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☀️Capítulo 21: "Ángel caído"☀️

"Aquí estoy yo, llenando tu falta de amor, cerrándole paso al dolor. No temas, yo te cuidaré. Sólo acéptame."
☀️

Sentía que algo no estaba bien.

El despertar de una fuerte sensación en mis entrañas activaba todas mis alarmas y me mantenía inquieto. No es nada normal. Sentado en el escritorio de la oficina, el subir y bajar repetitivo de mis piernas afirmaba el remordimiento que me mantenía nervioso. Dentro del pecho, unos dolorosos tirones hacen que gruña y deje de concentrarme en lo que estoy haciendo para obligarme a tomar lentas respiraciones. El collar que siempre escondía bajo el cuello de la camisa, quemaba y escocía.

Es como si sintiera miedo, como si estuviera en peligro en vez de estar en la tranquilidad de mi oficina.

Es demasiado abrumador.

Me levanto y camino dando vueltas por todo el lugar, pero la sensación no se me quita, se vuelve mucho más intensa. Estoy sudando frío y mi alfa araña desesperado por salir. No sé qué es lo que me está pasando, creo que he perdido completamente la cabeza.

Hasta que lo escucho.

Llamándome.

Pidiendo mi ayuda.

Omega, nuestro omega está en peligro. Búscalo.

Mis sentidos se intensifican y comienzo a ver todo rojo. Los colmillos rompen mis encías cuando se agrandar y como un jodido animal lleno de furia salgo de la oficina, buscando por todo el lugar. Me encuentro con Jackson, mi nuevo empleado, en el camino cargando las últimas bolas de basura, no lo pienso dos veces antes de estamparlo contra la pared y encararlo, su mirada alarmada me decía que había notado mis feromonas agrias y furiosas. Está asustado, pues yo también lo estoy.

–J-Jefe, ¿qué le...

–¿Dónde está Jimin?–ladro exudando amenaza, él tiembla.

Mi voz se escucha gruesa, dominante. Las fosas nasales abriéndose y cerrándose con mi respiración rápida y pesada. Taehyung y Hoseok se asoman aterrados, sin saber que está pasando.

–E-estaba conmigo afuera, en l-los basureros.

No espero a que diga más, lo libero y salgo disparado hacia donde la tensión dentro de mi pecho me ordena a ir. Soy más animal que hombre en estos momentos, llevado por los instintos primitivos de encontrar y proteger a mi pareja. Las venas sobresaliendo de la piel de mis brazos y cuello, mi respiración en llamas. Estaba hecho una bestia que parecía nunca haber sido domada. Corro a toda velocidad hasta la puerta trasera de la cafetería y la abro en un estruendoso tirón.

Mis ojos arden en fuego a ver la imagen que tengo delante.

Ahí está Jimin, sollozante, tirado en suelo con ese hombre encima de él. Pierdo completamente los sentidos y mi alfa toma todo control de mi cuerpo. Me abalanzo contra él y rujo llenándolo de golpes hasta que la sangre drene su piel y su rostro quede desfigurado, hasta que me sienta satisfecho. Lo iba a convertir en el verdadero monstruo que era muy dentro de su ser.

Lo quería matar por atreverse a tocar a mi omega. Iba a llevarlo al mismísimo infierno donde pertenecía.

Lo golpeo una y otra vez, tanto que mis nudillos se rompen y se mezclan con la sangre de esa escoria, pero no me importa. Estaba destrozado por dentro por haber dejado que algo como esto pasara, me culpaba por permitir que la persona que prometí proteger saliera lastimada en frente de mis narices. Echaba humo por la orejas por el simple pensamiento de que algo peor pudo suceder sin que yo hiciera nada para detenerlo. No sé en qué momento comencé a lagrimear mientras golpeaba hasta el cansancio al hombre bajo de mí, no sé en qué momento la opresión en mi pecho me cerró los pulmones y la respiración se hiciera pesada. Simplemente seguía condenándome a la culpa de que no cumplí mi promesa. De que otra vez había fallado en cuidar a quien más quería. Mientras más golpeaba, más me consumía en la culpa.

