67: Una noche solitaria
Nota de autora: Escuchen la canción de arribita, para generar ambiente.
❝Antes❞
30 de septiembre, 2021
Me sentía incómoda y necesitaba rascar mi brazo. El maldito yeso no me permitía hacerlo. Ya llevaba dos días con el yeso, dos días y eran cuatro semanas que tenía que tenerlo. Tuve una pequeña fractura en el accidente. No pasó a mayores, tuve suerte en ese sentido porque no llevaba casco y las cosas hubiesen sido diferentes.
Me llevaron al hospital, mamá fue dramática y pidió que me hicieran muchos estudios ¡Solo era una pequeña fractura! El accidente no fue mi culpa y de igual forma me castigaron. Me quitaron la vespa y en cierto sentido era justo, prometí siempre llevar casco y no lo llevaba.
Miré mi celular y sonreí al leer el mensaje de Pablo. Acababa de llegar a la ciudad, vi su partido y el Barça había perdido. Si seguíamos así, quedaríamos eliminados de Champions, eso frustraba a Pablo. Me tocaba animarlo. No le iba a decir nada acerca del accidente para no preocuparlo, pero, mamá se lo dijo cuando llamó. Plan fallido.
Ya eran las 6 de la tarde y me estaba alistando para salir. Fue un tormento bañarme, el yeso no se debía mojar y mi madre tuvo que envolver mi brazo en una bolsa. Fue gracioso y estresante.
Era viernes y una fiesta por la noche para alzar los ánimos era una buena opción. Algunos tíos del instituto reservaron una zona vip y me invitaron junto a mis amigas, yo invité a Pablo. Era mi forma de animarlo, sé que no era su ambiente, pero le haría bien estar con gente normal y de su edad.
El chófer de Ester pasó por mí y le pedí de favor que fuera a la masía. Amablemente aceptó.
—Es hora de que se saque la licencia —murmuró Ester—. Que vergüenza que su novia lo pase a recoger, él debería recogerte.
—Ester no empieces.
Pablo entró al coche y me saludó con un beso en la mejilla. Tenía esa cara de culo al ver a Ester y solo le murmuró un simple "hola".
—Hola, Pablito.
—Es Gavi —aclaró hostil.
«¿Qué le pasaba?» me pregunté, se le veía diferente.
—No le gusta que le llamen Pablo, ni Pablito —aclaré para aligerar el ambiente.
Solo yo era la privilegiada de llamarlo por su nombre de pola. Toqué la mano de Pablo, llamando su atención. Me miró dulce y pude notar un destello de tristeza cuando le señalé mi brazo.
—¿Me lo firmas? —Le tendí un bolígrafo.
Y aunque debería de estar triste por la fractura, mi sonrisa era todo lo contrario. Dolía e incomodaba, pero la fiesta lo iba a compensar.
Nunca me había fracturado, veía en las películas y leía en los libros que siempre firmaban el yeso. Era por eso mi emoción. Tenía bastantes firmas de mis amigas, de mamá y ahora tendría una de mi novio.
Pablo me miró y aceptó el bolígrafo. Escribió.
Pablo♡
Vi el corazoncito al lado de su nombre y me acerqué más a él para darle un dulce beso y decirle lo mucho que lo extrañé. Pero la mirada incómoda de Ester me hizo regresar a mi asiento.
E
l local a donde íbamos se ubicaba en el paseo marítimo del Barceloneta. Ya había ido antes y era un lugar top donde pasarla bien con amigos. Aún éramos menores de edad por lo que entraríamos gracias a los contactos de un compañero. Ester acababa de cumplir la mayoría de edad así que ella si podía entrar a lo legal.
Saqué mi teléfono y empecé a escribirle a mamá, estaba resfriada y eso me preocupaba, se veía muy mal y ella se excusaba con "es normal tengo gripa". Quise quedarme, pero ella prácticamente me echó de la casa al decirme "tienes 17, vete, disfruta, largo"
Al llegar a la fiesta, eran las 10 de la noche. La música y el ambiente estaban agradable, fuimos al área reservada y me pedí un cóctel para beber. Hace unas horas atrás me enteré que mi novio había sido convocado para jugar con la roja, la selección española. Estaba logrando sus sueños.
—Anímate un poco, Pablo —susurré en su oído, todos los de mi grupo habían bajado a bailar.
Pablo y yo éramos los únicos en el reservado, él con unas gafas oscuras, que lo hacían ver arrogante. Bebía su coca-cola en un vaso de cristal. Le estaba pasando algo.
—Estoy animado.
—Con una cara de culo — farfullé por lo bajo.
—¿Qué?
—Nada.
