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3| ESPECIALES

3| ESPECIALES

Alysson

Si Jules estuviera conmigo lo más seguro es que su cerebro ya estuviera tomando en cuenta los factores:

1.Soy buena peleando, tomé clases de niña.

2.Son cuatro contra una, quizás con otras habilidades superiores a las mías.

Y yo le diría que tengo un factor sorpresa, mi aerosol. Ella pondría los ojos en blanco y diría que solo tengo un cincuenta por ciento de salir ganando... si corro.

Yo diría que no lo haría, y ella me respondería que si peleo solo tendría el cinco por ciento de probabilidades. Entonces yo me aferraría a ese cinco por ciento. Y es lo que hago.

Una de ellas a mi lado ataca primero y la esquivo torciendo su brazo, ella ni siquiera grita y sé que no le duele así que pienso rápido y con un cabezazo que me duele más a mí que a ella aprovecho para empujarla a un lado. Otra me da un puñetazo, uno muy fuerte para su contextura física pero no me sorprende, escupo la sangre y dos más se acercan muy rápido, una me sujeta por detrás agarrándome del cuello mientras veo la intención de la otra de torcer mi brazo. Me resisto, doy patadas sin control hasta que subo mi cuerpo como puedo y enredo las piernas en el cuello de una de ellas, intenta liberarse pero aprieto. A la que le torcí el brazo truena su cuello mirando la escena furiosa mientras que otra aprieta más el agarre en mi cuello y araño su rostro con fuerza, no chilla pero sé que sangra.

No voy a resistir por mucho pero doy pelea, no tengo nada que pueda ir contra está chica que puede multiplicarse así misma y hacer que otras "ella" hagan todo el trabajo mientras se limita a ver el show desde la comodidad que puede brindarle estar sentada en una roca.

Con las piernas cruzadas como si fuera una diosa.

Y yo no tengo oportunidad.

Nunca la tuve en realidad, pero ahora con la sangre saliendo de mi nariz, los moretones en mi cara, y la sensación de asfixia puedo permitirme sonreír. Eso la desconcierta. Y aunque parezca una demente mis razones para hacerlo no son tan descabelladas, viví toda mi vida creyendo que estaba loca y ahora cuando llegue a casa —si es que lo hago— tendría suficiente de su ADN en mis uñas, lo estudiaría y descubriría que algo no cuadra.

Que siempre tuve razón.

Y ahí están las pruebas papá, sé que nunca me creíste aunque intentaste comprenderme. No busco hacer una noticia internacional sobre esto, solo que papá no se sienta decepcionado por mi obsesión con el tema.

Empiezo a ceder cuando mis más mínimas esperanzas de ganar ven la luz. Desde algún lugar alguien habla causando que las cuatro chicas que tengo alrededor desaparezcan como vapor y yo caigo al suelo.

Levanto la cabeza a la voz, jadeando por aire, incluso la chica frente a mi que solo observa desde el inicio de la pelea sin ningún rasguño la mira, eso comprueba mi teoría, ella es real y las otras no, por eso no sienten.

—¿Por qué tardas tanto Perrie? —repite una voz dulce hasta que está tan cerca como para verme tirada en el suelo con un chorro de sangre saliendo de mi nariz.

Es una chica bajita, con mechas rosadas en el cabello corto y de rasgos asiáticos, luce más joven que yo. Me mira con asombro total y luego su mirada cambia con mucho cuidado a la chica rubia que sigue sentada sin inmutarse.

—Debe ser una broma. —murmura muy consternada, sin moverse de su lugar como esperando que alguien diga algo.

En cambio, la chica barajitas repetidas se pone de pie y con todo el glamour le sonríe.

—Que dices Wen, ¿nos deshacemos de ella?

Mi vista se intercambia de la rubia a la asiática y viceversa. La distracción me viene bien para idear rápido el plan de huída más confiable: correr.

Mientras ellas discuten, la rubia muy decidida y la otra chica muy perturbada me arrastro con cuidado fuera de su campo de visión. No puedo contra las dos, menos como estoy y teniendo en cuenta que una puede ser varias con facilidad, sin saber que cosas puede hacer la otra chica que a simple vista no parece peligrosa pero no me iría por ahí. Nada aquí es lo que parece.

—Tengo una mejor idea y menos sangrienta. —susurra alguien con desesperación, supongo que no es la que casi me mata. Yo sigo arrastrando ya algo lejos—, llevemosla con la ReinaMadre.

Escucho sus voces cada vez más lejanas, y sin dejar de ser silenciosa intento levantarme para correr cuando de un tirón dos personas me ayudan a ponerme de pie y antes de poder mirarle los rostros me devuelven al mismo lugar de antes.

Mi-er-da.

La dos rubias me sostienen de cada brazo y con la mirada dura la que está frente a mi —la original— le habla a la asiática sin dejar de mirarme.

—Podemos encargarnos de ella tan bien como la ReinaMadre.

ReinaMadre

Ya había escuchado de ella antes, fue ese día.

"—¿Cómo dice la ReinaMadre que debe acabar esto?"

