☀️Capítulo 29: "Verdades no dichas"☀️
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Este capítulo contiene temas delicados, por favor leer bajo discreción. No dejen comentarios maliciosos ni fuera de lugar, respete la opinión de los demás lectores y personajes. Recuerde que esto es ficción, no el mundo real. Sin más que decir, gracias y disfrute de su lectura.
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"Y de repente estás pidiendo volver. ¿Podrías decirme de dónde sacaste el valor?"
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El aire entra en mis pulmones en respiraciones lentas, silenciosas. Entre la comodidad de las sábanas de mi cama y la luz del sol de la mañana entrando por la ventana, reposaba con el cuerpo de Jimin abrazado contra mi pecho. Acariciaba la piel suave de su espalda bajo la sudadera mientras miraba un punto fijo de la pared delante de mí, con mis pensamientos hundiéndome una y otra vez, reviviendo fragmentos del pasado que pensé había cerrado bajo llave en lo más profundo de mis recuerdos.
No pegué ojo en casi toda la noche. Pensando y pensando. Tratando de organizar ideas y menguar temores sin obtener resultado alguno. Y lo único que podía hacer para calmarme, era acariciar al omega que descansaba plácidamente sobre mí. Sólo ver su rostro dormido me hace sonreír. Tenía sus labios pomposos entreabiertos y su cabello oscuro y desordenado me hacía cosquillas en el cuello, pero no me molestaba, amaba tenerlo pegado a mí de esta manera. Paso delicadamente mis dedos sobre sus mejillas calientes y él ronronea en sueños, acurrucándose más y llenándome de su exquisito olor.
Mi respiración se detiene por un segundo y trago duro, embriagándome del cariño que con tanta entrega me regala. Mi pecho se hincha de tanto amor, que no puedo retener las lágrimas que mojan mis ojos, lágrimas que no dejo caer.
Jimin se había convertido en mi vida entera, en el dueño de mi corazón. Lo amaba tanto, tan jodidamente mal que mi pulso dependía de su cercanía y mi existencia de sus sonrisas. Había caído en sus encantos tan duro que ni siquiera fui capaz de evitarlo. ¿Quién lo haría, realmente, si con su maravillosa belleza y corazón de oro podía deslumbrar a quien quisiera? Yo era el vivo ejemplo de ello y lo decía con todo el orgullo del mundo, porque fui conquistado por todo lo que él era. Caí bajo su hechizo y lo convertí en mi más grande tesoro.
Era mi Jimin. Mi dulce omega. Mi alma gemela.
Él era todo lo que quería, todo lo que necesitaba...pero también lo que más temía. Porque temía perderlo. Pensarlo me hiela la sangre y mis latidos se vuelven amargos.
Y es justo ahí donde mis miedos sobresalían. Tenía una razón para no volver a enamorarme, y digo tenía porque esa razón se fue a la mismísima mierda una vez Jimin se mostró delante de mí y mi lobo despertó más vivo que nunca. Pero ahora, después de lo que pasó anoche, después de que me rogara que lo marcara cuando hacíamos el amor...no sabía si quisiera seguir engañándome a mí mismo creyendo que todo quedó en el olvido y que mi condición como alfa no está colgando de un hilo.
No medí las consecuencias, me dejé llevar y olvidé lo que era más importante atrás.
Si tan sólo yo no hubiera metido la pata en el pasado, si tan sólo yo no fuera un alfa inestable y fuera la persona que Jimin realmente necesitaba. Si tan sólo...
Suelto una risa carente de alegría.
Soy un idiota. Un tonto idiota que pensaba que aún tenía esperanzas donde no las habían. Porque la esperanza, me di cuenta de la peor manera, es algo muy peligroso para mí de tener. Por muy lamentable que eso suene, es la verdad.
No sirve de nada seguir engañando mi tonto corazón, no sirve de nada cuando yo no puedo ser capaz de darle lo que necesita, no puedo darle una manada, no puedo darle mi marca, no puedo convertirlo en completamente mío. Porque si lo hago, no sólo me estoy arriesgando a mí mismo ni a mi alfa, sino que lo voy a lastimar a él, y lastimarlo es lo último que deseo. Prefiero matarme antes de que eso sucediera.
No deseaba que la historia se repitiera de la misma manera, menos tratándose de Jimin, porque con él aprendí lo que es verdaderamente amar sin condición ni pretextos, con él aprendí que los días no son en blanco y negro sino que puedes traer colores vibrantes de los pequeños detalles, de una sonrisa, de un te quiero o con simplemente mirar las estrellas a su lado. Jimin me enseñó la esencia de vivir y con ello trajo mi felicidad.
Eso era Jimin, mi felicidad entera. Y sabía que una vez le contara lo que tanto escondía, terminaría perdiéndolo.
Y yo. joder. Yo no quería perderlo. Anoche se lo había dejado saber bastante claro, hasta le rogué que no me dejara.
¿Eso me convierte en egoísta? Quiero pensar que no, porque a pesar de que no quiero vivir una vida sin él, en el fondo prefiero que sea feliz aunque no sea yo la razón de su felicidad, aunque busque en otra persona lo que yo no le puedo dar.
Mi alfa gruñe en desaprobación dentro de mí, como si quisiera alertarme de algo, mas no dice nada, se queda ahí callado, con las orejas erizadas y los colmillos fuera. Prefiero ignorarlo si no va a ser útil en estos momentos, a fin de cuentas, es por ese pulgoso por el que podría perder a mi omega. Me centro nuevamente en el rostro de Jimin, quien me sorprende mirándome con ojos adormilados y una sonrisa triste, mi pulso se detiene por un lapsus de segundo, tratando de alargar el tiempo que me queda con el amor de mi vida.
–Buenos días, Kook.–susurra llevando una mano a mi pecho. Su mirada parece insegura, como si hablarme o acercarse se sintiera como estar en medio de un campo de minas.
No me gusta estar así con él, jodidamente no me gustaba para nada. Aún así, me las arreglo para regalarle mi mejor sonrisa, aunque sea una simple mueca.
–Buenos días, tesoro.
Veo su nuez de Adán subir y bajar en tragos largos, sus ojos giran a todos lados menos a mi cara. El silencio que nace entre nosotros podría cortar hasta la piedra más robusta, es tan denso, tan poco común entre nosotros. Y yo, yo no sé por dónde empezar sin hundirme más en mi miseria.
–¿Quieres...quieres hablar mejor de lo que sucedió anoche? ¿De lo que tenías que contarme?
Tomo un profundo respiro y asiento, buscando el valor que me queda para enfrentar mi más grande temor, mi verdad oculta. No sirve de nada seguir evitando este momento, aunque me termine destruyendo. Con cuidado me alejo de él y Jimin se sienta erguido sin dejar de mirarme con la angustia plasmada en su hermoso rostro. Lo que daría por que nada de esto fuera real, lo que daría por que sólo fuera una pesadilla; pero para mi injusta suerte, no es más que la realidad.
–Kook, me estás asustando. ¿Es algo de lo que me deba preocupar?
Mis manos se cierran fuertemente en puños en un gesto de nervios e impotencia y, sin esperan un minuto más, dejo explotar la primera bomba del campo minado:
–La marca que tanto deseas, no puedo dártela y de verdad lamento que no pueda hacerlo.
Jimin suelta una risita nerviosa y se acerca hasta que sus manos están sobre las mías. Su inocencia en esta situación estaba rompiendo mi corazón en mil pedazos.
–¿Qué tonterías dices, Kook? Somos destinados y la marcas son algo fundamental para nosotros–sonríe y cada vez que me acariciaba o miraba con esos ojitos tan ilusionados y bellos, tan comprensivos, sentía que más trozos de mi alma se desgarraban–. Si este no es el momento y quieres esperar, sólo tenías que decírmelo y con gusto espero todo el tiempo que necesites. Tenemos toda una vida juntos y...
–No me estás entendiendo, Jimin–me despego de su tacto, el dolor en sus ojos exprime mis entrañas. La verdad cruda me mataba por dentro–. Yo nunca podré marcarte.
–¿Qué?
Me paro de la cama y le doy la espalda, no soy capaz de verlo cuando las palabras que no quiero que escuche, abandonan mis labios:
–Jimin, creo que es mejor que nosotros dejemos de...
–No. Ni se te ocurra terminar esa oración, Jeon Jungkook. Dijiste que nunca te ibas a alejar de mí, ¿por qué ahora me vienes con esto?
–¡Porque soy un maldito alfa incompleto, joder!–termino gritando y lo encaro, Jimin me mira asustado con los ojos bien abiertos–. Mi lobo es inestable, no puedo ponerte en riesgo y darte más de lo que ya te he dado, no puedo...no puedo darte lo que me pides. No cuando te puedo lastimar.
Doy vueltas en la habitación como un animal encerrado en la prisión donde solito me metí. ¿Por qué hago este sabotaje conmigo mismo? ¿Por qué nos pongo en esta cuerda floja? ¿Por qué no soy capaz de arriesgarlo todo por esta relación tan hermosa que tenemos? No tengo respuestas, porque soy un cobarde, un maldito cobarde que no quiere ver a Jimin más herido de lo que ya está, por mi culpa.
Porque si lo marco, Jimin podría perder a su omega y culparme para siempre.
Siento su mano sobre mi espalda desnuda y es ese toque tan dulce suyo el que me termina de romper. Las primeras lágrimas corren por mis mejillas.
–Kook, soy tu omega, tú nunca me lastimarías. ¿Qué me estás tratando de decir?
–Sé que tenía que hablar contigo sobre esto desde el momento que te pedí ser mi omega, sé que debí advertirte de lo que sería si te convertías en mi pareja; pero yo...estaba tan jodidamente feliz, por primera vez en mucho tiempo encontré en ti lo que tanto había anhelado, me dejé llevar...pero ahora...ahora no sé cómo mantenerte conmigo cuando lo que más necesitas lo he olvidado.
Jimin aparece delante de mí y niega con la cabeza, limpia mi cara mojada. De sus ojos también brotan lágrimas y mi corazón se vuelve a estrujar.
–No has olvidado nada–sorbe su nariz y se lame los labios mientras sigue acariciando mi rostro–. Me lo das todo, más de lo que necesito. Fui yo el que se apresuró a pedirte algo indebido en el momento equivocado, perdóname.
Bajo la vista al suelo, soltando un suspiro tembloroso.
Como duele todo esto.
Duele saber que soy un alfa defectuoso. Duele que él tenga que pasar por esto cuando no debe. Pero lo que más me duele es no ser suficiente para mi Jimin, no ser lo que él necesita para ser feliz. Nadie quiere a un alfa incompleto, incapaz de marcarlo y darle una manada.
Me parte en dos, me descuartiza el alma, pero Jimin merece algo mejor. Merece todo lo bueno de este mundo y yo...no podré dárselo. Prefiero sufrir una eternidad alejado de él antes de obligarlo a vivir una vida donde no pueda ser feliz, y a mi lado, nunca lo será.
–No estás entendiendo, no tienes que disculparte–quito sus pequeñas manos de mi cara y lo miro con todo el dolor que siento por dentro–. Es mejor que estés sin mí, es mejor que estés con un alfa que pueda marcarte, que pueda darte todo lo que yo no puedo–toco con la punta de mis dedos el lugar donde debe de quedar la cicatriz de la unión, pero Jimin me da un manotazo y me mira como si fuera su peor enemigo. Quizás realmente lo sea, quizás siempre estuve destinado a serlo.
–Eres tú el que no entiende–niega, su voz escuchándose desesperada, su pecho subía y bajaba con rapidez–. ¡Yo no quiero a otro alfa, te quiero a ti! Todo lo que estás diciendo es una total estupidez.
–No lo es, Jimin.
–¿Sabes? Siempre supe que fuiste un Delta–confiesa y me detengo en seco, el corazón galopando frenético contra mis costillas–, y eso no me impidió enamorarme de ti, al contrario, me aferré mucho más y me alegré cuando descubrí que recuperaste a tu lobo. Así que mejor trágate todas esas cutres justificaciones que usas para alejarme, porque créeme, necesitarás mejores para conseguirlo. Yo soy tu omega, y pase lo que pase, lo seguiré siendo.
La imagen que me muestra, con su frente en alto y mirada audaz, hace que un millón de bichos raros hagan estragos en mi estómago. Amaba todas sus facetas, pero esta me ha dejado completamente embobado. Me quedé sin palabras.
–Así que dime, Jungkook. ¿Hay algo más que me estás ocultando? Si es así dímelo ya, pero digas lo que digas no me alejaras de ti.
Tomo una larga respiración y batallo con los impulsos que tengo de olvidarme de todo, de esta discusión y de las consecuencias. Sólo deseaba aferrarme a él y dejar que sus brazos me curaran el alma. Sin embargo, sabía que no sería la decisión correcta, sabía que esto lo hacía por su bien, para no dejarlo más lastimado de lo que está; porque seguro estoy que de todos modos se alejaría de mí una vez le contara el último secreto que guardaba, la última mina que estaba a punto que pisar.
–No quiero que te arrepientas en el futuro–trago el nudo que se instaló en mi garganta–. No quiero lastimarte.
Jimin suelta una risita quebrada y me mira dolorido.
–Ya me estás lastimando con decirme que esté con otro alfa que no eres tú.
–¡Es lo mejor para ti!
–¡No, no lo es!–su fuerte respiración se convierte en grandes sollozos– ¿Acaso no te das cuenta? ¡Si me marcas o no, sigo queriendo estar a tu lado! No me importa más nada, Jungkook, porque yo te am...
El sonido del timbre lo interrumpe y nuestro mundo se vuelve a tambalear. Cierro fuerte los ojos y dejo pasar los cinco sengundos más tormentosos de mi vida, al final me doy la vuelta y llego a mi clóset, donde saco una camisa cualquiera y me la coloco bajo el escudriño de Jimin, que no dice una palabra más.
–Iré a ver quién está llamando a esta hora–mi voz se escucha vacía, distante. Pero antes de irme de habitación, lo miro una última vez–. Y por favor no te vayas todavía, necesito que escuches todo lo que tengo que decir, en base a eso puedes tomar una decisión y yo la respetaré.
Jimin asiente a regañadientes, desviando la mirada. Respiro profundo y lo dejo en mi habitación, antes de caminar hasta la entrada y abrir la puerta del apartamento para atender a quien sea se atrevió a interrumpirnos.
Pero cuando veo a la persona que jamás pensé volver a tener delante de mí, con esa cabellera larga y castaña que conozco de tantos años, junto con su ropa de diseñador pegándose de forma delicada en las curvas correctas; mi cuerpo entero se paraliza, mi lobo gruñe en posición defensiva y el aire se queda atorado en mi tórax.
Esto no puede estar pasando, debe de ser una mala ilusión de mi jodida cabeza. Tuve que parpadear varias veces para que el fantasma se esfumara, pero nunca sucedió. Era muy real.
–Hola, corazón–sonríe, haciéndome arrugar la nariz de disgusto cuando suelta feromonas llenas de su aroma a lirios y frutilla. El cosquilleo y latidos que antes sentía al verla, ahora son como sombras vacías en mi memoria–. Tanto tiempo sin verte, ¿me extrañaste?
–¿YooRa?–la pregunta sale como un gruñido raro cuando salgo de mi no tan grata sorpresa.
–Uhh, que salvaje te has vuelto, cariño–me empuja y entra al departamento como si fuera dueña del lugar, como si todavía vivíeramos en los viejos tiempos y las cosas no cambiaron. Quería golpearme por no hacer nada para alejarla de mi presencia y mi hogar, más cuando Jimin espera en la habitación–. Apuesto que todos esos gruñidos son porque morías por volver a verme, ¿cierto?
No me molesto en cerrar la puerta, simplemente me giro cruzando los brazos sobre mi pecho y la veo vagar por mi casa, sus ojos fulminaban la decoración nueva que ella no conocía. Típico, no ha cambiado nada en estos dos años.
–¿Qué haces aquí? ¿Para qué volviste?
Ella vuelve a sonreír y revolotea sus pestañas hacia mí. Se acerca hasta que sus uñas pintadas de rojo intentan rozar mi barbilla, pero me aparto dando un paso lejos de sus garras, antes de que llegue a tocarme. No había nada bueno en su visita, la conocía demasiado bien.
–¿No es obvio? Vine a ver mi alfa–su sonrisa se vuelve más grande y yo vuelvo gruñir lleno de enojo–. Vine a recuperar lo que es mío.
Sus palabras se sienten como ácido bajo mi piel, mi molestia aumenta ante la desfachatez de sus insinuaciones y me maldigo una y mil veces por haber abierto la puerta. No deseaba seguir viéndola ni escuchar de sus provocaciones. ¿De dónde sacaba ese valor para querer volver conmigo después de todo lo que pasó? Me parecía inaudito, malvado incluso.
–Has venido al lugar equivocado–trato de sonar lo más calmada posible, después de todo, ella es un omega y mi caballerosidad sobrepasa sus malas intenciones–. Nosotros ya no tenemos nada y mucho menos soy tuyo, así que es mejor que te vayas.
–Mmm, interesante–sigue embozando esa sonrisa que me hace estremecer, no en el buen sentido. Luego la veo olfatear su alrededor, sus irises destilan en ámbar amargo–. No estás solo.
Me paso las manos por el rostro y cuento mentalmente hasta diez, la mala suerte burlándose otra vez de mí. Estoy a punto de perder la paciencia, sin embargo, debía ponerle un fin sin llegar a las faltas de respeto.
–Mira, me alegra ver que estés bien, de verdad; pero no eres bienvenida. Encontré a mi pareja y es a él quien quiero–soy lo más claro que puedo, señalando la puerta abierta–. Así que te vuelvo a pedir, por favor, que te vayas.
Un jadeo resuena en alguna parte de la sala y ambos nos giramos para encontrarnos con un Jimin todavía desaliñado, con sólo mi sudadera cubriéndolo y su semblante congestionado en completo estado de shock, tan blanco como si hubiera visto un fantasma.
–Ya veo cómo son las cosas–dice YooRa, seria esta vez. No saluda a mi pareja, simplemente lo mira de pies a cabeza y chasquea sus labios. Camina hacia la salida balaceando las caderas, pero antes de irse, se detiene junto a mí y sisea semejante a una serpiente–. Dime, corazón, ¿ya le dijiste a tu omega que estás con él después de haber dejado tu marca en mí?
Siento el piso temblar bajo mis pies y un alarmante pitido en mis oídos cuando mi corazón comienza a latir de terror. Sin previo aviso, en el campo de fuego explotaron todas las minas.
Mis ojos se encuentran con la mirada quebrada de Jimin, hay tantos sentimientos encontrados en su expresión que no sé como descifrarlos. Sus mejillas se mojan con más lágrimas, su rostro se arruga, me quema el alma verlo así. Quería correr hacia él y abrazarlo, quería decirle que todo era mentira, pero una vez más no podía, porque era la pura y maldita verdad.
Jimin se da la vuelta lentamente y camina hacia el pasillo que lleva a mi habitación, le dedico mi más dura mirada a YooRa y sigo a mi omega, bueno, tal vez ya no quiera serlo después de lo que acaba de escuchar. Lo encuentro colocándose sus pantalones mientras seca con las mangas de la sudadera las pruebas de su llanto. Doy un paso hacia él, pero no llego más allá, me quedo estático como un cobarde.
–Jimin, yo iba a decirte...
–Ahora no, Jungkook.
Vuelve a estar frente a mí, sólo que esta vez se siente como si mil barreras nos dividieran, no hay cariño en sus palabras, sino tristeza y traición; mi estómago cae al haber permitido que todo esto pasara. Yo no quería que se enterara así, maldición.
¡Maldito sea este día una y mil veces!
¡Maldita sea YooRa!
¡Maldita sea mi condición!
¡Maldito sea todo!
–Déjame explicarte al menos, por favor–imploro, sintiendo mis ojos volver a humedecerse–. Te lo pido, tesoro.
Jimin solloza y niega con la cabeza, sus manitas hechas puños a sus costados. Lo conozco demasiado bien, sé que está a punto de darme la oportunidad de aclararme, sin embargo su respuesta me hiere como un látigo.
–No quiero hablar ni escuchar nada, necesito...necesito espacio ahora mismo.
Mis pies se alejan automáticamente entendiendo y asiento, aunque me doliera todo, le daría el espacio que necesita. Jimin se retira de la habitación sin decir una sola palabra más, dejando una ráfaga de feromonas tristes que me dejan con el corazón roto en las palmas de mis manos. Escucho murmullos lejanos, pero yo no puedo moverme, porque cuando siento el sonido de la puerta del departamento cerrarse de golpe, sé que mi vida entera se fue tras Jimin, tras el amor más hermoso que jamás pude haber tenido.
Lo dejé ir, así como así, lo perdí.
Horas pasan, aunque para mí el tiempo se detuvo, envolviéndome en un sufrimiento eterno. Todo había perdido sentido para mí. Rato después vuelvo a la sala como un robot para buscar algún supresor que pudiera apagar los martillazos que hieren mi cabeza, pero cuando veo que YooRa sigue ahí, sentada en mi sofá aplicándose pintura en los labios, pierdo todo control de mí mismo y me arrebato, veo rojo.
–¡¿Qué sigues haciendo aquí?! ¡Ya destruiste lo que querías!–grito y ella se sobresalta– ¡Te encanta verme miserable, ¿no es así?!
–No sé de qué hablas–dice mientras guarda el labial y se pone de pie–. Yo sólo vine a verte y me tratas fatal, muy mal de tu parte, corazón.
–¡Deja de llamarte así, joder! Quiero que te vayas, quiero que me dejes en paz. Ya lo hiciste una vez. ¡Vuelve a hacerlo!
–¿Ni siquiera quieres saber la verdadera razón por la que te dejé?–ni aunque le grite ella se detiene, vuelvo a gruñir.
–No hace falta, me lo dejaste bien claro cuando me abandonaste–la miro con todo el resentimiento que por dos años le guardé–. Ya no me interesas, ya es tarde para que quieras regresar, YooRa. No tienes ese derecho. Maldigo el que te haya marcado, si no fuera porque me lo rogaste hasta el cansancio, no lo hubiera hecho.
Y con eso me doy la vuelta, listo para volver a abrir la puerta para que se vaya y cerrársela en cara; lo hubiera hecho si ella no me hubiera roto en mil pedazos con lo que dice a continuación:
–Fue porque estaba embarazada de ti.
Me detengo en seco y me giro lentamente, deseando no haber escuchado bien.
–¿Qué dijiste?
Ella se acerca y vuelve que cerrar la puerta que ya estaba entreabierta, en lo que yo sigo atascado en su confesión.
–Estaba embarazada antes de que nuestra relación se fuera a la basura–comienza, despacio–, pero aborté justo un mes antes de te pidiera que me marcaras. Pensé que de esa manera podría arreglar mi estado y quizás mejorar las cosas entre nosotros. No conté con que tu alfa fuera tan lamentable y me dejara con más heridas que remedios.
–Tú estabas...¿Tú estabas esperando un cachorro mío, un cachorro que abortaste?
YooRa simplemente asiente y, cuando estira la mano para tocarme, me alejo tras el sofá como si de la misma peste se tratara. ¿Qué es este dolor que siento en el pecho? Siento la perdida matarme a fuego lento.
Porque ahora lo comprendo todo, comprendo el por qué mi lobo estaba renuente a YooRa al principio y de pronto la aceptó de forma protectora. No era que la amaba, sino que quería al cachorro que crecía dentro de su vientre.
Yo no pude sentir el aroma del cachorro, pero mi alfa sí lo hizo. Él siempre lo supo.
Recuerdo haberlo sentido triste y decepcionado dentro de mí, siempre gruñía cuando YooRa estaba cerca, justo como lo está haciendo ahora. Cuando intenté marcar a la omega, fue la última gota que desparramó la ira de mi parte animal, yéndose a dormir, dejándome incompleto y sumergido en una larga depresión después de la perdida. Creía que era porque mi ex me dejó justo después de eso, mierda, nunca fue esa la verdadera razón y la realización me golpea como una avalancha, aplastándome en el pasado y en todas mis malas decisiones.
La venda fue quitada de mis ojos, ahora lo veía todo con claridad.
–Todo este tiempo me hiciste pensar que me dejaste porque no podía darte una familia. Todo el maldito tiempo que estuve a tu lado me hiciste sentir como que no valía nada. Lo peor de todo es que pensé que no podría marcar a mi omega por todo lo que me hiciste pasar, porque a pesar de que recuperé a mi lobo, habían cosas que no me dejaban avanzar junto a mi pareja. ¿Y ahora me vienes con esto? ¿Te das cuenta del daño que has cometido?
–¿Quién dice que no volverá a pasar lo mismo que cuando intentaste marcarme? Eres un alfa defectuoso, Jeon. No eres bueno para ningún omega, nunca olvides eso.
Agarro con fuerza el espaldar del sofá, casi penetrando mis garras contra el material de cuero. Mi cabeza daba vueltas, comenzaba a tener los mismos síntomas de cuando mi lobo desapareció. Estaba perdiendo la razón, me desvanecía. Mis pulmones se cierran de a poco, mi pecho dolía. Trataba de controlarme, calmar la furia de mi alfa. Era increíble como esta mujer lograba siempre lastimarme y sacar lo peor de mí.
–Eso no es cierto.
Ahora me negaba a creerlo. Todavía quedaba una gota de esperanza.
–¿Cómo explicas entonces que tu marca no sirvió en mí? Tú lobo te abandonó porque no sabes hacer nada bien.–chasquea la lengua y retira dramáticamente un mechón de cabello tras sus hombros.
–¡Mi lobo me abandonó en el momento que mataste a nuestro cachorro!
