Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capítulo 20

Ulrich

–¿Entonces qué quieren hacer? –me dice Boris fuera de la tienda donde sigue el chico atado de manos. Empieza a amanecer, sus ojos están enrojecidos y secos.

–Llegar a Inferno.

–¿Te dijeron al fin qué es lo que estaban buscando?

–No. Solamente que necesitan llegar a Inferno, ahí están algunas cosas que necesitamos para encontrarle una supuesta solución a esto–Boris bufa.

–Claro. Finjamos que no nos están usando para llegar ahí. ¿Qué harán con el resto?

No digo nada. Las cejas de Boris se alzan.

–¿Los van a dejar aquí? ¿Y tú estás de acuerdo?

–No–digo en seco–. Ya se me ocurrirá algo. Pero tienen un punto. Base Unión no hará el sacrificio de buscarlos.

Boris suspira mientras maldice. Esto se vuelve aún más complicado. Hay que tomar una difícil decisión, esto ya no es una misión para el Primer Gobierno, ni para Base Unión, ni para su estúpido Unidos Estemos Todos. Esto se trata ahora de sobrevivir nosotros a lo que vendrá al descubrir lo que tengamos que descubrir.

–¿Te trataste el brazo?

–¿Qué? –me toco en donde el chico me clavó la daga–. No lo recordaba.

–Deberías ir y arreglarlo. No podemos arriesgar a perder a más.

–Tú tienes que dormir.

–Estaré bien. Todos estamos ocupados. Ve tú.

No estando muy seguro y con el sol y el cielo violeta sobre mí, termino por caminar a donde sé que está Oliv sanando a unos cuantos. ¿Cómo les diremos esto? ¿A Eleonora?

Eleonora...

Ella está despierta.

Me detengo. Pero veo que Oliv sale de la tienda y camina hacia mí.

–¿Estás bien? –su semblante se ve nervioso, destruido. A pesar de esto, pregunta por mí.

–Como todos. ¿Dónde está Eleonora?

–Me dijo Boris que tienes una herida que curar–me agarra del codo–. Déjame curarte antes de que vayas por ahí encontrando a otro doble de mí.

Podría reír, pero noto su mano temblorosa cuando la estira hacia mi muñeca para guiarme a donde salió.

El aire aquí es denso, hay dos personas tendidas en el suelo. Ninguno es Eleonora. Hay un morral apoyado de la carpa, no hay nada más.

–Ellos físicamente está bien–señala Oliv abriendo el morral para sacar unas gasas–. Su mente es lo que no los deja levantarse.

–¿Cómo tú te recuperaste tan rápido? –ella bufa acercándose a mí, con su mirada señala al suelo pidiendo que me siente. Retiro el Krain de mi cuerpo quedando en franelilla blanca y pantalones del ejército. Ahí es donde empieza a doler, no hago más que respirar profundo.

Oliv lo nota, vuelve al morral donde saca una botella de agua, aguja e hilo.

–No me recuperé–dice tomando puesto junto a mí–. Tengo cosas en las que concentrarme.

Me echa agua en la herida de mi hombro, el dolor se extiende por mi brazo. Aspiro aire entre los dientes.

–No seas llorón.

Después de desinfectarla también con algo de alcohol, empieza a coser. No es muy grande, aunque al parecer resultó ser más profunda.

–Es un chico.

–¿Quién?

–La persona que se parecía a ti–ella continúa cosiendo, no hay expresión–. Tenemos que continuar. Tenemos que dejar a algunos atrás.

Veo que hay un movimiento en sus cejas, no hace preguntas.

–No hay opción, ¿verdad?

Respiro apretando los labios.

–Ella no lo aceptará.

–Lo sé.

–KJ quizás si no lo piensa demasiado. Tenemos que llegar... ¿Qué dijo Boris?

–Que sí estaba de acuerdo–hay una pausa.

–¿Y?

–Quisiera no tener decisión de esto.

–Yo no puedo culparte, Ulrich. Tú has hecho lo posible para mantenernos a salvo. Eleonora lo entiende... Es que le duele la muerte.

–Igual que a mí. Me pesan muchas. Pero ¿qué haremos? ¿Quedarnos todos y morir?

Termina de coser. Se sienta frente a mí. Su cara se ve relajada, sin embargo, los surcos de cansancio en sus ojos son notables, igual que el gesto que evita hacer con las cejas. Un gesto de culpa.

–Hay una salida. Continuar.

Suspiro.

–Le daré a KJ unas horas más para que trate de establecer conexión con Base Unión. Tenemos que intentar por lo menos eso...

Asiente. Hay vacío. Nunca había estado tan cansado como ahora. Mi cuerpo arrastra a mi alma que quiere desaparecer de este sufrimiento, tengo que quedarme. Mi familia está aquí. No pienso abandonarlos.

–Ella ya está despierta.

–Iré a verla–respondo después de unos instantes. Oliv me abraza por mi hombro sano.

–Todos vamos a estar bien. Ustedes tienen que vivir.

–Sí–es lo único que puedo responder, recibiendo su abrazo.

