre y yo su padre, una familia que le hará muy feliz.
—¡Papá! Mira, mamá hizo torta de chocolate.
—Mamá hace postres deliciosos de todo tipo, por eso me tiene la vida endulzada.
Sonríe mientras las abrazaba a ambas por la espalda al estar ellas en la barra de la cocina. Deja un beso en la mejilla de la menor y uno en los labios de la rubia, al igual que se inclinaba a dejar uno en el vientre de su pareja; ya no serían tres, sino cuatro.
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