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Capítulo 9

Los días pasan y la información que pedí a Max sobre la llamada de ese hombre no llega. Soy una persona impulsiva e impaciente, en estos momentos, lo peor del mundo para mí. No quiero ni puedo seguir esperando para comprobar que lo que me dijo ese hombre es cierto.

—Karina tienes que calmarte. Así no solucionas nada—dice Max al ver que no paro de moverme.

—Tengo el presentimiento de que algo está pasando o que algo pasará —digo extremadamente nerviosa.

Tras decir aquello el celular de Max comienza a sonar. Me pongo en alerta de forma inmediata a ver si es el informante que Max tiene entre la gente que era de Leonardo que ahora pertenece Abraham.

—Maximiliano al habla —responde rápidamente. Max no dice una palabra escuchando lo que están diciendo del otro lado de la línea. De un momento a otro, Max se pone blanco y suelta el teléfono pasando sus manos por su cara. Agarro el celular.

—¿Hay alguien ahí?

—Tu plan de infiltrar a alguien entre mi gente fue muy inteligente —dice Abraham de forma macabra—. Acabo de mandar al infierno a este sapo. Tienes otra muerte sobre tus hombres por tus malas decisiones —cuando dice eso, la culpa empieza a crecer dentro mí. Intento que no me afecte, pero Abraham sabe que decirme para lograrlo—. No lograrás derrumbarme. Soy más fuerte que tú. Terminarás por decirme donde están los diamantes —alega con seguridad. Las lágrimas ya han bañado mi rostro. La impotencia de no haber evitado la muerte de ese chico me carcome.

—Vas arder en las llamas del fuego en mis manos maldito desgraciado. Asesinaste a una persona a sangre fría—escupo con rabia—, sufrirás en carne propia lo que le has hecho a este chico. Su muerte no quedará impune.

—Jamás lo conseguirás. No sabes quién soy a pesar de los años que pasaste a mi lado.

—Del infierno que viví a tu lado —rectifico—, pero en algo tienes razón, no te conozco, sin embargo, tú no tienes idea en lo que me he convertido por tu culpa y por culpa de Leonardo que deben estárselo comiendo los gusanos. Te mandaré hacerle una visita —digo y cuelgo.

Le devuelvo su teléfono a Max y él lo toma aún en shock. Una muerte más que cargo sobre mis hombros. No es el mismo dolor, pero no quiero que nadie muera por mi causa.

—Tiene familia. Lo hacía para poder alimentar a su mujer y a su hija. ¿Cómo les digo que no regresará a casa? —Me mira enojado, sé lo que está pensando. No lo culpó. —Eres la única responsable de esto—dice y cierro mis ojos. Es cierto, pero duele escucharlo de sus labios—, todo esto por la maldita venganza que quieres llevar a cabo se está llevando a gente que no tiene nada que ver. Me pidió protección y le fallé a ese chico. Ahora esas dos mujeres se quedarán solas.

—Las ayudaremos —le digo al borde del llanto por todo lo que me está recriminando.

—No te metas en esto —me pide y asiento—. Yo me haré cargo de todo lo que ellas necesiten.

—Nunca quise que pasara esto Max —le cuento—. No voy abandonar la venganza. Abraham también pagará por la muerte de ese muchacho. Yo me encargaré que así sea. Es hora de actuar, no seguiré esperando.

—¿Qué? ¿De qué estás hablando? —dice levándose del sofá automáticamente.

—Preparada o no voy a planear como cambiar los planes de Abraham de secuestrar a Octavio. Ese será el momento donde lo tendré en mis manos y acabaré con él. —No será fácil, pero tampoco imposible.

—¿Con quién harás eso? —pregunta.

—Sola. Buscaré a 4 personas para que me apoyen en caso de que las cosas se pongan difíciles—explico—. No formarás parte de nada de esto. Ya tengo mi plan. No pienso permitir que alguien venga a culparme si te pasa algo—la voz se quiebra a medida que digo cada palabra. No lo soportaría. El me observa y suspira.

