CAPÍTULO TREINTA Y SEIS - SAMANTA
Lunes, 25 de diciembre del 2023
Como era costumbre en Navidad, mi hermano y yo servimos la comida. Cuando llegué a la mesa me di cuenta de que había un sitio libre al lado de Matt y otro al lado de mi madre, por lo que me dirigí hacia el que se encontraba al lado de mamá.
Imagino que fue intencionado, porque en ese momento, Marco empezó a hablar con mi madre sentándose a su lado y quedando dos sitios libres al lado de Matt. Mi hermano se sentó a su lado feliz, al fin y al cabo, se llevaban muy bien, y yo tuve que poner cara de horror porque Júnior salió al rescate enseguida.
—Ellie, ¿te importaría sentarte al lado de mi padre? Esta mañana me estaba comentando lo interesante que le resultó lo que hablasteis anoche —dijo Júnior mientras se levantaba de su asiento y se sentaba al lado de mi no-amigo.
Por fortuna Sénior no dijo nada al respecto, imagino que entendería que su hijo lo hizo porque de alguna forma me resultaba incómodo el asiento que quedaba libre.
***
Ya nos habíamos comido los entrantes y servido el segundo plato. Por ahora todo iba sobre ruedas, el padre de Eric era todo un caballero y Eric parecía pasárselo muy bien entre Matt y Marco. Matt parecía un poco distraído, pero sobre todo hablaba con mi hermano. Hasta que mi madre y su curiosidad entraron en acción.
—¿Cenaste anoche con Marco, Matt? —le preguntó mi madre.
—No, mamá, cada uno cenó por su cuenta. Hicimos lo mismo el año pasado —contestó Marco, aunque la pregunta iba dirigida a Matt.
—¿Y cómo lo pasaste anoche, Matt? —le preguntó mi padre.
—Bien, cenamos Samanta y yo, nos dimos los regalos de Papa Noel y no me acosté muy tarde. He tenido unas semanas agotadoras, así que caí en la cama como un bebé —dijo Matt que tenía una pequeña sonrisa en la cara, pero esta era triste.
Si no pareciese tan afligido me hubiese enfadado por lo de Samanta, pero viéndolo así, tan desolado, preferiría que tuviese veinte amigas con derecho a roce a que estuviese solo.
—¿Samanta? —le preguntó Eric mientras me hacía una mueca sin que nadie se diese cuenta y yo estuviese planeando como matarlo.
—Una amiga, es prácticamente la única familia que me queda.
—¿La conoces desde hace mucho? —continuó Júnior su interrogatorio a pesar de que yo lo estaba asesinando con la mirada.
—Desde que nací y mi padre la conocía desde que era joven. Es la abogada de la empresa y hasta que cumplí los dieciocho años mi tutora legal —dijo para mi sorpresa.
Ellie, no has cambiado nada, sigues siendo única metiendo la pata. Celosa de prácticamente su casi-abuela.
Nunca la había visto y nadie me dijo nada. ¿Por qué nunca la nombró antes?
Porque trabaja con ella y no le gusta hablar de trabajo cuando no está trabajando.
En estos momentos me sentía como una estúpida, lo estropeé todo sin razón. Eric me estaba mirando divertido mientras yo quería que la tierra me tragase. Marco tuvo que haber notado algo porque me miró con el ceño fruncido y me hizo una señal para que fuese a la cocina. Con la excusa de ir a por más agua fría me levanté y él me siguió sin ni siquiera tratar de inventarse una disculpa.
—¿Qué está pasando, Ellie? —me preguntó Marco, en voz muy baja.
—Nada.
—No soy idiota y no tengo tiempo —dijo enfadado, aunque seguía hablando en el mismo tono de voz.
—Pensé que Samanta era una novia de Matt —susurré, avergonzada.
—¿Samanta? ¿La conoces? ¡Si puede ser mi madre! —exclamó Marco, confundido.
—Es que más de una vez llamó a Matt y él siempre se iba corriendo.
—Porque tenía que ir a alguna reunión, seguro. Conmigo también le ha pasado.
—¿Qué quieres que te diga? —intenté librarme de una bronca por mi metedura de pata, tomando una botella de agua y saliendo de la cocina.
—No, Ellie, esto no termina así. Mi mejor amigo ha pasado las peores Navidades de su vida y todo porque tienes una facilidad asombrosa de entender siempre todo al revés. ¿Por qué no saliste más como tu madre? —me dijo mientras me agarraba fuerte del brazo para que no me pudiese ir y poder echarme la bronca del siglo.
***
Después de que mi mejor amigo me dejara claro qué clase de persona era yo, nos sentamos en la mesa en medio de una acalorada discusión.
—Sí, claro. Yo era igual que Eric a su edad. ¿Te acuerdas cuando salí con el portero de aquella discoteca a la que íbamos siempre, Emma? —dijo Sénior mientras él y mi madre empezaron a reír.
—No, papá. Yo no soy igual que tú y no tengo nada con Christian, aún nos estamos conociendo. Solo he tenido tres relaciones en mi vida, tú tienes fama de haber sido un poco promiscuo —se defendió Júnior, sonriendo.
—¿Promiscuo? ¿Qué chico de tu edad utiliza hoy en día esa palabra? —dijo Sénior, riéndose a carcajadas.
—Ya me entiendes, que tenías una chica o un chico nuevo todas las semanas.
—¡Cómo yo! —intervino Marco, divertido, mientras mi hermano, mi padre y mi madre no habían parado de reír desde que volvimos Marco y yo a la mesa y Matt miraba al padre de Eric y a Eric asombrado, como si no terminase de creerse lo que estaba sucediendo.
—Hasta que conocí a tu madre. Desde que la conocí, dejé de ser un promiscuo —dijo Sénior, volviéndose a reír.
—Yo también creí encontrar este verano a esa persona, pero no fui el elegido —dijo Eric, mirando hacia Matt, que desvió incómodo la mirada.
—Si lo dices por Ellie, hijo, creo que tienes suerte de tener una amiga así. Emma y yo también éramos muy amigos y nos lo pasábamos genial juntos.
—¿Y qué pasó? —preguntó mi hermano, que se estaba divirtiendo de lo lindo con las ocurrencias del padre de Júnior.
—Mi mujer era muy celosa, sobre todo con tu madre, a pesar de que nosotros solo éramos amigos. Quizás al principio yo hubiese querido algo más, no obstante, luego apareció tu padre en la ecuación y supe al instante que no tenía nada que hacer, así que disfrutamos de nuestra amistad a lo grande.
—¡Eran de lo peor! Una vez tuve que ir a sacarlos de un edificio donde se habían quedado encerrados porque habían entrado por una ventana por la cual luego no podían salir —dijo mi padre, llorando de la risa.
—Tuvimos que inventarnos la historia del gato. ¿Te acuerdas, Eric? —dijo mi madre divertida.
—Sí, siempre nos metíamos en líos, pero casi siempre por culpa de Emma. Ella siempre lo entendía todo mal y se inventaba unas historias tan absurdas que yo hasta me las creía.
—¡Vaya, Ellie! Pues al final te pareces más a tu madre de lo que pensábamos —dijo Marco, en tono sarcástico.
Estuvimos un rato charlando mientras nos comíamos los postres, hasta que sonó el teléfono de Sénior, se disculparon y se fueron. Eric me dio un fuerte abrazo antes de irse y me dijo que hablara con Matt o que lo besara, que a él las dos cosas le valían igual.
Sénior y mi madre se despidieron más emotivamente y se prometieron continuar con su amistad donde la habían dejado. Tenían un compromiso, pero acordaron que volverían en Fin de Año. Se notaba que se habían querido mucho y que, además, se lo habían pasado muy bien.
***
En cuanto Eric y su padre se fueron, mi padre, Edu y yo recogimos la mesa mientras mi madre, Matt y Marco salieron a sentarse en los sillones del jardín. Siempre íbamos recogiendo todo mientras cocinábamos y comíamos, por lo que en unos minutos estaba todo limpio. Mi padre y mi hermano se llevaron un té para mi madre y un café para Marco y yo me quedé en la cocina preparando un chocolate caliente para luego.
—Ellie, ¿podemos hablar? —me preguntó Matt al entrar en la cocina, lo que hizo que diera un brinco porque no me lo esperaba y me asusté un poco.