"—Ya sabes lo que tienes que hacer grandote. "

¿La ReinaMadre era la líder? ¿Que debía hacer, huir o dejarme llevar? La idea de investigar esta yendo lejos, saliéndose de control, el peligro aumenta por cada segundo y las probabilidades de salir ilesa caen en pícada. Empiezo a forzajear queriendo liberarme, es imposible con la fuerza que ejercen pero tampoco me quiero rendir.

En algún momento la tal Perrie bufa.

—Ay por favor, tu te lo buscaste. —Es lo último que escucho antes de ser lanzada a la inconsciencia por un puñetazo en el rostro.

Cuando despierto lo primero que siento es el dolor de los musculos faciales, estoy siendo arrastrada por un pasillo, piso de mármol y paredes altas blancas. No entiendo dónde rayos estoy.

—Justo a tiempo para la fiesta. —Me levantan de un tirón dejándome de pie frente a unas puertas.

Ella me mira con sus ojos verdes penetrantes y sonríe sin rasgos de simpátia. Sus clones me sueltan y ella abre ambas puertas, la chica de cabello rosa la sigue pero yo no sé qué hacer, no me muevo hasta que siento que un empujón me obliga avanzar. Es una enorme y peculiar oficina, no corro, no lucho, solo observo con curiosidad a el chico que se gira para mirarme y a una mujer de cabello gris platinado como de unos treinta y cinco años con una expresión de sorpresa.

Lo que pasa en los siguientes cinco segundos es lo siguiente:

La rubia se cruza de brazos haciendo desparecer a sus clones.

La elegante mujer de vestido verde me observa sin emitir sonido.

Y este chico, Axel, suelta un suspiro de frustración al ver la escena.

La única que parece más normal y calmada es la asiática con su blusón de unicornios raperos y medias lilas hasta los muslos.

Casi puedo oír la voz de mi mejor amigo Peter decir en mi mente: "Ya valímos"

El ambiente es tenso pero a la tal Perrie no le importa, señalandome con un gesto de cabeza rompe el silencio:

—ReinaMadre atrapamos a la fugitiva. —La mujer se puso de pie interesada—. Tuvo la osadía de volver —se rie seca mirando a Axel—, ¿lo pueden creer?

La mujer que ahora reconozco por ReinaMadre me mira de pies a cabeza evaluandome como para asegurarse que soy yo realmente. ¿Es porque Axel me dejó ir de niña? ¿Por las raras cosas que recordé en el Lux's?

Un tono sugerente sale fácilmente de la garganta de la rubia.

—Como recompensa unas vacaciones en Hawái no estarían mal.

Axel rueda los ojos, una chispa de diversión en ellos. ¿Esta de acuerdo con ella? El miedo habla por mí, como siempre que no puedo mantenerme callada.

—¿Recompensa? —repito— Yo puedo darte un viaje a las Bahamas primera clase todo pago ¿no te gustaría más?

Estoy tan consternada que no pillé el tono de burla que estaban usando. ¿No hablaban en serio?De pronto me siento pequeña, todos en la sala trasladan los ojos a mí como ese incómodo primer día de clases en el que llegas tarde, no dura mucho cuando me ignoran de nuevo.

—Gracias señoritas —Escucho la voz de la mujer por primera vez. Es firme y autoritaria—, pueden retirarse.

La rubia tuerce el gesto.

—A decir verdad, ReinaMadre, lo único que me gustaría es ser yo quien la escolte al calabozo.

—¿Qué? Pero sí no he hecho nada. —Me angustio.

Perrie bufa y la "ReinaMadre" vuelve hablar.

—Eso no será necesario. La señorita Harries no irá a ningún calabozo.

Hablan de mi como si no estuviera presente, y con mucha familiaridad pero por más que me esfuerzo en recordar algo como lo que pasó en la cafetería, no puedo. La confusión brilla en mi rostro tanto como el cabello ceniza de Perrie. La mujer niega lentamente causando que aprete los labios en una línea tensa.

—Retirénse, es la última vez que lo digo.

Ella obedece bajando la cabeza en un gesto de respeto. Al darse vuelta nuestros ojos se conectan una ráfaga de segundo y el mensaje en los suyos es claro "Esto no se queda así" y la otra la sigue. Puedo decir con seguridad que las palabras que reprime por no obtener lo que quiere son todos los adjetivos posibles menos a lo que a felicidad y buenos deseos se refieren.

El hecho de que ese chico Axel este aquí me tranquiliza, quizás pienso que por salvarme una vez lo hará de nuevo. Nada más alejado de la realidad, él no hace otra cosa más que ignorarme.

—Acércate. —ordena la mujer demandando mi atención. Da la impresión de que si la reto no saldré de aquí en una pieza.

Le obedezco sin estar muy segura pero apenas doy tres pasos al frente una fuerza invisible me arroja con fuerza lejos, choco contra las puertas y luego caigo al suelo. El golpe contra esa especie de barrera tranca mi pecho y me cuesta recuperar oxígeno.

Está sensación de estar muriendo.

El mundo me da vueltas.

—¿Que fue eso? —Apenas y oigo una voz a la lejanía seguida de pasos.

