Yo me encontraba en la habitación de Zac, contándole de aquella vez en la que me cruce con cierto famoso y que casi maté, cuando mi padre me llamó. Él y mi madre estaban viniendo a casa para hablar. Le envié un mensaje para avisar a Lucas, que estaba en casa con Chase.

Me acerqué a la diminuta ventana del ático y salté por la ventana para que la familia de Zac no me viera. Ellos tenían una regla bastante severa sobre nada de amigos pasadas las ocho de la noche, obviamente sólo se aplicaba a Zac. Él bajo por las escaleras, y lo escuché excusarse con que llegaba tarde a su grupo de estudio. Había mantenido aquella mentira durante la última semana, para poder escabullirse por las noches y tener vía libre a la hora de volver a casa.

Ambos nos encontramos frente a mi porche y entramos en casa.

— ¡Ya verás cuando te atrape! — gritaba mi hermano — Esta vez te has pasado de la raya, Chase.

Se escuchaba la madera crujir en el piso de arriba, y la risa de mi hermano pequeño se acercaba cada vez más a las escaleras.

— Tú seras mas grande, idiota, pero a veces te faltan neuronas — los pies pequeñitos de Chase brincaban en cada escalón.

Justo antes de estrellarse contra nosotros, dio un pequeño giro y se desvío hacia la cocina.

— Nunca me acostumbraré a esto — murmuró el chico a mi lado, haciendo referencia a la velocidad del pequeño.

La madera había dejado de crujir en el piso de arriba y Lucas bajaba los peldaños bastante enfadado. Fue entonces cuando lo vimos.

El pelo de mi hermano estaba teñido por un rosa bastante llamativo. Chase había intercambiado el bote de champú con uno de tinte, y Lucas era lo bastante despistado como para habérselo aplicado sin darse cuenta. Eso, y las duchas largas de mi hermano habían hecho todo el trabajo.

Nos miró furioso cuando Zac y yo empezamos a reírnos.

— ¿Donde está el diablillo? — preguntó.

Ambos señalamos la puerta de la cocina, por donde Chase había escapado. Lo mas probable era que hubiera salido por la puerta que comunicaba con el jardín.

Lucas se aseguró la toalla que le cubría la cintura y fue en busca de él.

— Oh, antes de que se me olvide. Necesito ir al baño — Zac se giro hacia mi y se rascó la nuca.

— ¿Por qué no fuiste cuando estabas en tu casa?

Él se encogió de hombros a lo que yo bufé.

— Está bien, hay uno bajo la escalera. Espero que no te pierdas.

Zac desapareció detrás de la puerta y segundos después Chase pasó corriendo por delante de una de las ventanas. Lucas, detrás de él, tomó impulso para abalanzarse sobre mi hermano pequeño y ambos cayeron sobre el jardín delantero. Fuera estaba iluminado por unas pocas farolas, por lo que mis hermanos no llamaron tanto la atención. Los dos forcejearon durante un par de minutos, hasta que un coche apareció al final de la calle y se estacionó frente a casa. Del interior salieron Sara y Andrew.

Andrew al ver a Lucas empezó a bromear con su pelo, y mi madre se acercó para comprobar si ese era realmente el pelo de su hijo. Al darse cuenta de que sí, le dio una colleja haciendo que mi hermano bufara un amortiguado "su". Uno por uno fueron pasando por la puerta de entrada.

— Hola, Brooke — mi padre me plantó un beso en la mejilla y se sentó en uno de los sillones.

— Iré a ponerme algo de ropa — comentó Lucas y desapareció en el piso de arriba.

— Oh cielo, mira como estás... — Sara se acercó a mi y me tomó por los hombros mirándome de arriba a abajo —. ¿Habéis pasado hambre? Porque si es así hemos traído un poco de comida. Está en el maletero, iré a buscarla.

— No, mamá, tenemos que hablar y en cuanto antes lo hagamos mejor — la tomé de la muñeca para que no se fuera y ambas nos sentamos en el sofá más grande.

Chase se sentó junto a mi madre, sobre el reposabrazos, anhelando ser parte de la conversación que íbamos a tener. No nos preocupamos por empezar sin Lucas, ya que sabíamos perfectamente que él estaría escuchando desde la planta de arriba.

— Hemos encontrado mucha información, papá — dije y me incliné hacia delante poniendo los codos sobre las rodillas —. Pero antes de compartirla con vosotros necesitamos que nos digáis todo lo que sabéis.

Ambos se miraron de reojo.

— Ya sabéis toda la historia, pero hay algo que aún no hemos conseguido explicaros, ni nosotros lo comprendemos en su totalidad — era mi madre la que hablaba esta vez.

~ Bien, empecemos con una pregunta. ¿Nunca os habéis preguntado por qué vosotros mismos no habéis creado más vampiros? ¿Ni siquiera por error?

La verdad es que nunca me había hecho esa pregunta. Había tenido un pequeño accidente con un chico hacía unos años. Sin "querer" mordí su brazo, pero él no experimentó ningún cambio. En su momento pensé que tal vez se trataba de alguna inmunidad o algo por el estilo, y con el tiempo terminé por olvidarlo. La verdad es que la idea de un vampiro que no podía transformar a humanos era bastante absurda.

— Veréis chicos, hace siglos se crearon a los vampiros principales. Nadie sabe co...

La puerta del baño se abrió y apareció Zac con las mejillas coloradas.

— ¿Quien es tu amigo, Brooke? ¿Vendrá con nosotros al cine? — Andrew me miraba con ojos inquisitivos, esperaba una respuesta rápida.

— ¿Eh? — lo miré confundida —. Oh, ya veo. No... No te preocupes, papá, no hace falta que finjas. Este es Zac, sabe lo que somos.

— ¿Zac? ¿Le has contado a un humano sobre nosotros? — mi padre se había puesto de pie y a pesar del tono de su voz parecía bastante tranquilo.

Lucas había llegado junto a nosotros, terminando de abrocharse la camisa blanca.

— Espera, ¿como es que no percibiste su olor desde el principio? — mi hermano se cruzó de brazos y miró fijamente a Andrew.