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XIII

Las noches pasaban algo inquietas para su gusto, sentía constantemente como si alguien le observaba, pero al buscar con su mirada no era nada; todos dormían, pero él lo sentía. Ha pasado una semana y media en este lugar, irónicamente no pensó que tendría tantas ganas de huir, su subconsciente era traicionado.

—Klaus, ya es muy tarde, deberías dormir...

Escucha ese susurro nuevamente cerca de su oreja, por lo que se levanta de la cama buscando la voz, era esa voz de mujer que le generaba mucha curiosidad, puesto que muy pocas veces era que veía una oficial por estos lados, la mayoría eran hombres.

La dama repitió las mismas palabras, por lo que se asoma en la puerta notándola sin candado, «¿Esto no puede ser verdad? ¿Cómo puede estar sin candado? Puedo escapar...» pensó.

Su conciencia le decía que no lo hiciera, o sería después peor, pero un angelito en ese momento apareció en el hombro derecho insinuando que no, mientras que el diablillo que apareció en el lado izquierdo decía que era su única oportunidad de ser libre.

—Klaus, está sin candado, debes huir, es tu oportunidad.

—Klaus, no lo hagas, harás que tu condena empeore, no actúes de esta forma.

—Klaus, no le hagas caso, confía en mí, yo te voy a ayudar.

Este removió sus hombros, terminando por hacerle caso al de atuendo rojo, para así poder abrir la puerta con sumo cuidado, volviéndolo a cerrar. Los pasillos tenían pocas luces, por lo que era fácil escabullirse entre las sombras. Siguió y siguió caminando en busca de la salida, hasta visualizar una figura femenina, esta poseía un vestido totalmente blanco. Su cabello rubio no dejaba que se detallara su rostro, pero su cuerpo totalmente expresivo le llamaba hacia ella.

—Klu, Klu, he venido por ti cariño... Vámonos de este lugar.

—Eliette, ¿eres tú en verdad? No puedo creer que estás aquí, no entiendo cómo.

—Es magia... Vámonos antes que alguien se dé cuenta, te necesito cariño mío.

Las puertas se abrieron de par a par al solo esta haber extendido su mano. Su imagen era la misma que recordaba del bosque, por lo que no dudo en salir corriendo a sus brazos donde fue bien recibido qué juntos terminaron por aparecer en la habitación.

—Deberías creer un poco más en la magia... Ahora tu alma está libre, estás conmigo.

—¿Mi alma?

Le mira confundido antes de ver como ella se empezaba a despojar de sus prendas de vestir, quedando al desnudo ante sus ojos, ojos que se querían salir de sus cuencas ante aquella belleza que podía apreciar; sus manos involuntariamente se acercaron al cuerpo femenino para darle caricias. Pero... Estas caricias le causaban risa. «¿Por qué se ríe» piensa confundido?

—¿Acaso no te gusta mi tacto?

—Claro que sí, papi...~

Su risa le hizo fruncir el entrecejo para tomarle del cuello apegándola contra la pared dispuesto a besar sus labios. En eso, el rostro de Eliette se fue tornando al de Gonzalo, por lo que despertó junto a un grito que a quien tenía arrinconado en su cama era a este chico; lamentablemente todo había sido un jodido sueño.

—¿Me pensabas besar Lovsatt?

Dice este mientras reía con los otros dos hombres de la habitación. Con el ceño fruncido se levantó para dejarlo en libertad, aunque fuese sido un sueño por poco y besaba a Gonzalo.

—¿Quién es Eliette?

Ahora la atención se concentró en Enzo, por primera vez se le escuchó la voz, por lo que se intentó que dijera algo más, pero eso ya no fue posible. Este chico tenía prácticamente la edad de Klaus, por ende, se veía algo indefenso cuando luchaba consigo mismo para no hablar; ante eso él se le acercó para sentarse a su lado mientras apoyaba sus brazos en el colchón.

—Eliette es una chica que conocí en Corea de Sur, y que la reencontré aquí en mi facultad, esa chica me tiene enamorado, aunque solo llevemos pocos de conocernos, simplemente es como si cupido me fuera flechado con ella.

—¿Es tu novia entonces? —pregunto Gonzalo.

—No, aún, pero pronto lo será.

