37. Sangre
Notaba la suave brisa impactando contra mi rostro. Un silencio sepulcral inundaba todo el lugar, aún era muy temprano. Hacía mucho tiempo desde la última vez que lo hice, casi había olvidado aquella sensación de adrenalina. Anthony, a unos pocos centímetros de mi, me miraba con una sonrisa en los labios y una ceja ligeramente levantada.
De repente un pequeño chasqueo entre los arbustos llamó nuestra atención. Con un perfecto equilibrio y en total silencio me moví a lo largo de la rama, intentando divisar qué era lo que se movía entre los arbustos. Anthony se quedó junto al tronco, de cuclillas a la espera de que yo hiciera algún movimiento.
Un ciervo asomó la cabeza, mirando a su alrededor en busca de algún peligro. Al no encontrarlo salió de entre los arbustos, empezando a comer la hierba verde que cubría todo el claro. Los rayos del sol impactaban sobre su piel y dejaban entrever un suave color marrón con manchas blancas. Anthony pasó por mi lado, listo para abalanzarse sobre nuestra presa. El ciervo levantó la mirada horrorizado en el momento justo en el que él se le abalanzaba sobre él.
Con toda la rapidez que pude lo tomé del brazo, deteniéndolo en el aire y quedando él colgado de mi brazo.
— ¿Pero qué haces? — dijo al ver que nuestra presa había conseguido escapar y ya corría entre los arbustos para alejarse de nosotros.
— Fíjate — hice un pequeño movimiento señalando los cervatillos que corrían tras la cierva.
Él resopló y con un suave impulso volvió a colocarse a mi lado.
— Necesitamos beber algo. Si algo sale mal no tendremos fuerza suficiente para luchar.
— Lo sé — murmuré mientras me sentaba sobre la rama —. Esperemos cinco minutos más.
Anthony se sentó a mi lado, en silencio.
"Creí que traías bolsas de sangre." Dijo en mi cabeza.
"Yo creí que tú las traías." Respondí, rodando los ojos.
No volvimos a decir nada, parecía que la espera se volvía cada vez más larga. Finalmente él se puso en pie y me tendió la mano, ayudándome a levantarme.
— Es mejor que nos vayamos, quiero acabar con todo esto cuanto antes.
Asentí, bajando del árbol de un salto y empezando a caminar por el bosque hasta llegar a la carretera donde habíamos dejado el coche.
Nos pusimos en marcha, ambos estábamos cansados y deseábamos terminar ya aquel viaje. Habíamos pasado ya por tres colonias y no habíamos conseguido mucha más información que la que nos había dado Kelly. Sabíamos que teníamos que ir a una lucha inevitable pero no teníamos ninguna ventaja. Además, merodear entre el bando enemigo había levantado ciertas sospechas, sólo era cuestión de que alguien nos descubriera.
— Esta es nuestra última parada — dijo Anthony, aparcando en un escampado.
El lugar estaba lleno de caravanas. La gente iba de un lado a otro, todo parecía estar muy activo. Algunos simplemente conversaban, algunos llegaban cajas de un sitio a otro o jugaban a las cartas. Algunas miradas indiscretas se posaron sobre nosotros en cuanto bajamos del coche.
Un hombre de baja estatura se acercó, con el ceño ligeramente fruncido.
— ¿Os habéis perdido?
— No, estábamos buscando al encargado del lugar — digo en respuesta.
El hombre se quedó en silencio unos segundos, evaluándonos.
— Ya veo, también sois vampiros — asentimos —. Seguidme.
El hombre dio media vuelta caminando hacia una de las caravanas, abrió la puerta y extendió un brazo hacia el interior para indicarnos que pasáramos.
El lugar era amplio, una mesa estaba en el medio del lugar y una botella de licor estaba sobre ella. Un hombre tan desnutrido como Kelly salió del fondo de la caravana, mirándonos con interés.
— ¿Quiénes sois?
— Somos Anthony y Brooke, nos envía Dagon. Quiere saber si las colonias se están preparando adecuadamente.
El hombre se quedó en silencio durante unos segundos y luego sonrió, abriendo uno de los armarios para sacar dos vasos.
— ¿Queréis? — señaló con el mentón la botella de lo que parecía ser tequila, a lo que nosotros negamos de inmediato —. Es una pena, probablemente vuestro cuerpo eliminaría todo en cuestión de segundos, eh.
Volvió a guardar los vasos en el armario y se sentó a un lado de la mesa, haciéndonos un ademán para que hiciéramos lo mismo.
— En fin, más para mí — volvió a sonreír —. ¿Qué queréis?
— Queremos saber cómo os estáis organizando, qué tenéis pensado, vuestras armas... si váis a usarlas — Anthony se detuvo, dudando —. Es simple rutina. Nos gustaría saber si estáis bien preparados o si necesitáis que enviemos hombres para ayudaros.
— Comprendo... — el hombre tomó la botella y le dio un largo trago —. Steve, tráelo.
El hombre se levantó, abriendo la nevera y rebuscando algo en ella. Mientras tanto oímos la puerta de la caravana abrirse a nuestras espaldas. El hombre bajo que parecía ser Steve entró primero, seguido por otro más alto que parecía arrastrar a alguien tras si.
Kelly.
Lo tiró al suelo con tal fuerza que provocó que el hombre soltara un alarido. El hombre frente a nosotros cerró la nevera. En su mano había una pequeña botella con un contenido rojo y espeso en su interior, empezó desenroscando la tapa y luego se llevó un sorbo a la boca. Probablemente era el primero después de mucho tiempo.
Volvió a sentarse a la mesa, dándole otro trago a la botella con sangre. No tenía muy buena pinta, algo iba mal, muy mal.
— Ahora, decidme realmente quiénes sois y qué estáis haciendo aquí. Hagamos de este rato algo más ameno, ¿sí?
Hola hermosxs gremlins!!!! Aquí traigo nuevo capítulo, espero que estéis disfrutando.
Vengo a hacer spam. He publicado el primer capítulo de mi nueva historia de fantasía, Welcome to Arabela, si os gusta el género ir corriendo a verla. Me haríais muy feliz y espero que os guste.
Sin más, me retiro. Lxs amo.
-Alejandra-
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