11. Reformas
Solo pude dar un par de pasos cuando alguien me tomó del brazo con fuerza y me detuvo.
Me giré con brusquedad hacia la persona que me sostenía fervientemente y la aparté de mí.
— ¿Qué haces aquí? — lo miré confundida.
— ¿Qué pasa? ¿Te sientes intimidada? — Zac me destelló con su famosa sonrisa Colgate. Esos dientes tan blancos corrían peligro.
— ¡¿Me estás siguiendo?!
— ¡Oh, por favor! ¡Que creída eres!
— ¡No digas sandeces!
— ¿Sandeces? ¿Quién habla así? ¿Acaso naciste en el siglo XIII?
— ¿Q-que? ¡No! — respiré hondo e intenté tranquilizarme -. Habla de una vez y dime que es lo que estás haciendo aquí, Zac.
— Vivo aquí.
— ¿Que? — lo miré confundida y él se encogió de hombros.
— Al parecer soy tu vecino, Glasswerf — señaló la casa de enfrente con un movimiento de cabeza. Oh por favor, que cliché.
— Bien. ¿Que tal si vuelves a tu nido de ratas y dejas que siga con mi vida?
Él se cruzó de brazos, levantó una de sus cejas y luego señaló mi casa.
— ¿Nido de ratas? Por favor, ¿has visto la tuya? — soltó una risa sonora que hizo que me dieran ganas de tirarlo al piso y arrastrarlo por todo el jardín de helechos.
— No tengo tiempo para malgastarlo en tí, Benford — y dicho eso, seguí mi camino en busca de una tienda.
Cuando finalmente pude dar con un supermercado ya había pasado más de una hora. El pueblo era pequeño, pero mi tendencia a perderme en todas partes no podía dejarla atrás. Compré algunas esponjas, jabón, trapos, una escoba... En fin, cualquier cosa que se pueda utilizar para limpiar. Pude volver a casa después de dar un par de vueltas a la misma manzana sin encontrar mi casa. Era irónico, un vampiro que ni siquiera sabía donde estaba. A veces me preguntaba cuales eran las ventajas de serlo.
Cuando llegué a casa pude ver a Zac en la entrada de su casa. Alzó una mano en forma de saludo y extendió su egocéntrica sonrisa.
— ¡¿Harás eso tu sola, Glasswerf?!
— ¡Te sorprenderías de lo que soy capaz, Benford!
Dicho eso, entré a la casa y empecé a limpiar. Rincón por rincón.
Un par de horas después escuché llegar un auto. Salí fuera a la vez que Lucas y Chase descendían del coche. Daban pasos de tortuga, hablando y riendo como si estuvieran en la playa.
— ¡¿Que estáis esperando?! — grité y creo que incluso eché saliva por la boca —. ¡Tenemos mucho que hacer! ¡Daos prisa!
Ellos resoplaron y entraron a la casa.
— Bien, ¿qué hacemos? — preguntó Lucas mientras miraba alrededor.
— La cocina y los baños están limpios. Pero prácticamente hay que remodelar toda la casa. Las tablas del suelo, las tejas del tejado, los sofás, el desagüe...
— Pero no tenemos dinero para hacer todo eso — Chase hizo un puchero.
— Ya he pensado en eso. Lo mejor es que hablemos con Andrew, él no puede negarse a darnos dinero si es para invertirlo en la casa.
— Vale, yo lo llamaré — Lucas empezó a sacar su teléfono.
— ¡No, no lo hagas! — me apresuré a quitarle el móvil —. Lo haré yo. Si lo haces tú lo más seguro es que se enfade y no nos de el dinero
— Está bien, tú mandas.
Empecé a marcar el número. Cinco tonos después me respondió.
— Andrew Glass-Glasswerf al habla — tartamudeó al decir nuestro apellido por lo que reí por lo bajo.
— Papá, soy Brooke.
— Hola pequeña, ¿como lleváis la reforma?
— Sobre eso... Necesitamos dinero.
— Dame un momento ¿si?
Al otro lado de la línea se escuchaba a gente reír y gritar, y si se agudizaba un poco más el oído se podía escuchar chapoteos.
— ¿Qué decías, cariño?
— ¿Estáis en la piscina? — cuestionó Lucas a mi lado y que al parecer había escuchado lo mismo que yo.
— ¿Q-que? N-no, estamos trabajando.
— ¿Estáis en la piscina mientras nosotros nos matamos trabajando? - chilló Chase.
— Calmaos
— ¿Qué nos calmemos?¿Como puedes ser capaz de pedirnos eso?
— No me hables así, Lucas. Y ahora decidme porqué me llamáis.
— Hay muchas cosas que remodelar en la casa y para eso necesitamos dinero.
— Está bien, Brooke. Depositaré dinero en vuestra cuenta pero por favor os lo pido, usadlo con cabeza. Y Brooke, no dejes que tus hermanos estropeen la casa con su horrible gusto de decoración. No quiero encontrar colchonetas inflables por toda la casa ¿entendido?
— ¡Te hemos oído! — gritaron mis hermanos al unísono.
Yo reí ante la situación y luego me despedí de mi padre.
— Bueno... ¿queréis ir de compras? — saqué la tarjeta de crédito y la ondeé al aire.
***
— No, no y no. No permitiré que llevéis eso a casa — miré horrorizada aquel sofá.
— ¿Por qué? — Lucas me miró.
— Porque es... horrible.
— Pero a mi me gusta — alargó la última palabra como si fuera un niño pequeño.
— Mira, te prometo que luego hablaremos pero ahora ayúdame a llevar las baldosas. Coge un par de las verdes de allá — señalé un paquete de baldosas en la estantería.
Lucas obedeció de mala gana, como si un niño pequeño obedeciera a su madre después de que ella le dijera que no podía comprar golosinas.
Llevamos las baldosas y las colocamos en el carrito donde ya estaban los cubos de pintura, las piezas de parqué, los cristales, las tejas y otras herramientas.
— Bien, hoy nos apañaremos con esto. Y cuando ya lo hayamos arreglado todo, vendremos a por los muebles — empecé a empujar el carrito.
— Espera — Lucas me tomó del brazo —, ¿dónde está Chase?
Miré a mi alrededor pero no lo vi por ningún lado. Empezamos a buscar al pequeño por todas partes pero no dimos con él hasta que lo escuchamos en la parte trasera de la tienda. Mi hermano y yo nos miramos extrañados por unos segundos antes de empezar a correr en dirección a los gritos de Chase.
Al llegar encontramos una puerta doble con un cartel de "prohibida la entrada". ¿Enserio? ¿Y a mí que me importaba en ese momento que la entrada estuviera prohibida?
Miramos a nuestro alrededor para asegurarnos de que no había nadie cerca. Lucas tumbó la puerto y lo que nos encontramos dentro nos dejó sin habla.
Hellooooooo!! Nuevo capítulo (personalmente creo que salió algo aburrido o más aburrido de lo normal). Ya saben lo que tienen que hacer. Comentar y/o votar si les gustó.
-Alejandra-
P.D.: volví a poner el book tráiler en multimedia (no se librarán de mí tan fácilmente buajajajaja)
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