–Envié dos señales–me explica KJ sentado de piernas cruzadas con su laptop de cajón–. Ninguna la han respondido.

Suspiro con las manos en las caderas. He estado aquí con KJ durante dos horas después de ver a Oliv, intentando encontrar una alternativa para comunicarnos con Base Unión. El sol nos golpea de lleno en el rostro, siento mi piel caliente. KJ no se ve bien desde el ataque de los Cercanos y Susurros, su rostro aumentó en años.

–KJ, si no responden al final del día, tendremos que continuar–él continúa mirando su laptop. Sé que me escuchó–. Tenemos que llegar. Los demás están de acuerdo.

–¿Incluso Eleonora? –refuta sin devolverme la mirada. No respondo–. Seguiré buscando que les llegue la señal de ayuda.

–¿Y si no? –pasan unos segundos antes de que responda.

–Seguiré intentando.

Masajeo mis sienes, decidiendo si irme o quedarme aquí con él. Ya hicimos lo que pudimos. Tengo que ahora enfrentarme a Eleonora. Su respuesta es tan incierta como nuestro futuro.

–Lo entiendo, sabes–la voz de KJ es firme y trémula a la vez–. Pero trato de por lo menos una vez hacer las cosas bien en este maldito mundo. ¿Cómo voy a dormir si dejo a estas personas de lado?

Lo mismo me pregunto yo. Pero me lo ahorro.

–No podemos pensar ahora mismo en eso. Nos ha tocado tomar decisiones difíciles. No hay más remedio que continuar.

–¿Tú cómo lidias con eso? –se pone una mano en la rodilla, me observa con rabia–. ¿Cómo puedes decir eso con tanta tranquilidad? ¿Los hubieses dejado si se tratara de Eleonora?

–No lo sé, KJ. Esto se convirtió en algo mucho más grande que nosotros mismos.

Bufa.

–No me digas que ahora tú también crees en esas porquerías de Alek y Barry. Ellos son basura, como todas sus ideas.

–Es cierto. Pero ya no se trata de ellos.

–Hemos estado todo el viaje girando en torno a lo que hacen ellos, quiénes son. ¿Y ahora me dirás que ellos no son el motivo detrás?

–¿Crees que dos personas valen todo esto?

Respira con fuerza. No responde.

–Enfócate en enviar esa señal. Ya encontraremos la solución, ¿está bien?

Me doy la vuelta para retirarme, me detiene diciendo mi nombre.

–¿Ellos vendrán por nosotros? ¿Por qué no nos han matado aún?

No tengo respuestas para esas preguntas, sin embargo, aquí estoy pensando en alguna palabra esperanzadora. KJ es el menor de nuestro equipo y aun así se ve envejecido de la preocupación.

–Estaremos bien, KJ–trato de bajar la guardia, aunque sea por un momento–. Aún no es nuestro turno.

El día ha pasado rápido. Eso no es bueno para nadie. El tiempo se nos agota y tenemos que continuar, unos tendrán que quedarse. No hay opción. A KJ no le han respondido en absoluto, y cada que veo a Alek asomarse de la tienda parece que con sus ojos contaran los minutos que me quedan para tomar la decisión.

No he podido ver a Eleonora.

No he querido.

He estado de aquí para allá ayudando a Oliv a hacerle recuperar fuerza a los heridos, pidiéndoles que continuemos. Estando con Boris en silencio. El chico ha dormido, y cuando no está dormido, nos pregunta cuándo lo dejaremos ir.

¿Qué hacemos con él?

No sabemos qué pasará después de conseguir lo que sea que encontremos allá en Inferno.

Cuando parece que está a punto de caer la noche, me siento solo detrás de una tienda sin emitir ni un sonido. Sin soltar una lágrima. Hay vacío. Me siento igual que todos ellos. No hay mucha sangre que limpiar o heridas que coser. Pero sí muchos a los que sus pesadillas ya no los deja continuar.

Yo también vi cosas horribles, mis manos no han parado de temblar desde que tomé consciencia después de ese gas. ¿Qué puedo hacer? ¿Cómo puedo derrumbarme cuando al ver los ojos de KJ lo único que veo es pánico?

Siento un peso que cae junto a mí. Me encuentro con Barry sentado igual que yo. Su traje ahora no es más que tierra y jirones, aun así, utiliza su chaqueta azul.

No es el mismo que conocí ese día en Base Unión. Pero sigue manteniendo algo. Cuando me observa, noto que él definitivamente no se ha rendido.

–Te entiendo más de lo que crees–dice cuando mira de regreso al frente–. Mi esposa decía que tengo esa terrible idea de que yo debo hacerme cargo de todo. Mírame. Tenía razón. Al final, no me hice cargo de nada–se toma una pausa. Es un hombre cansado. Apoya un codo sobre una rodilla–. Esta decisión no será solo tuya. No cargues con todo el peso.

–Usted no era parte de la IS.

–No. Pero sé que se siente ser responsable de algo de lo que no quieres ser responsable.