—Perdóname, no eres culpable —intentar disculparse después de lo que dijo no cambia el hecho de que sus palabras estén fijas en mi mente.

—No te preocupes. No dijiste ninguna mentira —le defiendo y él cierra sus ojos con frustración.

—No te dejaré sola, Karina. Estoy contigo, prometí ayudarte y lo haré.

—Lo que sentimos nos aleja, pero también se empeña en unirnos cada vez más—digo bajito cerca de él.

—¿Qué dijiste?

—Nada, una reflexión.

Ahora que ya no tenemos informante, nos toca hacer las cosas a ciegas pensando en los posibles planes de Abraham. Lo único que me queda ahora es confiar en la palabra del extraño que me llamó, ¿quién será? Por más que lo pienso no se me ocurre nadie.

Max ha mandado a alguien a vigilar el bar que ese hombre nos dijo. Me sugirió no decirle nada a Octavio, servirá como carnada para llegar al objetivo que es agarrar a Abraham.

Mientras logro tener todo controlado, he seguido con los entrenamientos junto a Max. Ya he mejorado en el combate cuerpo a cuerpo gracias a la paciencia de Maximiliano cada día. Las ganas de aprender, sumando a que quiero agarrar Abraham cuanto antes, me motiva a dar todo de mí.

—Señora —llega el muchacho que tenemos vigilando el bar. Parece agitado. Ha corrido bastante porque el pobre se sostiene de sus rodillas por el cansancio.

—Chico respira. —me acerco a él y Max le trae una botella de agua—. Sentémonos. —Le invito a unos asientos en el jardín que usamos para los recesos del entrenamiento.

—Le tengo información muy importante —dice una vez se ha tranquilizado. Me pongo en alerta. Espero que sean las noticias que he estado esperando en estos días.

—Cuando te sientas en condiciones, puedes decirme.

—El señor Octavio irá mañana al bar. Mañana el señor Abraham llevará a cabo sus planes.

—Gracias muchacho —le digo—. Ahora, tienes que desaparecer, trata de que nadie te vea saliendo de aquí y cuídate mucho de acuerdo —El chico asiente, se levanta luego de que Max le da lo que supongo, es dinero, y se marcha.

—¿Qué tienes en mente? —me pregunta Max sentándose de nuevo a mi lado.

—Lo estaremos esperando allí. Haré unas llamadas. —Me levanto alejándome de él a planear todo.

….

Ya está todo listo. Solo tenemos que esperar que Octavio entrará al bar. Como lo supuse, el bar estaba vacío, dentro, había hombres de Abraham camuflajeados, lo que él no se espera, es la sorpresita que yo le voy a dar.

Al cabo de 25 minutos el auto de Octavio se estaciona, el guardia de la puerta le da el paso y yo doy la señal de que empiece la acción adentro. Max observa maravillado como una mujer sale y le apunta al guardia que le llega con el hombro y el tipo se pone pálido al sentir la pistola tras su espalda.

Ha llegado el momento de entrar.

Seguida de Max y otra mujer que me cuida las espaldas, entramos al lugar.  Sí, decidí buscar mujeres para que me ayuden. Ex reclusas, las pocas que me ayudaron allí dentro. En sus manos puse mi vida.

El panorama que nos recibe el justo el que imaginé. Los cinco hombres de Abraham amarrados, un Octavio desconcertado y con miedo, el cual se disipa al vernos.

—Yo nos les haré daño a ninguno de ustedes —les digo y siento que más de uno respira—. A cambio de eso, ustedes me harán un pequeño favor, nada diferente a lo que iban hacer. Lo único que cambia es que, en vez de secuestrar a Octavio, lo harán con su jefe cuando llegue. —Seis pares de ojos se abren desorbitadamente ante lo que he dicho.

¡Qué empiece la acción!

Mis amores, hoy subiré 4 capítulos a lo largo de la noche. Haré lo mismo la próxima semana para que ya la historia esté disponible completa.
                    
      Los kiero💫😘

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