III
La mañana se hizo presente algo oscura, pareciese que la lluvia se hubiese desplomado de nuevo mientras estos dormían, no había comida más allá de la que trajeron, por lo que Gwen y Peter, quienes fueron los primeros en despertar, se encargaron de preparar un delicioso desayuno el cual consistía en panqueques con miel y fresas.
Poco a poco fueron bajando, pero los últimos en hacerlo fueron Klaus y Harper, que ya todos pensaban que esos dos se habían calentado de otra manera. Era la mejor forma de molestarlos, puesto que se sabía que ambos al tener unas hormonas alborotadas son capaces de dejarse llevar por su amor en cualquier lugar, aunque en estos momentos este chico no sacase de su mente a la mujer del bosque, lo bueno es que sabía disimular sus sentimientos y curiosidad.
—Quiten esa cara de cochinos que no paso nada, solo que Klaus no despertaba y no lo iba a dejar solo.
—No despertaba o no lo dejabas despertar.
Los que estaban en la mesa excluyendo a los recién llegados soltaron risas que no les daba ni gracia al par, que sin darle mucha cuerda a la conversación se sentaron a la mesa.
—Sucios es que son ustedes.
—Bueno, como digan, por cierto, necesitamos leña porque la que estaba aquí se mojó y a lo mejor no llovizno en todo el parque.
—Yo voy, me gustaría explorar.
—Tú no saldrás Klaus, te recuerdo lo que paso, es mejor que te quedes hoy en casa.
—Oh, vamos cariño, no me pasará nada, además aquí ningún otro se atreve a salir, ¿o sí?
El comedor quedo en silencio mientras comían, a lo que, al momento de terminar con su plato, Klaus se pone en pie para sacar de su mochila una caja de cigarros en compañía del encendedor, ocultándolos en su chaqueta para que nadie se diera cuenta regresando a la sala de estar.
—Vieron, al final ninguno quiere salir solo de aquí, iré yo y no demoraré, tranquilos, gallinitas.
Deja escapar una carcajada antes de salir de la cabaña, empezando a caminar mientras encendía el primer cigarrillo, mientras a la par acomodaba su desordenado cabello. Camino hasta la zona de camping, notando que seguía seca, tal cual como la habían dejado, por lo que apago con la arena la colilla con una sonrisa de triunfo. Uno a uno fue formando pilas de madera para poder cargar con comodidad, pero para su sorpresa tendría ayuda, puesto que escucho unos pasos desde atrás, visualizando a los hermanos Parker y a Luna.
—Adivinó, los obligaron a venir.
—No, ¿cómo crees? Vinimos porque sabemos que no podrás con tanta madera.
—Y también nos obligó tu mujer y tu hermana.
Este negó con su sonrisa burlona para enseñarles las pilas de madera para que los dos chicos pudieran cargarla; no eran muchas, así que debía seguir buscando para que tuvieran leña por una semana.
—Seguiré caminando, devuélvanse con esto mientras busco más.
—Claro que sí, Luna ve con él.
—¿Y yo por qué? Prefiero devolverme.
—Harper te lo pidió a ti, porque a nosotros nos mandó Gwen, adiós.
Ambos chicos salieron corriendo de vuelta a la cabaña y Klaus se empezó a encaminar por el sendero, a lo que Luna no tuvo más opción que ir detrás de él antes de tomarle el brazo aferrándose en este otorgando que el chico la mirara elevando una ceja.
—No creo que sea necesario estar pegada a mí, Luna.
—Lo siento, es que en verdad me da miedo Klaus...
—Entonces si quieres te llevo a la cabaña mejor.
Comenta algo incómodo por la cercanía de la joven, recordándole por qué no le gustaba que ella estuviera cerca de él. Se había rumoreado hace meses que esta chica estaba enamorada del encantador Klaus Lovsatt desde hace mucho, pero nunca le dijo nada porque su mejor amiga, Harper, también le gustaba y, en cambio, esta sí era correspondida. La caminata siguió, ya está un poco separada de él, estaban caminando por un sector lleno de árboles que daba un toque de bosque embrujado.
—Klaus, no creo que caminar por aquí sea seguro... Esto se ve muy escalofriante.
Suspira levemente ante tantas preguntas que Luna le hacía; ya estaba hostigado cuando estaba bien estando solo. Tuvieron que venir a irrumpir y de paso dejar a Luna a su cargo.