Bebí de mi cóctel y vi como uno de mis compañeros de clase se acercó.
—¿Quieres ir a bailar?
—No, gracias —me negué sonriendo amable.
Lo vi alejarse y me acerqué más a Pablo, mi mano apretó su rodilla.
—¿Quieres bailar?
—Me duele la cabeza.
—Aaa vale… —Bajé la mirada—¿Quieres ir a tomar aire?
Pablo bajó la mirada y asintió. Se puso de pie y tomándome de la mano fuimos a la terraza. Me apoyé en el barandal y tuve una bella vista del mar mediterráneo. Cerré los ojos y sentí como la brisa acarició mi rostro.
Pablo y yo estábamos bien. Él me quería. Yo le quería. Y el querer se quedaba demasiado corto con lo que sentía. Yo lo amaba.
—Val… ¿Po-demos ha-blar?
Abrí los ojos y el corazón me latió fuerte por culpa del miedo. Sospechaba lo quería decirme y me rehusaba a escucharlo.
—Te amo, Pablo.
Mi declaración lo tomó por sorpresa. Se quitó las gafas de sol y me dio esa mirada que me rompió el corazón. Fingió no escucharlo.
Mi "Te amo" no fue correspondido.
Mi primer "te amo" hacía un chico, mis sentimientos eran sinceros. Yo le quería, lo amaba, amaba cada lunar de su cuerpo, amaba el café de sus ojos, el brillo de su mirada, su sonrisa, su risa, amaba lo que éramos él y yo. Amaba a mi primer amor. Amaba ese para siempre que un día prometió.
—Valeria…
—Te amo.
No le importó.
—Te amo, Pablo.
Se lo estaba diciendo con lágrimas en los ojos. Él me miraba, él me escuchaba, fingió no oír. Mis sospechas iban teniendo razón. Él terminaría conmigo. Él rompería su promesa.
—Por favor no lo digas… —Los ojos se me aguaron más—, por favor…
—Podemos seguir siendo amigos…
—¿Ami-gos? —La voz se me quebró.
¿Cómo podía seguir siendo su amiga? Después de todo lo que vivimos, después de todos esos besos, después de todo.
—Amigos —afirmó.
—¿Es-tas… estás terminando… con-migo? —Mi voz estaba en un tono de llanto y las lágrimas no demoraron en descender.
—Sí.
Le miré a la cara tratando de descubrir una expresión de que todo era mentira. De que se trataba de una pésima broma.
—¿Hay algo malo conmigo? —Mi voz fue como un susurro entre las lágrimas.
Pablo se acercó a mí, quiso agarrarme de las manos, pero no lo hizo. Mantuvo su distancia y sus palabras resonaban como un eco que rompían algo en mí.
—Eres una chica perfecta, Val…
¿Por qué decía que era perfecta cuando estaba terminando conmigo?
—No eres tú, soy yo ¿Esa será tu excusa? —dije sarcástica y a la vez con nostalgia.
Pablo no dijo nada, sus ojos estaban fijos en los míos y aun así, no pude leer nada en esa mirada. No transmitía nada ¿acaso no le dolía tanto como a mí?
—¿Seguimos siendo amigos? No quiero perderte.
Era una pesadilla.
—No lo sé…—Traté de sonreír, lo único que logré fue una mueca de nostalgia. Me aguantaba la respiración para no tirarme a llorar como si mi vida dependiera de ello.
—Val, fuiste lo mejor que pudo pasarme.
Vi un destello de lágrimas en su mirada. Su mano acarició mi mejilla y en silencio lloré más. Me aferré a él, hasta en el último beso que nos dimos. Él se separó, rompiendo más y más mi corazón.
Lo quise volver a besar. Él se apartó.
—Dijiste que era para siempre. Lo prometiste —sollocé.
No dijo nada. Se quedó en silencio. Un silencio que odié, en ese momento y todos los silencios que me dio.
En ese momento quería rogarle que no me dejara. Quería pedirle una segunda oportunidad, decirle que cambiaría, que sería mejor, que lo volvería a enamorar y que todo estaría bien. No lo hice, mi cuerpo no reaccionaba y lo agradecí tiempo después.
Lloré y no me quedó más opción que irme. Di media vuelta y me alejé. Pasos lentos con la esperanza de sentir su mano en mi muñeca, de escuchar su voz diciéndome "te amo, Val".
No pasó.
Al volver a la fiesta, corrí entre las personas. Las lágrimas no pidieron permiso y una tormenta en mis ojos descendió.
Salí a la calle y pare un taxi. Me subí…
—Lléveme a… —No terminé de hablar, me derrumbé al llorar.
