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XVII

Ahora no eran dos los que estaban en aquella cita, sino tres con el pequeño animal que se les había juntado. Al final del día se encontraba encendiendo la fogata para estar calentitos, el momento perfecto para pedirle el noviazgo se acercaba, pero sería el segundo intento porque el primero había sido arruinado de una manera inusual. Debía volver a recuperar el valor de hacer dicha propuesta de amor.

—¿Se puede saber en qué tanto piensas?

La voz femenina logro hacer que reaccionara de la sumisión de sus pensamientos; su mirada se posó en los orbes color miel de la chica antes de notar como el fuego se había encendido, volviendo su vista a la sonrisa de la mujer, la cual era un poema para su propia alma. Ante la pregunta solo pudo suspirar, ¿era el momento de arriesgarse? No lo sabe, pero si seguía dándole vueltas al asunto menos conocería la respuesta.

—Estaba pensando en ti y en mí, como pareja, ¿no te gustaría?

—¿Me estás pidiendo ser tu novia? Por favor, dilo más bonito y podrás obtener una respuesta, así con ese simplismo no.

Ante dicha respuesta, el joven deja escapar una pequeña risita desde su garganta antes de juntar su mirada con la de su contraria, sonriendo igual que está de forma involuntaria. Se encontraban frente a frente, solo siendo iluminados por la luna espléndida en el firmamento, y la fogata que les brindaba ya calor. Era el momento de confesarse ante ella.

—Quizás no te imagines lo feliz que me has hecho en tan poco tiempo, de haberte conocido cuando pensaba que todo era perfecto y me hicieras caer en cuenta que no era así; llegaste como aquella bestia del bosque que día a día producía que mi corazón latiera a una velocidad superior a la luz. Puede que suene exagerado, pero ¿qué más da? Todo en nosotros ha sido así, extraño, exagerado, inexplicable, único... Todo ha sido único, por eso considero que es muy especial lo que tenemos ahora y lo importante que sería para mí, reforzarlo cada día de mi vida.

—Klu, Klu...

—Un momento que aún no empiezo. Ahora, puedo decir lo que tengo guardado, y es únicamente amor; amor que desde que te conocí se sintió en duda Eliette, pero tú misma me fuiste conduciendo al camino de aceptar que eres la mujer que quiero para mi vida. Pocas son las damas que uno como hombre dice tener de forma completa; eres amorosa, impecable, protectora... Eres la luz en mi oscuridad, la mano que me ayuda a levantar, aquella que está en los peores momentos, asimismo en los mejores. Eres el ocaso de mi atardecer, eres el sol que alumbra al amanecer, eres mi vida, eres mi todo y por eso hoy quiero oficializar lo de nosotros, poder gritarle al mundo cuanto te amo... Así que... ¿Gustas ser mi novia Eliette?

—Yo... ¡Yo claro que acepto!

La joven de cabellos rubios termino por aventarse de felicidad en los brazos del más alto. Finalmente, un beso deseado, un beso lleno de ese amor, se empezaba a efectuar entre ambos labios danzantes que al estar juntos creaban un excelente compas. La relación entre una bestia y un fugitivo era presenciada por la calma naturaleza, era la única que les iba a guardar su secreto, puesto que lo que pasaría esa noche no tendría voluntad de arrepentimiento en ninguno de los dos.

Sus manos atraparon la cadera de la chica con tal posesión. Sus labios no querían soltar los contrarios. La ropa empezaba a fastidiar y el calor de ambos cuerpos pedían a gritos sentirse. ¿Estaba siendo apresurado? No se sabe, pero si ella quería, estaba dispuesto a llevarla a las estrellas.

De beso en beso terminaron recostados dentro de las mantas que se encontraban en la carpa, sus labios recorrían desde el cuello de la joven hasta la zona baja de su vientre, dejando un camino de besos y marcas en su delicada piel. Hasta ese entonces se sentía el gran calor, el deseo y la necesidad, que la estorbosa ropa termino en distintas direcciones, mientras que los labios del chico exploraban gustoso su piel.

La pasión se fue inundando en los dos, que, al momento de estar totalmente preparados, le mire con aquel brillo en sus orbes que se juntaban bien con los de ella. El beso salvaje sello el momento que abriendo levemente sus piernas inicio la penetración; se sentía algo estrecha, pero su interior se expandió perfectamente para sí, de nueva cuenta ya no eran dos jóvenes, ahora eran uno solo, un solo ser lleno de amor y lujuria.

Pequeños gemidos salían de los labios contrarios, los cuales se volvían una melodía para sus oídos, una melodía cautivadora y provocante. Sus cuerpos se mantenían en un vaivén de velocidades, dándose placer mutuamente y sellando cada acción con un beso. No existen palabras para describir todo lo que paso en esa noche de ensueño; besos por aquí, mordidas por allá, y penetraciones llenas de placer. En la isla encantada se conocieron, y en esta misma sellaron su amor de forma eterno, puesto que este sería el último amor de ambos, gracias a que no querían a nadie más que no fuesen ellos.

Después de tal acto terminaron sedientos y acalorados, que a pesar de que la noche estaba fresca ninguno de los dos se quería vestir, pero era necesario para evitar un resfriado, por lo que al final después de recomponerse un poco solo se recostaron juntos empezando Klaus a dejarle pequeñas caricias en el cabello a Eliette.

—Esta ha sido una de las noches más maravillosas que he tenido en la vida... Muchas gracias, Klu, Klu...

—Será la primera de muchas, porque yo contigo quiero muchas cosas, primero seremos unos novios felices, luego nos casaremos y tendremos la mejor familia del mundo.

—¿Nos imaginas casados y con hijos? Yo... Yo jamás creí que podías verme de esa forma, tu trato siempre fue de amistad, y no te imaginas cuál feliz me encuentro por esto.

—Te acepto que tuve miedo, pero ahora soy el hombre más feliz del mundo... Te amo, Eliette... ¡Te amo!

Expresa levemente en alto antes de juntar nuevamente sus labios con los contrarios en una gran sonrisa. La luna llena les alumbraba con gran furor a aquellos danzantes del amor, que con besos sellaban lo que la llama carnal les exigía. ¿Esto es cuestión del destino? ¿O es una simple casualidad? Puesto que dos extraños que se toparon en un mágico lugar, jamás se hubiesen imaginado crear aquel hilo rojo que los ha de juntar por el resto de sus vidas. 

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