♡⸙‧˚Parte Iˎˊ˗
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Sus labios se sentían al igual que un dulce chupetín de pera con fresa deslizándose en mi boca, muy explosivo y seductor. Ambos éramos igual de demandantes y pasionales en este instante, quizás por el tiempo tan reducido que teníamos para disfrutar en estos tediosos últimos días del contacto del otro, ese que rompía la ridícula imagen de amigos que debíamos proyectar. Aún si ya ni es necesario, pues la noticia de nosotros enrollándonos a las afueras de la fiesta de Jackson corría por media escuela.
De todas formas, no sólo Jungkook detestaba que la atención se halle concentrada completamente sobre su cabeza.
Más nuestras acciones podrían dar la impresión de ser contradictorias, pues besarnos con tal esmero dentro del salón de gimnasia que nos tocaba tan pronto como concluyera el receso, gritaba riesgo. Por supuesto, no me podía importar menos; yo sólo ansiaba que su boca nunca se llegue a separar de la mía, así que, persiguiendo aquel sabor único y especial que me transmitía en medio del beso, lo apreté entre mis brazos, pecho contra pecho.
Mientras él se deshacía bajo mi mano que tocaba la esbelta espalda que poseía, yo lo hacía por su aliento.
Nunca podría comparar lo caliente que se veía con algo existente, no cuando la temperatura encendía en vivo rubor los bordes de sus orejas junto el cuerpo del dragón chino tatuado a lo largo de su cuello; brillaba de manera tan sensual que lucía pecaminoso con el sudor delineando los detalles de la tinta.
Pero bueno, nombremos su tatuaje; del mismo diseño que mantengo cubierto ahora mismo al costado del abdomen. De pareja, claramente. Jungkook había explotado un extraño gusto por ellos en los últimos meses, empezando por realizarse unos momentáneos hasta que, hace aproximadamente un mes fue que me convenció de tatuarnos uno permanente y demasiado simbólico.
Obvio, si ya aceptamos a lanzarnos con la idea no íbamos a conformarnos con la simpleza de una pequeña estrella; entonces ambos concordamos que debía de ser un magistral dragón. El mismo que inició toda esta cosa complicada entre nosotros; en realidad, fue nuestro molesto profesor quién nos unió en el mismo equipo de investigación, pero consideramos horrendo el pensamiento de pintarnos eternamente su vieja y amargada cara. No, por favor, olvidemos eso.
Regresando, sobra decir que nosotros conservamos oculta más historia que casi hacer nuestro alcoholizado debut con el dogging en medio de aquella desgraciada fiesta.
Y ahora igual de desgraciada que el chirriante pitido que empezó a sonar; logrando sorprender a Jungkook y que diera término a nuestro peligroso enredo en un doloroso salto. Que detestable dolor significa separarme de sus labios.
Maldita sea la escuela con sus cortos tiempos de descanso.
—Casi olvido completamente que seguimos en el instituto —mencionó asombrado, con un corto jadeo impresionado acompañándolo—. Me vuelvo muy débil cuando me tocas —ensimismado presionó la hinchases de sus belfos contra el lunar de mi mejilla; realmente le gustaba plantar picos cada que lo veía, una manía tan cursi como encantadora de su parte—, tú en cambio, no pareces afectado en absoluto, uhm, bastante injusto, ¿no crees? Acaso... ¿ya me volví poco encantador?
La astucia se marcó en mi ceja arqueada, e intentando coquetear hice que su cadera se despegara de los bordes del escalón metálico superior al nuestro.
Ah, estoy loco, loquito por él.
—No estoy de acuerdo con tu acusación —me miraba intensamente con aquellas deliciosas canicas marrones resguardadas tras sus lentes, esperando impaciente mi reacción. Comencé toqueteando las hebras negras que resaltaban con merecida gracia en su frente, pues el rojo pintaba las puntas de todas ellas—. Quizás debes subirte la medida, solo un ciego sería capaz de decir en su ignorancia, lo poco embelesado que estoy por ti.
—Ah, ¿es así? —añadió sin rastros de convencimiento.
Él quería jugar a empujarme a los extremos el día de hoy.
—De verdad vas a hacer que lo diga —no fue una pregunta, pero ya me hallaba metido en la atmósfera—. Bien, cada que observaba a alguien con el cabello rojizo, me reía a carcajada por la ridiculez que hacen con sus cabezas, pero solo tú luces jodidamente hermoso y atrevido tan solo teniendo las puntas escarlatas. Aún sin cabello, hay mucho que envidiar en tus ojos saltones, tierna nariz, pasionales labios, pronunciadas cejas; quiero ser algo romántico y no irme a lugares fuera de tu cara, pero tu sabes, nunca terminaríamos. Uhm... ¿nos estamos seduciendo, ya? —La risa de Jungkook aleteaba todo de mi, y ya nos hallábamos con las caras casi pegadas otra vez; esperando la luz verde para cruzar la vereda y encontrarnos—. Si colocamos una enorme bolsa de papel sobre ti, aún tengo mucho que resaltar en tus encantadores rasgos intangibles, bebé.
Se movió felizmente avergonzado entre mis brazos, colocando una mano sobre cualquier lugar al azar en mi cara mientras se reía sin muchas opciones. — ¡Oh, basta! Estás jugando demasiado sucio, Taehyung. No puedo con tanto.
—Entonces haz que no pueda hablar más y tenemos el asunto solucionado —rápido como deseaba, no era más la calidez de su zurda lo que sentía y juro que casi hasta toqué la suave carne de su comisura. Casi.
Si, casi.
¿Ya dije casi? Pues vuelvan a leerlo nuevamente, porque ahí se quedó.
Deberíamos estar besuqueándonos de nuevo, disfrutando del amor que nos tenemos y cualquier bobería melosa que se nos pueda ocurrir; pero una muy molesta exclamación resonó al otro lado de mi espalda, tan exagerada que no sólo mató nuestra burbuja acaramelada, sino que la reacción natural del susto hizo que nos separemos como si quemáramos. Como si fuera malditamente incorrecto e insano el estar juntos.
Ah, detestaba tanto lo que se avecinaba.
—¡Jungkook! Estamos en el instituto, hombre. No puedes montar estas escenas aquí —el tipo que se hace llamar su mejor amigo inició a chillar. Terrible; su presencia es muy parecida a una molesta mosca zumbándome en el oído en plena siesta; si Jungkook no lo apreciara tanto yo no tendría problemas en aplastarlo al igual que uno.
Suspirando acomodó sus lentes sobre el puente de la nariz, apretó carente de fuerza el costado de mi brazo en silenciosa disculpa antes de levantarse e ir bajando los escalones, dejándome atrás.
Oh no, no, no, no se hagan una imagen lamentable de mi, por favor, eran situaciones que nos superaban y preferíamos mantener lo de nosotros para nosotros.
Correcto o no, era lo que había.
—No necesitas gritar mi nombre, Dowoon. Yo no te dije nada la vez que te encontré casi teniendo sexo detrás del club de natación. A comparación, nosotros solo conversábamos. —Unos pocos de mis compañeros de clase empezaron a llegar e interesarse en la presencia de Jungkook. Su nuevo corte liso y mechas rojizas llamando seguramente la atención.
—Es diferente —se defendió el payaso tras pasarme una mirada de todo menos agradable. De envidia, diría yo.
No de mi atractivo, aunque sería otro incentivo la verdad, sino que yo tengo lo que él quiere y no va a tener jamás. No es que yo sea un engreído, sino que ese tipo le faltaba un cinturón que sujete sus pantalones o de plano, huevos.
Si, el odio era mutuo.
—Tu follabas con una chica y yo me besaba con un chico, ¿cuál es la diferencia? —La respuesta al parecer apareció en la mente de Jungkook; la conclusión siendo tan desagradable que le hizo fruncir la nariz—. Ew, no hagas de homofóbico solo para tratar de molestar a Taehyung, me ofendes por el camino también ¿sabes?
O sí, ese es mi chico.
—¡Te lo dije! Ese tipo lo único que hará es meterte en problemas; tu no eras así. Siempre te ha preocupado mantenerte alejado de los escándalos y malos rumores, pero desde que te amistaste con... —balbuceó en busca de la palabra menos grosera en su diccionario, al parecer alguien resultó advertido después de tantos enfrentamientos. Y bueno, estoy seguro del surtido mundial de insultos que estaba eliminando en su cabeza—; ese —remarcó—, has estado en la boca de todos, ¿en qué estás pensando?
El perro seguía ladrando, y pronto dos chicos junto con dos mujeres se unieron con el pesado de abajo, completando el círculo de amistades de mi novio. No había mucho que decir al respecto, a unos les caía mal y a otros ni les importaba. Pero todos al parecer coincidían que yo era el responsable de aquella actitud más prepotente y relajada que Jungkook mostraba últimamente.
Jungkook nunca antes les había llevado la contraria, al igual que ninguna vez impuso solo sus deseos en cosas importantes; él ciertamente es pacifista. No llegó al grado de ser sumiso en sus actitudes, ni al extremo de denigrarse a sí mismo. Tan solo, era el típico prototipo de chico ideal; amable, dulce, atento, inteligente, de buena fisionomía, apuesto y todos los adjetivos que terminen formando a una persona perfectamente surrealista. Claro, omitiendo todo lo que sería desagradable y humano en una persona.
Por lo que, no fue inesperado que Dowoon se muestre asombrado ante su respuesta indiferente—. Estoy pensando que no es culpa nuestra que la gente guste de meterse en los asuntos de los demás. Si quieren hablar, déjalos hablar.
Dowoon estaba dispuesto a seguir rebatiendo sus palabras; sin darse ni la más minúscula cuenta por centrarse en joderme, que la espalda de Jungkook decayó ligeramente. A él, le disgustaba enormemente discutir con sus amigos, y más si era esta cosa tonta de hallarse al medio de su novio y su mejor amigo.
Últimamente tratábamos de ignorar la existencia del otro para no enfrascarnos en una pelea, semejante al de un perro con un gato cada que se cruzan. Sin embargo, el rumor debió calentar extremadamente su cerebro que ahora ni pensaba lo que decía. Ay, pobre de mi querido idiota Dowoon, no era consciente que caminaba sobre la arena del camino equivocado. Ya empezaba a entender cómo es que conseguía polvos, pero no relaciones formalizadas. Y es que, sólo mantenía su atractivo mientras tuviera la boca cerrada.
—Kook, el profesor de química quería que fueras al laboratorio, parece que va a ver una reunión sobre el proyecto que nos contaste la anterior vez —se apresuró a pasar el comunicado una de las chicas, en efecto, todos alcanzamos a reconocer la pesadez que empezaba a correr en el ambiente.
—Bien —fue breve y conciso, carente de ánimos.
Consiguientemente, me echó un corto vistazo rápido antes de asentir e ir donde el maestro de gimnasia, finalmente saliendo del lugar sin mediar otro vocablo. Enseguida me percaté que ahora yo era el nuevo sujeto de atención, sus odiosas miradas siendo casi físicas y sin disimulos.
Traté de quedarme callado.
Aunque permanecer callado signifique guardar todas mis venenosas objeciones, que claramente darían como inicio de partida a una intensa pelea campal, y bueno, estar en silencio es una tarea bastante complicada, más no quería ser yo quien inicie el conflicto. Así por lo menos tendría una excusa para disuadir la molestia de mí no tan secreto novio.
—No vas a parar hasta convertir a Jungkook en alguien como tú, ¿verdad?
Los dos chicos con nombres que no recuerdo intentaron calmar el avance de su valentonada actitud en susurros al oído. Igualmente, no sirvió de mucho, ya que sus pisadas despedían una horrible sensación de ácida molestia, las arrugas de su cara tan pronunciadas como un shar pei latoso, omitiendo lo adorable. El gallito sólo ansiaba marcan el ruedo de una vez—. ¿Y cómo se supone que soy? —Bajé los largos y gruesos escalones, despidiéndome de la distancia que evitaba que nos desmembremos ahí mismo—, ¿uhm? Dímelo en la cara, ¿o se te quitó el valor? Si hallas algo de valor en difundir exagerados rumores a mis espaldas; lejos de la presencia de Jungkook. Porque eres un completo cobarde para enfrentarlo.
¿Nunca han visto un toro? Yo por fotos y dibujos animados, y en este momento juraba escucharlo rugir, prácticamente me veía como una tela roja. No obstante, hay que entregarle unos buenos puntos por tratar de pensar que conserva orgullo tras colocarme la cara directamente. Sin intimidarse ante mi exposición de saberes. Nada mal, Do, casi me enamoras al ponerme tu sonrisa Colgate tan cerca—. ¿Qué he dicho que no sea cierto? ¿Qué pagas para cruzar los cursos? ¡Pero si es obvio! Tienes el dinero, pero no el cerebro. ¿Qué te acuestas con chicas de años superiores en la azotea de la escuela? Lo hacías antes, ¿por qué no ahora? Las cosas como delincuente, distribuidor de drogas y buscapleitos, son atribuciones que se le dan a tus acciones. Oh, y dije que eres un bastardo, pero te aseguro, no soy el primero ni el último que te lo dirá. Pues eres un bastardo que encontró diversión en arrastrar a un inocente a tus obscenidades.
—¿Jungkook es el inocente? —Casi me reí—, se ve que no lo conoces realmente, o la imagen que te pintas de él, flotando sobre dulces nubes rosas mientras saluda al sol que tiene ojos y boca, te afectó demasiado.
Convenientemente, el profesor de gimnasia se atoró en el baño o algo que se le parezca, porque después que apareció cortos minutos, desapareció para no más volver. Él se daba un tour por la institución mientras sus alumnos estaban a punto de matarse.
—Repítelo de nuevo, bastardo —bramó, empujándome con la palma abierta. Ello no me calentó, él andaba buscando obtener el primer golpe real de mí, porque entonces el jodido sería otro. Más ello no significa que el ego no me esté haciendo compañía, picándome.
Rodé los ojos al escuchar los estúpidos chiflidos y silbidos de los espectadores. ¿Está bueno el espectáculo?— ¿Repetirlo? ¿Cuál? ¿La parte que eres un idiota o que te gusta mi novio?
La misma chica que paró la discusión anterior, intentó salvar nuevamente su dignidad jalándolo hacia atrás. Pero señores, nuestro querido Dowoon es terco y se quedó plantado sobre sus pies. Atinando a decir con una voz más plana—: No me gusta Jungkook, al igual que él no es tu novio. No son nada, porque Jungkook no es gay.
Entonces... ¿alguien que no es mi novio, me decía que mi novio no es mi novio?
Estallé en carcajadas, las risas brotaban de mi incontrolables, pues el chico estaba completamente loco. ¿Desde cuándo los amigos se tomaban todas estas atribuciones? Aún los rastros de diversión no me abandonaban al instante que me acerqué y le susurré—: ¿eso te repetías a cada rato para no admitir ni para ti mismo, que te gustaba Jungkook? Y me maldices, porque estás celoso de mí, celoso que yo, el don nadie que te disgusta, hiciera lo que tú no te atreviste por años; declararse. Y claro, que sea correspondido. Estás tan amargado en tu egoísmo que no te interesa si lo sigues dañas con tus tontas palabras —bufé hastiado, aunque aún contento—. Ni yo que soy su verdadero novio lo jodo tanto con los celos; soluciona tus líos mentales antes de seguir hablándole, ¿quieres?
A este punto, deberían lanzarme un trofeo. Había aguantado por más de medio año sus continúas indirectas, y siendo sinceros no me interesaba la imagen que los demás portaban sobre mí. No como ni vivo de caerle bien a la gente.
La regla es simple; no me molestas, no te molesto. A pesar de ello, mayormente prefería ahorrarme esas energías; desde que estoy con el hermoso hombre de ojos tan profundos como el mar y el cielo nocturno juntos, nada parecía alterarme más que él. Pero, ¿qué pasa?, ¿cuántas veces más tenía que subirle el ánimo tras una discusión con ese idiota? Jungkook lo quería demasiado como para que le dijera que se alejara de él. Tampoco me pintaré de angelito con aureola; el consejo iría con truco, porque yo detestaba tanto a su supuesto amigo.
El control me hizo divino, y me negaba a ensuciar nuestra relación con las tonterías de este tipo.
Un tipo que... ¡Uff! Mantenía una piedra como mano; el muy maldito se había atrevido a golpearme de verdad. Justo debajo de las costillas, directo a mi estómago ilusamente relajado; sacándome el aire con ese duro puñetazo. Sin querer mi mano se apoyó en su hombro izquierdo para sostenerme, cuando me di cuenta de ello, lo empujé con rabia. Intenté mantenerme recto, pese que el golpe retumbaba en mi piel vestida y tambaleaba.
Me había olvidado que Dowoon pertenecía al club de boxeo junto a Jungkook, y que los cuchicheos de mis múltiples y ejemplares cinturones negro en distintas artes marciales, eran sólo eso, cuchicheos falsos e infundados. Yo no sabía pelear más que improvisado. Ah, que maldito desgraciado.
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Odiaba la fortuna de Dowoon y mi tan mala suerte de este día.
Logré devolverle el golpe, una extraña satisfacción me recorrió al ver que uno de los mejores del club de boxeo se desvanecía por un solo golpe en la mejilla. Sin embargo, justo cuando analicé lo fingido que se notaba esa caída y concluí que se estaba mofando de mí; el profesor de gimnasia se hallaba sujetándome al igual que un peligroso perro rabioso. Separándome del según él, "pobre señor Yoon", quién ha sufrido de maltratado injustificado de mi parte.
Porque ese inútil profesor sólo observó el momento en que su queridísimo Yoon fingió desplomarse en el suelo tras mi golpe, y la fama de problemático que me perseguía hizo que supusiera el cómo sucedieron las cosas sin la necesidad de preguntar en lo más mínimo. ¿Resultado? Me sacó de la clase y me escribió una papeleta para que pase a las cuatro por el aula de reflexión.
¿Dowoon? Él no recibió ni una advertencia, pues al ser un boxeador del club no podía ir usando el boxeo en peleas si no quería ser expulsado como representante. Y en los dos años que va, su limpio comportamiento hace que no se crea posible que él ande de buscapleitos.
Conclusión, fui responsabilizado de todo lo ocurrido.
Suspiré. Tampoco rebatí la decisión en algún momento, pues aparte de que sabía que no sería tomado muy en cuenta como solía suceder; no quería que la situación se agravara. Más que sancionaran al estúpido de Dowoon quitándole del boxeo. Y no es que él me importe, en absoluto; sino que no quería imaginar lo incómodo que sería para Jungkook estar entre sus amigos y el club.
Me había montado tremenda película mental de Jungkook siendo aislado como el patito feo, porque le daba la espalda a su amigo del alma, por un tipo "x" que lo quería manipular y poner en contra de todos. Sí, seguro exagerado, pero no tan lejano de la realidad.
—Taehyung —reconocí la voz antes de dirigir mi cabeza a su dirección.
Choqué mecánicamente los puños con mi buen amigo Namjoon—. Hey, regresaste de tu viaje. No supe nada de ti después de salir de tu casa el viernes.
—Yo en cambio, sí que supe mucho de ti desde el domingo. Mi teléfono no dejaba de sonar con los chismes de la madrugada; al parecer fue una buena fiesta —comentó con sorna tras palmear mi hombro amistosamente—. ¿Quién es el chico? ¿El mismo con el que te llevas acostando buena temporada? En los vídeos no se notan tanto su rostro, pero dicen que es un tal Jeon no sé qué.
Mi ceja se frunció inmediatamente después de escuchar su segunda pregunta tan impertinente, y sin controlarlo del todo, impacté el reverso de mi mano contra el pecho del moreno hombre, nada fuerte, pero sí lo necesario para marcar mi molestia ante su mal uso de palabras—. Su nombre es Jungkook, y no te refieras a él como si fuera un cualquiera. De hecho, sabes que es mi novio, ¿qué mierda, Namjoon?
Al igual que un mocoso rabiando, el sin vergüenza en frente mío, casi se partía de la risa mientras descaradamente osaba en sujetarse de mis hombros. Quería pegarle—. Ya, ya, sólo fue una broma, no me muerdas, ¿está bien? No sabía que tu tal chico te había convertido en un tipo tan sensible. —Y cuando me hallaba convencido de ir a sacarle las pelotas, su ovalado rostro de greñas moradas se contrajo en una mueca rociada de seriedad—. Pero, Taehyung, ¿estás seguro que él va en serio contigo, también?
Hoy era el día en que todos opinan libremente sobre mi relación con Jungkook. Al parecer rodaban en sus cabezas que bajo un cimiento de sal ambos éramos manipulados el uno por el otro. Rodé los iris en el espacio blanquecino de mis ojos—. ¿Por qué piensas eso?
—Retaron a Jungkook, algo como que te dejara aquí plantado, quieren que confirme que no son realmente nada.
—¿A qué hora escuchaste eso? ¿Quiénes lo retaron?
—Está corriendo por todo el instituto hace unas pocas horas. Al parecer se armó algún conflicto entre su círculo de amigos y uno de ellos lanzó la idea de la nada. ¿No lo escuchaste?
Ausente negué en silencio moviendo mi cabeza a los lados; indagando con la vista la cantidad de personas que hace par de segundos ignoraba completamente, y en efectivo, había una buena cantidad de gente reunida. A estas horas mayormente era despejado, la mayoría apresurada por llegar a sus casas, trabajos o qué sé yo. No se supone que estén perdiendo el tiempo por tontos rumores infundados. ¿Qué le echó Jackson a las bebidas? ¿Alguna sustancia para volverlos descerebrados?
—¿En unos minutos no tienes tu siguiente clase? Ve, Namjoon. Gracias, por avisarme.
Volví a chocar puños con él—. Si te deja clavado al igual que un espantapájaros aquí, puedes ir a mi casa a llorar, pero traes las cervezas.
Gané una sonrisa cuando Namjoon se quejó de mi palma palpitando en su espalda tras impulsarlo para que él y su lengua suelta se larguen de una buena vez. Y mientras sobaba la zona de recuerdo, se marchó dejándome con los espectadores hambrientos de la funciones que creían iba a protagonizar. Que gran decepción se llevarían cuando se enteren que asistieron al circo equivocado.
Aunque, no voy a negar que cierta curiosidad nació de mi por el desenvolvimiento de aquel absurdo desafío, digno de niños de preescolar. No me gustaba mucho esperar, pero no quedaba de otra cuando decidieron cancelar mi siguiente clase; además es usual que nos encontremos aquí, casi cerca de la puerta principal para irnos a vaguear alrededor de las calles. Faltaba poco más de un cuarto de hora para que Jungkook viniera y me daba la impresión que alborotará completamente el gallinero.
Bueno, a esperar.
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