Capítulo 6
Al llegar al comedor, algunos compañeros se levantan a aplaudir. Incluyendo a Oliv y Boris. Agradecemos con algunos asentimientos, pero no sonreímos. No hay nada por lo que sentirse feliz. Hubo demasiadas bajas. Intentan mantener la esperanza y el optimismo de la forma más absurda, esto fue prácticamente una misión fallida. No hay nada que celebrar.
Y sé que Boris y Oliv piensan lo mismo cuando veo sus caras llenas de ojeras y sus pieles pálidas de cansancio. Además de su expresión de derrota cuando nos sentamos a comer junto a ellos.
–¿Cómo están? –pregunta Oliv.
–Hambrientos–respondo metiéndome una cucharada de carne insípida a la boca. Es comida. Es lo que importa.
–Me di cuenta–me ve Boris con cara de asco.
–Tú no pasaste dos días en un agujero sin comida.
–Y sin un baño... Por lo visto–responde. Sé que bromea. Pero su semblante es cabizbajo. Apoya sus codos en la mesa.
–¿Están bien ustedes? –pregunta Ulrich antes de tomar un vaso de agua. Oliv mira a Boris. Y él de regreso–. ¿Qué pasa?
Dejo de comer unos instantes, esperando que digan lo peor.
–Ya dejen el suspenso y digan qué pasa de una vez–digo.
–Nos enviarán a otra misión–dice entre dientes Oliv.
–¿Y eso es nuevo por...? –le invito a terminar.
–Las élites de IS cree tener una pista de quiénes son.
Una pausa, mi cuchara se queda a medio camino, Ulrich deja de tomar agua.
–¿No éramos nosotros esas élites? –respondo, hago comillas.
–Dicen que los científicos son el cerebro detrás de todo esto–se acerca Oliv, sus ojos oscuros nos observan–, aunque a ellos no son quienes los persiguen los Cercanos.
–¿Quién les dio esa información? –pregunta Ulrich, mira el contorno del vaso.
–KJ.
–¿KJ no estaba dormido? –me exalto un poco.
–Eso nos dijeron–se sube de hombros Boris–, aunque esta mañana parecía bastante bien. Ya mueve la prótesis como un brazo más.
–Es un brazo más–respondo inconscientemente, tratando de no verme tan sorprendida–. No entiendo... En este tiempo no se había mencionado...
–Era nuestro propósito inicial–me interrumpe Ulrich, me mira de reojo y antes de continuar, me levanta una ceja–. Debes estudiar más. En fin, el propósito original de la IS era buscar formas de acercarnos a buscar quienes son ellos verdaderamente en misiones de rastreo. Buscando sus fuentes de comunicación, infiltrarse en sus naves. No matar a Cercanos a siniestra y diestra, como hacemos ahora.
–Olvidas cómo terminó la última, y única, soldado que se infiltró–dice Oliv, sus ojos abiertos y sus manos sobre la mesa. Mi comida ya está fría.
–No digo que su muerte haya sido justa. Pero para saber la verdad, hay que hacer sacrificios–responde, todos quedamos en silencio. Aunque Oliv lo mira difiriendo de su punto.
–Prefiero vivir antes que servir a estos perros–dice Oliv.
–No se trata de a quién servir, Oliv–le dice Boris–. Se trata de defender nuestra humanidad, ¿no quisieras saber qué es lo que pasó realmente? ¿No crees que lo justo es saber el por qué nos arrebataron nuestras vidas? Tú misma ibas de camino a tu país a ver a tu mamá cuando todo pasó. Perdiste a tu mamá y al resto de tu familia el mismo día. También KJ y Ulrich. Y El no sabe qué pasó con su hermana después de ese día. Desapareció. Yo también perdí a alguien importante... Todos lo hicimos. Es servirle a la verdad, siempre a la verdad–le pone una mano sobre el hombro. Oliv lo mira unos instantes y después suspira.
–Bien. Entonces ya que nuestro propósito es morir por la verdad, ¿qué sigue ahora? –responde, Boris sonríe.
–El General quiere que tengamos una reunión mañana a las seis de la mañana.
–Ya veo que no tienen nada más que hacer con sus vidas–bromeo, me cruzo de brazos.
–Lo bueno es que nos darán café–agrega Ulrich, río. Boris sopla su taza y bebe después de esbozar una risa.
–Esta es mi cuarta taza en el día. Aquí en Base Unión regalan el café como agua.
