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Capítulo 14

Maximiliano me observa con el ceño fruncido. Está intentando procesar mis palabras, pensando cómo será posible conseguir eso. Se siente perdido y es completamente normal. Karime siempre lo mantuvo al margen de todo, siempre lo controló ella, ni siquiera Octavioblo sabe.

—¿Cómo se supone que haremos eso? —cuestiona, luego de varios minutos en silencio.

—Karime me dejó todas las indicaciones Max, desde el lugar donde están, hasta como llegar al dueño —explico, pero la mirada de Max me dice que sigue igual de perdido que al principio.

—Podrías dejar de dar vueltas y explicarme bien. Primeramente, ¿ya fuiste a buscar los diamantes? —Asiento en respuesta. Su rostro se desencaja más todavía—¿En qué momento? ¿Por qué no me dijiste para ir contigo? Fue peligroso que fueras sola.

—Esta mañana Max. —Abre sus ojos—. Están aquí, los diamantes siempre han estado en tu isla. —Hace silencio, procesando todo.

—Ese viaje que hizo Karime, lo recuerdo muy bien. Fue tan extraño como este viaje y no supe darme cuenta. —Muevo mi cabeza de forma afirmativa, dándole la razón.

—¿Cómo es la entrega?

—Debemos viajar a Suiza, Ginebra. Una vez allí, nos hospedaremos en el Fairmont Grand Hotel Geneva. Toda esa parte la controla el dueño de los diamantes, él nos encontrará una vez pisemos el país —finalizo.

—¡Te has vuelto loca, Karina! —Explota Maximiliano alzando la voz de más. Está demasiado nervioso—. Cualquiera puede venir a decirnos que es el dueño. Es una locura ir a ese lugar a ciegas. Cualquiera puede saber que nosotros somos los que llevaremos los diamantes e interceptarnos. ¿Cómo sabrás que quien nos contacte es el verdadero dueño? —Tiene mucha razón en todo lo que dice.

—Max, no te quito tu razón en todo lo que me dices. —Suspira aliviado pensando que desistiré—. Pero tengo mis métodos para saber que él es el dueño. —Toma su cabello entre sus manos en señal de frustración.

—¿Cómo se supone que lo harás? —inquiere.

—Los diamantes fueron robados antes de su exposición, solo el dueño conoce la cantidad, la calidad, el valor, los colores, los tamaños. El caso de los diamantes fue cerrado después de mi juicio. —Le recuerdo—. Por lo tanto, solo el verdadero dueño conocerá esos datos.

—Nunca he dudado de tu inteligencia, pero sigo pensando que esto es una locura. —Entiendo su punto—. Sin embargo, no te dejaré sola, hermosa. —Se me enternece el pecho de escucharlo llamarme por un apelativo.

—Gracias por estar siempre conmigo, Max. No me has dejado en ningún momento y eso me hace ver que no estoy tan sola como he estado toda mi vida —admito en voz alta.

—Nunca estarás sola, Karina. Siempre estaré a tu lado, independientemente de todo. —Sus palabras encierran demasiados mensajes. Aún no estoy preparada para hablar de esto.

—Te lo agradezco mucho —Su mirada espera que diga algo más, pero simplemente no sé qué decirle.

—Entonces, llamaré a Octavio para que nos mande el helicóptero para regresar y viajar cuanto antes a Ginebra —me informa.

—No. —Me niego con rapidez—. Podemos irnos de un aeropuerto cercano aquí a la isla.

—¿Sucede algo? —cuestiona ante mi rápida negativa.

—No —respondo—, solamente no quiero que nos atrasemos si podemos irnos desde aquí. Además, así llamaremos menos la atención. —Asiente con comprensión. Menos mal que no hace más preguntas.

—De acuerdo. Moveré algunos contactos para poder llegar a la cuidad más cercana e irnos por aquí.

—Perfecto. Gracias. —Le agradezco.

Narra Maximiliano

Durante el resto de la tarde me encierro en la oficina que monté aquí en la isla para organizar todo lo del viaje a Ginebra. Ser un abogado de renombre te da ciertos privilegios y contactos que no todos pueden presumir tener. Logro conseguir un helicóptero que nos traslade hasta Panamá, uno de los países más cercano de la isla que se encuentra en Barbados. Por suerte, traíamos todos nuestros documentos con nosotros e hizo todo más fácil. En el aeropuerto conseguí un vuelo para la tarde. Tendríamos el tiempo justo para que el helicóptero nos dejará cerca del aeropuerto.

Hay cosas que Karina no me está contando. Siento que me oculta cosas importantes que debo saber. Solo espero que llegue el momento en que sea ella misma quien quiera decírmelo.

Narra Karina

En la noche, Max me cuenta como organizó todo y está más que perfecto. Solo espero que durante todo nuestro viaje, no haya inconvenientes. Hemos tenido muchos baches en el camino, espero qué ya que hemos logrado llegar hasta aquí, finalmente podamos entregar los diamantes y acabar con todo esto para poder estar en paz.

El helicóptero nos recoge en la madrugada, sería un viaje largo, esta vez no ocurre nada durante el vuelo. Fue todo muy tranquilo, también debo de admitir que Max se cercioró si el helicóptero estaba en buenas condiciones y que no corría ningún peligro una vez estuviéramos en el cielo.

A las 11:00 horas, estamos en el aeropuerto donde cogeríamos el avión camino a Ginebra, Suiza. El vuelo está programado para las 13:00 horas. El tiempo se nos fue rápidamente entre cumplir todos los protocolos para el viaje e ir a comer algo a una cafetería allí mismo.

Luego de 17 horas de viaje, me siento exhausta. No logré dormir cómodamente en el avión por más que lo intenté. Tras recoger nuestro equipaje, que es muy básico, tomamos un taxi para irnos al hotel, luego de haber buscado la ubicación en el mapa. Max se encarga de la reservación, mientras yo observo la majestuosidad que me rodea.

Una vez en la suite, cada cual se fue a una habitación a tomar una ducha para luego ir a comer, pues estábamos hambrientos. Logré relajar mis piernas entumecidas tras tantas horas en el avión.

Luego de secarme y vestirme, solo tengo un hambre voraz. Max ya esta afuera en la pequeña salita cuando salgo de mi habitación. Luce súper guapo, es diferente verlo con traje a con ropa informal, cualquiera de las dos vestimentas le marcaba lo delicioso que está. Me sonrojo con mi propio pensamiento y tal parece que se da cuenta, porque asoma la comisura de sus labios.

—¿Qué sucede con Octavio? —interroga Max después de que el mesero nos trae la cena.

—Lo ocurrido en el helicóptero camino a la isla fue premeditado. —Sus ojos se abren desorbitadamente—. Escuché al piloto hablando con alguien en el despacho. Mi primera opción fue Abraham, pero le pregunté y no fue él. Entonces, o fue Octavio o alguien del cual no conocemos su existencia.

La mirada de Max se queda perdida durante el resto de la cena. Seguramente razonando mis palabras que no son fundamentos vacíos, tengo mis razones para dudar de él.

Cuando estamos tomando el postre, o más bien, yo devoro una porción de tarta de chocolate, un mesero se para en nuestra mesa.

—Señores, deben subir a su habitación. Alguien los está esperando. —El mesero da el mensaje y con la misma, da media vuelta y se va, dejándonos completamente preocupados.

—Estamos desarmados.  —Me recuerda Max y la cosa sigue empeorando.

Subimos el elevador que parece que va en cámara lenta. ¿Quién coño será ahora? ¿Otra persona queriendo robar los diamantes? No, esa no es una opción, de ser así, se lo hubiera llevado sin avisar, pero claro, está el caso de que nos estén tendiendo una trampa. Joder, hasta que no lleguemos, no sabremos quién coño es.

Maximiliano me coloca atrás de él, a medida que nos vamos acercando a la suite. Observo a nuestro alrededor y no se ve nadie, ni se escucha ningún ruido. Cuando Max abre la puerta, nos encontramos un panorama bastante extraño.

Tres guardias que parecen matones, un hombre amarrado en una silla y otro hombre mirando a la ventana, dándonos la espalda.

—Nuevamente quisieron volver a quitarte mis diamantes, Karina —explica el hombre que estaba hasta hace un minuto observando a través de la ventana.

Se coloca tras la silla y no puedo ver al sujeto que está amarrado a ella. Este hombre frente a mí dice ser el dueño de los diamantes, ha impedido que los perdiéramos.

—¿No quieres saber quién es el que está detrás de muchos de tus fracasos? —propone— Míralo por ti misma. —Le da la vuelta a la silla lentamente y cuando su rostro salta a la vista, siento a Max tensarse a mi lado y yo..., yo estoy sorprendida, pero no por saber quién es, sino por comprobar, que mis sospechas eran ciertas.

¡Octavio, es el traidor!

BUMMMM

Besitos Kya😘💫

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