Me separé con brusquedad en cuanto vi a Zac junto al marco de la puerta.

No fui capaz de descifrar qué era lo que pensaba ni que emoción inundaba su rostro.

— Zac, yo... Nosotros... — Murmuré mientras me acercaba a él, pero levantó la palma de su mano ante mí para que me detuviera.

— No me debes ninguna explicación. — Dio un paso hacia atrás, dejando caer sus brazos a ambos costados de su cuerpo. — Os están esperando en uno de los calabozos, es por Megan.

Tras decir aquellas palabras desapareció por el pasillo.

— Mierda... — Murmuré para mi mientras buscaba mi camiseta.

En cuanto me la puse sentí los ojos de Anthony sobre mi, me giré para encontrarme con su ceño fruncido y una mirada recriminatoria.

- ¿Por qué intentas justificarte? Eres libre y entre él y tú no hay nada... ¿Verdad?

Sacudí mi cabeza ligeramente y me encaminé hacia la puerta.

— ¿Podemos dejar todo esto para otro momento? — dije mientras salía al pasillo y sentía sus pasos detrás de mí.

***

Un escolta estaba junto a la puerta, se colocó frente a ella en cuanto intentamos entrar. Inmediatamente después le dio un par de golpecitos a la puerta y Cassidy salió unos pocos segundos más tarde.

Su cabello rojizo estaba sujeto en una coleta alta y llevaba unas mallas y una camiseta ajustada al cuerpo. El negro le sentaba bien, haciendo que se viera aún más esbelta.

— Prefiero que nos quedemos aquí fuera para que ella no nos escuche. Las paredes están insonorizadas.

Hizo un ademán con la mano, señalándonos una mesa en el otro rincón de la sala. Ninguno de nosotros pronunciamos palabra, sabíamos que no le gustaba ser interrumpida cuando hilaba pensamientos en su cabeza. Nos miró unos segundos en silencio, su mirada de posó en Anthony durante un momento antes de chasquear la lengua para hablar.

— Ha dicho algo que podría ser útil. — Cogió un mapa de entre los muchos que se encontraban enrollados sobre la mesa y lo extendió sobre esta. — Al parecer hay algunas colonias de vampiros por todo el país que están dispuestas a apoyar a Dagon. No quieren ser controlados por la Logia y quieren pelear.

Con suavidad marcó varios puntos sobre el mapa, nombrándolos uno por uno.

— No sabemos cuándo quieren empezar esta revolución pero debemos estar preparados. Me gustaría que vosotros fuerais a hacer un reconocimiento, intentar recolectar información, cualquier cosa que sea útil. Podéis llevaros lo que necesitéis.

Marcó con una equis todos los puntos que había señalado con anterioridad y volvió a enrollar el mapa para extenderlo hacia nosotros.

— Podéis partir esta noche, no hay tiempo que perder. Traducciones puede esperar a vuestra vuelta, necesitamos concentrarnos en el aquí y el ahora.

Asentimos, girando sobre nuestros talones para marcharnos pero la voz de Cassidy me detuvo.

— Brooke, me gustaría hablar contigo un momento.

Anthony me miró unos segundos, extrañado, pero continuó su camino escaleras arriba.

— Dime.

Me volteé hacia a la espera de lo que tenía que decirme.

— Como sabrás bien, hay una gran probabilidad de que no podamos evitar esta guerra.

— Sí, pero por eso nos estamos entrenando hasta el agotamiento. — Añadí sin saber muy bien a dónde quería ir a parar.

— Iré al grano, he hablado con Zac y hemos llegado a la conclusión de que deberíamos convertirlo.

— ¿Convertirlo? Pero...

— Brooke.

Me detuve de inmediato, frunciendo el ceño ante su tono afable pero autoritario.

— En su condición como humano no sobrevivirá a esta guerra, necesitamos contar con todos los vampiros posibles de nuestro lado. Mientras vosotros estáis fuera lo ayudaremos para que aprenda a controlar sus instintos de neófito.

Tambaleó sus dedos sobre la mesa con suavidad, miró unos segundos todos los papeles que se encontraban sobre esta y luego me miró con firmeza.

— Él ha tomado su decisión, lo haremos esta tarde. Espero que estés allí para apoyar a tu amigo.

Alzó el brazo señalando las escaleras para que saliera de la sala. Dudé unos segundos pero poco después desaparecí escaleras arriba.

Mi paso era firme, sabía hacia dónde iba. Tardé unos tres minutos en llegar pero en cuanto estuve enfrente toque la puerta con toda la rabia que llevaba dentro. ¿Rabia? No estoy segura de si era rabia, pero algo dentro de mí se moría por salir.

Zac apareció tras la puerta, tuve que reaccionar rápidamente para no seguir aporreando la puerta sobre su cara.

Sin esperar una invitación me adentré en su habitación y me volví hacia él dispuesta a cantarle los cuarenta.

— ¿En qué estás pensando? ¿Acaso te has vuelto loco? ¿Qué crees que va a pasar en cuanto te conviertas? ¿Que va ser todo de color de rosa?

Zac ni se inmutó, tomó la toalla que estaba sobre la cama y empezó a secarse el cabello. Se sentó en una silla y me miró mientras seguía con aquella acción.

— Sabes lo que me pasó a mí, sabes lo que nos pasó a todos nosotros. ¿Por qué quieres convertirte en esto? ¿Quieres ser un monstruo también?

Él seguía sin decir nada, estaba callado mirándome mientras el todo de mi voz se volvía aún más alto con cada palabra.

— ¿Puedes decir algo?

Nada.

— ¿Cuál es tu problema?

Gruñí de frustración para luego dirigirme hacia la salida.

— Espera.

Me detuve en seco, mirándolo con el rabillo del ojo.

— Anthony y tú... ¿Váis en serio?

Nunca lo había visto tan serio. Posé mis ojos sobre los suyos.

— No, yo... No lo sé. — Solté en un susurro.

— Está bien, es todo lo que necesitaba oír.

Se levantó y pasó por mi lado, abriendo la puerta para que yo saliera.

— Vete, por favor.

— Zac...

—  No, no quiero escuchar nada más. Tampoco es como si hubiera algo entre nosotros, ¿verdad? — Apartó su mirada de mí y esperó en silencio a que saliera.

Sentí el portazo al salir de la habitación y me quedé allí de pie unos segundos. Tenía razón, no había nada entre Zac y yo. ¿Pero por qué me sentía de aquella manera? ¿Por qué sentía que mi corazón explotaría en cualquier momento o que se resquebrajaría de un momento a otro?