–No me hagas reír, Jeon. Estaba embarazada, a riesgo de perder ese bebé de todos modos y tu marca incompetente no sirvió para nada. Él venía con problemas y no lo quería de esa manera.
–Era muy pronto para saberlo con certeza–si piensa que soy tonto y que no sé sobre esos temas, está muy equivocada, escuchar a Namjoon en sus apasionadas charlas sobre medicina ayuda muchísimo–, seguro estoy de que fue una advertencia por toda la mierda que consumiste por más de cuatro años. Dime, YooRa, ¿de verdad dejaste las drogas?
YooRa jadea llevando una mano a su pecho, no creo nada de su mala actuación. Ya sus ojos de falsa agonía no despertaban nada en mí.
–No me vengas con ese tema, eso quedó en el pasado.
–¿En el pasado? Tanto que te hacías la que merecía todo, la que nunca se equivocaba, la que me hacía sentir que no valía nada. Me hiciste alejarme de los que más quería para esconder tu sucio secreto–las manos me tiemblan, la piel me arde–. Mataste a mi hijo. Yo pude haberle dado todo a mi bebé, me hubiera convertido en alguien mejor para él. ¡Lo hubiera amado con mi vida!
La omega bufa sorprendiéndome, su rostro lleno de burla. Me aplasta el orgullo de la peor manera.
–No sabes si quiera si tienes padre–sus labios se levantan en una mueca de desprecio–, él nunca se encargó de ti. ¿Cómo rayos serías tú un buen padre para ese cachorro? Por favor, no te engañes a ti mismo.
Golpe sucio, Lee YooRa.
–Eres despreciable, has caído tan bajo que me das lástima–por dentro soy un mar de impotencia, junto a mi lobo le rendíamos luto a nuestro pequeño que no logró ver la luz del sol. No puedo contenerme, mi voz se quiebra–. Ese cachorro era mi hijo.
La muy cínica se encogió de hombros, restándole importancia a mis derechos, ajena al daño que me estaba haciendo.
–Y también era mi cuerpo, yo decidí no tenerlo.
Una risa rota e incrédula abandona mi boca. No podía creer lo que estaba escuchando. Ya no lo podía soportar más.
–Hay una cosa que estás olvidando, y es que ese hijo no era sólo tuyo. Hacen falta dos personas para crear una vida, a eso se le llama sexo y tú y yo tuvimos mucho de eso, ¿hace falta recordártelo?. Yo estuve bastante involucrado, él era sangre de mi sangre, tenía todo el derecho de saber la decisión que ibas a tomar por encima de todo. Esto no se trataba de ti solamente, se trataba de un ser vivo e inocente.
–¡Ja! Un ser vivo e inocente dices–se ríe, sarcástica–, esa cosa ni siquiera estaba bien formada.
De mis fosas nasales sale humo caliente, la furia corriendo a todo motor dentro de mí como volcán en erupción. Mi lobo ruge enfurecido llevando mi cuerpo al borde del colapso. Estoy a punto de explotar.
–Sal de mi casa, Lee. Si no quieres que termines arrepintiéndote de haber venido hasta aquí.
–¿Me estás amenazando?
–No lo hago, te estoy advirtiendo.
Mis ojos rojos y colmillos filosos deben de haberla asustado, porque me toma la palabra y finalmente se va dejándome en paz, sin embargo, esa paz no dura mucho cuando me derrumbo como peso muerto en el suelo. Todo me a da vueltas, no puedo respirar. El pecho me oprime, arde tanto que no puedo mantener mis ojos abiertos por mucho tiempo.
A ciegas llego a alcanzar mi teléfono y rezo a la luna y los dioses para que mis dedos marquen el número de la única personas que me puede salvar. No sé como lo logro, pero el zumbido del timbre telefónico empieza a sonar en la lejanía y al tercer timbre, contesta.
–¿Jungkook?
–Ayúdame...por favor–Ayúdame para que pueda ir y recuperar a Jimin, a mi dulce omega. A decirle la verdad, a confesarle que lo amo–. No...puedo...respirar...–fuerzo mi voz, no me da tiempo a obtener respuesta.
Acto seguido, todo se volvió negro.
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Primera actualización del año y empezamos fuerte. No tengo más nada que decir, así que me retiro lentamente.
¿Qué opinan de todo lo que ha pasado en el capítulo? :o
Nos leemos en la próxima.
Los quiero <3
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