–Jimin.–esa voz familiar vuelve a susurrar.

Un aroma a verano y canela me abruma, tomo una lenta respiración disfrutando de aquellos olores que comenzaba a disfrutar y amar. Unos fuertes brazos me abrazan desde atrás y suspiro cuando siento su aliento fresco rozar los azabaches cabellos de mi nuca antes de dejar un tierno beso en esa zona.

Sonrío, dándome la vuelta despacio dentro aquel abrazo para así ver el rostro del hombre que me encarcela con tanto cariño entre sus brazos.

Ojos grandes y llenos de luz me devuelven la mirada, son tan negros y profundos, como un pozo sin fondo del cual nunca quisiera salir. Pero a la vez tan brillantes, como un farol en medio del océano. Me pierdo en ellos y me deleito en el amor que me transmiten.

–Te extrañé mucho, Jimin.–su voz era suave y grave, tan masculina que me hizo delirar.

–Pero si no he ido a ninguna parte–dejo escapar una pequeña risa y coloco mis brazos sobre sus hombros, atrayéndolo más a mí–Siempre he estado aquí.–susurro sobre sus labios y él me sonríe, apretándome más fuerte contra su pecho.

Poco a poco la distancia entre nuestros labios va desapareciendo, pero justo cuando pienso sentir el sabor del más dulce de los besos...

Despierto.

Mis párpados revolotean para que mis ojos se acostumbren a los pocos rayos de luz que se cuelan por la ventana de mi habitación, y maldigo, desactivando la alarma de mi teléfono y tirándome de espaldas sobre la cama lleno de frustración.

De nuevo tuve el mismo sueño que durante más de un año me ha perseguido en las noches más frías y desoladas. Un hermoso sueño que me hacía sentir tan feliz cuando lo soñaba, pero tan miserable cuando despertaba. Y siempre terminaba en la misma escena, estoy a punto de besar al hombre que más he anhelado en mi vida y...¡Pum!...despierto.

¡Era injusto!

Resignado, decido quitarme la pereza y comenzar aquel nuevo día, a pesar de que pocas ganas tenía para enfrentarlo. Aún era muy temprano y en el cielo quedaban unas pocas estrellas, sin levantarme de la cama alzo la vista y la fijo en la ventana del techo justo encima de mí, viendo el panorama del que sería mi nuevo hogar. Mi nuevo comienzo. Miro al cielo un poco oscuro, el sol saliendo poco a poco desde el horizonte. De manera casi automática llevo una mano al collar de plata en mi cuello, pasando las yemas de los dedos en el diminuto dije con forma de una luna llena. Ese fue el último regalo de mi padre Alfa, era mi amuleto de la suerte, mi pertenencia más preciada.

En ese momento, del cielo brota una luz diminuta y pasajera. Una estrella fugaz. Y puede que suene tonto, pero en cuanto la veo, hago lo que en unos años he convertido como un ritual. Apretando el amuleto contra mi pecho, cierro los ojos y pido un deseo a aquella bola de luz.

"Si esa persona con la que tanto sueño existe...por favor, déjame verlo fuera de mis fantasias aunque sea una sola vez"

Suelto una risa rota. Soy patético, ni la misma Luna escucharía el deseo de alguien tan sucio e inútil como yo.

Reteniendo las lágrimas que quieren escapar de mis ojos, doy una última mirada al cielo a través de mi ventana. Miro la luna que aún permanece a la vista y a los rayos del sol que se asoman y dan los buenos días a la gran ciudad. Suspirando, me lleno del poco valor que me queda.

Es hora de empezar de nuevo, Park Jimin.

Es hora de dejar el pasado atrás.

🌙
Es primera vez que me lanzo a hacer un proyecto como este y la verdad es que estoy tan emocionada como nerviosa. Espero que disfruten de la lectura y me acompañen en esta nueva travesía.