CAPÍTULO TREINTA - LA CITA
Viernes, 17 de noviembre del 2023
No quiero levantarme de la cama y menos aún cuando tengo a Matt sin camiseta en ella. Con un brazo me abraza y no deja que me separase de él, y con el otro, me sujeta la cabeza para poder besarme mejor.
¡Joder, qué bien besa!
—Vamos, bichito, tienes que levantarte —me dice mientras no deja de besarme.
—No quiero, hoy quiero quedarme toda la mañana así, contigo —me quejó, poniendo carita de gatito triste.
Él me entiende y vuelve a besarme. Me gusta que tenga tantas ganas de esto como yo.
—¡Ellie! ¡Hermana! De verdad que hoy llegaremos tarde. Si no te levantas, me voy sin ti —oí cómo me gritaba mi hermano.
¡Mierda, mi hermano! Anoche nos quedamos los dos en el piso y seguro que se me estaba haciendo tarde para ir al instituto.
—Lo siento, Edu. Me he quedado dormida —me excusé al darme cuenta de que estaba soñando.
—Por ahora todo controlado, tienes diez minutos para arreglarte y diez minutos para desayunar. Si lo cumples, llegamos a tiempo.
Por supuesto que lo cumplí, aunque desde que me levanté no había podido dejar de pensar en el sueño interrumpido de esta mañana. ¿Qué me estaba pasando? Yo nunca había tenido esa clase de sueños, además, hoy había quedado con Eric y no con Matt.
Quizás tienes la cita con el chico equivocado.
El chico era el indicado y no era una cita, el sueño era el que está equivocado. Además, Matt no me había pedido una cita. Bueno, sí lo hizo, para dejarme colgada por otra, diez minutos después.
Podía ser muy divertido, incluso admitía que era muy guapo, no obstante, para mí era muy importante estar con una persona en la que pudiese confiar y se centrase en una relación y que no estuviese jugando a dos bandas.
Con Eric estaba segura de que no habría nadie más y con Matt eso era prácticamente imposible. Aunque le hubiese dicho a Eric que solo seríamos amigos, no desechaba la posibilidad de que, con un poco de tiempo, pudiese acabar gustándome.
¿Por qué estaba comparando a Eric con Matt? Había quedado con Eric, Matt no tenía nada que ver con todo esto. Debería concentrarme porque hoy no podía llegar tarde al instituto, no después de habernos pasado los últimos dos días en la biblioteca siguiendo las clases porque el terco del director nos expulsó.
Ayer le tuvimos que hacer la transferencia al instituto para que pagaran los arreglos del coche. Lo habían destrozado, le había cortado unos cables y hecho mil perrerías. Tom y Sam casi se pusieron a llorar y para animar a Marco le regalé un suéter que quería comprarse desde hacía unas semanas. El dinero de Halloween no fue suficiente, aunque Matt le dijo a Marco que utilizáramos también su parte, y yo tuve que poner dos mil euros más. En total costó el arreglo más de siete mil euros. Menos mal que habíamos invertido el dinero de las sandías del pecado.
El profesor de Matemáticas se había portado muy bien con nosotros y nos había contado que lo primero que le pidió al taller fue que avisara a la policía para que tomaran las huellas dactilares que encontrasen y así tener una prueba si averiguásemos quién había sido.
Matt no me había llamado en toda la semana, pero ayer me envió un mensaje preguntándome cómo me iba y que se había enterado por Marco de los dos días de expulsión.
Yo le contesté que estaba bien, que se había solucionado todo, a la espera de averiguar quién había sido y le pregunté si vendría el viernes, como había dicho la semana pasada. Él respondió que estaba liadísimo, pero que si me apetecía verlo intentaría venir. "Claro que quiero verte" le contesté yo y después de eso, no nos hemos escrito más.
***
Todavía no había hablado con mi madre sobre la cita como amigos que tenía hoy con Eric. Esta semana había estado liadísima yo también y hoy habían venido las chicas a peinarme y arreglarme, así que tampoco podría tener esa charla con mamá.
