—¿Por qué quieres ir allí? —pregunta con curiosidad.

—Estuve cuatro años presa que me privaron de muchos placeres. Siempre me gustó la playa y fueron pocas veces las que fui durante mi vida. En el orfanato no teníamos privilegios como ese muy seguido. Luego con Abraham era bueno —digo recordando—, más difícil aún y ahora mismo me siento cansada. Han sido tiempos difíciles y sé que hasta que no entregue los diamantes no podré salirme de todo esto.

—De acuerdo. Iremos. Le pediré prestado el helicóptero a Octavio —me informa.

—Wao, entonces queda lejos, creí que se podría ir en yate o algo así.

—Se puede, pero sería demasiado largo el viaje. La isla está en medio del Caribe.

—Entonces en helicóptero.

Estaciona el auto y Octavio nos espera en la sala. Evidentemente está molesto, puedo entender su posición, pero era necesario que todo ocurriera tal cual para que Abraham no se esperara lo que ocurriría. El plan falló, pero estaba muy bien planeado.

—Espero que la próxima vez que me vayas a usar de carnada, me lo digas —anuncia Octavio, mirándome.

—De la manera que actuamos sería más creíble para no alertar a los hombres de Abraham que estaban dentro del bar. Admite que fue la mejor decisión —le contradigo.

—Aun así, me pusiste en riesgo. ¿Y si algo me llega a ocurrir? —expone.

—Octavio, no pienses en lo que pudo pasar que no pasó, estás aquí —contesto—. Además, en caso de que algo sucediera, teníamos un plan Bby todos los planes que sean necesarios. Sé perfectamente que a la que criaste fue a Karime, a mí me duele tanto o más que a ti su muerte, pero yo no soy una mujer débil y te lo he demostrado. Deja de subestimar mi inteligencia.

—Es cierto que no eres Karime, y nunca lo serás—recalca.

—Y no pretendo serlo. Yo soy Karina, su gemela, una mujer que quiere una vida diferente, pero la tendré después de que vengue la muerte de mi hermana. Usted, no ha movido un músculo para lograrlo. La que lo está haciendo todo aquí soy yo, con ayuda de Max, así que hágame el favor de mantenerse al margen que tengo cosas más importantes en las que pensar que discutir con usted —declaro, firme.

—Octavio. Necesito que me prestes tu helicóptero —comenta Max, para cambiar de tema. El clima entre nosotros está tenso. Sé que nunca le caí bien a Octavio, si me aceptó fue por Karime, y ahora, debe de estarlo haciendo por intervención de Max.

—¿Para qué? —pregunta interesado. Quiero ver…

—Para llevar a Karina a la isla el fin de semana. Necesita descansar — confiesa Max y Octavio voltea a mirarme.

—Perfecto. Voy con ustedes. Necesito vacaciones. —Niego con mi cabeza cuando se auto-invita.

—Octavio, si quieres ir de vacaciones, ve luego de que yo regrese. Necesito estar sola y en calma. —Destaco la razón por la que me voy. Octavio cierra sus ojos, pero asiente.

Max propuso partir hacia nuestro destino el viernes en la mañana para hacer un viaje tranquilo. Llegamos a las oficinas de Octavio, donde el helicóptero nos esperaba en lo último del edificio. Max lleva mi equipaje, el cual no era pesado, no estaría allí por mucho tiempo. El piloto que conduciría el helicóptero nos da la bienvenida y partimos luego de ajustar nuestros cinturones.

El viaje comenzó tranquilo. Según tengo entendido, solo duraría unas dos horas. El piloto anuncia que hay algo de viento en el tramo en el que nos encontraríamos en pocos minutos, automáticamente me puse nerviosa. Max toma mi mano en señal de contención que logra relajarme solo un poco, hasta que comienzo a sentir como el aparato donde estamos comienza a moverse, sacudiéndonos a causa del fuerte viento que nos azota.

Cuando menos me lo espero, mis cinturones se zafan de su lugar haciendo que mi cuerpo quede sin protección alguna, eso sumando a que un nuevo azote del helicóptero, provoca que yo salga de mi lugar, dándome un golpe con la puerta y es gracias a Max, que logro sostenerme a pesar del aturdimiento por el impacto.

Max actúa con rapidez, quitándose su cinturón y poniéndome a mí en su lugar, controlando la situación, a pesar de que el maldito aparato no deja de sacudirnos, provocando que más de una vez, nuestras bocas estén a casos centímetros de distancia, y como mismo nos une, nos separa.

Cuando al fin logramos salir de todo el caos, Max me informa que estamos cerca, él está sin protección alguna, solo sosteniéndose de unas rejas que hay en el techo del aparato.

En el instante que siento como el piloto aterriza, el alma vuelve a mi cuerpo y puedo respirar con normalidad. Max me ayuda a bajar y entramos al lugar los tres. Me quedo maravillada ante la vista que tengo frente a mis ojos.

La arena en mis pies se siente suave y quema, al igual que sol del Caribe, es tan fuerte como lo describen. Mucha vegetación alrededor de la casa con plantas exóticas que veré más de cerca cuando de un paseo por el lugar, mañana.

El piloto partiría hoy mismo de regreso a la cuidad, Max había decidido quedarse cuando se lo pedí. Le resultó bastante extraño, pero no dijo nada al respecto, simplemente le dio órdenes al piloto de marcharse y este pidió hacer una llamada.

Max sube a darse una ducha mientras yo preparo algo de comer para que el piloto coma algo y se lleve para el viaje. El hombre está tardando en el estudio y decido ir a buscarlo, cuando voy a tocar la puerta escucho algo que me deja helada.

—No pude hacerlo, señor. Maximiliano la salvó cuando iba abrir la puerta para que cayera al vacío —explicó el hombre y pude notar su voz temblar, el miedo se evidencia, es palpable, pero mi pregunta es, ¿quién fue? Nadie sabe de este viaje, solo nosotros y Octavio. ¿Hay alguna posibilidad de que Abraham se enterara? No lo sé.

Durante todo el almuerzo me mantuve en silencio, ausente, tratando de encontrar un hilo del cual tirar que me asegurara quien lo había mandado a matarme, pero todos me llevaban a tres incógnitas, o más bien, tres personas...:

Abraham es quien encabeza la lista.

Octavio, no termino de confiar en él,
siento que es falso conmigo.

Hay que tener en cuenta que el helicóptero es de su compañía y el hombre trabaja para él. En tercera opción puede ser alguien que no conozco y, por el contrario, esa persona sí sabe quién soy. Cualquiera de las tres opciones puede ser.

Mi cabeza es un torbellino ahora mismo, de no ser por Maximiliano, estuviera perdiéndome entre las profundidades del Atlántico, muerta. Dios me sigue dejando en el mundo de los vivos, él sabe que tengo una misión y voy a cumplirla.

Luego de que el piloto al fin se fuera, decidí ir a descansar lo que quedaba de la tarde. Maximiliano no dejaba de mirarme, su mirada pesaba en mi nuca, no sé qué le pasa, es muy rara su actitud.

En la ducha me relajo tomando una siesta en la bañera y en cuanto toco la cama, el sueño me vence por completo.

Despierto alrededor de las 20:00 horas, y a través del gran ventanal observo como la isla se ha sumergido en la oscuridad de la noche, dándole un toque hermoso, pues los árboles y palmeras cercanos de la casa, tienen luces que dan una vista espectacular. Me levanto y al salir, no escucho ningún ruido, solo el de mi estómago, alertándome que debo comer algo.

Bajo las escaleras y me dirijo a la cocina, abro el refrigerador y agarro un bol con jamón, queso y verduras para prepararme un sándwich y una caja de leche chocolatada. Al voltear, tiro ambas cosas al suelo cuando quedo cara a cara con Maximiliano.

Me ha dado un susto de muerte, ahí en plena oscuridad no puedo distinguirlo bien, pero esos ojos me miran con algo que puedo reconocer: deseo, pero a la vez, con dolor. Nos mantenemos en silencio hasta que camina hacia mí, haciendo que yo haga lo mismo y quede acorralada en la puerta cerrada del refrigerador.

—No puedo más con esto que me consume por ti —dice bajito, tomando mi rostro entre sus manos—. Estuve a punto de perderte. No lo soportaría nuevamente —susurra de nuevo y cuando quiero preguntar a qué se refiere, arremete contra mi boca en un deseoso beso que llevo esperando desde que lo conocí.

Uyuyuiiiiii. Al finnnn😂😂😂😂

Los kiero, Kya😘💫