CAPÍTULO TREINTA Y CINCO - ¡FELIZ NAVIDAD!
Lunes, 25 de diciembre del 2023
¡Por fin es Navidad!
Me había levantado temprano, había hecho todo lo que me tocaba hacer en la cocina, limpiado el desastre de anoche, me había duchado y me había encerrado en mi habitación como la ermitaña que soy.
Llevaba un mes sin teléfono móvil y sin poder leer los mensajes ni recibir llamadas. Eric había sido el único que me había llamado habitualmente al teléfono fijo de mi casa, mientras que Marco, Yjo y Matt lo habían hecho de vez en cuando.
Mi amistad con Eric se había vuelto cada vez más fuerte y nos habíamos visto todos los fines de semana. Incluso el martes pasado fui a verlo jugar al baloncesto a su facultad, era el último partido de este año. Como ya habíamos acabado los exámenes en el instituto, me fui con mi madre, que aprovechó el viaje para hacer sus cosas.
En la visita a la universidad de Júnior no pude ver a Matt porque se había ido dos días de viaje, llevaba así casi todo el mes. Incluso el pasado viernes se llevó a Marco con él. Era el primer día oficial de nuestras vacaciones y desde hacía años lo pasábamos juntos, Marco y yo, aunque este año no importó mucho nuestra tradición.
Marco me pidió mil veces disculpas por tener que irse, pero al final lo entendí. Matt no tenía familia y estas fechas eran muy duras para él. Le hice ver que tampoco pasaba nada, que entendía que su amigo lo necesitaba y al final salí con Júnior y Christian.
Christian era un nuevo amigo de Júnior, era tres o cuatro años mayor que yo. No era muy alto, pero se notaba que se cuidaba e iba mucho al gimnasio, puesto que era muy ancho. Ellos decían que se estaban conociendo, no obstante, se notaba a kilómetros que Christian estaba loco por Eric, aunque Júnior no se decidía a dar el paso. Por eso me llevaba a todas partes cuando quedaban los dos juntos. Éramos el trío fantástico, que era como nos llamaba Marco, aunque él no supiese nada de la bisexualidad de Júnior.
El viernes acabó el trío fantástico viendo películas de terror, que era como mejor sobrellevaba el mal de amores.
¡Qué exagerada!
Quizás haya sido un poco desmedido, sin embargo, además de llevar un mes sin teléfono, tampoco había visto a Matt ni una sola vez. Y lo peor de todo esto era que a él le había dado igual. La última vez que me llamó bichito fue el día que me castigaron y después del castigo no habíamos vuelto a escribirnos, lo que era lógico porque yo no tenía teléfono, y solo habíamos hablado tres veces. Y porque el diez de diciembre fue mi cumpleaños y le pedí que me llamara al fijo de vez en cuando. Si no, no hubiésemos hablado nunca más.
Sí, Matt no vino a mi cumpleaños. No quise hacer nada extravagante, solo una pelota de fútbol, algo de picoteo y bebidas sin alcohol. Como cayó un domingo, no se nos hizo muy tarde, aunque los cinco rubios y Eric vinieron a casa el sábado por la tarde y esperaron a que fuese medianoche para felicitarme. Claudia y Mónica también aparecieron antes de las doce, así que no eché de menos a Matt.
¿A quién quieres engañar?
Era cierto, no lo eché de menos, por lo menos no al Matt de ahora, el que no se quedaba horas hablando conmigo o me enviaba mensajes, el que no intentaba molestarme para luego ser tan dulce que me desconcertaba, no al que no me llamaba bichito. A ese Matt no lo echaba de menos.
¿¡Pero si nunca te gustó que te llamara bichito!?
Pues lo extrañaba. Al menos, el viernes pasado lo analicé todo con Júnior y en este momento lo veía desde una nueva perspectiva. Posiblemente, le resultase interesante, aunque no tanto como para perder mucho tiempo conmigo. Sabía qué Júnior estaría aquí para mi cumpleaños y él ni siquiera intentó venir. Quizás esa tal Samanta no lo dejara. Era una pena, porque era la primera vez que me parecía que un chico no estaba mal.
Es muy guapo.
Tampoco era para tanto.
Es muy guapo.
Vale, era muy guapo. Pero seguro que encontraría a alguien mejor. Ahora iba a tener que arreglarme un poco. Mi madre y su espíritu navideño me ponían de los nervios.
Anoche vinieron algunos invitados a cenar. Menos mal que todos eran amigos íntimos de la familia. Mamá también invitó a los Eric, es decir, a Sénior y a Júnior, los cuales vinieron encantados porque iban a celebrar la Navidad ellos solos.
No sabía que mis padres se llevaran tan bien con Sénior, que resultó ser tan divertido como su hijo. Ayer se decidió a última hora que también vendrían a almorzar. En total éramos doce personas en la cena y nos sacamos una foto que mi madre envió a Marco para felicitarlo y, como pude comprobar esta mañana, él la puso en el grupo de los cinco rubios.
Mi madre no nos dio los regalos de Papa Noel hasta que se fueron los invitados. Como era muy tarde no tuve tiempo de poner al día mi nuevo teléfono, así que me había pasado toda la mañana en la habitación actualizándome.
Antes de subir a mi cuarto había preparado la mesa para el almuerzo, por eso sabía que, además de Sénior y Júnior, también vendría un matrimonio. A mí siempre me había encantado cuando mis padres tenían visita y saber que Eric iba a venir, hacía que me gustase todavía más, por lo que decidí bajar un poco antes mientras hablaba con Eric para decirle que no tardase mucho en venir. Ya el padre me había dicho ayer que hoy se tenían que ir temprano y no se quedarían a los postres.
—Ellie, ¿con quién hablas? —me gritó mi madre, cuando oyó que bajaba hablando por teléfono.
—Con Júnior, mamá. Le estoy diciendo que venga temprano, ya que se tienen que ir pronto, pero como es un pesado, no me hace caso —le dije a mi madre para fastidiar a Eric.
—Pues avisa a tu hermano para que venga. Hace más de media hora que me dijo que iba a bajar y no lo ha hecho —gritó mi madre, lo que hizo que diera la vuelta y fuese a buscarlo.
Me despedí de Júnior y toqué en la puerta de la habitación de Edu. Mi hermano estaba jugando al ordenador con Edgar, que lo hacía desde su casa. En cuanto me vio, se despidió de su amigo y salió del cuarto. Estaba muy mono. Mi madre le había comprado una pajarita hacía unas semanas y él no dejaba pasar cualquier oportunidad para ponérsela. El pelo le había crecido bastante y casi le cubría los ojos. Sí, definitivamente, mi hermano iba a ser un chico muy guapo.
Bajamos corriendo los dos y nos fuimos directamente al salón, donde casi me caigo de la sorpresa al ver a mis amigos sentados en el sofá.
Mierda, ¡qué bien le queda esa camisa! Intenta no babear.
—¡Feliz Navidad! —los felicité, cuando pude reaccionar de la sorpresa de encontrarme a Marco y Matt en el salón.
—¡Feliz Navidad! ¿Por qué te has levantado tan tarde? Llevamos diez minutos esperando por ti —me echó en cara Marco.
—Hoy me levanté temprano, aunque estaba en el cuarto descargándome todo lo que necesitaba en mi nuevo teléfono —le contesté mientras les enseñaba el móvil sin acercarme mucho a ellos.
—Ya nos dimos cuenta antes, cuando te oímos, de que le estabas sacando mucho partido —habló por primera vez Matt desde que nos vimos.
¿He notado un ápice de celos?
No, indudablemente le molestaba que no estuviese todo el tiempo detrás de él. Pues iba a tener que esperar sentado, después de ignorarme durante un mes, estaba segura de que era lo que se merecía.
—¡Feliz Navidad, Matt! Hacía mucho tiempo que no te veía. ¿Cómo has estado? ¿Qué haces por aquí? —le dije, como si todo me importara un bledo.
—Bien, gracias, Ellie y feliz Navidad a ti también. Tu madre ha invitado a Marco, o él se ha invitado solo, con Marco nunca se sabe, y como hoy iba a celebrar la Navidad con él, pues he venido. Espero que no te importe. Por supuesto que he llamado antes a tu madre para pedirle permiso.
—Ya sabes que, tanto Marco como tú, podéis venir cuando queráis —le dije con la misma indiferencia de antes, exactamente igual con la que él me hablaba a mí.
—Pues claro que me ha invitado mamá, yo nunca me autoinvitaría a un almuerzo de Navidad —se quejó Marco.
—¿Y cómo no me habías dicho nada? —le pregunté.
—Porque todo se planificó a última hora. Anoche, cuando la llamé para felicitarla y agradecerle la foto que me había enviado, le conté que mis padres estarían fuera hoy y mañana y que pasaríamos la Navidad Matt y yo solos y ella pensó que sería buena idea que comiéramos aquí.
—¡Eres un pelota! —le dije a mi mejor amigo.
—Eso son solo celos, porque sabes que soy su favorito —me contestó Marco.
Menos mal que mi madre me llamó para que la fuese a ayudar, si no hubiésemos acabado pegándonos y no era la primera vez, sin embargo, no me apetecía dar un espectáculo delante de Matt.
¿Ahora te importa lo que opine Matt?
No, no me importaba, no obstante, era un invitado.
¡Sí, claro!
A los diez minutos de estar en la cocina, oí que Júnior había llegado con su padre. Por lo que pude escuchar, estuvieron en el salón con mi padre, Marco y Matt unos minutos y luego Eric vino a verme.
—Amiga, el elegido está en el salón —me susurró, sin que mi madre le oyese.
—Lo sé, vamos a mi cuarto y te lo cuento —le dije lo más bajito que pude e intentando controlar mis nervios.
—¿No tienes que ayudar? —me preguntó Júnior, confuso.
—Ya yo he acabado, estaba haciendo tiempo para no tener que volver al salón —le contesté en voz alta, lo que hizo que mi madre me mirase sin entender nada.
En cuanto empezábamos a subir las escaleras, mi hermano nos vio.
—¿Dónde vas con Eric, Ellie? —me preguntó mientras yo lo mataba con la mirada.
—Vamos un momento a mi cuarto, tengo que darle un libro —fue lo primero que se me ocurrió.
Mi hermano era muy observador y seguramente se habrá dado cuenta de que las cosas entre Matt y yo no estaban en su mejor momento, por lo que querría fastidiarme un poco, esto se lo iba a hacer pagar.
En cuanto estuvimos en mi cuarto, Eric fue el primero en hablar.
—¿Qué ha pasado? ¿Y qué hacen esos dos aquí? Pensé que llevaba un mes ignorándote —dijo Júnior, divertido.
—No sé qué es lo que te hace gracia. Mi madre los invitó a almorzar porque los padres de Marco se fueron dos días de la ciudad —intenté explicarme.
—¿Y los padres de Matt? —me preguntó, porque, por supuesto, no sabía nada sobre la familia de mi no-amigo.
—Sus padres fallecieron hace más de un año.
—No lo sabía —dijo Eric, con tono de disculpa.
—No pasa nada, no es algo que se suela ir contando por ahí —le dije, porque sabía que la madre de Júnior también había muerto y él nunca la ha nombrado.
—Entonces entiendo por qué ha venido, esta casa es el refugio de las almas tristes.
—No digas tonterías, tú no eres ninguna alma triste —intenté animarlo.
—No, pero en estas fechas siempre echas de menos a las personas que, algún día, fueron muy importantes para ti —dijo, pensativo.
—Sé lo de tu madre —le dije, no valía la pena mentirle.
—Y yo sé que lo sabes, pero me cuesta hablar de ella —me contestó triste.
—Pues no hablemos de eso ahora —cambié el tono de la conversación.
—Sí, hemos venido a que me cuentes que ha pasado con el elegido —me dijo Eric, que cuando se ponía en modo curioso, no le ganaba ni Marco.
—No ha pasado nada, él me ha dado a entender que no le importo en absoluto y yo he intentado hacer lo mismo.
—Porque no estabas en el salón cuando lo he saludado. Estaba echando fuego por los ojos. Marco tuvo que darle una patada en la espinilla.
—No me des esperanzas, Júnior. Este mes ha demostrado que no le importo nada. Ni siquiera vino a mi cumpleaños.
—A lo mejor no quería verte conmigo.
—Él sabe que eres un amigo y nada más.
—También sabe que hemos estado saliendo todos los fines de semana y que este mes has tenido tanto contacto conmigo como con Marco, y eso que estoy de lunes a viernes en la universidad. Creo que deberías darle una oportunidad, solo habla con él y pregúntale abiertamente. Si no lo haces, te vas a arrepentir.
No pudimos seguir con la conversación, porque mi madre nos llamó para que bajásemos y no me atreví a no hacerle caso.
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