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2. Un kilo de perfume

— ¡Lucas! — Grité en la entrada de la casa.

Desde el segundo piso se escuchó un "¡Ya voy!" de su parte y unos cinco minutos después bajaba por las escaleras.

— ¿Por qué demoraste tanto?

— No demoré...

— Claro que sí. — Descolgué mi bolso que estaba en un perchero y luego lo miré. — ¿Vas a ir así?

— ¿Por qué lo dices? — Preguntó mientras se miraba a si mismo de pies a cabeza.

— Estás... muy... elegante. — Dije viendo su camisa azul, junto a su americana gris y sus pantalones negros.

Estaba demasiado elegante, todo lo contrario a mi, quien solo llevaba una camiseta blanca bajo una chaqueta negra, unos vaqueros y unas zapatillas blancas.

— Esto les gusta a las chicas. — Entrecerró los ojos y movió su cabeza ligeramente de lado a lado como diciendo "¿A caso no lo sabes?".

Y es que tenía razón. Vestir así volvía locas a todas las chicas a su alrededor. Es comprensible. Tener que ver a los chicos con pantalones ajustados y camisas holgadas, o incluso a veces, sólo con ropa deportiva. Simplemente era un poco más de lo mismo. Así que era normal que se volvieran locas al ver a un chico que vestía bien y digamos que... Diferente.

— Vamos. — Dije abriendo la puerta.

— ¡Nos vamos! — Vociferó mi hermano al salir de casa para que todos los que estaban en ella se enteraran, y ya de paso todo el vecindario.

Nos subimos al coche y a los pocos segundos el perfume de Lucas invadía mis fosas nasales.

— ¿Pero qué te has puesto? ¿En lugar de bañarte con agua te bañaste con rosas? No espera... Aún peor, ¿con colonia pura?

— No... Sólo me puse medio frasco de perfume. — Mis ojos se abrieron de par en par ante su respuesta.

Una vez que puse el coche en marcha abrí la ventana para poder respirar aire puro, a lo que él empezó a gritar.

— ¿Pero qué haces? ¡Ciérrala! ¡Ciérrala! — Frente a su reacción di un frenazo y el coche se paró a raya.

— ¿Qué te pasa? — Pregunté entre preocupación y asombro.

— El aire está despeinando mi cabello. — Contestó cruzándose de brazos y enfurruñándose como un niño de cinco años.

Solté un largo suspiro y apoye la cabeza sobre el volante intentando pensar en lo que iba a decir. Pero un coche detrás de nosotros empezó a pitarnos así que tuve que volver a poner el auto en marcha.

— Escucha hermanito. — Recalqué aquella palabra. — Tú elijes. O abro las ventanas y te aguantas, o te vas caminando tú solito a la fiesta de West.

Intentó hablar pero lo interrumpí.

— Y no me digas que puedes ir corriendo — Continué. — Porque por muy rápido que corras no puedes evitar que la gente te vea. Y levantarías sospechas.

Suspiró y dejó caer sus brazos a los costados.

— Así me gusta. — Dije mientras abría nuevamente las ventanas.

— Eres cruel. — Pronunció en un susurro. — Y no me llames hermanito. — Esa vez habló con más fuerza.

Aparqué frente a la casa de mi amiga provisional.

— ¿Por qué estamos aquí?

— Quédate en el auto, ahora vuelvo. — Le dije en respuesta.

Salí del auto y caminé por el sendero de piedras hacia la casa blanca. Subí los pocos peldaños que habían y toqué al timbre, un momento después abrió la puerta una mujer de unos 40 años aproximadamente.

— Hola. — Me saludó con una sonrisa — Tú debes de ser la amiga de Megan ¿verdad?

Asentí con lo que pretendía ser una sonrisa pero finalmente acabó en una mueca.

— Entra, por favor. Iré a buscarla. — Se puso a un lado para que pudiera entrar.

Ella subió las escaleras y yo me quedé en la entrada, dudando entre si debía entrar a la sala o quedarme ahí; al final terminé optando por quedarme donde estaba.

Poco después Megan apreció por las escaleras y tras ella su madre.

— Vámonos, ya. — Dijo Megan.

— No, ¡esperad! — Gritó su madre con entusiasmo cuando yo ya estaba de camino hacia la puerta de salida.

Cuando me di la vuelta la mujer ya había desaparecido y mi amiga rodaba los ojos. Segundos después la mujer volvía a aparecer en escena con una cámara de fotos en la mano. Ya lo que estarán pensando: "¡una cámara! Estarías aterrada..." Pues no. El rumor de que los vampiros somos invisibles en las fotos es completamente falso. Tan falso como que el ajo nos afecta.

— Quiero haceros una foto. Acercaos.

"¿En serio?" pensé.

Si se ponía así porque las amigas de su hija venían a casa, no quería ni imaginarme como estaría si Megan fuera con un algún novio. ¿Lo envolvería en abrazos y besos? ¿O tal vez lo envolvería en papel de regalo?

Después de hacernos la imprescindible foto, la mujer nos dejó salir. Cuando estuvimos fuera mi amiga se giró inmediatamente hacia mi para musitar un "Lo siento por eso".

— No te preocupes. — Intenté tranquilizarla.

— No llevo muchas amigas a casa, y el que tú vinieras hoy la emocionó. Ya sabes en plan... "Eh, mi hija dejará de ser una antisocial y por fin se relacionará con la gente normal." — Dijo lo último poniendo una voz grave.

— Megan no digas eso.

Ella sólo se limitó a sonreír y a caminar hacia el coche. Se subió a la parte de atrás y saludó a mi hermano, mientras que yo me subía al asiento del piloto y arrancaba el motor.

Durante el corto camino Lucas me dejó claro que no debía separarme de él inventando la excusa de que nos iríamos pronto, ya que Megan estaba delante, y bueno... No sabía sobre nuestra ¿inmortalidad? Detuve el auto frente a la enorme casa de West, un chico guay pero con poco cerebro, con quien compartía la clase de lengua.

Nos bajamos y arrastramos nuestros pies hacia la entrada. Desde fuera se podía escuchar la música tecno a todo volumen, y a través de las ventanas se podía ver a la gente bailando. La puerta estaba abierta así que simplemente entramos sin esperar a que nadie nos diera permiso.

El olor a alcohol llenó nuestras fosas nasales y la imagen de un montón de adolescentes nos abochornó.

— ¡Bienvenidos a la fiesta del siglo! — Gritó West desde las escaleras, que se encontraban en el lado opuesto de la habitación.

"Sí, claro. La fiesta del siglo." Pensé mientras miraba a las personas que yacían inconscientes sobre los sofás y la alfombra. Y como no, no podía faltar el chico al que se le pasaban las copas y empezaba a bailar sobre la mesa.



Helloooo... ¿cómo están? Bueno, aquí está el segundo capítulo. ¿Qué les pareció? Pueden hablar con toda la sinceridad del mundo.

Ya saben si les gustó denle un toque a la estrellita que está ahí abajo y comenten.

Y bueno para alargar un poco más el asunto... ¿Que les parecen los pantalones ajustados en los chicos? Ya saben, esa nueva moda que algunos chicos ya se han atrevido a usar, incluso algún que otro chico de mi iglesia (, así es, voy a la iglesia *soy una niña buena :3*).

-Alejandra-

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