Me había negado en vestirme con un traje, aunque tuve que acceder a ponerme una camisa demasiado ajustada para mi gusto. Se me notaban mucho los pechos, incluso tenía un poco de escote. Al final, mi madre subió a mi cuarto y dijo que esa era la adecuada y no se discutió más.
Las chicas habían conseguido su objetivo. Me puse unos vaqueros que habíamos comprado juntas las cuatro y unos zapatos planos, por si en algún momento tenía que correr por mi vida.
A las siete menos cinco llegó Júnior en su coche. Las chicas aún estaban en casa y pasó a saludarlas tanto a ellas como a mi madre. Mi padre y mi hermano no estaban, lo que me alegró, ya que me evitaba pasar ese mal trago.
Eric, como siempre, fue muy educado y después de saludar, nos fuimos a cenar. Eligió un pequeño restaurante de carne a la brasa. En cuanto nos sentamos, el camarero vino a atendernos. Éramos los únicos clientes que había en todo el restaurante, era lo que tenía cenar tan temprano.
Dejé que Júnior eligiera por mí la comida y pedí una botella de agua grande para beber. Yo estaba un poco alterada, pero Eric parecía de lo más tranquilo.
—¿Estás nerviosa, Ellie? —se extrañó Júnior.
—Un poco, la verdad.
—¿Por qué?
—Nunca he salido a cenar con un chico, aunque no sea una cita de verdad.
—¿Y con tus amigos?
—Ellos son como mis hermanos, son casi de la familia —me expliqué.
—Es una suerte que tengas tantos amigos que te aceptan como eres.
—¿Cómo soy? —pregunté curiosa.
—Sí, vestida como se te ocurre y casi siempre sin peinar. Aunque siempre estás guapísima, sobre todo hoy —me dijo con una sonrisa tímida.
—Creo que siempre me han visto así, lo raro para ellos sería que estuviese vestida como ahora. Si hubieses visto la que armaron cuando se enteraron de que tenía una cita —dije yo, divertida, y mucho más cómoda que cuando llegamos.
—¿Por qué?
—Por muchas razones, pero, sobre todo, porque saben que tiendo a salir corriendo en cuanto un chico se me acerca con intenciones distintas a la de ser un amigo.
—Vaya, pues sí que te cuidan.
—No lo sabes tú bien. Por cierto, luego irán a la discoteca. Dicen que no pueden arriesgarse a que me meta en una pelea. Tienen muy poca fe en mí.
—¿O te conocen demasiado? —respondió, divertido.
Cuando el camarero llegó con nuestra comida, se me hizo la boca agua. Todo se había preparado en un brasero. Nos pusieron una fuente con tres tipos distintos de carne y un plato con patatas y pimientos cocidos a la brasa.
—Esto es lo único que puedes comer aquí.
—¿Ni siquiera hay postre?
—No, solo lo que pueden poner en el brasero.
—Pues, hoy haremos dieta y si no robaremos algo de un restaurante cercano —bromeé y Júnior no pudo evitar reírse.
—Vaya, Ellie siempre tienes esos comentarios. Los echaba mucho de menos. Como siempre salgo con mi padre y sus amigos, las conversaciones son muy serias.
—¿Y no tienes amigos de tu edad? —me extrañé.
—Los tenía, aunque muchos se han ido a estudiar lejos y el grupo de amigos que se fue a la universidad conmigo han dejado de ser mis amigos —me contó Júnior, un poco avergonzado.
—¿Por qué han dejado de ser tus amigos? ¿Les robaste todo lo que tenían?
—Es una larga historia —evitó Eric contarme nada.
—Menos mal que tenemos tiempo.
—Te vas a ir corriendo —intentó persuadirme mi nuevo amigo.
—Soy muy dura de roer, Júnior. Deberías de tener más fe en mí.
—Está bien. Pero prométeme que no me vas a dejar tirado hasta que acabemos la cena.
