XI
La mañana siguiente despierta con un ligero dolor de cuello, no pudo dormir con comodidad, pero era algo que solía pasar cuando no despertaba en su cama, por lo que no le dio importancia. Un delicioso olor a panqueques y frutos rojos inundaron sus fosas nasales, por lo que se puso en pie antes de ir directo a la cocina, notando que era Eliette la que estaba haciendo de desayunar.
—Buenos días, Klu, Klu, espero hayas descansado muy bien.
—Buenos días, Eli. Dormí muy bien, aunque amanecí con algo de dolor de cuello, pero eso es como normal ya.
La joven se le acercó para dejar un par de caricias en la zona antes mencionada, su cabeza se movía al compás de las caricias hasta el punto en que la molestia desapareció por completo; esto fue más rápido que una píldora para el dolor.
—¿Ya estás mejor?
—Sí, me impresiona que un par de caricias me hayan quitado un dolor.
—Es magia.
Dice dejando escapar una pequeña risa por lo que solo sonríe siguiéndole el juego sin darle importancia, Gwen bajaba por las escaleras, por lo que Klaus se separó de Eliette tomando rápidamente asiento en la barra.
—Veo que el niño dormilón ha despertado, buenos días, Klaus.
—El delicioso olor a desayuno me hizo despertar, Eli se ve que cocina muy bien.
—Gracias, más bien tomen asiento, ya serviré.
—Yo te ayudo con el jugo.
Con la mirada seguía a ambas chicas que empezaban a emplatar la respectiva comida y colocarla en la mesa. Toma asiento en medio de las dos dispuestos a degustar cuando la puerta sonó, ¿quién podría ser a esta hora y un sábado?
—¿Esperan a alguien?
—No, para nada.
Se levanta de la mesa para ir a la puerta principal, que al abrirla su sorpresa fue encontrarse con Bruno y un oficial de policía. Gwen se asomó, y Eliette más atrás, solo para ver como las manos de Klaus fueron esposadas rápidamente por la denuncia de violencia física impuesta por Bruno. Si antes tenía ganas de matar a ese idiota, ahora eran el doble.
—Oficial, que le pasa... ¿Dónde se lo lleva?
—Eliette, ¿qué haces aquí? Vámonos a casa, mi amor.
—Eres un cínico, terminamos por qué a mí no me vas a ver la cara de tonta.
—Uh, Bruno se quedó sin una chica, ves que no todas quedan a tus pies, tarado.
Dice desde atrás Klaus mientras le jalonaban a la patrulla de policía que se encontraba frente a su casa. No era la primera vez que iba a una comisaría, por lo que ya los vecinos ni se sorprendían al mirar; aunque bueno, la última vez que le sacaban de esta forma fue hace seis años.
—Michael, ¿a dónde se van a llevar a mi hermano?
—Estaremos en la comisaria del centro, puede que Klaus no salga libre esta vez.
—¿Puede defenderse? Él simplemente le devolvió los golpes a este tonto, que no aguanto la mano de Klaus es diferente.
—Cállate, que me encargaré que él se quede en prisión.
Responde un Bruno algo alterado intentando tomar del brazo a Gwen, pero su mano fue antes doblada por el oficial que lo miro algo amenazante, este simplemente entendió que no ganaría, no del todo. Gwen se había hecho muy amiga de Michael desde hace muchos años, este oficial siempre salvaba a su inquieto hermano antes que lo llevaran a la correccional por las peleas callejeras, todo por gustar de la joven de cabellos rizos.
—Ni se te ocurra ponerle un dedo encima a ambas señoritas, o al que meteremos al hueco será a ti carita de niño ricachón, y estoy totalmente seguro de que no aguantas ni un solo día.
—¡Oficial Michael! Tenemos que irnos, nos esperan en la oficina.
Dice uno de los asistentes desde atrás del chico, este simplemente lo soltó antes de acomodar su traje y retirarse con su compañero; las chicas simplemente se adentraron en la casa tras cerrarle la puerta en la cara, tenían que ir a ver qué pasaría con Klaus, por lo que terminaron de comer para arreglarse.
Minutos más tarde estaba sentado en el banco del interior de una de las celdas junto a otro sujeto que estaba recién como él. Klaus, para matar el tiempo, se encontraba jugando con la manzana que Michael le había dado por haberle interrumpido el desayuno.
—Niño, ¿por qué estás aquí? ¿Te crees un chico malo por tener tatuajes?
La voz carrasposa le saco de sus pensamientos a lo que le miro arqueando su ceja. Este tipo de provocaciones eran comunes, por lo que decidió solo mover sus hombros en señal de no darle importancia, empezando así a comer del fruto que tenía en la mano.
—Te estoy hablando, no seas maleducado.
—No sé qué quieres que diga, mejor no me hables, estoy comiendo.
Bufa levemente al responder con cierta vacilación, notando como este de un solo impulso le tomaba la camisa; una sonrisa burlesca se mostró de sus labios, quizás no era buen momento para ser un comediante o de burlarse de un criminal.
—Thor, suelta al joven ya, vuelve a tu asiento.
Dice un oficial mientras con el bolillo hace resonar los barrotes de hierro como orden, el sujeto solo volvió en su lugar mirando de mala manera al más joven entre los dos, él cuál solo reía bajo mientras seguía degustando de la manzana. Klaus era protegido por muchos, y como no, hijo de una mujer que sirvió en cantidad al gobierno, lastimosamente este no tuvo buenos pasos.
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