–Jungkook detente.–escucho la voz baja de Jimin, pero sigo golpeando. Más gotas de sangre salpican mis manos y rostro, no puedo parar–. Kook, por favor.

Los sollozos de Jimin entran como cuchillas a todos mis sentidos y mi puño se queda en el aire antes de caer en la cara ensangrentada de ese hombre casi moribundo a causa de los golpes. Mis ojos se encuentran con los del omega y siento que todo cobra sentido en mi interior, un mundo nuevo despertando entre nosotros, mostrándome el hilo invisible del vínculo que nos unía. Dejo todo para correr hacia él, abrazándolo a mi cuerpo. Tratando de calmar su temblor con mis miserables feromonas de consuelo.

–Ya estoy aquí, tesoro, te tengo.

Jimin llora más fuerte contra mi pecho y yo lo hago junto con él, lloro por el estado en que se encuentra, lloro por el desliz de no haberlo protegido lo suficiente. Lloro de amargura y felicidad. Amargura por haber permitido que esta fatalidad sucediera y felicidad porque me acabo de dar cuenta de que este omega no es simplemente alguien que apareció a mi vida sin un motivo especial, sino que vino para poner mi mundo de cabeza y llenar el vacío de mi corazón.

Jimin es mi pareja destinada.

La realización hace que sonría en medio en las lágrimas y entierre mi nariz en el cabello de Jimin, inhalando de su suave aroma, calmando a mi lobo interior. Todo cobra sentido dentro de mí y justifica todo lo que tuve que sufrir hasta ahora para llegar a este preciso momento. No puedo escapar del destino, no puedo darle la espalda a un vínculo que es tan real como el aire que respiro, como cada latido de mi corazón. Park Jimin había sido la cura a mi dolor, el antídoto de mis penas, la brisa fresca en mis noches de invierno. Vino hacia mí con su deslumbrante sonrisa a iluminar mi universo entero, llenándolo de estrellas y constelaciones.

Siento sus manos pequeñas tomar mis mejillas y acariciarlas, llevándose con ellas las lágrimas y gotas de sangre que las manchan. Jimin sonríe, tenue, tranquilo entre mis brazos. Después de todo lo que acaba de pasar, me sorprende verlo así, tan calmado y lleno de vida. Le devuelvo la sonrisa, abrazándolo más fuerte.

–Estoy bien–musita–, estamos bien. No te culpes.

Asiento, incapaz de responder, perdido completamente en esos ojos mieles que ablandan todo mi ser, que han aprendido a conocerme tan bien. Lo beso, tan dulce y delicado, que me deleito en el sabor de sus labios y el cariño que pruebo en ellos.

Sí, estamos bien, ya todo había acabado.

☀️

La noche se volvió una completa tragedia. Yoongi había llegado unos minutos después junto a varios oficiales que se llevaron a ese alfa moribundo a esperar en las patrullas. Jimin estaba abrazado a Tae y Hobi en la ambulancia que también había sido llamada para socorrer, las enfermeras terminaron hace unos minutos en chequear sus signos vitales. Me había disculpado con Jackson por haber sido tan violento y él entendió, dándome a conocer que también hubiera hecho lo mismo si se tratara de su omega. Se fue a su casa después de eso, pero nosotros seguíamos aquí, tratando de limpiar el desastre que ese maldito alfa había creado.

Los nudillos me dolían después de que la adrenalina había bajado de mi sistema, pero no me importaba, sólo quería saber si Jimin no había salido herido en ningún lado. Paso mis manos por el rostro ya limpio y resoplo lleno de ansiedad, no podía sacarme de la cabeza el qué hubiera pasado si no hubiera llegado a tiempo. Esa incertidumbre me carcomía a cada segundo.

–Hey.

Yoongi se detiene a mi lado y lo miro de reojo, su mirada fija en los tres amigos dentro de la ambulancia.

–Hey–saludo de igual manera–, me imagino que tengo que hacer una declaración en la comisaría.

–Sí, lamento que haya tenido que pasar esto, yo...

–Detente–mi voz se escuchó dura, dominante–. Entiendo como funciona la justicia en este país y déjame decirte que es una completa mierda.

–Estoy de acuerdo contigo.

–Mejor dime que es lo que tengo que hacer para que ese hombre termine dentro de las rejas lo antes posible.

Min suelta un largo suspiro.

–Necesito que tú y Jimin vayan a declarar esta misma noche–anuncia y asiento con la mandíbula apretada–, sé que será difícil para el omega, pero espero que ayudes a tu pareja.

Ese último comentario hace que gire la cabeza hacia él, Yoongi me dedica una pequeña sonrisa.

–¿Lo sabías?

–Nam y yo lo supimos desde tu celo, nos  comentaste que gracias a Jimin tu lobo había comenzado a despertar. Fue muy fácil para nosotros juntar piezas, tú fuiste el que demoraste mucho en reconocerlo.

Desvío la mirada donde está Jimin quien me ve desde la distancia y sonríe hacia mí, le devuelvo la sonrisa sintiendo los galopes violentos de mi corazón contra las costillas. ¿Cómo pude ser tan necio para no reconocerlo antes?

–Ya veo...

–Bueno–Yoon me da ligeras palmadas en la espalda–. Regresaré al trabajo, tengo a un delincuente al que interrogar.

–Te veré en un rato, hyung.

Se retira junto a los demás oficiales que atienden nuestro caso y les da unas cuantas ordenes antes de montar en su patrulla e irse con el culpable de toda esta tragedia. Con los puños apretados y doloridos camino hacia la ambulancia donde está mi omega, al verme Taehyung y Hoseok se despiden de Jimin antes de darme un corto asentimiento y dejarnos solos dentro del pequeño espacio médico.

Ambos nos quedamos mirando por largos segundos, su cuerpo cubierto por una manta arropándolo del frío de la noche. Me acerco a pasos tímidos, sentándome a su lado.

–¿Cómo estás?–me sorprende su pregunta, más cuando debería ser yo quien debería hacérsela y no al revés.

–Estoy bien, tesoro–intento sonreírle y lo tomo de las manos, siento que tiemblo–. Dime que no estás herido en ninguna parte, por favor.

Jimin niega y da pequeñas caricias en nuestras manos unidas, sus ojos se humedecen cuando nota las heridas que tengo en ellas. Toma prestado de las enfermeras que antes lo atendieron un poco de agua oxigenada, antibiótico y gasas; no dice nada mientras comienza a curarme. Dejo de respirar, mi corazón no deja de latir frenético por esa simple acción, por la delicadeza con la que trata los cortes de mis nudillos.

–No lo estoy–su voz se escucha bajita, quebrada–. En cambio tú lo estás y me lastima verte así.

–No tienes que preocuparte, casi no duele...¡Ah!–esa pomada arde como el maldito infierno.

Me mira con ojos severos y desvío la mirada completamente apenado, dejo que siga con su trabajo hasta que termina vendando mis manos.

–Lo siento...

–¿Por qué te disculpas? No, bebé, no llores...por favor.

Jimin llora a mi lado, cubriéndose el rostro congestionado con las manos. No lo dudo ni un segundo en atraerlo y subirlo a mi regazo. Lo abrazo con fuerzas y apoya su cabeza en mi pecho, tratando de controlar su respiración entrecortada. Me duele mil infiernos verlo así, tan vulnerable y pequeño. La culpa vuelve a mí peor que antes y cierro los ojos con fuerza.

–Perdóname, todo esto es mi culpa. Yo...siempre termino arruinándolo todo, debí ser más cuidadoso, yo debí...

–Ssh, no digas nada más–mi alma se rompe en cientos de pedazo al escucharlo así, mis propios ojos se humedecen al verlo llorar, el vínculo leve que compartimos vibrando lleno de tristeza entre nosotros–. Yo soy quien debería disculparse.

–¿Por qué? No hiciste nada.

–Ese es el problema, no hice nada para evitar que esto pasara.

–Mientes–declara, su semblante volviéndose serio, sus ojos calando muy dentro de mi piel–. No hubo momento en el que no me hayas cuidado, Jungkook. Me refugiaste en tu casa, velaste por mí a cada hora. ¿No te parece eso haber hecho suficiente?

–Aún así, no lo fue...mira lo que pasó, ese hombre...

–Gracias a la Luna llegaste a tiempo y me salvaste de él, hiciste mucho más por mí de lo que te imaginas, Kook–su tenue sonrisa derritió mi corazón–. No sabes cuánto te agradezco, por todo.

Su mirada calmó por completo a mi lobo interior y acarició con sus palabras mi alborotado corazón. Estaba en la cima de la novena nube con sólo tenerlo así sobre mi regazo, entre mis brazos. Me deleitaba con las cortas caricias que le daba a mis mejillas y en la dulzura de su voz. Park Jimin se había convertido en todo para mí, en lo más importante de mi vida.

Iba a besarlo, dejarle saber con mis besos lo mucho que lo quería. Lo mucho que mi alma lo anhelaba. Lo hubiera hecho si una de las enfermeras no hubiera entrado en la ambulancia, rompiendo nuestro momento.

–Siento mucho si los interrumpo, pero hemos encontrado esto y queríamos saber si le pertenecía a alguno de ustedes.

La vemos tender hacia nosotros una pequeña cadena plateada en un sobre de plástico. Jimin se incorpora, levantándose débilmente y la toma con una expresión de asombro en su rostro.

–Es mía, gracias, en serio muchas gracias.

Lleva el sobre contra su pecho sin dejar de agradecerle a la enfermera quien lo mira bastante sonrojada y apenada. Los ojos del omega están iluminados a pesar de las lágrimas que los inundan. Me levanto acercándome a él, poniendo una mano en su cintura.

–¿Tan importante es esa cadena, tesoro?

–Oh, lo es–responde después de que la enfermera se marchara nuevamente, sus manos sacando el fino accesorio de la bolsa–. Es un amuleto que mi padre me regaló en mi cumpleaños número nueve.

Asiento imaginando cuánto significado debe de tener ese collar para mi Jimin, pero cuando noto el dije que lo adorna, mis ojos se iluminan llenos de curiosidad, algo más intenso dentro de mi pecho ardiendo en llamas.

–¿Puedo verlo?–necesito confirmar si tengo razón en lo que creo debe ser.

–Claro.

Jimin coloca la cadena en mis manos y me quedo embelesado al ver mejor el dije con forma de luna llena, tiene un sutil agujero en el medio, donde creo iría otra pieza.

La pieza que yo mismo llevo puesta alrededor de mi cuello.

El órgano vital que me mantiene con vida da un vuelco violento contra mi pecho y mi lobo aúlla lleno de felicidad. No lo podía creer. Recuerdo que cuando mamá me regaló mi cadena de oro me dijo que nunca olvidara la promesa detrás de ella, me dijo que me llevaría a mi alma gemela...nunca le creí porque no llegué a encontrar a tal persona a pesar de que creí haberme enamorado de alguien más, pero ahora que tengo delante de mí a mi pareja destinada, a mi omega, no podía estar más feliz.

Jimin no era sólo la pareja que la Luna había escogido para mí, sino mucho más que eso. Él era la respuesta a la promesa que mamá me había hecho justo antes de dar su último aliento.

. * •☀️. * • *✨• . * 🌙• * .

–¿Pasa algo, Kook?

La sonrisa que emboza Jungkook mientras sostiene mi amuleto hace girar todo en mi interior. Él simplemente sonríe más y me mira con esos ojos estrellados llenos de tantas promesas que no logro descifrar.

–Jimin, esto es...–el sonido de una llamada en su teléfono lo interrumpe y lo veo sacarlo de su bolsillo del pantalón mientras me entrega la cadena, me la coloco en silencio esperando a que termine–. Dime, hyung. Entiendo, allí estaremos.

Guarda su teléfono cuando la llamada acaba y tiende su mano hacia mí, no dudo en tomarla.

–¿Era Yoongi?

–Sí, nos necesita en la comisaría lo antes posible para que declaremos.

Pensar que tendré que exponerme a ese hombre para declarar lo que me hizo frente a las autoridades, hace que toda la piel de mi cuerpo se erice y el oxigeno comience a sentirse pesado dentro de mis pulmones. No quiero volver a encontrármelo, no quiero que me vuelva a hablar como antes lo hizo. No quiero que el pasado que me persigue salga a la luz. No quiero muchas cosas, sin embargo sabía que este procedimiento era muy importante si quería que se hiciera justicia y ese alfa terminara encerrado en prisión por bastante tiempo.

–¿Ese alfa estará ahí?

–Lo más probable, sí–no pude evitar que los nervios se reflejaran en mi rostro afligido, Jungkook toma mis mejillas entre sus manos para hacer que lo mirara, podía sentir este extraño vínculo que se había forjado entre nosotros dándome tirones en las entrañas–. Tranquilo, no tienes que preocuparte esta vez. Estaré contigo todo el tiempo.

En su mirada podía ver claramente que estaba siendo sincero, más que eso, podía ver el cariño que tanto me había reflejado en sueños a través de ese par de gemas brillantes. Termino asintiendo, perdido en este sentimiento que siempre nos envolvía.

Fue así que terminamos entrando en la comisaría central de Seúl, con las manos entrelazadas y los nervios a flor de piel. Yoongi nos esperaba con la expresión seria y porte firme al lado de ese alfa que me atacó bajo la custodia de dos guardias más. Jungkook y yo tomamos asiento frente a ellos, su mano nunca se alejó de la mía.

–Bien–El oficial en jefe Min tomó la palabra, pasándome un par de papeles–, necesito que llenes y firmes este formulario, Jimin. Tú también, Jungkook.

Tomo el bolígrafo que me brinda y comienzo a llenar cada pregunta que leo allí presente, Kook haciendo lo mismo junto conmigo en silencio.

–Vaya, vaya–ese hombre habla sorprendiéndonos, me estremezco–. Al muñequito le gusta jugar a ser valiente.

–Cierre la boca, señor Kang–gruñó uno de los guardias–. No te hemos dado permiso de hablar todavía, no nos haga tomar otras medidas con usted.

–Por mí puedo volverle a romper la cara.

–Jeon, necesito que mantengas la calma.

Cierro los ojos fuertemente cuando escucho la voz dura de Yoongi y siento el apretón que deja Jungkook en mi mano. Necesito que esto acabe rápido, no puedo soportar estar cerca de ese hombre un minuto más.

Kang suelta una risa llena de amarga diversión, puedo sentir como cuchillas sus ojos en mí.

–Dime, Jimin ¿Tu alfa ya sabe que fuiste la puta del esposo de tu propia madre?

El bolígrafo se me resbala de los dedos y mi corazón grita desgarrado dentro del pecho. Tiemblo. No podía creer que esto de verdad está ocurriendo por segunda vez en la noche y las grietas del muro que tenían el pasado escondido, ahora terminan de quebrar todo mi ser. Mis ojos se inundan de lágrimas saladas llenas de temor. No puedo levantar la cabeza, no puedo enfrentar a quienes escucharon lo que ese hombre acaba de confesar.

–¡¿Qué mierdas dices?!–Jungkook explota a mi lado, sus ojos rojos inyectados en sangre dando amenaza.

–¡Jungkook!

Yoongi llega hasta él y lo obliga a tranquilizarse, yo por otro lado, ni siquiera puedo moverme.

–Parece que el muñequito guarda muchos secretos de ti.

–¡Te voy a matar, hijo de puta!

El caos llega como la muerte lenta de mi alma y corazón. Jungkook ha perdido los estribos y varios guardias junto con el oficial Min tuvieron que agarrarlo para que no se abalanzara contra el alfa que se mantenía con una sonrisa cínica en sus labios partidos y ensangrentados.

–Será mejor que vengan en otro momento–ordenó el oficial, sosteniendo a un furioso Jungkook por los hombros.–, Llévate a Jimin, ahora.

Jungkook gruñe soltándose del agarre de su primo y me toma de la mano, llevándome fuera de allí, lejos de todos. Más yo no puedo casi caminar, mis piernas no responden a la rapidez del alfa y mi corazón tienta por dejar de latir a causa del insufrible dolor que siento por dentro. Fuera de la comisaría, me suelto de él y me quedo estático.

–Vamos a casa, Jimin–dice, tratando de controlar su propia respiración y el tilitar rojo de sus ojos–. No pasa nada, no voy a creer nada de lo que dijo ese imbécil, está mal de la cabeza, no sabe quién eres y...

–Lo sabe.

Me sorprendo de cuán dura y herida suena mi voz, lágrimas de importancia corriendo por mis mejillas. Ya no puedo casi ver de tan hinchados que están mis ojos. Levanto la mirada encontrándome con la expresión rota y desilusionada de Jungkook, esa expresión que no quería ver jamás. Retengo los sollozos dentro mi pecho y cierro las manos en puños.

–Jimin, ¿qué...eso que dijo no es cierto, dime que no lo es.

Me termino de romper, el dolor aferrándose a todo mi ser de la manera más desgarradora que puedo imaginar. ¿Qué esperanzas habían de que me creyera si ni mi propia madre lo hizo? ¿Qué esperanzas tenía después de que supiera la verdad? Mi peor pesadilla estaba haciéndose realidad justo delante de mis ojos y yo no sabía cómo despertarme de ella. Necesitaba respirar, necesitaba un minuto en paz. Termino cediendo a todos estos sentimientos destructivos.

–Necesito estar solo, vete a casa.

–No pienso dejarte aquí tirado, vamos a casa y hablemos...

–¡Déjame en paz, Jeon!–grito desesperado, se detiene antes de llegar a mí, tan asombrado y decepcionado como lo estoy yo–. Vete, quiero estar solo...te lo pido.

Doy la vuelta hacia el lado contrario y camino sin rumbo fijo lejos de todo y de todos, no miro atrás. Jungkook no me sigue, dándome el espacio que le pedí. La oscuridad que habita en mí brota extinguiendo la poca luz con la que podía brillar. Sentía que me hundía dentro un pozo fangoso, ensuciándome con mis propios demonios.

Una vez papá me dijo que parecía un ángel, un querubín alado que sólo existía para brindar amor y ser amado; pero ahora, con mis alas rotas y heridas por tantos golpes, el corazón tan maltratado y magullado...me parecía más a un ángel caído sin propósito en la vida. Quise amar, mucho, pero al parecer mi amor no fue suficiente como para que me lo devolvieran de la misma manera, con el mismo fervor.

Dicen que el tiempo logra curar hasta las heridas más profundas del alma, pero parece que el tiempo no juega a mi favor...no creo que pueda sanar de estas cicatrices abiertas que nunca han llegado a cerrar por completo.

La mirada que Jungkook me dedicó cuando descubrió parte de mi pasado siempre va ser una llaga en mi memoria, un recordatorio de que nunca seré digno de estar a su lado. Aunque el vínculo tirara para que volviera con el alfa, yo sabía que nunca sería el omega que imagina que soy. Nunca seré su tesoro. Nunca llegaré a ser suficiente para él. Y dolía, como mil demonios dolía. Tal vez era mejor así, tal vez me lo merecía. Otra vez me encontraba vagando como alma en pena por las calles desoladas, otra vez mi única acompañante era la soledad.

Hasta que escucho trotes apresurados tras de mí y unos brazos abrazándome por la espalda. Sollozo más fuerte y termino rendido a este momento, al abrazo que me da Jungkook al detener mis pasos perdidos.

–Jung...

–Si me vuelves a pedir que me aleje de ti, no lo voy a hacer.

Tomo entrecortadas respiraciones y me giro lentamente en sus brazos, él no me suelta. Mis ojos se encuentran con el infinito de su mirada, tan llameante y vulnerable. También estaba sufriendo, ambos lo estábamos por partes iguales.

–Necesito espacio.–susurro, siendo incapaz de verlo de nuevo.

–Y lo tendrás–decreta, sus voz escuchándose decidida y decaída al mismo tiempo, lloro en silencio, porque jamás quise que sucediera esto–. Te dejaré en mi departamento y yo me iré para que tengas tu momento a solas y pienses mejor las cosas.

–Eso no es necesario...

–Es mi última palabra, Park Jimin–tiemblo ante la autoridad de su demanda y termino aceptando en un corto asentamiento–Bien, vamos a casa.

Jungkook cumplió su palabra una vez llegamos a las afueras del edificio donde vive, me dejó en la entrada de la residencia y se aseguró de que no fuera a ningún otro lado. Me hizo saber que se quedaría con Nam hasta que le avisara podía volver, hasta que me encontrara listo para hablar. Él no me forzó a contarle una sola palabra de lo ocurrido, tampoco me dejó totalmente desamparado.

Aproveché el silencio de la soledad para pensar mejor, para tratar de calmar a los demonios que no dejaban de atormentar mi cabeza. No comí, tenía el estómago cerrado. Tomé un baño y mientras el vapor me envolvía pensé en todo y en nada. Pensé en cada escenario que me podría encontrar si le contaba la verdad a Jungkook, pensé en lo mejor y en lo peor. Pensé que era momento de enfrentar mis miedos y dejarme llevar por el torrente de recuerdos. Decidí darle un último voto de confianza al destino, que él tomara las riendas de lo que pasará de ahora en adelante. Que la Luna dictara mi sentencia o salvación. No había marcha atrás, ya estaba hecho. Debía enfrentar el pasado y dejar que el presente respondiera a mi contra o favor.

Tuve que tomar lentas respiraciones antes de mandarle un mensaje a Jungkook para que regresara a casa, me aferré a la esperanza de que no me alejaría una vez escuchara todo lo que tenía que contar. Me aferré ciegamente al cariño que veía cada vez que sus ojos se encontraban con los míos, en el anhelante consuelo que traía cada uno de sus besos. Me aferré al amor que empezaba a sentir por él.

El alfa llegó cuando el reloj marcó la una de la madrugada. Llegó sin hacer mucho ruido, sólo el suficiente para avisarme de su presencia. Lo esperaba en su habitación, arropado en su cama y con el corazón latiendo a mil por hora dentro de mi pecho. Era ahora o nunca, a partir de aquí todo estaría fuera de mis manos, el tiempo se ocuparía de mi futuro.

Unos toques en la puerta me hacen volver a la realidad y el ver a Jungkook asomarse lentamente por el umbral entreabierto pone mis nervios de punta.

–¿Te encuentras mejor?–afirmo con un simple movimiento de cabeza, él entra a pasos cortos, con cuidado, como si intentara de ese modo no propasar mi confianza–. Si no quieres hablar conmigo de lo que pasó, créeme que no es necesario que lo hagas, estoy bien así y...

–Jungkook.

–¿Sí?

–Siéntate aquí conmigo–doy palmaditas a mi lado en la cama y lo veo sentarse con cuidado, sus ojos asustados no dejan los míos–. Quiero contarte, necesito hacerlo.

–De acuerdo, pero...

–Déjame terminar, por favor–mi voz se rompe un poco, pero trato de recomponerme–. Si después de que escuches de dónde vengo y qué escondo decides no volver a verme o no querer saber nada de mí, lo entenderé.

–Eso no va a pasar.

–Eso no lo puedes saber ahora, Kook.–mis ojos se llenan de lágrimas que no dejo caer y él aprieta su mandíbula, lo siento tomarme de las manos.

–Sea lo que sea, estaré a tu lado.–esas palabras se escucharon como una inquebrantable promesa, una promesa de la cual no me quería soltar.

Entonces cierro los ojos y comienzo a hablar, Jungkook escucha atento, sin interrumpir. Comienzo a contar cómo fue que comenzó todo, le cuento sobre esa noche oscura y nevada que destruyó mi vida entera.

Le cuento cómo fue que tuve que vivir con el peso de la culpa, culpa que he cargado a lo largo de doce años.

☀️
Me gusta el drama, es todo lo que pienso decir.
Prepárense para conocer un poco más acerca de Park Jimin. Enseguida actualizo el próximo capítulo.
Los quiero <3

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