Sonríe para escuchar el llamado para tomar su ducha, y luego ir al comedor. Salieron en fila india escoltados por los guardias de turno. Entre tantos presos que existían en la correccional era necesario salir en grupos para que los baños, el comedor e inclusive el patio diera abasto.

Al ingresar en las duchas se desvistió para tomarla rápidamente, puesto que máximo se podía durar quince minutos, tiempo más que suficiente para asearse. Al salir vestido se dirigió junto a sus compañeros y Michael al comedor, este por fin daba buenas noticias, solo estaría hasta el sábado donde culminaba la semana; por fin podría salir, aunque sea bajo fianza.

—Y esa no es la única buena noticia, Gwen me informó que una chica vendría a verte, entonces después de comer como a la hora te iré a buscar para que te encuentres con ella.

—¿No te dijo el nombre de la chica?

—Para nada, solo que es alguien que seguro no te lo vas a esperar.

Asintió con una sonrisa antes de pedir el desayuno y degustar del mismo. El tiempo pasó cuando uno de los guardias tocaba los barrotes de la celda, este hablo para llevarle supuestamente a la sala de visitas. Al caminar le hizo desviar a los baños, lo cual se le hizo raro. Tras entrar le enseño las manos con la intensión de que le quitara las esposas, pero este salió con temor.

—Con que el niño saldrá el sábado, a nuestro jefecito no le agrada la idea.

Una voz que quería impartir terror se escuchó desde su espalda. Su respiración era lo único que se escuchaba; no se giraría, no hasta tener algo en mente. Al parecer su acción de ignorancia lo hizo enfurecer, meterse en problemas le quedaría bien como segundo nombre.

—Te estoy hablando, mocoso, gírate y respeta a tus superiores.

—Yo no tengo que respetar a nadie que no se me apetezca hacerlo, no tengo superiores.

—¿Así? Vamos a ver si mi bate te hace corregirte y respetar cuando te hablen.

Mira por el espejo del baño notando como se abalanzó a su cuerpo. Su primera reacción fue girarse con las manos esposadas, levantando a la par rápidamente su pierna, impactando en el rostro del hombre con fuerza antes de que el bate impactase en su cabeza. Que tuviera sus manos aprisionadas no detenía la potencia de sus piernas.

El hombre terminó cayendo en el suelo, a lo que sus dos compañeros, que simplemente se habían quedado inmune a la situación, retrocedieron un poco. Su risa no demoró en rebosar tras sus miradas sorpresivas; se veían tan patéticos.

—¿Creen que por tener esposas me iban a intimidar? Idiotas, mi poder está bien distribuido... Es mejor que le digan a su jefecito que iré por él, y le va a doler.

La puerta fue abierta por el oficial que le había traído junto a Michael, este con su seriedad le acompaño fuera del baño; al notar su semblante le sonríe enseñándole las manos tras llegar a la puerta del salón de visitas.

—Vamos, ¿por qué tan enojado?

—¿Cómo se te ocurre salir con alguien más que no sea yo? Klaus, te pudieron hacer algo.

—Tranquilo, no lo hicieron, no aguantaron un golpe, y eso que estaba indefenso.

Ríe un poco mientras este le quitaba el par de esposas; este sobo sus muñecas antes de abrir la puerta que solo había dos mujeres en espera. Una de cabello rojizo le llamo la atención tras entrar y acercarse, puesto que era la que le iba a visitar. Su sorpresa fue al acercarse y notar que era su ex, ¿Harper que estaba haciendo aquí?

—Lovsatt, he venido a darte la noticia que supongo ya has de saber. Sé que no deseas verme, pero el amor de mi vida no puede estar en prisión por mucho más.

—¿Tú lograste que salga con fianza?

—Sí, pero quiero algo a cambio, solo una última cosa.

La joven se levantaba del asiento tan rústico como la mayoría del lugar; sus labios atacaron en sorpresa los del joven; mientras que, sin importar la mirada de los pocos presentes, esta se lo quería devorar. Fue la voz dulce de una rubia que entraba en ese momento que resonó en los oídos de ambos; Gwen venía junto a Eliette.

Klaus, en estos momentos, se sentía como estar entre la espada y la pared. Su sorpresa no era Harper, era Eliette; pero está con poder pudo entrar, seguramente para "espantar" a aquella que alguna vez le robo lo suyo. Por qué esto no fue una casualidad. 

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