—Y por supuesto ir a bailar —añadí.
—En realidad, es una tontería —dijo nervioso.
—Júnior, empieza o te tiro un trozo de carne a la cara —lo amenacé.
—¡Qué mujer! —dijo él, riéndose.
—¡Empieza! —le ordené.
—Salía desde que cumplí los diecisiete con una chica de mi grupo de amigos. Llevábamos toda la vida en el mismo instituto. Éramos tres chicos inseparables y nos juntábamos hasta doce. Además, decidimos irnos todos a estudiar a la misma universidad.
—Y, ¿qué pasó?
—Yo no estaba seguro de querer pasar el resto de mi vida con la chica que era mi novia. No es porque fuese mi primera novia, ya había salido con algunas, sin embargo, no me gustaba tanto. Era divertida, pero solo un ratito. Nos pasábamos mucho tiempo con el grupo de amigos, sin embargo, cuando teníamos que estar a solas, no terminaba de estar convencido de que fuese buena idea estar con ella. Hasta que se empeñó en que deberíamos vivir juntos.
—¿Por qué no la dejaste?
—Al principio no me importaba mucho. Lo hablé con ella y me dijo que no insistiría más en vivir conmigo, que no me agobiaría tanto. Yo intenté explicarle que no importaba lo de vivir o no juntos, que en realidad no sentía por ella lo que debería sentir por una novia que llevaba tanto tiempo conmigo.
—¿Aun así, quiso seguir contigo?
—Sí, creo que ella tampoco me quería mucho, pero seguro que pensó que la vida conmigo sería sencilla. Hay personas que se conforman con cualquier cosa. No obstante, todo eso cambió cuando empecé a salir bastante con un compañero de la facultad.
—¿Por qué?
—Porque me empezó a interesar más que como un simple amigo.
—¿Te gustan los chicos? —le pregunté sin entender nada.
—Me gustan las personas, independientemente del sexo que tengan.
—¿Y eso es ser gay? —le pregunté, porque estaba un poco perdida.
—No, es bisexual. ¿No sabes la diferencia?
—Imagino que en teoría sí, te gustan tanto los chicos, como las chicas. Pero en la práctica no entiendo ni siquiera las relaciones de chico y chica de toda la vida. No sé si te has dado cuenta, pero en cuestión de relaciones estoy muy verde —me expliqué, como pude, a lo que él no pudo evitar echarse a reír.
—Ellie, haces que me ría hasta de mis desgracias.
—Entonces, ¿qué pasó con tu novia? —le pregunté, porque ya sentía curiosidad en saber cómo acabó toda esa historia.
—En cuanto me di cuenta de que sentía algo por mi amigo, hablé con la que era mi novia y le dije que no podía seguir con ella porque me gustaba alguien más. No le dije quién, aunque le aseguré que no había estado con nadie más mientras estuvimos juntos. Y pasaron tres meses en los cuales no sucedió nada fuera de lo común.
—¿Y luego?
—Después de tres meses empecé a tener una especie de relación con el que era mi compañero de clase. Todo iba bien, hasta que un mes más tarde, mi exnovia nos vio un día que salimos a cenar y me montó un espectáculo. Le dijo que estaba embarazada de dos meses y que el bebé era mío y él la apoyó a ella y bueno, te podrás imaginar el resto.
—No, la verdad es que no me lo puedo imaginar —le dije, sin saber muy bien a qué se refería.
—Mis amigos me dijeron de todo. Se metieron conmigo por estar con un chico y dejar a mi novia embarazada. Lo que no sabían es que llevábamos más de seis meses sin acostarnos y siempre utilizamos protección.
—¿Y el chico con el que salías?
—Me dio la espalda a la primera oportunidad, después de eso no quise saber nada más de él. Pero lo peor fue que mis amigos y él pidieron una cita con mi padre en la empresa y le contaron que había dejado embarazada a mi exnovia y no quería hacerme cargo del niño porque había decidido dejarla por un chico. A mi padre casi no le da algo. Menos mal que en ningún momento creyó a mi ex. Desde el principio le dijo que el niño tendría que someterse a un test de paternidad. Al final mi ex tuvo que confesar que el niño era de otro y cuando todos quisieron pedirme perdón yo ya no quería volver a verlos. Por lo menos coincidió con el verano y durante un par de meses no tuve que cruzármelos por la facultad.
—¿Por qué pensaste que iba a salir corriendo? —me sorprendí.
—No lo sé, porque soy bisexual y no tengo amigos.
—En primer lugar, lo de tu orientación sexual considero que es algo que solo te concierne a ti. Yo no voy por ahí diciendo que me gustan los chicos, cada uno que haga en su vida privada lo que quiera, para eso es su vida. Y, en segundo lugar, yo soy tu amiga. Por algo se empieza, ¿no?
—Estuve tan enfadado al principio que ahora tengo miedo de hacer amigos nuevos. En la facultad solo voy a clases, juego a baloncesto y poco más.
—Debería de presentarte a Matt, está en tu facultad, es de primero.
—¿Matt? ¿Lo he visto antes?
—No creo, es el elegido —le dije, sabiendo qué Júnior lo entendería.
—No sé yo si es buena idea. Si está interesado en ti, seguro que me envenena a la primera de turno —dijo, lo que hizo que no pudiese evitar reírme.
—En realidad, lo conocí gracias a ti. El día que nos encontramos en el restaurante, cuando yo estaba cenando con Claudia y Mónica y salí huyendo. Como dejé atrás mi bolso, toqué en una tienda que tenía aún las luces encendidas y él me abrió la puerta.
—Vaya, así que te socorrió y así fue como te conquistó —dijo Júnior con una sonrisita.
—No, fue entrar en la tienda y me quedé como una boba mirándolo. Además, sus ojos me llamaron tanto la atención que no le quitaba la vista de encima.
—¿Fue un flechazo?
—No lo sé. Además de que yo no tengo experiencia, creo que él es un poco raro, aunque en el buen sentido de la palabra. Me vuelve loca, me hace enfadar, pero a la vez siempre lo echo de menos.
—¿Lo quieres?
—¿Cómo se sabe algo así? Supongo que me gusta, pero no sé muy bien lo que siento. Necesito tiempo para poder averiguarlo. Además, estoy casi segura de que tiene a una amiga con derecho a roce y yo no soy mucho de compartir, de eso sí que estoy segura. Aunque tampoco sé a ciencia cierta, si él siente algo por mí.
—Esta noche, se va a morir de celos. ¿Va a venir con tus amigos? —me preguntó Júnior.
—Sí, o por lo menos, es lo que me dijo, aunque esta semana no me ha llamado ni una sola vez, solo nos escribimos un día. ¿Qué estás tramando?
—Terminamos de comer y nos vamos a una discoteca, que cuando entren se piensen que la cita ha ido muy bien. Incluso puedes hacer como que estás un poco bebida, eso lo volverá loco. ¿Sabe lo de la cita? ¿Y que solamente somos amigos?
—Sabe lo de la cita porque Yjo, uno de mis amigos, se enteró por error y lo puso en un grupo donde estamos los cinco rubios y él. Pero no sabe nada de que solo somos amigos. Eso solo lo sabe Marco y él no lo dirá.
Estuvimos una hora más charlando mientras comíamos. Nos reímos mucho, incluso Júnior bromeó alguna vez sobre su actual situación con su exnovia y sus viejos amigos. Eso me alegró, significaba que ya lo había superado de alguna forma. También le conté lo de los dos días de expulsión y que habíamos tenido que pagar todos los daños a pesar de no haber sido culpa nuestra y bromeamos al respecto. Me lo pasé muy bien. No sé si todas las citas eran así de divertidas, sin embargo, si son así, no me importaría tener una todos los fines de semana.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro