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🌙Capítulo 18: "Acecho de peligro"🌙

"No me despiertes, quiero quedarme en este sueño. No intentes salvarme, necesito encontrar una forma para que podamos seguir soñando."
🌙

Oh, Dios mío. Oh, Dios mío. Oh, Dios mío.

Esto está pasando de verdad.

No es una alucinación provocada por mi mente nublada, yo realmente estoy besando a Jeon Jungkook, el hombre de mis sueños, y él me está besando de vuelta.

Si esto es un sueño, no quiero despertar nunca. Quería seguir sintiendo que volaba y tocaba el cielo con la punta de mis dedos por el roce de sus labios con los míos.

Es una simple presión de labios, pero es suficiente para que mil explosiones estallen dentro de mi corazón y mi lobito aúlle extasiado. A los segundos me alejo de él rompiendo el contacto primero y abro los ojos lentamente, encontrándome con su oscura mirada. Sus pupilas dilatadas me mostraban promesas que muy pronto serían cumplidas, me hacen temblar. Mis manos aún en puños estrujando el cuello de su camisa, las retiro apenado, sintiéndome tímido de repente. Pienso que se va a alejar de mí de nuevo al ver que no dice nada y desvío la vista hacia otro lado desilusionado, pero me sorprendo cuando vuelve a agarrarme por la nuca y estampa sus labios contra los míos.

Esta vez más duro, con hambre feroz.

Jadeo sin poder evitarlo.

Me besa fuerte, demandante, como si estuviera sediento de mi sabor, de mi tacto. Cierro los ojos y me dejo llevar, moviéndome con él a pesar de ser inexperto, me fundo en sus brazos. Pierdo la cabeza cuando lame mi labio inferior y lo muerde haciéndome gemir, él aprovecha para introducir su lengua en mi boca y me separo poniendo las manos en su pecho, algo mareado por la extraña sensación. Jungkook me mira con la interrogante en su expresión confusa.

–Yo...lo siento...no sé cómo hacerlo y...

–Ssh, está bien–murmura sobre mi boca y deja un besito sobre ella, suspiro totalmente enamorado–. Yo te enseñaré, tenemos todo el tiempo del mundo.

Asiento en pequeñito, cada vez más perdido por este alfa. Deja un último beso en la punta de mi nariz antes de tomarme de la mano y llevarme lejos de la pista inundada de cuerpos sudorosos por el baile. Jin nos encuentra de camino, sonríe al ver nuestras manos entrelazadas y los labios seguramente hinchados; el chico con el que estaba antes no se ve por ningún lado, me pregunto que sucedió. Tae y Hobi tampoco están a la vista.

–¿Ya se van?

–Sí–contesta Jungkook dándole un apretón a mi mano, muerdo mis labios tratando de esconder la tonta sonrisa que se quiere formar en ellos–. Dile a Yoon que me fui primero.

–No hay problema–Jin suelta una risita y, sin decir más, Jungkook me arrastra a lo que parece ser la salida–. ¡Diviértanse mucho y usen protección!

El corazón da un vuelco violento dentro de mi pecho, latiendo descontrolado.

Oh, lunas. Que vergüenza. Ahora de seguro Jin pensará que me voy con Jungkook a tener relaciones sexuales o algo así, pero eso no es lo que realmente vamos a hacer, ¿verdad?...¡¿Verdad?!

Ya no sé ni qué pensar. Mi mente está hecha papilla después de haber besado por primera vez al alfa pelinegro. Todavía me sentía en las nubes y mis labios cosquilleaban llamando de nuevo a los suyos, rogando por más contacto.

Jungkook nos guía hasta salir de la discoteca, me había protegido de diferentes personas que chocaron contra nosotros poniendo su brazo tatuado sobre mis hombros, pegándome a su cuerpo y encargándose de qué nada me pasara. Podría jurar que mis ojos brillan ilusionados, porque eso me encantó de sobremanera y caí más por él.

Pero cuando noto que no estamos yendo hacia los estacionamientos, sino a un lugar apartado parecido a un pequeño callejón, las alarmas dentro de mi cabeza comienzan a activarse.

–Jungkook, ¿a dónde nos lleva..mmm...

Me calla con un beso ardiente y suelto un chillido ahogado contra su boca cuando me estampa en la pared de ladrillo adentrada al callejón, un sólo farol queda iluminándonos y no hay personas observando. Mi mente se hace líquido y mis piernas se debilitan cuando se presiona contra mí.

–Lo siento, pero no me puedo resistir–susurra y lo miro a través de mis pestañas, me siento débil cuando me habla así–. Necesitaba besarte otra vez o me volvería loco.

Suelto una risita y subo mis manos por su pecho. Como me gustaba estar así con él, me encantaba cada faceta nueva que me mostraba y aprendía a su lado.

–Puedes hacerlo cuando quieras.–digo, la timidez quedando olvidada en un rincón profundo de mi ser.

–Me gusta mucho esa idea.

–A mí también.

–Hagamos algo–dice de repente y lo miro curioso–. Me dijste antes que no sabías qué hacer cuando intenté besarte más profundo, déjame enseñarte ahora...¿puedo hacerlo?

Me pierdo en sus ojos suplicantes, en su aroma, en sus brazos presionados en la pared a cada lado de mi rostro. Y quiero, quiero mucho que me enseñe, que me muestre más allá de lo que hasta ahora he sentido. Así que termino asintiendo, elevando la cabeza y susurrando contra su boca.

–Puedes.

Eso parece gustarle porque sus pupilas destellan en rojo y se acerca rozando su nariz con la mía.

–Abre la boca y relaja la mandíbula–ordena con voz ronca y hago lo que me dice sin chistar, las comisuras de sus labios se alzan en aprobación, sus orbes llameantes mirándome con fervor–. Ahora sólo disfruta y déjate llevar, bebé, te trataré bien.

Y vuelve a besarme, esta vez despacio, acariciando mis labios con los suyos. Tomándose su tiempo de explorar mi boca y yo me derrito entre sus brazos. El piercing de metal frío haciendo estragos en mi cordura, dando ese toque intenso a nuestro beso. Posa sus manos en mi cintura y da un ligero apretón haciéndome jadear, entonces vuelve a hacer eso de meter su lengua, esta vez no lo separo y me dejo llevar por la sensación tocando tentativamente mi lengua con la suya, lo escucho gruñir en aprobación apretándome más contra él. Sabe a menta y miel, tan adictivo, tan bueno. Podría catalogar esta noche como la mejor de toda mi vida, deseaba que se detuviera el tiempo en este mismo instante.

Me pongo de puntillas y rodeo su cuello con mis brazos para tener mejor acceso a sus finos labios, Jungkook aprovecha y me besa más duro, más necesitado. Los sonidos de chasquidos y succiones por nuestros besos es lo único que se puede escuchar en este oscuro callejón. Somos sólo danzas de lenguas y cuerpos apretados, deseosos e insaciables.

Nos separamos un momento después cuando necesitamos llenar nuestros pulmones de aire. Mi respiración en un desastre al igual que la suya.

–Me encantan tus labios–su voz gruesa en mi oído me eriza la piel–. Me encanta todo de ti.

Muerde el lóbulo de mi oreja y eso es suficiente para que una corriente eléctrica baje por todo mi cuerpo hasta mi ingle, provocándome una erección y que mi agujero comience a lubricarse. El sonrojo se apodera de mis mejillas llenándome de vergüenza y a la vez de lujuria.

Esto es demasiado para mi virgen corazón, pero me fascina y no quiero parar. Quiero más, mucho más.

Pero no aquí, no es este incómodo lugar, no así.

Por eso cuando siento que comienza a besar a lo largo de mi cuello y mandíbula, y sus manos ahora están sobre mi trasero trato de detenerlo, pero me es imposible.

–J-Jungko...¡Ah!

Gimo fuerte cuando aprieta una de mis nalgas y restriega su erección con la mía. Me vuelvo loco, pierdo la cabeza y giro mis ojos al cielo cuando las sensaciones son tan placenteras que no puedo evitar moverme junto a él. Tratando de aliviar esta tensión que arde como fuego entre nosotros. La mano que no está sobre mi trasero sube hasta estar dentro de la camisa transparente que malamente me cubre, sus dedos largos acariciando la piel sensible de mi ombligo, hasta tratar de abrir el botón de mis pantalones. Las rodillas me tiemblan y muerdo fuerte mi labio inferior para no volver a gemir como un total necesitado.

–¡Joder!...eres tan delicioso, tan hermoso.

–Tú...t-también...¡Mhp! Es-espera...por favor...

Entonces se detiene, cayendo en cuenta dónde estamos y qué estamos haciendo. Se aleja poco a poco de mí, soltando un largo suspiro me da la espalda y maldice por lo bajo. Yo simplemente me quedo allí, apoyado contra la pared, con la respiración entrecortada y el corazón martillado fuertemente dentro de mis costillas. Mi rostro debe de estar visiblemente sonrojado aún en la oscuridad y mis labios mucho más rojos e hinchados que antes.

–Jimin, lo siento, me dejé llevar y no medí los límites–vuelve a darme la cara y asiento en acuerdo, la timidez volvió a mí de forma abrupta–. No volverá a pasar, lo prometo. Lo tomaré con más calma de ahora en adelante.

–Está bien, no te preocupes.

No decimos nada más por un minuto donde nuestras miradas conectan y la tensión vuelve a florecer entre nosotros. Muerdo mis labios y eso parece desconcentrarlo porque se queda mirándolos relamiendo los suyos propios, hasta que niega con la cabeza y me toma la mano, despegándome de la pared.

–¿Quieres que volvamos dentro con los demás o prefieres que te lleve a tu casa?

No creo que volver sea mejor idea que seguir de este modo con el alfa, así que lo miro y le regalo una ligera sonrisa.

–Llévame a casa.

Jungkook sonríe besando mi frente y me abraza fuerte. Aprovecho para hundir mi nariz en su cuello, inhalando su exquisito aroma. Casi ronroneo lleno de felicidad, en mi interior mi alma no dejaba de cantar llena de alegría y mi lobito chillaba eufórico moviendo su colita.

Si así se sentía la felicidad, no quería que acabara jamás.

–Vámonos entonces.

Entrelazando nuestros dedos, caminamos saliendo del callejón y volvemos al estacionamiento donde la moto de Jungkook nos espera. Como ha estado haciendo todos estos días, me coloca el casco en la cabeza, asegurándose de que no me moleste, y monta primero encendiendo el motor. Subo tras de él y lo abrazo dejando reposar mi barbilla en su hombro derecho. Las turbinas rugen cuando acelera perdiéndose en el pavimento de la calle e inhalo contento el perfume en el cuero de su chaqueta.

El aire frío de la madrugada choca contra nuestros rostros, la típica humedad que da la bienvenida al verano entrando de lleno por mi olfato haciéndome arrugar la nariz. A estas horas las calles permanecen tranquilas y calladas. A pocas cuadras de llegar a mi casa, Jungkook va bajando la velocidad hasta quedar frente al jardín de Yerie. Pero justo cuando voy a bajar me detiene poniendo sus manos en mis muslos pagados a los suyos. Su tacto no es gentil, sino brusco y posesivo. Frunzo el ceño cuando no me suelta.

–¿Jungkook, qué pasa? ¿Por qué no me dejas ir?

–No te bajes–su voz se escucha amortiguada por el casco, pero pude notar claramente la molestia en ella–. Ese maldito hijo de puta está aquí.

–¿Quién? Oh...no puede ser.

El hombre mayor que Jungkook dijo nos acosaba a mí y a Tae está aquí, a pocos pasos frente a mi hogar. Parado y sonriendo hacia nosotros en cuánto notamos su presencia. ¿Cómo consiguió la dirección donde vivo? ¿Qué demonios quiere? Esto se estaba saliendo de control. Siento el miedo recorrer a lo largo de mi espina dorsal, erizándome los pelos de la nuca. Me escondo tras Jungkook en un intento de protégeme y ese tipo sonríe más, como si le divirtiera esta situación, como si esperara esa reacción de mí.

–No puedes quedarte aquí, Jimin–dejo de ver a ese hombre cuando Jungkook vuelve a hablar–. No es seguro para ti.

–¿Qué hago entonces? Esta es mi casa, no puedo simplemente irme así como si nada, no tengo otro lugar al que ir.

Las palabras salen entrecortadas de mi boca, mis manos comienzan a sudar. No sé qué hacer, no puedo evitar que mis ojos se humedezcan con lágrimas de impotencia y los me labios tiemblen. Jungkook lo nota y pone sus manos sobre las mías, dándoles una reconfortante caricia.

–No te dejaré solo–y con eso vuelve a concentrarse en el timón y hace rugir el motor, ruidoso, amenazante–. Agárrate fuerte.

Eso hago, dejando de ver al tipo que se ha convertido en una completa pesadilla y concentrándome en el alfa que se ha ganado mi corazón.

–¿Dónde me llevas?

–A mi departamento.

🌙

Estoy alucinado cuando Jungkook abre la puerta de su hogar para dejarme pasar primero. El aroma a rayos de sol y canela me golpea de lleno cuando doy el primer paso dentro, todo el lugar grita Jeon Jungkook y me encanta.

El recibidor es sencillo, con una zapatera pequeña a los laterales donde dejo mis zapatos y el alfa sus botas militares. Camino hacia la sala y me encuentro con un largo sofá marrón sencillo y un sillón a juego, a cada lado de él una lámpara, no hay mesita de café, pero si una gran televisión en la pared de enfrente. La cocina queda abierta junto a la sala, con mesetas de tamaño estándar y diversos estantes. Hay un horno y una nevera, no veo microondas por ninguna parte. No le di mucha importancia. Más allá había un pasillo que seguramente daba a las habitaciones, pero no divagué más en ello. Lo que sí se llevó toda mi atención es el gran ventanal con vista a toda la ciudad. Es hermoso, me fascinaba, podría estar sentado admirando esta vista por horas y no me aburría. El apartamento sin duda es muy bonito y acogedor. Bastante ordenado también, me gustaba. Sonrío. Nada mal para un alfa que vive solo. Jeon se ganaba muchos más puntos a su favor.

–Voy a llamar a Yoongi para que sepa lo que está pasando–lo escucho tras de mí y me giro para encararlo, sus ojos me miran con arrepentimiento, mi corazón se estruja al verlo así–. Siento mucho todo esto, Jimin.

–Tú no tienes la culpa.

–Pero aún así tendría que haber hecho algo antes y...

Camino hacia él poniendo un dedo sobre sus labios, se calla abriendo grande sus ojos oscuros.

–No digas más nada, ¿sí?–digo bajito, como si le contara un secreto–. Te voy a decir lo mismo que me dijiste aquella vez cuando tuve ese accidente en el trabajo, ¿lo recuerdas?–asiente lentamente, mi dedo aún sobre su boca–. No te castigues por algo que no tienes la culpa.

Sus ojos se iluminan, deja un besito en mi dedo haciéndome reír. Lo alejo de su boca, pero mantengo la misma cercanía, mi mirada no deja la suya.

–Eres una cosita astuta cuando quieres, ¿eh?

–A veces.

Él ríe y se aleja negando con la cabeza, luego lo veo sacar su teléfono y marcar un número. Hace señas para que me quede en silencio por lo que me siento en el sofá, esperando paciente.

–Yoongi, no lleves a Tae a su casa–hace una breve pausa en lo que escucha al oficial a través de la línea–. ¿Mamá Ye está con Nam? Es bueno saberlo. Ese tipo está rondando la zona, Jimin está conmigo. Ten cuidado.

Con eso termina la llamada, pasa sus manos por el rostro y vuelve a mirarme.

–¿Tae se quedará con tu primo entonces?–pregunto, recordando el lío amoroso en que esa parejita estaba metida.

–Sí y tú te quedarás conmigo hasta que encontremos otra solución–asiento sin replicar porque sé está tratando todo lo posible para mantenerme a salvo–. ¿Quieres cambiarte a algo más cómodo? No querrás dormir con esa ropa, ¿verdad?

Veo el atuendo que visto y hago una mueca, definitivamente no quería dormir con esto. Pero es entonces que caigo en cuenta de otro detalle importante y mis mejillas se calientan.

–¿Dónde dormiré?

–En el sofá.

–¡¿Qué?!

Jungkook suelta una carcajada y yo lo miro como si hubiera dicho la peor de las barbaridades.

–Tranquilo, bebé, te daré mi cama y yo dormiré en el sofá. No soy como cierta personita que no tuvo consideración en una noche de tormenta.

Bufo cruzándome de brazos, ofendido; pero en realidad no lo estoy, porque la felicidad que siento es tan grande que no cabe dentro de mi pecho. El que me haya vuelto a llamar "bebé" hace fuertes estragos en mi interior, descontrolando a las mariposas que habitan en mi estómago. Empezaba a amar estos efectos que sólo Jungkook provocaba en mí.

–Al final no fue tan malo dormir en mi sofá, ¿o sí?

–No, no lo fue–confiesa, agachándose frente a mí, su rostro cerca del mío–. Porque terminé con un bonito omega leyéndome un libro y durmiendo como cachorrito sobre mi hombro.

Un latido.

Dos latidos.

Tres latidos.

Eso bastó para que mi corazón se disparara descontrolado y mis pulmones se cerraran, dejándome sin respiración. Esos ojos llenos de estrellas que tanto me gustaban me devolvían la mirada, desnudándome el alma. Estaba atrapado en medio del valle  oscuro de sus ojos, en su aroma, en su cercanía, en todo él.

Sin duda alguna había caído perdidamente enamorado de Jeon Jungkook, el alfa que la Luna había escogido como mi destino, como mi pareja para toda una vida.

La realización hizo que la esperanza renaciera entre las flores marchitas de mi alma, dando vida a lo que pensaba muerto dentro de mí.

Pero también despertó nuevos miedos, miedos de terminar nuevamente vacío y con un corazón herido.

. * •☀️. * • *✨• . * 🌙• * .

–Iré a buscar una muda de ropa para que puedas cambiarte–informo alejándome de Jimin una vez siento la necesitas imperiosa de volver a besar su boca–. ¿Quieres venir conmigo?

–Umju.

Se levanta de un salto para luego mirarme con esos ojitos tan bonitos esperando a que le diga dónde ir o qué hacer.

Tierno.

Cosita linda.

Oh, quería tanto comérmelo de pies a cabeza. Estrujar sus mejillas y besarle toda esa cara bonita que tiene. Jimin me tenía mal de la cabeza, completamente loco por él.

Retengo un suspiro dentro de mi garganta y le digo que me siga, lo hace a pasos cortos y torpes. Trato que no vea la sonrisa que provocó en mí. Me he dado cuenta de que he sonreído mucho desde que conocí a Park Jimin y eso hace que mi estómago se remueva con aleteos extraños, nunca antes había sentido algo así de intenso...ni siquiera con YooRa.

Cuando llegamos a mi habitación lo veo observar cada detalle con ojos embelesados cuando enciendo las luces, no es que haya mucho que ver; las paredes de azul oscuro sin ninguna decoración, mi cama en el centro y mesitas de noche a cada lado. Una lámpara y una fotografía enmarcada donde estábamos mamá y yo juntos, cuando ella estaba todavía bien y yo sólo era cachorro.

–¿Esa es tu mamá?–pregunta, pasando sus dedos por la fotografía.

–Sí.–respondo dirigiéndome al closet y buscando algo de ropa que le pueda servir. Termino escogiendo una de mis sudaderas favoritas y los pantalones más pequeños que tengo junto a ropa interior que tenía nueva.

–Era muy bonita y tú te veías muy tierno de niño.

Sonrío.

–Ella era una omega muy hermosa–igual que tú, pienso pero no lo digo–. Ten–le entrego las ropas y señalo la otra puerta dentro de mi habitación–, en el baño hay toallas limpias por si quieres darte un baño, también cepillos de dientes nuevos para que uses.

–Está bien–dice, quedito–. Gracias.

–Estaré aquí afuera por si necesitas algo.

Asiente y entra al baño cerrando la puerta sin mirar atrás. Yo suelto una larga respiración y me siento en el borde de la cama pasándome las manos por el pelo.

A mi mente llegan flashes de todo lo ocurrido horas atrás. Yo bailando con Jimin en la discoteca, Jimin besándome, yo besando a Jimin. Los dos besándonos en el callejón y casi llegando a más. Suelto un gruñido reprendiéndome por haberme pasado de la línea con el omega. Jimin se notaba que era inocente en todos los sentidos y ahí estaba yo, queriendo arruinarlo con mis carnales deseos y garras perversas.

El sonido de una nueva notificación de mensaje me saca de mis pensamientos y reviso mi teléfono con el ceño fruncido.

Es Yoongi.

Ya estoy en casa, Tae protestó pero terminó viniendo conmigo. Mandé a algunos oficiales a patrullar la zona donde viven. Este tipo se cree listo, lo que no sabe es que se ha metido con la persona equivocada.

Sí,  en eso tiene razón. Se ha metido con las personas equivocadas porque iba a proteger con garras y colmillos al omega que ahora está conmigo. No iba a dejar que le tocara un solo pelo, antes sería por encima de mi cadaver.

No sé cuánto tiempo pasa hasta que siento la puerta del baño ser abierta, la visión que me deja hace que casi suelte una maldición y me ahogue con mi propia saliva.

Park Jimin está ahí todo sonrojado, con el cabello húmedo a causa de la reciente ducha. Ya no había maquillaje en su rostro y su mirada me rehuía, tímido. Pero no era eso lo que me tenía con el corazón casi saliendo de mi boca, sino la piel lechosa de sus piernas desnudas. El pantalón que le di reposando en sus manos.

–Yo...no pude ponerme el pantalón, es muy grande y se me cae. ¿Tienes otro más pequeño?

Niego lentamente, no puedo quitarle los ojos de encima.

–Es el único que tengo.

–Oh...la sudadera sola puede servir, es bastante grande y...

–Así estás perfecto.

–¿Q-qué?

Me levanto y camino hacia donde está, Jimin sigue con la mirada cada movimiento que hago. Lo acorralo contra la pared por segunda vez en la noche y él se deja levantando la cabeza para verme mejor. Su aroma dominó mis fosas nasales en el momento que lo tengo tan cerca, viajando por todo el torrente sanguíneo de mi cuerpo, despertando mi miembro dormido y al alfa que rugía con ganas de poseer.

Recuerdo que sus labios gruesos sabían a cerezas, tan deliciosos y adictivos. Sus besos eran puro delirio y después de haberlos probado quería volver a hacerlo una y otra vez hasta saciarme, hasta embriagarme por completo de él. Park Jimin se había convertido en una droga, tan exquisita que no sabía si sería capaz de resistirme a tal tentación, si sería capaz de controlar mis retorcidos deseos con alguien tan dulce e inocente como él.

–Prometí que lo tomaría con calma, pero me lo estás haciendo demasiado difícil, Park Jimin–beso sus labios cortamente, lo veo tragar duro, tiembla–. Dime, ¿qué harás al respecto?

☀️
Dije que me iba a desaparecer unos días porque tengo que estudiar, pero aquí estoy y con dos capítulos seguidos para su disfrute :D
Espero les haya gustado, muchas gracias como siempre por estar aquí y leer esta historia que con tanto cariño escribo :,)
Nos leemos pronto, eso espero.
Los quiero <3

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