—Claro, ¿quieres que te prepare algo? —le ofrecí con voz suave.
Matt había estado muy callado después de que saliéramos Marco y yo a la cocina, cuando me enteré de quién era Samanta. Me preocupaba que echara de menos a su familia y yo no pudiese hacer nada.
—No, gracias. Estoy bien —me dijo, regalándome una sonrisa tímida.
—Así que has estado muy ocupado estas últimas semanas, ¿eh? —le pregunté para romper el silencio.
—Sí, los cambios que hemos hecho en la compañía han sido una locura. Samanta dice que en los próximos meses debería de disminuir la carga que recae ahora mismo sobre mí.
—Ni siquiera has tenido mucho tiempo para llamar. Me gustaba hablar contigo mientras cenabas o hacías algún trabajo de la universidad.
—Tú tampoco has tenido móvil. ¿Qué pasó con el que tenías antes? —me preguntó mientras se acercaba hacia donde estaba yo y se sentaba en una butaca cerca de mí.
—Mi madre me lo quitó cuando me castigó y nunca más lo encontró. Menos mal que Papa Noel me trajo uno anoche.
—¿Por qué no te compraste uno? Los hay muy baratos.
—Mi madre me dijo que lo encontraría y así estuvo día tras día. Quizás me compró el nuevo hace unas semanas y todo ha sido una estrategia.
—¿No dijiste que te lo regaló Papa Noel? —me dijo Matt, sonriendo como lo había hecho siempre.
—Muy gracioso —le dije yo, dándole un pequeño puñetazo en el hombro.
—Ellie, me vas a hacer daño —dijo bromeando.
—¿Por qué ya no me llamas bichito? —le pregunté, antes de darme cuenta de lo que había dicho.
—No quiero que pueda existir alguna confusión entre nosotros. Además, a ti no te gustaba, incluso alguna vez me enseñaste el dedo —dijo, lo que hizo que se me cayera en alma a los pies.
Lo aburriste.
Sí, lo aburrí. Sabía que era mi culpa, aun así, dolía.
No decías que no sentías nada por él.
Uno se podía engañar todas las veces que quisiera, pero la verdad siempre salía a relucir. Hacía mucho tiempo que sabía que él era el elegido, como lo llamaba Júnior.
—¿Te confundo? —fue lo único que pude decir.
—No, Ellie, no me confundes, pero sé que tú no quieres lo mismo que yo y eso duele tanto —me dijo, cabizbajo.
—No te rindas conmigo, Matt. Por favor, no lo hagas. No dejes de llamarme bichito ni de decir que no eres mi amigo —le supliqué, con el corazón en un puño.
—¿No quieres ser mi amiga? —me preguntó mientras se acercaba y me sujetaba por la cintura.
—No, no quiero ser solo tu amiga —le dije y nos quedamos un momento sin movernos.
Ninguno de los dos dijo nada, ninguno se movió. Él me sujetaba por la cintura mientras se me aceleraba el pulso y parecía que el corazón se me iba a salir por la boca. De repente, Matt me abrazó y yo escondí mi cabeza en su pecho.
—Respira, bichito. Si tú me lo permites, yo te esperaré lo que haga falta, pero si no respiras, no vas a vivir lo suficiente —me dijo antes de que volviera a respirar, no me había dado cuenta de que había aguantado el aire.
En cuanto oímos que alguien se acercaba a la cocina, nos separamos, después de que Matt me besara la cabeza.
Bueno, no has hablado mucho, pero al menos habéis aclarado un poco las cosas.
¿Qué no habíamos hablado? Lo habíamos aclarado todo.
Solo has dicho dos frases.
Suficiente, como un buen anuncio, breve pero efectivo.
Lo que eres es un buen dolor de muelas.
—Ellie, como no os deis prisa, no vais a ver el vídeo que pusisteis en el instituto —dijo mi hermano, cuando entró en la cocina.
—¿De dónde lo sacaste? —le pregunté a mi hermano, mientras Matt nos miraba sin entender nada.
—Marco se lo pasó a papá para que lo pusiese en el proyector. Lo tienen todo preparado en el jardín. Están esperando por los dos tortolitos —dijo mi hermano y se quedó tan pancho.
Cuando llegamos al jardín, estaba todo preparado como había dicho mi hermano. Marco estaba sentado en un sofá de dos plazas, pero se quitó al vernos llegar y se sentó en un sillón para que Matt y yo pudiésemos sentarnos juntos. Ellos pensaron que no me di cuenta, sin embargo, cogí al vuelo las miradas que se echaron el uno al otro.
—¿Esto qué es, bichito? Espero que no sea un vídeo tuyo haciendo un striptease porque, aunque me gustaría mucho verlo, creo que no es ni el lugar ni el momento adecuado —me susurró Matt, que volvía a ser mi Matt de siempre.
—Matt Harb, había echado mucho de menos esos comentarios —le dije al taparnos con una manta y entrelazar mis dedos con los suyos debajo de ella.
Él me sonrió, pero no se soltó, al contrario, se acomodó en el sillón para que pudiese apoyar mi cuerpo en el suyo. Mi madre nos miró, sonrió y luego se volvió hacia la pantalla.
—¿Me vas a decir de qué trata? —insistió Matt.
—Es un vídeo que conseguimos poner en los monitores que había en la fiesta de Navidad del instituto cuando el director nos estaba dando su tradicional discurso.
—¿Por qué no me había enterado de nada de esto? —dijo Matt lo suficientemente alto para que Marco lo oyese.
—Lo pusimos en el chat del grupo de los cinco, pero como no aparecía la palabra Ellie y ella no ha escrito este último mes, pues no te dignaste a leerlo.
—¡Eres un exagerado! —le recriminó Matt.
—¡No lo soy! —se defendió Marco.
—Cállense, que ahora sale el profe de Matemáticas rascándose el culo —dijo mi hermano que se sabía el vídeo de memoria.
Luego salió en el vídeo el director sacándose un moco. Todo eran situaciones cómicas de los profesores de nuestro instituto. Por supuesto que nadie sabía quién había sido a ciencia cierta, no obstante, todos sospechaban de nosotros. Aun así, los profesores, incluidos los que salieron en el vídeo, y el director, se lo tomaron con humor.
Mi padre miraba el vídeo perplejo y mi madre no pudo parar de reír desde de que salió el profesor de Matemáticas. Según nos contó, había sido un buen amigo cuando eran jóvenes y ahora no veía la hora de encontrárselo en la calle y hacerle alguna broma.
***
Habían llegado algunos amigos de mis padres para saludar y tomarse algo, así que no habíamos podido hablar tranquilos. Antes de irse le recordé a Matt que aún tenía su Nintendo. Subimos a mi habitación para dársela y nos quedamos unos segundos mirándonos. Sé que tenía que hablar con él de muchas cosas y que no podía tardar mucho en irse porque, aunque yo no tenía clases ni prácticas durante las vacaciones de Navidad, él tenía que trabajar al día siguiente.
—Estaba celosa —le dije, porque no sabía cómo empezar la conversación.
—¿Celosa? —preguntó posiblemente sin saber de qué demonios le estaba hablando.
—Sí, estaba celosa de Samanta. Por eso fui tan fría contigo cuando cancelaste nuestra cena. Y por eso no podía confiar del todo en ti. Estaba casi segura de que tenías a una chica que te esperaba en la universidad.
—¿Estás loca, bichito? Si casi no puedo contigo.
—Y la cita con Eric no lo hice para molestarte. Marco me dijo un montón de cosas y pensé que era lo mejor.
—Lo sé, lo sé. Casi no lo mato ese día. Creo que nunca me había enfadado tanto con alguien. Además, me había prometido que no intervendría en nuestra relación, sabía cómo había acabado todo cuando te fuiste de tu casa. Él se explica fatal y tú tiendes a crear tu mundo paralelo con lo que Marco te cuenta.
—No obstante, cuando salí con Eric, lo hicimos solo como amigos, lo dejamos claro desde el principio.
—¿Por qué no me has dejado las cosas así de claras a mí? Lo he pasado muy mal este último mes.
—Lo siento. No sé muy bien cómo expresarme ni cómo comportarme. Ni siquiera sé cómo me siento —le dije un poco cansada.