–Dígame una solución. No me de aliento.

–Ulrich. Ellos ya están perdidos. Sus ideas fueron suficiente para destruirlos. Esas seis personas a las que su cabeza les ganó... Ya no hay mucho que hacer por ellas. Pero las otras diez, más tú equipo, necesitan seguir adelante. Necesitan permanecer con vida.

–Se supone que todos estaríamos con vida al final de esta misión.

–Pero no fue así–me responde casi de inmediato. No hay firmeza en su voz, sino comprensión–. No podemos hacer nada por el pasado más que arreglar el transcurso después de él. Nosotros podemos arreglar ese después si tomamos la decisión de aceptar lo inevitable. Ellos no pueden continuar.

Se me viene a la cabeza esas miradas vacías de mejillas hundidas. Uno de ellos con los ojos completamente en blanco. Les hablé, de ninguno escuché respuesta. Traté de hacerlos levantar, también fue imposible.

Suspiro inaudiblemente, tratando de tragarme la tristeza.

–Déjeme hablar con Eleonora.

Asiente. Es así en silencio como después de un rato se va.

La carpa en donde está Eleonora está desocupada. Los demás, incluyendo a mi equipo, está guardando el resto de nuestras cosas. Menos la carpa donde están los desalmados, o es así como les dijeron los demás.

Ya anocheció y la oscuridad invade nuestro campamento. Partiremos antes de que el sol salga. Estoy frente a la carpa donde me dijeron que Eleonora está descansando. Oliv me dijo que está recuperada, pero que ha dormido todo el día.

Antes de dar un paso dentro, tomo aire. Me la encuentro sentada en el suelo sosteniendo sus rodillas, con el cabello suelto, largo, sobre sus hombros. Tiene los ojos cerrados, repiquetea un pie sobre el suelo.

–Eleonora–voltea a verme con rapidez, no noto el momento donde se levanta y sus brazos rodean mi cuello.

La sostengo de la cintura tratando de abrazarla un poco más antes de que vuelva a ocurrir algo horrible, que siempre es lo más probable que ocurra. Escucho su respiración agitada, solo la aparto de mi para quitarle las hebras de cabello de su rostro sudado.

Sus ojos se mueven por todos lados estudiando mi cara. Sus dedos tocan la barba incipiente de mis mejillas.

–Tienes barba–ríe en medio de un par de lágrimas. Sujeto su mano cerca de mi rostro.

–¿Estás bien?

Asiente. Después niega con la cabeza.

–No sé qué es realidad. Estoy bien, pero no me siento yo misma.

–¿Puedes continuar?

–Tengo que continuar. No entiendo qué está ocurriendo, lo que sé es que debemos llegar. Abi debe estar viva.

Recuerdo a su madre, el video que vimos Boris y yo en el centro comercial donde su vida se arruinó. Eleonora dejó atrás la esperanza de que sus padres estuviesen vivos hace mucho. Temo decirle cómo murió. No es el momento.

Así que también asiento sin apartarme un milímetro de su cara.

–Partiremos antes de que el sol salga.

–¿Cómo están los demás?

–No hay muchos de nosotros...–respiro silenciosamente– Vamos que tener que dejar atrás algunos.

–¿Qué? ¿Por qué? –susurra.

–No reaccionan.

Se aleja unos pasos recorriendo su cabello con sus uñas. Su franelilla está sudada y sus pies descalzos.

–¿Y si fuese yo quien no reaccionara?

–Eleonora, esto no es solamente mi decisión.

–¿Me dejarías atrás?

Me quedo callado.

No es una posición fácil. ¿Qué haría? Evité pensarlo por miedo a encontrarme con una respuesta egoísta.

Regreso a observarla. Para mi sorpresa, la encuentro con el rostro relajado. Incluso triste. Sin embargo, hay comprensión.

–No es fácil para ti, ¿verdad? –me sorprendo con esas palabras–. Tuve muchos sueños mientras estuve inconsciente. Antes de que ocurriera el accidente con el gas, vi el video de Moonrik. Él dijo que yo tenía algo importante que hacer. Después, cuando estaba bajo el efecto del gas... Vi dos tierras. Y escuché a Abigail cantando una canción que le gustaba a mi papá. Sentí algo por ese planeta.

–Genova...

–¿Cómo sabes eso?

–Pasó algo mientras no estuviste. ¿Por qué te pasó eso?

–No sé, Ulrich. Pero tenemos que llegar a Inferno. KJ tenía razón. Es una nave lo que estamos buscando. Una nave de Genova. Hay personas que nos esperan allá.

Mis cejas y mandíbula están apretadas, más información. No sé cómo asimilar tantas respuestas en medio de tantos años de silencio.

–No quiero dejar a esas personas, Ulrich. A nuestros compañeros–sujeta mi brazo mirando el suelo. Por su cara caen un par de lágrimas silenciosas–. Pero creo que por ahora no tenemos opción.

Intento que mi pecho no me arda de la culpa, es imposible. Ellos no sobrevivirán.

Y aun así, asiento.

No hay opción.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro