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🌙Capítulo 14: "Marcando territorio"🌙

"Será mejor que huyas de mí, antes de que tome tu alma."
🌙

Cuidar.

Proteger.

Reclamar.

Esos eran los instintos que me consumían cada vez que Park Jimin estaba cerca. Pero hoy fueron mucho más allá de lo que podría imaginar, más intensos y primitivos. Verlo ser empujado y lastimado hizo que mi lobo despertara y comenzara a reclamar feroz por el omega, por que lo cuidara y lo protegiera.

Una tortuosa necesidad de tomarlo como mío me embargaba. Era malditamente enloquecedor.

Tener a Jimin lastimado frente a mí, con sus ojitos mieles llorosos y mejillas sonrojadas hace estragos a mi corazón. Ver su piel marcada por las leves quemaduras aturdió mi interior y mi alfa gruñó con ganas de ir y acabar con la persona que lo hirió.

Nunca antes me había sentido así, ni siquiera con YooRa. Todo esto que estoy sintiendo es nuevo y diferente. Y me aterra, porque es mucho más intenso, como si caminara por senderos desconocidos con los ojos vendados, cargando la esperanza de llegar al final y encontrar lo que tanto anhelaba.

–Yo...trataré de ser más cuidadoso.–susurra tan bajito que casi no logro escucharlo.

Muerdo el interior de mi mejilla cuando las emociones se descontrolan dentro de mí y me llevan a caer por este omega. Mas las alejo rápidamente y me obligo a no dejarme llevar por ellas.

No podía. No debía. No caería.

O eso quería creer.

Porque en el fondo sabía que era caso perdido engañarme. Era imposible no caer por Park Jimin.

–Tú turno está a punto de terminar–rompo el tenso silencio que nos envolvía. Jimin me mira atentamente–, es mejor que vayas a casa y cuides de esa herida. Regresarás al trabajo cuando te sientas mejor, ¿de acuerdo?

Su frente y labios fruncidos me avisan que no le gustó mucho esa idea.

–No, me quedaré–decidió y cuando estuve a punto de protestar, me detiene–. Estoy bien, Jungkook. No fue tan malo, puedo terminar de trabajar.

–Jimin...

–Fue un pequeño accidente, no volverá a suceder.

Mis mejillas se inflan de aire y me aprieto el puente de la nariz, resignado. No podía decirle que no a Jimin, su tierna mirada y labios gruesos estirados en un mohín me dejaban totalmente fuera de combate. Este era el efecto que tenía en mí en el tan poco tiempo que nos llevábamos conociendo. Él destruía de poquito en poquito mis barreras, derritiendo el corazón de hielo que tengo como órgano vital.

–Está bien, terminarás la hora que te queda–me rindo, sin embargo no iba a dar mi brazo a torcer–. Pero te quedarás en la caja todo el tiempo, no repartirás órdenes, ¿entendido?.

–Pero, Jungkook...

–Pero nada, ya lo decidí. Te quedarás en la caja y fin de la discusión.

Jimin refunfuña y golpea en un pequeño berrinche su pie derecho contra el suelo. Lucho para no reírme ahí mismo frente a él, se ve demasiado tierno que lo único que quiero hacer es apretar sus sonrojadas mejillas y besar su frente para quitar las arrugas de molestia que allí tenía. Así que disimulo mi sonrisa carraspeando la garganta y camino hacia la puerta abriéndola para él. El Omega me da una última mirada berrinchuda y se retira dejando en el aire su aroma a flor de cerezo y noche nevada que me volvía loco y deseoso de más.

Inhalando profundamente su dulce perfume, lo sigo hasta confirmar que me hizo caso y, después de cambiarse la camisa manchada en los casilleros, tomó su puesto tras la barra en la caja registradora.

Me entretuve observándolo por largos segundos, recostado contra la pared de una esquina. Me perdí en sus labios gruesos y rozados formando un ligero puchero, en sus manos pequeñas anotando los pedidos en la registradora, en sus cabellos negros y desordenados, ¿serán tan suaves como se ven? Moría por comprobarlo y sumergir mis dedos en sus hebras oscuras. Su cuello blanquecino me llamaba a enterrar el hocico en ese punto dulce donde nace su aroma. A embriagarme de él.

Jimin es un omega hermoso, no había duda de ello. Su belleza única hipnotizaba. Me enredaba.

De donde estaba podía ver perfectamente toda la entrada de la cafetería y lo largo del mostrador, pero sólo tenía ojos para Jimin y nada más.

Definitivamente estaba perdido.

El tintineo de la campanita que da la bienvenida a los clientes cuando nos visitan es la única que me hace salir de mi ensoñación por el omega. Yoongi aparece en mi campo de visión y se acerca a pasos perezosos y ojos cansados. Taehyung trata de ignorarlo fingiendo preparar un café americano, pero las miradas poco disimuladas que le dirige a mi primo lo delatan. Estos dos y su trágico romance, son un caso perdido. Todavía espero el día en que arreglen sus problemas, dejen el orgullo de lado y vuelvan a ser la pareja amorosa que eran antes. Realmente merecen ser felices.

–Jungkook, hombre–saluda llegando a mi lado y dándome una ligera palmada en el hombro–. A ti quería verte.

–¿Pasó algo, Hyung?

–Tengo noticias sobre ese omega que fue tu empleado.

Me giro estando completamente frente a él y le presto toda mi atención.

–Dispara.

–Ese omega no es más que un dolor en el trasero, no paró de quejarse y gritar molestando a todos el tiempo que estuvo retenido en la comisaría–gruñe y masajea sus sienes como si tratara de alejar esos malos recuerdos, ahora estando más cerca noto las profundas ojeras bajo sus ojos–. Su familia pagó la fianza y ahora está libre. Sabía que no estarías muy contento con eso así que me encargué de poner una orden de alejamiento junto con tu abogado para que no pisara este local nunca más.

Bueno, eso al menos me tranquilizaba bastante. Yoongi tuvo que haber pasado un mal rato arreglando toda esta situación y me sentía demasiado agradecido de tenerlo en mi vida y arreglar parte de mis problemas.

–Gracias, hyung. Te debo una.

–Ni que lo digas–chasquea la lengua y mira al frente, hacia la barra–, pero eso no es todo, ¿sabías que ese tonto omega tenía un enamoramiento por ti?

La lengua se enredó en mi boca y la saliva se atascó en mi garganta haciéndome toser como un desquiciado. Mi primo me da golpecitos en la espalda y sonríe burlón.

–¿Qué fue lo que dijiste?

–Que a Seoyin le gustas–se encoge de hombros, yo simplemente lo miro con mi mandíbula desencajada y mi mejor cara de incredulidad–. Lo gritó una de las noches que se quedó tras las rejas, parecía un desquiciado diciendo que regresaría por ti y te haría suyo. Que había robado el dinero para llamar tu atención y que alejaría a todos los omegas que se te acercaran.

Un escalofrío lleno de terror me recoge de pies a cabeza con tan sólo imaginármelo. No sólo tenía un ladrón trabajando para mí, sino también un loco psicopata. Genial, de puta madre.

–Que locura, ahora de verdad que te debo una bien grande por ponerle una orden de alejamiento a la cafetería. No quiero a un desquiciado alrededor tocándome los cojones. He tenido suficiente con todo lo qué pasó.

–Eso mismo pensé.

Ambos nos quedamos uno al lado del otro mirando al frente, la campana vuelve a sonar esta vez dejando ver a ese alfa cuarentón con su inconfundible boina sucia, el mismo que incomodaba a Taehyung. Mis ojos se entrecierran y mi lobo empieza a gruñir en alerta defensiva dentro de mi pecho.

Hablando de tocarme los cojones.

Sigo cada paso que da con la mirada amenazante y Yoongi se tensa a mi lado al sentir mi cambio de humor repentino. Suelto feromonas amargas y territoriales sin poder evitarlo. Los colmillos poco a poco se agrandan dentro de mis fauces.

–Jungkook, ¿qué sucede?

No respondo, mantengo todo el tiempo la vista sobre ese alfa que ahora camina hacia Taehyung con aires de conquista y sonrisa zancarrona. Es el turno de Yoongi de gruñir a mi lado y noto que lo está mirando al igual que yo, no le gustó que alguien más se acercara a su omega. Sin embargo cuando ese alfa está a punto de llegar a su destino e incomodar a mi amigo con su presencia,  gira su cabeza deteniéndose en Jimin quién está en la caja ajeno a todo lo que pasa a su alrededor. Los labios de ese tipo se elevan en una sonrisa extraña y cambia su rumbo hacia donde se encuentra el pelinegro.

La sangre hierve dentro de mis venas cuando llega hasta Jimin y comienza el mismo juego que siempre hace con Tae. No lo soporto más y camino a largas zancadas hasta pararme detrás de Jimin, tomándolo por la cintura. Yoongi hace lo mismo y llega al lado de Tae, quien lo mira entre asombrado y confundido.

–¿Jungkook?–los ojitos de Jimin me miran confusos y jadea cuando mi agarre en su cintura se intensifica. Estoy marcándolo con mi olor, marcándolo como mío.

–Ve con Tae un momento.–susurro en su oído, mi voz sale ronca y autoritaria. Jimin tiembla en mis brazos.

El alfa extraño ahora nos observaba a ambos con una ceja enarcada y ojos entre curiosos y molestos.

Ni Tae ni este Omega están disponibles para ti, alfa decrépito. Estás muy viejo para ellos.

–Pero me dijste que me quedara en la caja y tenemos un cliente y...

–Sé lo que dije–interrumpo la vocecita del omega que me mira fijamente sobre su hombro–. Pero ahora te necesito con Tae, ve con él...por favor.

Jimin duda unos instante viendo entre mí y el cliente, hace una ligera reverencia alejándose y con pasos torpes se dirige donde están Tae y Yoongi. Le hago una seña a mi primo para que me esperen en la oficina y él enseguida entiende en un asentamiento. Una vez no están cerca de mí y de ese alfa acosador de omegas, me giro y lo encaro con la mejor cara de desagrado que puedo ofrecerle.

–¿En qué puedo ayudarte?–espeto, tosco. Mis brazos cruzados contra el pecho y mi cabeza alzada. Retándolo, demostrando quién manda en este lugar.

Sus cejas se elevan con burla y yo hago todo mi esfuerzo para no sacarlo a patadas de mi cafetería. No me gustaba para nada, me daba muy mala espina.

–¿El omega bonito no podía atenderme?

Uno...dos...tres...cuatro....

Respira, Jungkook. No te dejes provocar.

–No, está ocupado en otra cosa. Siéntete afortunado de ser atendido por el mismísimo dueño–me señalo a mí mismo con una sonrisa arrogante–. Ahora, ¿vas a ordenar o no?

–Que mal servicio de tu parte para ser el jefe, ¿no te parece?. Por eso prefiero a los omegas–dice con fingida decepción–. Hablando de eso, ¿sabías que tienes a omegas muy bonitos trabajando para ti?–su comentario fuera de lugar me hace gruñir y mostrar los colmillos.

–Son mis trabajadores y exijo que los respeten como tal.

–¿Son sólo tus trabajadores?–osa preguntar y un tic furioso aparece en mi ojo derecho–. Hace un rato te vi muy apegado a ese joven, ¿acaso es tu omega?

Mi alfa ruge en mi pecho y mis ojos tilitan en rojo vivo.

–Si lo es, no es de tu incumbencia.

–Así que no lo es–suelta una risa burlona y llena de vibra oscura–. No vi una marca en su cuello, aún está disponible. Tiene un cuerpo muy proporcionado y unos labios exquisitos, es perfecto.

Mis manos se hacen fuertes puños y mi pecho se agita cuando mi lobo aúlla furioso. Que hable de Jimin de esa manera tan enferma delante de mí hace que quiera sacar mis garras y enterrarlas en su asquerosa cara arrugada y borrar esa morbosa sonrisa a base de sangre y dolor.

Los instintos que siempre se encienden en mi interior cuando se trata de ese pelinegro de ojos brillantes, vuelven a nublarme la vista.

Quería proteger a Jimin de todo y de todos. Cuidarlo hasta de mí mismo. No quería que nada malo le pasara jamás.

–Que no esté marcado no significa que esté disponible, señor–mascullo con dientes apretados, tratando de controlarme para no cometer una locura–¿Vas a ordenar un maldito café o no?

Estoy perdiendo la poca paciencia que me queda, él simplemente levanta sus manos y sonríe de lado.

–Ya entendí, hombre. Dame un café americano con hielo.

De mala gana anoto el pedido en la caja registradora y mando la orden a las lista de los baristas para que Hoseok la prepare ya que Tae ahora mismo no podrá.

–Serán cuatro mil wons–saca su billetera del bolsillo de su desgastado abrigo y me ofrece el dinero exacto que tomo de un tirón–. Su café estará listo en menos de un minuto, espéralo en la zona de entrega.

Y con eso hago por finalizado mi trabajo retirándome de allí e ignorando su mueca indignada olímpicamente, pero me detengo y decido darle una última advertencia antes de unirme con los demás en la oficina. El hombre se mira bastante furioso.

–¡Ah! Y no te quiero ver más molestando a mis trabajadores, ve con tus pensamientos cochinos a otro sitio. Estás advertido.

Sin más que decir me alejo de allí y me encamino a mi oficina, donde al abrir la puerta me encuentro con un Jimin asustadizo sentado en la silla frente a mi escritorio y a Tae y Yoongi viéndose fijamente el uno al otro, parados en una esquina. Carraspeo la garganta llamando la atención de los presentes y tratando de cortar la tensión qué hay en el ambiente.

–Tae–lo llamo y él me mira ladeando su cabeza, expectante–¿Cuántas veces ese tipo ha venido aquí desde aquella vez sin yo haber estado presente?

El castaño tartamudea y Yoongi frunce el ceño. Jimin sigue sentado con la mirada baja y jugando los dedos en su regazo, todavía podía sentir la marca de mi aroma en él y no sé qué estará pasando por su mente en este momento. Suspiro pasándome las manos por la cara y en lo que espero la respuesta de Taehyung, camino hacia el escritorio y reviso en mi computadora las imágenes de las cámaras de seguridad en tiempo real.

Ahí estaba ese tipo con su café en mano, deambulando por las afueras del local como si estuviera esperando algo, o más bien, alguien.

–V-varias veces–termina respondiendo–. Pero siempre le rehuía y Hobi era quien lo atendía. Te dije que ese hombre no me gustaba para nada, Kook.

–Maldito hijo de puta–mis manos se vuelven puños sobre la mesa, esta situación me estaba incomodando demasiado–. Yoongi, ven a ver esto.

Con la mirada en llamas y hombros tensos, Yoongi mira lo que le nuestro en la pantalla y gruñe por lo bajo.

–¿Desde cuándo pasa esto?

–Desde hace una semana–Tae responde tragando duro–. Me toquetea mucho la manos cuando le entrego los cafés y en varias ocasiones se me ha insinuado, casi toca mi trasero la última vez.

En ese momento Jimin levanta su cabeza y mira a su amigo con los ojos bien abiertos, se levanta caminado hacia él.

–¿Ese tipo te acosaba y no me dijste nada, Taehyung?–la voz de Yoongi se escucha clara y fuerte, bastante abatida–¿Sabes acaso lo que esto significa?

–Y-yo no...–suelta un suspiro entrecortado–. Kook lo notó hace unos días, pero no podíamos hacer nada. No tenemos suficientes pruebas y lo sabes.

–Ese maldito enfermo ahora mismo está allá fuera–digo, haciendo que tres pares de ojos caigan en mí. Mi mirada puesta solamente en mi primo–. Necesito que lo investigues, Yoongi. Que busques quién es ese tipo y a qué nos estamos enfrentando. No sólo tiene los ojos puestos en Tae, también los tiene en Jimin.

Jimin jadea, en sus ojos saltones puedo ver el pánico y el miedo. Tae se aproxima a él y lo abraza calmando su temblor. Odiaba verlo así, maldita sea que lo hacía.

–Investigaré, haré todo lo que pueda en la comisaría y buscaré sus antecedentes si tiene alguno–decidió Yoongi sin dejar de observar a Taehyung, el omega que todavía amaba–. Prometo tratar de buscar una solución a este problema, pero mientras lo hago hay que tomar otras medidas.

Asiento en acuerdo. Ya tenía algo en mente.

–Estaré más al pendiente cada vez que ese alfa esté por aquí. En cuánto a la seguridad de Tae y Jimin, necesito que lleves a Tae a su casa cada vez que termine de trabajar. ¿Puedes hacerlo?–Min acepta sin dudar y se lo agradezco internamente, Taehyung ni siquiera se queja–. Bien entonces, yo me encargo de Jimin.

–Perfecto, te mantendré informado de cualquier cosa que encuentre, debo irme ahora–justo cuando iba a salir por la puerta de mi oficina, le da una última mirada a Taehyung–. Pasaré a recogerte cuando acabe tu turno, por favor espérame.

Y sin decir más se retira dejándonos solos. Poso mi mirada en el omega castaño y noto que sus ojos tristones se pierden en el lugar donde se fue su ex pareja. Me acerco a él y le doy un pequeño apretón en el hombro.

–Regresa con Hoseok, debe de estar pasando trabajo solo con los clientes–Tae me mira con muchas incógnitas reflejadas en sus ojos asustadizos–. Todo estará bien, confía en nosotros.

Suspira y me dedica un débil asentamiento antes de darle una última mirada a Jimin, ambos se sonríen cortamente y se retira dejándome solo con el pequeño pelinegro.

–No estoy entendiendo nada, Jungkook.–habla por primera vez después de un minuto–¿Quién en ese tipo? ¿Y por qué nos esta acosando? ¿Por qué me marcaste con tu aroma? ¿Por qué...

–Shh shh, tranquilo–llegué lo más rápido hasta él acunando sus mejillas con mis manos, acariciando su sonrojada piel. Su respiración se siente irregular y todo su cuerpo tiembla. Está hiperventilando, verlo así parte mi corazón en dos–. Lamento mucho haberte marcado sin tú consentimiento, no lo volveré a hacer. Lo prometo...¿Te asustaste mucho, verdad?

–Un poco–sorbió la nariz y posó sus ojos asustadizos en los míos llenos de impotencia–. Explícame bien, por favor.

Asentí llevándolo hasta la silla donde antes estaba y lo hago sentarse nuevamente. Me arrodillo delante de él y me preparo para explicarle bien a este bonito omega lo que está pasando.

–Has tenido un día bastante agitado, primero el accidente y ahora esto–trato de sonreír y transmitirle con mis feromonas toda la calma y cuidado que puedo darle, poco a poco se va relajando–. Pero necesito que confíes en mí una vez más y me permitas protegerte.

Jimin duda unos instantes con sus ojos cristalinos puestos en los míos en todo momento, pero termina asintiendo.

Es entonces cuando muchas emociones me abruman. Y mi órgano vital se encoge dentro de mis costillas.

Cuidar.

Proteger.

Reclamar.

Sí. Eso es.

A partir de ahora seguiré esos instintos con tal de mantener a salvo a Jimin. Haré todo lo que está a mi alcance para que nada le pase.

Porque muy a mi pesar, él se estaba volviendo una parte fundamental en mi vida.

Se estaba convirtiendo poco a poco en esa luz que alumbraba mi miserable existencia. Llenando de colores mis días más oscuros. Poniendo su bandera en mi luna solitaria.

Ya no había marcha atrás. Estaba cayendo y no quería negarlo más.

🌙
Holis!!!
Lamento mucho la tardanza en actualizar este capítulo, pero la  inspiración me abandonó dejándome sin musa para seguir escribiendo :,(
En fin, espero le haya gustado y no demoraré mucho en volver a actualizar, lo prometo.
Gracias por leer :)
Los quiero <3

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