Cuatro años atrás

Todos en este juzgado ya me sentenciaron, por más que me pellizco no me creo aún que estoy aquí. No me cabe en la cabeza que hayan pasado seis meses desde me sacaron de mi casa esposada sin yo saber porqué. El abogado a mi lado tiene su título colgado en la pared de puro adorno, hasta yo me hubiese podido defender mejor.

Observo una y otra vez la grabación que tienen como prueba, por más que lo hago, me parece inverosímil de creer. ¡Joder, no soy yo! Es lo único que pienso y repito en mi declaración, pero nadie me cree.

Cuando el juez dicta sentencia, las lágrimas empañan mis ojos impidiéndome ver nada. Soy condenada a siete años de prisión. Si seis meses han sido un calvario, siete  años más, serán un infierno.