Los sonidos son cada vez bajos y entrecortados, la cabeza me palpita.

—Esta bajo... efectos de... don. Por eso... campo magnético... no la deja acercarse, es... protección.

La mujer se arrodilla frente a mi y me esfuerzo por recomponerme, por no quedar tan vuelnerable aunque mis sentidos estén descontrolados. Solo basta un toque de ella en mi mano para que la vista, audición, movilidad y habla vuelvan a la normalidad. Repentina, normalidad.

Ya nada se mueve a mi alrededor. La miro a la cara, esos ojos amarillos me devuelven la mirada penetrantes, imponentes y llenos de autoridad, no la recuerdo de nada pero sé que es a quien Axel no quería que supiera que me dejó ir aquella vez de niños.

—¿Qui-quién es usted?

Todo se queda en silencio hasta que deja de tocar mi mano y se reincorpora, mira al chico tras de ella antes de decir:

—Sé lo que está pasando aquí.

Y todo es negro otra vez.

Recompensa.

El bosque.

La ReinaMadre.

Axel.

Aún en la inconsciencia mis pensamientos son un desastre. Despertar en una habitación desconocida con adornos blancos y opacos que la hacen ver cómo de hospital no es lo más confuso después de entrar en sí, sino descubrir que es una habitación dentro de mi propia casa.

Cierro la puerta pero no puedo soltar el pestillo. Me quedo allí mirándolo hasta que alguien me asusta haciéndome saber que no estoy sola.

—Así que estabas allí.

Me volteo y Jules está mirándome aliviada y molesta a la vez. Quizás crecí sin mamá pero mi mejor amiga suele comportarse como una con su carácter protector y controlador. Detrás de ella Steven me observa con una mano en el mentón.

—Me quedé dormida, no creí que lo notarían. —alzo las cejas en modo de chiste causando el rubor en mi amiga, y por ende más enojo.

A Steven no le incómoda.

—Te buscábamos para ver películas, ¿que te pasó en el rostro? ¿Eso es sangre? —pregunta—. Te ves como si te hubiera pasado por encima una estampilla de pollos.

Me apresuro a arreglar mi cabello.

—Limpiaba un estante alto y me caí del banco donde me apoyaba, no es nada. —Jules me detalle frunciendo el ceño así que bajo las escaleras muy rápido para evitar sus preguntas. Steven por el contrario, me cree.

—Entonces ¿cuál veremos hermanita? —vuelve a preguntar desde donde lo dejé.

—Ninguna dónde actúe mi hermanastro. —grito haciendolo reír, intento actuar con mucha normalidad aunque con él no es necesario, no ve más allá de sí mismo en el espejo.

La película resulta ser la más aburrida que pude elegir porque ambos terminan dormidos mientras yo sigo dándole vueltas al asunto de más temprano.

Conocí a la líder, casi muero y terminé despertando en una de las tantas habitaciones de mi propia casa de infancia.

Miro mis manos y la puerta al sótano que da al antiguo laboratorio de papá y recuerdo que tengo algo pendiente.

Corro por las llaves del laboratorio a toda prisa pero sin hacer ruido, es mi oportunidad final para tener pruebas de lo que pasa en este pueblo de una vez por todas. Ya dentro enciendo las luces y ajusto la temperatura, busco la bata blanca y los guantes que debo colocarme y la razón por la que sé cada cosa que debo hacer es porque de pequeña pasaba mucho tiempo con papá en su laboratorio. Me enseñó muchas cosas y aunque la mayoría de las veces fingía estar encontrando curas a enfermedades, él si lo hacía. La buena noticia es que soy muy buena, es de esperarse siendo hija de un prodigio cómo ha sido catalogado por muchos.

Sigo teniendo la sangre de la chica rubia en mis uñas, tomo una muestra y la evaluo en el microscopio. Pasan aproximadamente nueve horas en las que solo pienso, estudio y vuelvo a observar la muestra, nunca he visto algo así y aunque eso ya lo esperé sigue siendo difícil de digerir.

Su ADN contiene las instrucciones genéticas
del funcionamiento de su organismo, descubrir su código genético es la prueba de cuan especiales son, y lo consigo.

Un gen, uno que denominaré como "gen especial". Actúa en modo de cadena en el núcleo y podría pasar desapercibido si no se presta demasiada atención, la verdad es que no lo entiendo pero comprendo que es algo que ninguna persona normal posee.

La cabeza me duele de cansancio, no he parado en toda la noche y la factura me está saliendo cara. Cuando me toco la frente masajeando la zona mis dedos se manchan con sangre seca y me quedo viendola un momento. Desconozco la razón que me lleva hacerlo pero tomo una muestra de mi propia sangre y la analizo con la idea de tener un punto de comparación.

Hay muchas diferencias, es cierto, tenemos un tipo de sangre distinto y lo esperado a encontrar gracias a los estudios de científicos y doctores más antiguos, pero lo que me perturba es otra cosa...

En mi sangre también está el gen especial.

N/A:

Una palabra para describir este capítulo aquí 😶

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Besos y abrazos apretados 💪🏻

tinaa 💕

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