Escuché como la puerta se abrió. Mi vista estaba nublada a causa de las lágrimas, pero aun así vi a Pablo.
—Te llevo a casa.
Él no ayudaba en nada. Acababa de terminar conmigo y quería llevarme a casa. Las lágrimas no me dejaban hablar, lloraba y temblaba. Era vergonzoso, patético y todos los sinónimos.
—Toma —Me abrigó con su chaqueta.
Su perfume me ahogó.
Lloré más y en un intento de que no me mirara, me apoyé en el vidrio de la ventana. Mi mente pasaba una película de toda nuestra historia y me seguía preguntando ¿Qué es lo que hice mal?
No soy lo suficientemente bonita, divertida, inteligente. Era una pesada, una ñoña, se aburrió de mí, se aburrió de su Val.
¿Qué pasaría después de esa noche?
Quedaríamos como un recuerdo. Ya no recibiría sus mensajes, ya no llamaría, no habría besos, ni abrazos, ya no me miraría como si fuera su diamante más brillante, ya no me dedicaría goles, no nos casaremos, ni sería el padre de mis hijos, no tendríamos un para siempre, sería solo un fantasma y un recuerdo de mi primer amor.
Debí de suponerlo.
Viví en un cuento de hadas, fui tan ilusa al creer en sus promesas. Los libros de amor te enseñaban ese bello sentimiento de amar, pero también llegaban a la parte donde un corazón se rompía. Me estaba sucediendo y sospechaba que él ya no volvería a buscarme, sospechaba que lo que decían si era verdad. Nadie se queda con su primer amor.
Pablo era mi persona.
Fue el momento y en ese instante el momento se terminó. No había un final feliz.
Yo no quería ser su amiga. No soportaría ser su amiga. No después de todo.
Llegamos a mi casa y no dudé en bajarme del taxi. Pablo me detuvo y algo en mí me decía que diría ese tan soñado "te amo".
—Valeria, gracias por todo.
Mordí mi mejilla para no llorar ni decir nada de lo que pudiera arrepentirme.
El labio me temblaba de llorar. Le di su abrigo.
—Te lo puedes quedar.
—Te deseo lo mejor.
Pensé que ese era nuestro final. Estaba equivocada. Él terminó conmigo, pero meses después me busco. Lamentablemente ya no era el momento o tal vez sí.
Di media vuelta y lloré como nunca lo había hecho. Lloré por todo lo bueno y hermoso de nuestra historia, lloré porque llegó a un final. Pensé que me habían roto el corazón, pero, el verdadero corazón roto llegó cuando fui a la habitación de mamá, fui por un abrazo y un susurro de "todo estará bien, chiquitita" pero no fue así, esa noche, la noche más solitaria de mi vida, fue la noche en la que mi corazón se hizo añicos.
Mamá se veía muy mal, intentó excusarse, Benjamín se lo impidió.
—Martina, debes decírselo. No es justo para ella.
—¿Qué debes decirme?
—¿Por qué lloras? —preguntó al verme.
—¿Qué debes decirme?
Mamá se quedó en silencio. Ella no era lo suficiente valiente para destrozar mi vida con una noticia. Benjamín habló por ella.
—Está enferma.
Por primera vez vi sus ojos llorosos.
—Tiene gripa…
El nudo en mi garganta se incrementó.
—Tengo cáncer… no tengo mucho tiempo.
Me dolió cuando Pablo terminó conmigo.
Pero más me dolió al escuchar "no tengo mucho tiempo" por parte de mamá.
Me derrumbé, mi mundo se vino abajo.
Dicen que un corazón roto duele cuando el chico que amas te lo rompe. Duele más el saber que tu mejor amiga, la mujer que te crió ya no tenía el tiempo para verte graduarte, para hacer el viaje que tanto soñaron, para verte en tu boda, para cuidar a tus hijos. En la vida siempre llega un adiós, pero jamás pensé que nuestro adiós llegaría en tan poco tiempo.
La mayoría de los hijos nunca saben la edad de nuestras madres, quizá porque desde niños pensamos que ellas nos durarán para toda la vida.
Ella y yo no completamos ese viaje.
Solo se quedó en una fantasía, en las películas de mamma mia, en la música de Abba, especialmente en el cierre de chiquitita.
Xoxo. Ay pobre Val 😭😭😭
Lo que me reconforta es que Pablo después regresa como perro arrepentido.
Es un capítulo corto. Pero tiene todo lo necesario.
Comenten que les pareció y si les gustó no se olviden de votar.
Nota: no odien a Pablo, recuerden que no tenemos perspectivas de él
Byeeee
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Tiktok: ancovi12
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© a n c o v i 1 2
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