–No sabía que el café ponía a la gente poética–le codea Oliv.
–Extraño un poco el arte. Aunque debo admitir que hay algo romántico en escuchar a los Susurros explotar–responde Boris.
–Iremos a ver a KJ después del entrenamiento–dice Oliv levantándose del asiento–. Preguntó por ustedes cuando despertó.
–¿A dónde vas? –le pregunto.
–Por ahí. ¿Me acompañas?
–Claro, tiempo de chicas–dice Boris, le palmeo la nuca cuando paso.
–Qué vergüenza me da cuando dices cosas así, ¿qué edad tienes? –ríe como respuesta a mis palabras, me despido de Ulrich con la mirada. Él no está sonriendo.
Cuando me vuelvo a Oliv, ella tampoco está sonriendo. Mira al frente, Oliv no es muy alta, pero tiene un cuerpo fuerte y tonificado. Sus ojos oscuros bajo unas cejas suaves de color negro, igual que su cabello. Tiene una bella piel bronceada y rasgos suaves, el arco de sus labios redondo. Se mantiene recta con su andar firme junto a mí.
–¿Qué te pasa? –pregunto, duda unos momentos.
–¿Qué haces para evitar preocuparte?
–Finjo que no me preocupo–me subo de hombros.
–¿Entonces sí estás preocupada por esa supuesta misión? –enarca una ceja, llegamos al gimnasio.
–Boris me inspiró, de verdad–me ve dos veces mientras se pone las vendas en los nudillos, bufa–. No estoy preocupada, quizás intrigada.
–¿Por qué?
–¿Por qué estoy intrigada? Pues, ¿por qué después de todo este tiempo, ahora quieren buscar respuestas?
–¿No es lógico? –mira hacia un lado, tiene una mirada cautelosa–. Encontraron algo.
–O alguien.
–¿Qué? –sube ella misma el saco de boxeo.
–No sé. Es algo de lo que Ulrich y yo hablamos en El Hoyo.
–Boris y yo hablábamos de lo mismo hace poco–le da un golpe al saco–. ¿Quién crees que sean ellos?
–No lo sé... Muchos dicen que son los mismos Cercanos. No creo en eso.
–Tendrían que haber evolucionado o algo parecido para pilotar esas naves. ¿Alguna vez viste una en el cielo? –asiento después de unos segundos.
–El día en que mi familia desapareció...
–No creería que existen de no ser por los Susurros y Cercanos. Vi los muertos. Las explosiones. Pero jamás he visto esas naves en el cielo.
–Pero sí viste alguna–asiente pensativa.
–En mi primera misión. Cuando encontramos una deshabitada. Explotó. Sean quien sea–golpea el saco dos veces–, son muy cautelosos.
–Sí. Pero hay algo sospechoso en todo esto que está pasando. No tiene sentido que no haya explotado la bomba, o que el escudo haya fallado. Alguien tuvo que provocarlo.
–¿Dentro de la IS? –detiene sus golpes, la miro un par de segundos. Miro hacia un lado, en dirección a la cámara. Oliv mira discretamente y respira, asiente.
–Oliv, Eleonora–se asoma Ulrich.
–¿Tan rápido terminó la hora de chicas? –pregunto, enarco una ceja. Me ignora.
–KJ quiere vernos. Nos dieron autorización para entrar a la habitación–le da dos golpes al marco y se retira adelantándose unos pasos.
–Si nos dieron autorización ahora, ¿cómo hablaron con KJ? –pregunto, Oliv se sube de hombros.
–Teníamos que ver si estaba bien, usamos el Aislador de KJ y entramos.
Suelto una risa. Eso tenemos en común. Ninguno quiere ser el perro de gordos avaros.
Cuando entramos a la habitación, KJ nos sonríe y sus ojos se ven igual de alegres que siempre. Eso hace que suelte algo de mi respiración contenida. Creía que estaría mal por su brazo. Pero Boris tiene razón, ya mueve la prótesis como un brazo natural. Es un brazo de algún material parecido al plomo, se ve resistente, y se ve tan complejo como un brazo humano real. Incluso nos saluda con dos de sus dedos metálicos sobre su frente.
–Entonces, ¿qué dicen de su compañero mitad robot? ¿No sienten envidia? –dice, escucho a Ulrich reír.
–¿De qué? ¿De haber sido mordido por un Cercano? No mucho. ¿De tu brazo robot? Claro–me siento en la camilla junto a él, tomando su mano de metal para detallarla. Está todo. Nudillos, muñeca. La movilidad es perfecta, no hay ni siquiera un ruido–. ¿Cómo no hace ningún sonido?
–Propuse algunos materiales para evitar la oxidación hace un tiempo, al parecer lo consideraron, por eso el color es más oscuro que otras prótesis, y si te das cuenta, hay una separación mínima entre las piezas que hacen la diferencia–me muestra sus dedos, los abre y cierra con tanta naturalidad que es escalofriante.
–¿Qué te dijeron sobre cubrir servicio hasta pagarla? –pregunta Oliv, sus cejas están juntas. KJ la observa y suspira, pero mantiene su rostro sereno. Es el más tranquilo de nosotros.
–No me preocupa por dos simples razones. La primera es que no hay nada para mi fuera del ejército, así que, de todas maneras, me iba a quedar lo que queda de mi vida aquí. Y la segunda es que no creo tener tanta suerte de sobrevivir a otro ataque de un Cercano. Si muero antes, no tengo que pagar nada.
Reímos. Boris se le acerca y palmea su hombro. Su torso está desnudo y se ve la unión de la prótesis y su cuerpo de piel oscura y tersa.
–Nos alegra que ya estés bien. Ulrich estaba buscando posibles reemplazos–bromea Boris.
–Me alegra estar mejor, no me gustaría dejar mi oficio en manos de Nora.
–¿Y quién hablo sobre que yo sería el reemplazo? –respondo en medio de una risa.
–Los ojos de Ulrich lo dicen todo, y debo admitirlo, novata–dice él, siendo el más novato de nosotros–. Esas dagas tuyas son buenas, pero te falta mucho que aprender.
Lo codeo suavemente, sí estoy aliviada de que esté bien.
–No sé si te informaron que tendremos una reunión mañana–le dice a Ulrich de brazos cruzados.
–No. Me dijeron sobre un interrogatorio–responde–. ¿Qué puedo decirles? ¿Que básicamente, casi morimos por su negligencia?
–Escuché que pospondrán su interrogatorio hasta después de la reunión–agrega Oliv sentada junto a mí. KJ se sube de hombros.
–Supongo que de verdad es importante lo que tendrán que decir–observo de regreso a KJ–. No me preocupa. Sólo están paranoicos.
–¿Por qué lo dices? –le pregunta Ulrich aún de brazos cruzados.
–¿Cuándo no han estado paranoicos?
–Considerando la situación en la que estamos, creo que es normal que lo estén. Piensen lo que quieran... Pero es extraño.
Ulrich nos mira unos segundos, aprieta su mandíbula. Todos lo seguimos con la mirada cuando sale por la puerta con pasos firmes y la espalda tensa.
–Está mal que lo diga porque es obvio, pero, parece enojado–menciona KJ bufo.
–¿Tú dices? –respondo.
–Tiene razones–dice Boris todavía con la mirada en su dirección–. Tiene mucha más presión encima que cualquiera de nosotros. Tengamos paciencia.
–¿Pasó algo? –pregunta Oliv. Boris suspira y él es quien ahora se cruza de brazos.
–Segundos después de que se fueron, el General vino a hablar con él. Para informarle de la reunión y un resumen de los puntos a tratar, además de decir que viniéramos a ver a KJ.
–¿Te dijo cuáles eran? –pregunto yo esta vez.
–No.
–¿No? –replico. Me doy vuelta para verlo.
–No dijo absolutamente nada. Así que estén preparados para cualquier cosa.
–¿Es sobre esa misión? –dice Oliv. Todos nos cruzamos a ver de regreso a Boris.
–Seguramente. Eviten contradecir a cualquiera mañana en esa reunión. Al parecer es de vida o muerte-escucho a Oliv tragar.
–Siempre estamos al borde la vida o muerte. No sé por qué esa misión no me parece extraña... Todavía. Lo diré aunque se rían. Boris tiene razón.
–Nadie tiene por qué reírse. Tengo razón–el ambiente se aligera sólo un poco cuando vemos a Boris sonreír. A pesar de eso, todavía conserva ese rastro de cautela en su expresión–. Tenemos que ser cuidadosos mañana.
–No sólo mañana–dice KJ–. Siempre tenemos que ser cuidadosos... Si queremos seguir viviendo.
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