—¿Te refieres a qué no sabes si sientes por mí algo más que una amistad? —me preguntó, expectante.
—No, tonto. Sé que eres el elegido, pero... —dije antes de que me interrumpiera.
—¿El elegido?
—Así es como te llama Eric —le dije mientras me encogía de hombros dando a entender que no era algo que tuviese que ver conmigo.
—No me gusta nada Eric —dijo, molesto.
—Lo dices porque estás celoso, yo también odiaba a Samanta y no la conocía de nada —me sinceré.
—Mierda, Ellie, fuiste a verlo jugar a nuestra universidad y a mí nunca me has ido a ver jugar ningún partido, ni siquiera a entrenar.
—No te fui a ver porque me castigaron el día antes, si me hubieses invitado más a menudo seguro que hubiese ido. Además, a Marco he ido a verlo jugar muchas veces.
—Para Marco eres como una hermana, Eric te mira de otra forma y quiere ser algo más que un amigo —dijo un poco más tranquilo.
—Eso era antes, ahora somos muy buenos amigos y él sabe lo que siento por ti. Es el único que me ha animado a que hable contigo a pesar de que le había dicho que estaba segura de que tenías a otra. Incluso antes de almorzar subió conmigo a la habitación para convencerme de que te merecías que hiciese algo.
—¿Algo? —me preguntó Matt, levantando una ceja.
—Las palabras exactas antes de despedirse hoy fueron que tenía que hablar contigo o besarte.
—Vale, Eric me cae mucho mejor —dijo riéndose y sujetándome por la cintura.
—Y que conste que yo pensaba que te habías aburrido de mí —le dije mientras me acercaba más a él y dejaba que me abrazara.
—¿Aburrirme? Ellie, podrán pasar muchas cosas, pero el verbo aburrirse y tu nombre no podrán nunca ir juntos en una misma frase.
—Ni siquiera viniste a mi cumpleaños. Solo me llamaste y fuiste muy frío conmigo —le reproché.
—Estaba hecho polvo. Yo sé que para ti todo esto es nuevo, pero para mí también. Nunca me he sentido así con nadie y pensaba que tú solo querías ser mi amiga. Intentaba mantenerme lo más alejado posible.
—¿Por eso no me llamaste, sino unas pocas veces este último mes? —le pregunté mimosa.
—Y porque además he estado trabajando muchísimo y tú no tenías móvil —me dijo, acariciándome el pelo.
—Te perdono. Pero no lo vuelvas a hacer. Esta vez lo digo en serio, porque siempre que me dices que no lo harás más, lo haces peor.
—Vale, bichito. Aunque tú también puedes llamarme.
—Siempre estás ocupado y no te quiero molestar —le expliqué.
—Tú nunca molestas y si no puedo contestar, te llamo más tarde y arreglado. Sé poner el teléfono en silencio —me dijo haciéndose el gracioso.
—Entonces es verdad que eres muy bueno con las nuevas tecnologías —me burlé de él.
—Te he echado mucho de menos, pequeña Ellie. En cuanto tenga ocasión, te presentaré a Samanta y verás que no tienes que ponerte celosa —me dijo para molestarme.
—Yo nunca me he puesto celosa —le dije orgullosa.
—¿Si me lo acabas de confesar?
—Pues lo retiro —dije, muy segura de mí misma, sin que Matt pudiese evitar echarse a reír.
Tres segundos después, Marco le envió un mensaje para decirle que era hora de irse. Se olvidó la Nintendo DS y tuvo que volver otra vez a mi habitación, lo que yo aproveché para darle un beso en la mejilla.
Él quería que me quedara con la maquinita, pero no podía aceptarla. Yo casi no jugaba y para él era su tesoro más preciado, a lo que él me contestó cuando se lo dije, que su tesoro más preciado era yo. Sabía que era muy cursi y que a mí me iban mucho más cosas como el boxeo y el fútbol, pero cuando lo dijo, no pude evitar sonreír como una tonta.
Así que bajamos juntos y nos despedimos. Por supuesto que Marco me advirtió que mañana estaría aquí temprano y que posiblemente se quedaría a dormir. No le gustaba estar solo en casa y Matt se tenía que ir a primera hora.
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