34. El lago
Anthony estaba en la entrada de la habitación con el mapa en la mano. Arqueó ligeramente la ceja.
— ¿Y bien?
Negué suavemente con la cabeza y me moví por el pasillo a paso ligero mientras él se colocaba a mi lado.
— No sé por qué preguntas si has escuchado todo.
— Creí que te gustaría hablar del tema. — Murmuró herido.
Me detuve, mirándolo y resoplando con pesar.
— Lo siento... Es que están pasando muchas cosas y hace mucho tiempo que no veo a mi familia, no sé dónde están ni qué están haciendo. Y ahora Zac... Sólo quiero descansar un poco.
Anthony me miró en silencio unos segundos para luego asentir con suavidad y acariciar mi rostro con la yema de sus dedos.
— Puedo llevarte a un sitio que te gustará, así podrás despejarte. Pero debes prometerme que no se lo contarás a nadie.
Sonreí, asintiendo ligeramente y terminando por tomar su mano.
— Está bien, pero sólo por unas horas, tenemos que preparar todo para irnos.
— Sólo serán dos horas, lo prometo.
Sonrió de par en par para luego dejar un suave beso sobre mis labios.
***
— Esto es precioso...
— Lo sé. — El moreno me miró de reojo unos segundos.
Empezó a quitarse la ropa, quedándose únicamente en calzoncillos y empezó a correr hacia el agua.
Miré a mi alrededor. Frondosos árboles rodeaban aquel lago, el sol se alzaba sobre ellos, haciendo que unos pocos rayos de luz impactaran sobre el lago, provocando que se viera aún más cristalino. Una pequeña cascada se hacía notar a unos pocos metros de nosotros.
Empecé a quitarme la ropa, pues el chico ya había empezado a gritar mi nombre. Era ágil. Daba brazadas hacia atrás mientras me miraba con esa hermosa sonrisa. Era atractivo y él lo sabía.
— ¿Listo?
— Thompson, yo nací lis...
Antes de que pudiera terminar la frase yo ya había saltado, haciendo que el agua chapoteara sonoramente. Sentí el agua cubrir todo mi cuerpo mientras algo de aire se escapaba de mis fosas nasales. Me quedé sumergida durante un rato, abriendo los ojos y mirando cómo la superficie destellaba y los árboles se movían por el viento.
Sentí los brazos del chico alrededor de mi cintura, acercándome a su cuerpo hasta volver a la superficie. Aparté el agua de mis ojos. Con ayuda de sus dedos echó mi pelo hacia atrás y acarició mi mejilla antes de volver a alejarse nadando.
— ¿Sabes qué Thompson?
— ¿Qué? — respondí con una sonrisa mientras sentía como mi cuerpo flotaba horizontalmente sobre el agua.
Por el rabillo del ojo pude ver cómo él hacía lo mismo y se mantenía cerca de mi.
— Eres la primera en chica que traigo aquí.
Reí, echándole algo de agua.
— Mentiroso. Estoy segura de que traes a todas tus conquistas aquí y les dices lo mismo.
Cerré mis ojos, disfrutando de la cálida luz sobre mi rostro. Esa vez lo escuché más cerca, pero su voz era apenas un susurro.
— Puede que tengas razón, pero ninguna se parecía a ti.
— Está bien, tengo la sensación de que o bien nos estamos adentrando en una película cliché o eres un asesino rarito y pervertido. — Volví a reír, abriendo los ojos para poder mirarlo.
Su rostro se encontraba a unos pocos centímetros del mío.
— Brooke, esto es serio.
Me quedé ahí sin decir nada durante un par de segundos. Volví a sumergir mi cuerpo en el agua, quedando cara a cara.
— Es la costumbre, lo siento. Adelante.
Tomó mi mano, entrelazando sus dedos a los míos.
— Me gustas, y tengo ganas de descubrir a dónde podría llevarnos estos. Quiero hacer todo junto a ti y por ti. Dime, por favor, que tú sientes lo mismo.
Me quedé sin poder decir palabra. Sabía que entre nosotros estaba pasando algo, que tarde o temprano tendríamos esa conversación y esperaba estar preparada. Pero la verdad es que no lo estaba, no sabía cuál debía ser mi respuesta.
— Lo siento.
Fue todo lo que pude decir mientras nadaba hacia la orilla y cogía mis cosas para marcharme.
***
Estaba terminando de meter mi ropa en una mochila, debía prepararme para aquella noche. Pero sobretodo debía mantenerme ocupada para no pensar en lo que había pasado en el lago hacía unas horas.
Me senté sobre la cama al tener todo listo, hasta que escuché pasos por el pasillo y varios murmullos.
— Qué emocionante.
— Hay gente que ha muerto al convertirse.
— ¿De verdad?
— Eso he escuchado.
Ya había empezado. Fui al baño y me refresqué el rostro antes de salir. El pasillo estaba repleto de vampiros jóvenes, o al menos eso aparentaban. Me mezclé entre la gente hacia la sala principal, había un tumulto de gente en la entrada y contra las paredes.
Intenté hacerme sitio entre ellos hasta que pude ver a Zac sentado en un sillón y Cassidy a su lado. Ella recorrió la sala con la mirada para luego volverse a Zac.
— Zac Benford, es un honor que te unas a nuestras líneas de combate. — Colocó una mano sobre su hombro y sonrió con amabilidad. — Por ahora y por siempre serás honrado por tu valentía y voluntad.
Fruncí el ceño, esto se estaba volviendo muy dramático. Cassidy se inclinó sobre Zac, moviendo sus labios frente a él sin emitir ningún sonido. ¿Qué era lo que le había dicho? En un abrir y cerrar de ojos, Cassidy estaba besándolo, Zac abrió los ojos sorprendido pero poco después correspondió aquel beso hasta que la pelirroja se separó.
— Desde hoy serás llamado Zacharias, un nombre con honor para un hombre con honor.
Zac posó su mirada sobre mi y esta se volvió aún más rígida mientras lo mordía.
Volví a hacerme sitio entre la multitud para salir de aquel lugar. No podía creer lo que había hecho, se había condenado por toda la eternidad, había renunciado a la posibilidad de tener una vida normal. Había sido un idiota.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro