Los años han cobrado las cuentas.

A cabezas blancas los enfrentas.

Recordando tus grandes ochentas.

Lleno de sabores de mentas.

La estafeta ha caído de sus brazos amarillejos.

Reflejos de canas se ven sobre los azulejos.

Ahora solo vienen para robarles  los consejos.

De todas maneras muy queridos son mis viejos.

Sus manos con el tiempo han sido desgastadas.

Pero sus sonrisas de años son veneradas.

Han pasado por muchas heridas sangradas.

Y han tenido ya muchas manos soltadas.

Ay mis queridos viejos, hacen brillar el alma.

Aún recuerdan con fortuna  a quien los ama.

Como aquel camino que se saben como su palma.

Quisiera que ya lleven su vida a un futuro con calma.

Tantas sonrisas y lágrimas derramadas.

Lo cuentan sus miradas conquistadas.

Mientras deseo con ustedes pasar cálidas veladas.

Con abrazos y palabras confesadas.

Los dientes han empezado a perder.

Cuando sonríen es lo que puedo ver.

Aquellos  viejos atardeceres quisiera rehacer.

Para verlos aunque sea un poco rejuvenecer.

Al caminar veo detenidamente como arrastran los pies.

¿Era como yo los arrastraba cuando salía del moisés?

Seguro que en esas épocas era diferente el interés.

Ahora solo esperan un rato a sus nietos bebés.

Los llevo a su restaurante de nombre "Tunca".

Ay mis queridos viejos ojala no se vayan nunca.

Pero es el ciclo de la vida el que nos trunca.

Mis queridos viejos sin ustedes sería vivir en una espelunca.

Esos ojos cubiertos por un armazón grueso.

Son esos que amo hasta el mismo hueso.

Esa nube blanca sobre sus cabezas que beso.

Son lo mejor de mi vida confieso.

Siempre han estado para mí, lo agradezco.

Hasta que les toque partir, me entristezco.

Mis viejos queridos un amor les ofrezco.

Aunque no se compara con el que yo crezco.

Tan solo deseo verlos felices, es un acuerdo.

Les prometo seguirán bajo mi recuerdo.

Tan real como que el corazón esta del lado izquierdo.

Ya que con el tiempo  sea yo el que en verdad pierdo.

Mis mejores amigos, mis informantes.

En ocasiones  los peores comandantes.

Me hacían enojar al regañarme por los guisantes.

Pero siempre hacían su mejor esfuerzo, reinantes.

Gracias por sus consejos, sus sonrisas, su amor.

Sus abrazos y palabras llenas de humor.

Me hicieron todo un volador.

Mis queridos viejos son todo mi amor.