—Ya te dije que si es seguro, si existiera algo extraño ya me fuera muerto, ¿no crees? Así como si la tierra me tragara ahora mismo.
Refuta con tal ironía mientras rodeaba sus ojos; en eso resbala por un agujero que se abrió de golpe en la tierra, el cual extrañamente se cerró, dejándole expulsado cerca de una laguna, que a pesar de ser casi medio día se veía sumamente oscura por las nubes que había en su cielo. Durante los días que llevaban nunca la había visto, era como el otro lado del parque, el lado escalofriante.
—¿¡Pero qué cojones acaba de pasar!? —susurra para sí mismo poniéndose en pie con torpeza.
Su cabeza dolía por el rebote que tuvo al caer, asimismo su pecho. Unos pequeños pasos se empezaron a acercarse desde su espalda que al girar estando con sus puños en alto logra visualizar a esa diosa humana. Sus piernas, como nunca, empezaron a temblar. Era la chica del bosque, con aquel traje blanco que la hacían ver como un mismísimo ángel caído del cielo.
«Ella es mi diosa... Espera, ¿qué cojones estoy pensando? Yo tengo novia y debo serle fiel...»
Da un pequeño golpe en su cabeza como reacción por tales pensamientos, aunque no puede negar que cada paso que da aquella mujer para acercarse hace que su corazón palpite a gran velocidad. Esta diosa tenía algo que le hacía sentir tan cómodo, como acalorado.
—No nos pudimos presentar y noté que te estabas tensionando, ¿te salvé?
—Podría decir que sí, Luna a veces es muy molesta.
Sonríe antes de extenderle la mano a la jovencita siendo recibida por su persona, este simple tacto provoco una gran sonrisa boba en sus labios; ¿qué clase de hechizo es este?
—Mi nombre es Eliette, ¿y tú eres?
—Klaus... Mi nombre es Klaus.
—Klu, Klu, así te apoderaré.
—Primer apodo que suena raro, pero que me queda gustando.
Suelta una pequeña carcajada contagiando a la contraria, sus temblorosas manos aún no se separaban, ambos navegando en el mar de miradas, hasta que este desvió su vista a altura del torso de la rubia, observando el amuleto de la cascada; definitivamente el supuesto fantasma era ella.
—Tú eras la que me quería dejar caer por el acantilado, ¿por qué?
—No era un acantilado, en el fondo había un secreto, pero tu pareja te interrumpió el paso.
—¿Y qué secreto sería ese? Además de una muerte segura, no soy alguien tonto, señorita.
—Eso lo noto y te ves interesante por ello, te he visto y se ve que no le temes a nada, por lo que me gustó probarle.
—Eres una extraña chica, no me digas que eres la bestia de la que hablan en los anuncios de este parque.
—Puede ser que sí, puede que no, por ahora no lo sabremos.
La joven hablaba con la misma vacilación con la de Klaus, imitando así también cualquier movimiento que este hacía. Unos gritos cortaron la conexión de sus miradas, su nombre era mencionada cerca, por lo que en un abrir y cerrar de ojos aquella majestuosidad, ya no tan misteriosa, desapareció de sus brazos.
—Mal momento para aparecer. —susurra antes de sentir el abrazo de Harper, lo que le hizo reaccionar para ver a su hermana y a Wanda, quienes tenían semblantes de temor.
—Klaus ¿estás bien? ¿¡Qué fue lo que cojones te pasó!? —dice con un hilo de voz su pareja mientras se aferraba a su torso.
—Yo tampoco lo sé, pero fue bastante extraño —encierra en un abrazo a la joven tratando de calmarla.
—Hermano, ¿qué viste o como llegaste aquí?
—Fue... Uh, creo que fue la bestia del parque.
—¿En serio hay bestias aquí?
—¿Te quería devorar, Klaus?
—No creo, quizás solo quería vengarse por el problema causado con el amuleto.
«Aunque siendo sincero, por Eliette si dejaría que me devore...» fue lo primero que pensó antes de darse una autobofetada mental por tales pensamientos, antes de devolver su mirada a las chicas que le miraban con preocupación.
—¿Cómo llegaron ustedes aquí?
—Nos dividimos, los chicos te están buscando del otro lado del bosque y Luna se quedó en la cabaña con Ari porque estaba muy asustada, dice que te trago la tierra.
—Sí, literalmente me trago la tierra, pero es mejor irnos, a partir de ahora y lo que resta de este camping no podrás salir solo.
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